Londres no paga a traidores
Esos que prometieron a los brit¨¢nicos d¨ªas de vino y rosas cuando se sacudieran del yugo de Bruselas lo seguir¨¢n respetando, pero sin voz ni voto, durante dos o tres a?os m¨¢s
El acuerdo del Brexit ha incluido cl¨¢usulas de ¨²ltima hora que demuestran la p¨¦rdida de autonom¨ªa y poder¨ªo de Londres. Ha sido el resultado de su desigual negociaci¨®n frente a 27 Estados, que ya afilan los cuchillos para la segunda ronda que fijar¨¢ la relaci¨®n bilateral futura. Pero si el pacto se rompe antes, ser¨¢ la supervivencia del pa¨ªs la que est¨¦ en juego.
Macron, el m¨¢s duro frente a Londres, ha dejado constancia escrita de la supremac¨ªa de la Uni¨®n frente a la otrora potencia diplom¨¢tica sajona. Solo as¨ª puede interpretarse la a?adida declaraci¨®n sobre la pesca, que ha destrozado el objetivo del Reino Unido de explotar en solitario, como Islandia, sus bancos pesqueros. Bajo amenazas como la de imponer aranceles al pescado brit¨¢nico, la declaraci¨®n obliga a ¡°un acceso rec¨ªproco¡± a esas aguas y a mantener un ¡°reparto de cuotas¡± cuya eliminaci¨®n har¨ªa ricos a los pescadores ingleses, seg¨²n cantaban los mentirosos ap¨®stoles del Brexit.
M¨¢s sangrante es la declaraci¨®n sobre Irlanda y el Ulster. La garant¨ªa de que no se restablecer¨¢ una frontera queda bajo la supervisi¨®n de la UE, que mantendr¨¢ una relaci¨®n diferenciada con Irlanda del Norte, como un territorio aparte del Reino Unido.
Y humillante tambi¨¦n la triple declaraci¨®n ¡ªConsejo Europeo, Comisi¨®n y Londres¡ª para precisar que cualquier acuerdo sobre Gibraltar solo valdr¨¢ si lo bendice Espa?a. Nunca hubo tan obvias referencias europeas a La Roca como una colonia, que eso es para la ONU. Resultan bald¨ªas la discusi¨®n sobre su fuerza jur¨ªdica, salvo para los intereses de Pablo Casado y Albert Ribera, y la alusi¨®n al supuesto ¡°patrioterismo¡± que creyeron ver Pablo Iglesias y algunos sabios de bar. Los acuerdos multinacionales solo se respetan si hay voluntad pol¨ªtica de hacerlo y la UE es un ejemplo de seriedad.
Pese a estas y otras muchas p¨¦rdidas de poder¨ªo, regresan a escena quienes prometieron a los ingleses d¨ªas de vino y rosas en cuanto se sacudieran el yugo de Bruselas, ese que ahora seguir¨¢n respetando, pero sin voz ni voto, durante dos o tres a?os m¨¢s¡para empezar. Vuelven para tumbar el pacto con Theresa May, pero ocultan que, sin ese acuerdo, en abril habr¨¢ frontera entre Irlanda y el Ulster, con el riesgo de resucitar la violencia que ya cost¨® 3.500 muertos. O que la libra se hundir¨¢. Y que faltar¨¢n medicamentos. O que habr¨¢ colas interminables en las resucitadas aduanas.
Repiten ellos que no estar¨¢n obligados en el futuro a admitir trabajadores europeos. ?A qui¨¦nes contratar¨¢n como alba?iles, fontaneros o empleados de limpieza? ?Quiz¨¢s a indios o paquistan¨ªes? ?Gran prueba de soberan¨ªa!
Quienes debieran contar eso est¨¢n muy ocupados en otros menesteres. Como el eur¨®fobo eurodiputado Nigel Farage, enfrascado en saber qu¨¦ derechos econ¨®micos tendr¨¢. Y s¨ª a partir de abril cobrar¨¢ de por vida entre 7.000 y 8.000 euros mensuales de pensi¨®n del Parlamento Europeo. Han le¨ªdo bien, pero Londres tampoco paga a traidores.
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