Trump y Putin: entre la colaboraci¨®n y la desconfianza
Las simpat¨ªas del presidente de EE UU con su hom¨®logo ruso pueden significar nuevas sanciones a Mosc¨²
La sensaci¨®n de que el presidente ruso, Vlad¨ªmir Putin, le da sopas con honda al norteamericano Donald Trump puede alegrar de forma infantil a los propagandistas del Kremlin, pero a los pol¨ªticos curtidos les causa m¨¢s bien temor, porque un presidente norteamericano que pueda ser identificado con la Rusia actual y acusado de traidor?por la clase pol¨ªtica de su pa¨ªs no es un buen aliado para Rusia. Con su apoyo a Putin, Trump puede dar argumentos suplementarios a sus oponentes en el partido dem¨®crata y provocar nuevas sanciones contra Rusia.
Mosc¨² aspira a beneficiarse de la simpat¨ªa personal de Trump hacia Putin pero sabe que los acuerdos con ¨¦l solo ser¨¢n estables si se extienden y son asumidos por las instituciones y sobre todo por el Congreso. El Kremlin se ve pues ante el complicado dilema de tratar de apoyar al l¨ªder norteamericano de forma que no provoque nuevas sospechas en sus enemigos, mientras espera a las elecciones de oto?o para calibrar su apoyo institucional.
Nadie albergaba grandes esperanzas respecto a la cumbre de Helsinki m¨¢s all¨¢ de su misma celebraci¨®n. Hasta hoy no est¨¢ claro si su resultado puede ser incluso un empeoramiento de las relaciones entre Washington y Mosc¨² tras el ¨¦xito de imagen de Putin a corto plazo. En Helsinki el l¨ªder ruso pudo cumplir los rituales del poder acu?ados durante la Guerra Fr¨ªa. A saber, la discusi¨®n de los asuntos del mundo en pie de igualdad entre las dos superpotencias poseedoras de los mayores arsenales at¨®micos del planeta.
La opini¨®n sobre Trump difiere en los distintos segmentos del espectro pol¨ªtico ruso. En los sectores liberales en la oposici¨®n (minoritarios) se considera como una desgracia su escasa sensibilidad por la observancia de los derechos humanos y su aparente indiferencia por la pol¨ªtica expansionista rusa en Ucrania. En sectores oficiales se elogia su voluntad de mejorar su relaci¨®n con Rusia y se sue?a con un nuevo orden, una nueva Yalta?adaptada al siglo XXI y una nueva redistribuci¨®n de esferas de influencia entre Mosc¨² y Washington.
Los propagandistas y comentaristas afiliados al Kremlin expresan satisfacci¨®n por los enfrentamientos del presidente norteamericano con sus aliados de la OTAN. Pero estas alegr¨ªas tal vez sean precipitadas, porque una Alianza Atl¨¢ntica desunida puede ser fuente de engorrosos problemas regionales suplementarios tambi¨¦n para Rusia. Adem¨¢s, si los que se sienten amenazados por el gigante ruso no se ven suficientemente defendidos por un paraguas de seguridad com¨²n, tender¨¢n a organizar su defensa por otros cauces y pueden multiplicar los riesgos.
Para mantenerse en los cauces de lo previsible es urgente reanudar las negociaciones de desarme
Los expertos rusos sobrios ve¨ªan en la reuni¨®n de Vlad¨ªmir Putin y Donald Trump en Helsinki una ocasi¨®n para reiniciar el di¨¢logo institucional entre Washington y Mosc¨², por lo menos en los campos donde los riesgos de la falta de ese di¨¢logo son m¨¢s peligrosos, como es la carrera de armamentos. Para mantenerse en los cauces de lo previsible, es urgente reanudar las negociaciones de desarme para ampliar o corregir el tratado sobre misiles de medio y corto alcance firmado en 1987 por Mija¨ªl Gorbachov y Ronald Reagan, y prolongar el acuerdo sobre armas ofensivas estrat¨¦gicas (START) firmado en 2010 por Dmitri Medv¨¦dev y Barack Obama. Y es preciso tambi¨¦n encauzar todos los nuevos tipos de armamento que Putin gusta de mencionar en un marco de negociaci¨®n que incluya la defensa antimisiles norteamericana.
Putin habl¨® de ¡°primeros pasos para sanear¡± la relaci¨®n bilateral y Trump afirm¨® que el encuentro de Helsinki era el ¡°principio de un largo proceso¡± y vaticin¨® nuevas citas (el mi¨¦rcoles la Casa Blanca anunci¨® que el pr¨®ximo encuentro se aplazaba hasta principios de 2019), pero los l¨ªderes no firmaron ning¨²n comunicado y emplearon f¨®rmulas poco vinculantes para indicar las varias l¨ªneas de di¨¢logo que quieren desarrollar. Algunas de ellas pueden ser tan ef¨ªmeras como la creaci¨®n de un grupo de ciberseguridad conjunto, una idea sobre la que los dos l¨ªderes hablaron en Hamburgo en julio de 2017. En Helsinki Putin record¨® a Trump aquellos planes de los que el norteamericano se hab¨ªa retractado bajo las presiones de republicanos y dem¨®cratas.
El discurso del Kremlin omite la anexi¨®n de Crimea y la injerencia militar en Ucrania
Uno de los problemas fundamentales entre Rusia y EE UU es c¨®mo lograr una colaboraci¨®n eficaz en un campo previamente delimitado, teniendo en cuenta el exacerbado nivel de desconfianza entre ambos pa¨ªses. ?C¨®mo acotar los desacuerdos para que estos no se desborden ni se ampl¨ªen, pero tampoco se ignoren o se olviden? El discurso del Kremlin sobre la histeria anti rusa?omite episodios clave en la historia de los ¨²ltimos a?os, como la anexi¨®n de Crimea y la injerencia militar en Ucrania. Si de armamento se habla, ?c¨®mo hacer compatible la colaboraci¨®n y la desconfianza mediante f¨®rmulas de verificaci¨®n estrictas y solventes?
EE UU y la URSS, los dos grandes rivales de la Guerra Fr¨ªa, llegaron a entenderse sobre desarme, pero eso se realiz¨® sobre el tel¨®n de fondo de la progresiva confianza mutua generado por la Perestroika?de Mija¨ªl Gorbachov, que en el campo internacional equival¨ªa a anteponer los intereses de la humanidad sobre los intereses de la naci¨®n. Poco importa que la causa inicial de aquel proceso fuera la dificultad de la URSS para mantener los gastos de la carrera de armamento. Ahora la din¨¢mica de los acontecimientos va en sentido contrario y los l¨ªderes anteponen los intereses de sus naciones a los colectivos, sean aliados o competidores.
Con el lema America First, Trump trata de reformatear la pol¨ªtica norteamericana para obtener ventajas econ¨®micas; en nombre de los intereses de Rusia, Putin afirma concepciones patrimoniales e imperiales en el espacio postsovi¨¦tico. En estas condiciones, las expectativas realistas son muy limitadas, pero si las intenciones de reunirse de nuevo y poner en marcha conversaciones sobre control de armamento se realizan, esa ser¨¢ una se?al esperanzadora para los veteranos estadistas y expertos que, en Rusia y en EE UU, centran sus esfuerzos en mantener canales de comunicaci¨®n abiertos a partir de un sentimiento de responsabilidad compartida por la seguridad global.
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