Las ¡°trenzas¡± en la corrupci¨®n
La corrupci¨®n ocupa el primer lugar como preocupaci¨®n de la gente, no solo en casi todos los pa¨ªses latinoamericanos sino en otras regiones. Tambi¨¦n atraen atenci¨®n y simpat¨ªa actuaciones en¨¦rgicas y diligentes contra esta
Amenaza y hecho lacerante; la corrupci¨®n ocupa el primer lugar como preocupaci¨®n de la gente, no s¨®lo en casi todos los pa¨ªses latinoamericanos sino en otras regiones. Tambi¨¦n atraen atenci¨®n y simpat¨ªa actuaciones en¨¦rgicas y diligentes contra la corrupci¨®n. Eso ha ocurrido esta semana en el Per¨² ¡ªdicen que Justicia TV arras¨® en teleaudiencia¡ª en la actuaci¨®n de un fiscal y un juez en una diligencia judicial que se extendi¨® por una semana.
Vengo reci¨¦n llegado de Ruman¨ªa siendo testigo de preocupantes movidas gubernamentales para despenalizar algunos delitos de corrupci¨®n y desplazar a fiscales calificados. Primero, el Gobierno removi¨® en julio a la destacada fiscal anticorrupci¨®n Laura Codruta Kovesi; la semana pasada le toc¨® al fiscal general, Agust¨ªn Lazar, digno y en¨¦rgico funcionario, horas despu¨¦s de que pudiera entrevistarme con ¨¦l y de que la Comisi¨®n de Venecia, ¨®rgano consultivo del Consejo de Europa, criticara las regresivas reformas judiciales.
Y as¨ª ocurre en muchos lugares: el poder pol¨ªtico cobijando a la corrupci¨®n. Felizmente el panorama no es un p¨¢ramo de inoperancia. Sistemas institucionales en varios pa¨ªses tienen hoy a m¨¢s expresidentes tras las rejas, o procesados por corrupci¨®n, que en toda la historia: Argentina, Brasil, Ecuador, El Salvador, Guatemala y Per¨², por ejemplo. Pero como toda acci¨®n genera una reacci¨®n, hay movimientos en sentido contrario. Destacan tres: la intervenci¨®n del poder pol¨ªtico; la acci¨®n de redes corruptas dentro de los sistemas judiciales, y el populismo judicial que a veces amenaza, de otra manera, el rigor de los procesos. Toda una ¡°trenza¡±.
Una de las trenzas es la debilidad, complacencia o complicidad del poder pol¨ªtico con redes de corrupci¨®n. Que opera desde el poder tanto como v¨ªa para premunirse de dinero ilegal (coimas, comisiones, etc.) como para construir barreras de impunidad. Hay varios ejemplos pasados y recientes de esto en la regi¨®n. Uno de ellos es, sin duda, lo ocurrido en el Per¨² con el fujimorismo; el de ayer, y el de hoy.
El Gobierno autoritario de su fundador (1990-2000) condujo la estructura m¨¢s corrupta de la historia peruana apropi¨¢ndose de miles de millones de d¨®lares. Para curarse en salud se mont¨® un sistema institucional para garantizarse impunidad. En tiempos actuales, el fujimorismo que controla el Congreso ejerce su poder pol¨ªtico en direcci¨®n semejante. Haciendo, por ejemplo, de una costosa ¡°comisi¨®n investigadora¡± parlamentaria sobre el caso Lava Jato una v¨ªa de silenciamiento de indicios de corrupci¨®n de sus allegados. Asimismo, blindando a jueces y fiscales cuestionados y afectando a probos.
La segunda trenza es la de redes corruptas que operan dentro del sistema judicial construy¨¦ndose sus propios mecanismos de nombramientos y evaluaci¨®n de jueces o fiscales con intercambio de favores y ventajas y, por cierto, controlando investigaciones fiscales y procesos judiciales para beneficio propio o de terceros a cambio de dinero o poder. Una de esas estructuras acaba de colapsar en el Per¨² por acci¨®n de fiscales probos. Nada menos que un magistrado de la Corte Suprema aparece centralmente implicado; fug¨® a Espa?a en donde, tras las rejas, hoy se defiende de un pedido de extradici¨®n.
La tercera trenza no es una pieza ¡°activa¡± de la corrupci¨®n ni est¨¢ generalizada. Pero puede acabar contribuyendo a debilitar la capacidad institucional de la justicia y su imagen. Hay de eso por doquier y es el eventual protagonismo excesivo de autoridades judiciales o del ministerio p¨²blico; algo que en este diario ya he calificado de ¡°populismo judicial¡± [19/4/18]. Orientado, a veces, m¨¢s a cosechar aplausos y simpat¨ªa que a conducir con rigor los procesos. En ese devenir pueden acabar confundiendo lo principal con lo accesorio y, acaso, sin quererlo, debilitando las capacidades institucionales contra la corrupci¨®n.?
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