¡°Estamos listos para morir en la ruta¡±
Adama Diallo y Amadou Dabou trataron de seguir la ruta libia para llegar a Europa pero no lo lograron
Adama Diallo pasea por la playa de Thiaroye sur Mer, en la costa senegalesa, con su amigo rapero. ¡°Perder el dinero o morir en la ruta, ya sea en el desierto o en las aguas¡ estamos f¨ªsica y psicol¨®gicamente listos para todo esto", dice, "somos muy conscientes de los riesgos¡±. Las olas del Atl¨¢ntico acarician la arena de esta peque?a localidad a las afueras de Dakar, que hace a?os fue una aldea de pescadores y cuyas barcazas coloreadas zarparon por docenas rumbo a las islas Canarias durante la llamada crisis de los cayucos, en 2006. Pero la ruta que Adama eligi¨® para llegar a Europa no fue la de navegar hasta las islas espa?olas, que est¨¢n a 1.500 kil¨®metros de distancia, sino la m¨¢s concurrida actualmente, la llamada ruta libia: mucho m¨¢s larga, cara y peligrosa. Son m¨¢s de 5.000 kil¨®metros por tierra antes de llegar a la costa libia, donde empieza la ¨²ltima etapa: la del Mediterr¨¢neo. Adama, de 36 a?os, ha navegado en el Mediterr¨¢neo, en una embarcaci¨®n m¨ªnima, como miles de migrantes. Es de los que no ha conseguido llegar a Italia, de los que no ha muerto, y de los que, a pesar de estar de nuevo en el punto de partida, tiene el horizonte en el mismo punto: Europa.
¡°No lo pens¨¦, sal¨ª un d¨ªa a preguntar en la estaci¨®n de autob¨²s de Dakar y all¨ª mismo est¨¢n los pasadores [traficantes]; si ven a un joven en la estaci¨®n asumen que eres candidato a la inmigraci¨®n ilegal y te preguntan si viajas hacia Libia. Te empujan". Adama no conoc¨ªa nada de esa red de tr¨¢fico de personas cuando emprendi¨® el viaje y se mont¨® a un bus en Dakar, sabiendo que quer¨ªa llegar a Europa; que arriesgaba sus pocos ahorros y su vida, y que ten¨ªa una larga ruta por delante. El trayecto es largo, mucho m¨¢s que la v¨ªa por Marruecos o por Canarias, pero los acuerdos entre Espa?a y Senegal y las patrullas conjuntas que peinan la costa senegalesa han sellado casi esta entrada por Canarias.
Ahora, el viaje empieza en Dakar y pasa por Bamako (Mal¨ª), Ouagadougou (Burkina Faso) y Niamey (N¨ªger), en autobuses comunes, antes de llegar a Agadez, el gran n¨²cleo nigerino de esta ruta de inmigraci¨®n. Agadez es la puerta del desierto y la salida hacia Libia. ¡°Desde Agadez, ya no puedes ir por libre, no hay otra opci¨®n que pagar a los pasantes, porque hay que adentrarse en el S¨¢hara¡±. Adama cuenta que el tramo m¨¢s complicado empieza en esta ciudad, que lleva a la dura etapa libia.
Por el camino, Adama lo aprendi¨® todo: que cruzar el desierto es caro; que los conductores pueden triplicar el precio acordado a la salida para hacer un trecho de desierto, y que, si no hay dinero, el precio se paga con las ¡°c¨¢rceles de civiles¡± o los ¡°mercados de africanos¡±, en Libia.
¡°Si tienes dinero no tienes problemas¡±, dice Amadou Dabou, de 23 a?os, desde Mbour, otro pueblo de la costa de Senegal. ¡°Cuando te capturan, llaman a tu familia y, si ellos pagan el rescate, te liberan¡±. Sentado delante de su casa familiar de Mbour, Amadou habla frustrado por no haberlo conseguido. Y eso que lo intent¨® durante dos a?os. ¡°Yo trabajaba durante meses en Libia. Ahorraba y, cuando ten¨ªa suficiente dinero, llamaba a los pasantes para pagar el embarque. Sal¨ª de la orilla de Sabrata [al oeste de Tr¨ªpoli] tres veces¡±. Amadou estuvo a punto de morir dos veces. ¡°Las olas del mar de Malta son como monta?as enormes, no puedes subirlas, tienes que evitarlas. Los capitanes que nos llevan son adolescentes senegaleses, pero conocen bien el mar¡±.
Los traficantes les gu¨ªan en peque?as embarcaciones r¨¢pidas hasta aguas internacionales y regresan a la costa. Les dejan en las pateras neum¨¢ticas. La ¨²ltima vez estuvieron muy cerca de conseguirlo. ¡°Ya est¨¢bamos en la costa italiana, los bandidos nos hab¨ªan robado los motores y est¨¢bamos a la deriva. El barco de salvamento nos localiz¨® y empez¨® a rescatar algunos barcos, pero quedamos tres embarcaciones a la deriva. Sin agua, sin comida, cay¨® la noche. Las otras dos barcas se rompieron. Se hundieron, murieron todos. Vimos c¨®mo se hund¨ªan. La gente lloraba, gritaba. Nuestros hermanos hab¨ªan desaparecido¡±. El viento los devolvi¨® hasta Libia. Amadou, tras pasar por una prisi¨®n, acab¨® siendo repatriado por uno de los programas de la Organizaci¨®n Internacional de las Migraciones (OIM). ¡°Ten¨ªa verg¨¹enza cuando volv¨ª a ver a mi familia¡±. Mientras relata su historia, un joven amigo merodea alrededor, simp¨¢tico, a?adiendo cifras y detalles a las explicaciones de c¨®mo funciona la red de tr¨¢fico de inmigrantes. ?l no ha viajado , pero ¡°lo conozco muy bien¡±, sonr¨ªe.
¡°Aqu¨ª, todas las casas bien construidas son de los modou modou, as¨ª les llamamos aqu¨ª a los que emigraron¡±, explica Adama apoyado en uno de los cayucos de pescadores de Thiaroye. ¡°Ellos son nuestros referentes. No queremos ir a Europa porque sea dulce, porque sea El Dorado. Solo buscamos trabajo, aqu¨ª en Senegal, N¨ªger, Asia o Europa. Yo solo quiero trabajo¡±. Adama lo va a volver a intentar. Pero lo tiene claro, no repetir¨¢ la ruta libia. Ahora mira hacia Marruecos.
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