May afronta el dif¨ªcil reto de aprobar el acuerdo del Brexit en el Parlamento
Euroesc¨¦pticos y proeuropeos planean cambiar el texto pactado por la primera ministra y Bruselas
El Parlamento brit¨¢nico votar¨¢ el pr¨®ximo 11 de diciembre el acuerdo del Brexit pactado con Bruselas, y las cuentas, de momento, no salen. May necesita una mayor¨ªa simple sobre los 650 esca?os de la C¨¢mara de los Comunes. Y aunque en un sistema de voto mayoritario como el de Reino Unido ¡ªen el que cada diputado es due?o de sus decisiones y mira m¨¢s a su circunscripci¨®n que a las consignas del partido¡ª nada es predecible, los anuncios de un voto en contra se acumulan. Al menos 90 parlamentarios conservadores, entre euroesc¨¦pticos y proeuropeos, ya han dicho que rechazar¨¢n un acuerdo que ¡°deja a Reino Unido en peor situaci¨®n que la actual¡±, como reconoci¨® el propio Boris Johnson, exministro de Exteriores y adversario ac¨¦rrimo de May.
El Partido Laborista, a trav¨¦s de su l¨ªder Jeremy Corbyn, se dispone a rechazar el pacto. ¡°Este es el resultado de un miserable fracaso en las negociaciones que nos deja con lo peor de ambos mundos¡±, manifest¨® el pol¨ªtico en un comunicado. Los unionistas norirlandeses del DUP, cuyos 10 diputados sostienen la precaria mayor¨ªa parlamentaria conservadora, consideran una pu?alada en la espalda los planes del acuerdo de mantener la regulaci¨®n comunitaria en el Ulster. Este fin de semana, en su congreso celebrado en Belfast, la l¨ªder del DUP, Arlene Foster, ya anticip¨® el voto en contra de su partido.
May tiene ante s¨ª una empinada escalera y pocos creen que tenga las suficientes fuerzas y habilidad para subirla. Su equipo es consciente de las dificultades y ha iniciado una doble ofensiva. Para empezar, la premier sortear¨¢ a los pol¨ªticos para dirigirse directamente a la ciudadan¨ªa brit¨¢nica. Este domingo public¨® una carta abierta en los principales medios escritos y repiti¨® los mismos argumentos en su comparecencia en Bruselas. ¡°Ser¨¢ un acuerdo que defienda el inter¨¦s nacional, y que sea ¨²til para todo el pa¨ªs y para todos nuestros ciudadanos, al margen de lo que votaron en el refer¨¦ndum de 2016¡±.
La primera ministra conf¨ªa en convencer a la ciudadan¨ªa de que ejerza m¨¢xima presi¨®n sobre los diputados que a¨²n dudan sobre el sentido de su voto. ¡°Ser¨¢ una de las votaciones m¨¢s relevantes de las ¨²ltimas d¨¦cadas y deber¨¢n decidir si avanzamos todos juntos o entramos en un nuevo periodo de divisi¨®n e incertidumbre¡±, advert¨ªa en la capital comunitaria. ¡°A aquellos que creen que se puede negociar otro acuerdo, es imposible. Este acuerdo es el mejor y el ¨²nico posible¡±.
Como segundo frente, el Gobierno utilizar¨¢ a los llamados whips (literalmente, l¨¢tigos), los diputados con influencia y mando sobre el resto de colegas, para convencer a los m¨¢s moderados de la necesidad de dejar ya atr¨¢s de una vez por todas la pesadilla del Brexit. Se ofrecer¨¢n modificaciones de leyes que puedan interesar especialmente a los electores de esos diputados (regulaci¨®n del uso de armas, o medidas procesales suavizadas para los casos de violencia de g¨¦nero, entre otras). Y hasta se pondr¨¢n sobre la mesa prebendas personales, como posibles t¨ªtulos honor¨ªficos. Las primeras broncas ya han estallado al saber que John Hayes, uno de los euroesc¨¦pticos m¨¢s furibundos, no ha tenido empacho en aceptar un t¨ªtulo de Caballero en los ¨²ltimos d¨ªas.
May se va a concentrar, ¡°con todo su coraz¨®n y su alma¡±, en esta campa?a de relaciones p¨²blicas. Pero guarda una bala en la rec¨¢mara. Reglamentariamente es posible someter el acuerdo a una doble votaci¨®n. En el caso de fracasar a la primera, contempla la posibilidad de que, con ayuda de Bruselas, unos pocos retoques en el texto y el previsible p¨¢nico en los mercados, cedan los m¨¢s remisos. Una apuesta arriesgada.
Los adversarios tampoco descansan. Dan por descontada la derrota y ya imaginan escenarios para el d¨ªa despu¨¦s. Un grupo de cinco ministros partidarios de la permanencia en la UE, liderado por el de Econom¨ªa, Philip Hammond, ha comenzado a trabajar en un plan b para alterar el acuerdo una vez sea rechazado en la C¨¢mara de los Comunes, seg¨²n The Sunday Telegraph. Han llegado a compartir su conjura con los unionistas norirlandeses, y sue?an con un acuerdo ¡°a la noruega¡±, que permita a Reino Unido permanecer en el ¨¢rea econ¨®mica europea.
Los euroesc¨¦pticos van m¨¢s all¨¢. Conf¨ªan en una moci¨®n de censura que derribe a May, y que un nuevo l¨ªder conservador negocie un ¡°no acuerdo gestionado¡± de Brexit que conduzca a Reino Unido a un escenario sin ataduras en el que solo imperen las reglas de la Organizaci¨®n Mundial del Comercio. Nadie descarta posibilidades a¨²n m¨¢s endiabladas, como un adelanto electoral o que el Parlamento se las ingenie para forzar un segundo refer¨¦ndum sobre el Brexit. El problema de estas conjuras es que todas ellas asumen que Bruselas estar¨¢ dispuesta a conceder m¨¢s tiempo, o a reabrir las negociaciones. A d¨ªa de hoy esa opci¨®n no parece cre¨ªble.
El ex primer ministro Tony Blair, que ha defendido con ardor que haya una segunda consulta, imploraba ayer ayuda a los l¨ªderes europeos. ¡°Hay una salida. Que el Parlamento vote en contra de todo este enredo. Y que ustedes presenten una oferta que aborde los asuntos que m¨¢s angustian a los ciudadanos brit¨¢nicos respecto a Europa, que al margen de los fan¨¢ticos euroesc¨¦pticos, son las mismas que preocupan al resto de los europeos y se centran b¨¢sicamente en la inmigraci¨®n. Hay demasiado en juego. Nuestro destino y el suyo. No es demasiado tarde¡±.
Los relojes de May y del resto del espectro pol¨ªtico brit¨¢nico no est¨¢n sincronizados. Ella lucha por salvar su obra pol¨ªtica antes del 12 de diciembre. Sus adversarios, por empezar a demolerla a partir de esa fecha.
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