Por qu¨¦ Lula ya gan¨®
La condena contra el expresidente ha hecho que Brasil descubra que su sistema judicial est¨¢ podrido
El d¨ªa de ayer, 8 de julio, ha sido apellidado como el "domingo de la locura judicial". Y es posible que sea recordado como la fecha en que Lula gan¨® una batalla mayor que la de su liberaci¨®n. Gracias a todo lo que se ha movido en torno de su lucha judicial, cuya condena en segunda instancia lo imposibilita para disputar las presidenciales a pesar de mantenerse a la cabeza en los sondeos, Brasil ha descubierto que su sistema judicial est¨¢ podrido.
Ha sido la importancia de la figura pol¨ªtica y m¨ªtica de Lula puesta en discusi¨®n la que ha llevado a toda la cadena jur¨ªdica, desde la primera instancia al Supremo, a descubrir la urgencia de una reforma que no puede esperar m¨¢s so pena de una convulsi¨®n social. Lula sigue en la c¨¢rcel y es posible que nuevas condenas caigan sobre su cabeza, aunque nadie es a¨²n capaz de profetizar su futuro. Lo que s¨ª es cierto es que Lula, inocente o culpado, ha hecho ver que el rey supremo de la justicia est¨¢ desnudo. Ha sido ¨¦l quien ha atizado el fuego y las ratas, que siempre existieron, han empezado a salir de sus madrigueras.
No ha sido un simple plantonista, entre ingenuo y malicioso, el que ha provocado la tormenta, con su deseo de no quedarse atr¨¢s en la corrida de egos que atraviesa, por ejemplo, el Supremo. Si Dias Toffoli, por su cuenta y riesgo, contra una decisi¨®n monocr¨¢tica que contradec¨ªa la del colegiado del Supremo, sac¨® de la c¨¢rcel a Jos¨¦ Dirceu condenado a 30 a?os, ?por qu¨¦ ¨¦l no pod¨ªa liberar a Lula?
La tragicomedia judicial del domingo sirvi¨® para dejar m¨¢s al descubierto, si cabe, la fragilidad de todo el sistema jur¨ªdico brasile?o que amenaza con contagiar al resto de las instituciones. El caso Lula podr¨¢ un d¨ªa ser estudiado como el revulsivo que revel¨® que no puede esperar m¨¢s una reforma de la justicia empezando por el Supremo, que se est¨¢ revelando, con el espect¨¢culo poco ejemplar del protagonismo de los altos magistrados, como la clave de toda la inseguridad pol¨ªtica y hasta social que agita a Brasil.
No cabe ya duda que el espect¨¢culo ofrecido por los ministros de la alta Corte ha llegado a su culmen. La guerra de egos entre los 11 jueces supremos est¨¢ a la vista hasta de los analfabetos del pa¨ªs. Hoy magistrados como Gilmar Mendes, Dias Toffoli, Barroso o Carmen Lucia son m¨¢s protagonistas a nivel popular que muchos actores de las novelas, lo que supone una aberraci¨®n democr¨¢tica.
O Brasil recompone la legalidad jur¨ªdica o la crisis pol¨ªtica ya en curso con amenazas de volver a los tiempos oscuros del autoritarismo acabar¨¢ agrav¨¢ndose. En las aguas de la inseguridad jur¨ªdica es donde mejor se reproducen las bacterias de todos los totalitarismos.
Una de las tareas m¨¢s urgentes del nuevo presidente de la Rep¨²blica ser¨¢ poner orden en los tribunales y acabar con un Supremo que parece estar actuando m¨¢s en la peque?a pol¨ªtica partidaria que en su defensa de la Constituci¨®n. Urge una reforma a fondo de la instituci¨®n que deber¨ªa ser la columna madre de las dem¨¢s instituciones. Urge renovar el sistema de elecci¨®n de los magistrados para que no acaben siendo meros ac¨®litos de quienes les nombraron. Urge despojar al Supremo de sus funciones meramente judiciales que llevan a veces al l¨ªmite del rid¨ªculo teniendo que disputar un h¨¢beas corpus de un condenado por haber robado unos tenis usados. Urge quitarles la vanidad de que votos interminables y cr¨ªpticos sean televisados. Si por un lado ello puede ser visto como una apertura democr¨¢tica, acaba siendo un caldo de cultura de la vanidad de los togados.
Es posible que sin el caso Lula, que a¨²n no sabemos como se resolver¨¢ personalmente, los reyes del Supremo seguir¨ªan protegidos por la reverencia de sus togas capaces de ocultar peque?as y mezquinas miserias que acaban envenenando no solo la pol¨ªtica sino la confianza en la justicia. Lula, aunque a trav¨¦s de la paradoja de su condena, est¨¢ sirviendo para que todo Brasil, dada la notoriedad de su caso penal, est¨¦ pudiendo descubrir que a la diosa griega de la justicia se le est¨¢ arrancando la venda de sus ojos dej¨¢ndola libre para tentaciones inconfesables.
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