Trump da por ¡°muerta¡± la cena de corresponsales y la tacha de ¡°verg¨¹enza¡± para EE UU
El presidente rechaz¨® por segunda vez ir a la tradicional reuni¨®n con la prensa y acudi¨® a un mitin en Michigan
Lejos, cuanto m¨¢s lejos de la prensa, mejor. El presidente Donald Trump dio la noche del s¨¢bado la espalda por segunda vez a la cena de corresponsales de la Casa Blanca y, en su lugar, acudi¨® a un mitin en Michigan, uno de sus feudos preferidos. El desplante refleja la enorme brecha que separa al mandatario de los medios de comunicaci¨®n cr¨ªticos. Un abismo que Trump no ha dejado de agigantar desde que alcanz¨® el poder. Las acusaciones son diarias e incluyen desde el socorrido fake news hasta la calificaci¨®n casi estalinista de ¡°enemigos del pueblo¡±. Este lunes no dej¨® de recordarlo en un tuit: "La cena de corresponsales de la Casa Blanca, ha muerto tal y como la conocemos. Fue un desastre total y una verg¨¹enza para nuestro pa¨ªs. Las fake news siguen vivas y estuvieron maravillosamente representadas el s¨¢bado por la noche".
The White House Correspondents¡¯ Dinner is DEAD as we know it. This was a total disaster and an embarrassment to our great Country and all that it stands for. FAKE NEWS is alive and well and beautifully represented on Saturday night!
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) April 30, 2018
En esta permanente beligerancia, el rechazo a acudir por segundo a?o consecutivo a la cena de corresponsales muestra que dif¨ªcilmente se van a superar las diferencias. La gala es un acto simb¨®lico que desde sus inicios en 1920 ha congregado a la flor y la nata del periodismo de Washington. A medio camino entre el espect¨¢culo y la exhibici¨®n de poder, era una tradici¨®n que los presidentes acudieran, bajaran las defensas y participaran en las bromas. Lejos del fragor diario, unos y otros romp¨ªan las barreras y hac¨ªan de la pol¨ªtica y el periodismo una fiesta. Desde que en 1924 Calvin Coolidge asistiera por primera vez, apenas hubo interrupci¨®n en la asistencia presidencial hasta el punto de que antes de Trump, el ¨²ltimo en fallar hab¨ªa sido Ronald Reagan por el balazo que recibi¨® en 1981.
Con Trump, todo ha cambiado. Lo que el primer a?o parec¨ªa un gesto, este se ha vuelto una costumbre. Y si en 2017 acudi¨® a un mitin en Harrisburg, Pensilvania, este s¨¢bado fue a la localidad de Washington, en Michigan, uno de los estados que en las elecciones de 2016 cambi¨® de color y le facilit¨® la victoria.
¡±Para qu¨¦ quiero ir a una cena donde me van a machacar unos y otros. Es de esos sitios donde te atacan y atacan, y tienes que sonre¨ªr. Y al d¨ªa siguiente te dicen: ?por qu¨¦ sonre¨ªas si te estaban vapuleando? Creedme, prefiero estar con vosotros aqu¨ª, en Michigan; en ellos no se puede confiar, en vosotros, s¨ª¡±, clam¨® Trump, en un discurso de tono mitinero y en el que en un crescendo de autoelogios lleg¨® a decir: ¡°He cumplido m¨¢s de lo que promet¨ª¡±.
Mientras tanto, en la capital, la comediante Michelle Wolff condujo la gala celebrada en el Hotel Hilton. Al presidente se le dej¨® una silla vac¨ªa. ¡°Hubiese prefiero re¨ªrme en su cara¡±, dijo Wolff. Luego, inici¨® un pol¨¦mico mon¨®logo, repleto de vitriolo para Trump, su equipo y los medios que le apoyan. Entre los dardos hubo uno especialmente doloroso para la portavoz de la Casa Blanca, Sarah Huckabee Sanders, presente en la cena, a la que Wolff defini¨® como "el Tio Tom de las mujeres" (en alusi¨®n al protagonista de la novela La caba?a del T¨ªo Tom, considerado ahora por la comunidad afroamericana como un colaboracionista de los blancos).
Al d¨ªa siguiente, muchos analistas conservadores consideraron que hab¨ªa sido excesivo. Trump, en un tuit, redujo la cena a un espect¨¢culo "aburrido y fracasado" y aconsej¨® para el pr¨®ximo a?o a uno de sus humoristas de cabecera, el conservador Greg Gutfeld. Este lunes, en otro tuit, dio la cena por muerta.?
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