Europa, la enfermedad que devora a los conservadores de Reino Unido
La guerra interna de los tories se prolonga ya por cuatro d¨¦cadas
El Partido Conservador de Reino Unido convive como puede con dos almas,?y en las ¨²ltimas d¨¦cadas Europa ha sido la causa de un continuo desgarro entre ambas. Hay una parte liberal, pragm¨¢tica, adaptable al cambio de los tiempos, que cuando prevalece consigue mantener unidos a los tories y convertirles en una formidable m¨¢quina de gobernar y ganar elecciones. Frente a ella, pervive un esp¨ªritu so?ador, nost¨¢lgico del Imperio, nacionalista y proteccionista. Retra¨ªdo y receloso del resto del mundo. Igual que en Estados Unidos, tambi¨¦n en Reino Unido existe un "excepcionalismo" que lleva a algunos a pensar que su naci¨®n es diferente de las otras.
"La mayor¨ªa de los pa¨ªses se ven a s¨ª mismos como excepcionales, pero pocos permiten que esa creencia en su excepcionalismo acabe da?ando sus intereses econ¨®micos y pol¨ªticos del modo en que Reino Unido lo est¨¢ haciendo", escribe Simon Tilford, exvicedirector del Centro para la Reforma Europea.
Fue el Partido Conservador, liderado en la d¨¦cada de los 70 por Edward Heath, el que introdujo a su pa¨ªs en lo que entonces era la Comunidad Econ¨®mica Europea. A?os despu¨¦s, Margaret Thatcher, "la dama de hierro", se convirti¨® en la principal impulsora del Mercado Interior, una aspiraci¨®n econ¨®mico-liberal por eliminar aranceles y permitir que floreciera el comercio. La marca del antieurope¨ªsmo correspond¨ªa entonces al Laborismo, dominado por la fuerte personalidad de Tonny Benn, que lleg¨® a dar nombre a una corriente, el "bennismo", que a¨²n sobrevive en el partido y de la que es fiel heredero Jeremy Corbyn.
La voluntad federalista y unificadora de un tit¨¢n pol¨ªtico como el entonces presidente de la Comisi¨®n Europea, Jacques Delors, hizo que el sentimiento conservador hacia Europa pasara del moderado apoyo al recelo continuo. "No hemos echado abajo con ¨¦xito las fronteras del Estado en Reino Unido para ver ahora c¨®mo se vuelven imponer a un nivel europeo, con un Superestado Europeo que ejerzas poder desde Bruselas", afirm¨® Thatcher en su famosa conferencia en el Colegio de Brujas, en 1988.
Europa, fue, entre otros motivos, pero de modo determinante, causa del derribo por parte de sus colegas de partido de la Dama de Hierro. Y la misma causa, a?os despu¨¦s, acab¨® con su sucesor, John Major. El l¨ªder que logr¨® parad¨®jicamente excepciones para Reino Unido que podr¨ªan ser calificadas de ¨¦xito ¡ªcon su protecci¨®n de la libra esterlina o la exclusi¨®n del pa¨ªs del ¨¢mbito de derechos sociales europeos¡ª acab¨® derribado en las urnas, poco menos que como un traidor, por haber firmado el Tratado de Maastricht.
El sentimiento antieuropeo en el seno conservador, marginal pero latente, comenz¨® a convertirse en una fuerza preparada para la autodestrucci¨®n durante los a?os del laborismo de Tony Blair. Justo cuando la izquierda brit¨¢nica parec¨ªa reconciliarse con Bruselas.
¡°Yo no soy euroesc¨¦ptico porque no me guste Europa. Me convert¨ª en euroesc¨¦ptico porque vi c¨®mo la democracia se estaba muriendo. No creo que sea correcto la creaci¨®n de instituciones de poder pol¨ªtico que no solo no cuentan con el consentimiento de los ciudadanos, sino que precisamente repudian ese consentimiento. Y eso es lo que ocurri¨® durante los a?os de la creaci¨®n de la Constituci¨®n Europea y del Tratado de Lisboa. No me gust¨® la Constituci¨®n Europea. La le¨ª, y me pareci¨® un invento socialdem¨®crata, un l¨ªo burocr¨¢tico. No ten¨ªa la elegancia de la Constituci¨®n de Estados Unidos", explica a EL PA?S Steven Baker, el n¨²mero dos del Grupo de Investigaciones Europeas. Es el grupo de diputados euroesc¨¦pticos que defiende con m¨¢s ardor un Brexit a las bravas y que promovi¨® la fallida moci¨®n de censura interna contra Theresa May.
El triunfo de los ultranacionalistas de Nigel Farage, del Partido por la Independencia de Reino Unido (UKIP) en las elecciones europeas de 2014 ¡ªfueron la formaci¨®n m¨¢s votada del pa¨ªs¡ª desat¨® los miedos de los conservadores moderados y dio la excusa a los radicales. El entonces primer ministro de Reino Unido, David Cameron, un proeuropeo sin aspavientos, pens¨® que pod¨ªa aniquilar la serpiente con un refer¨¦ndum que crey¨® ganar¨ªa f¨¢cilmente. El triunfo inesperado del s¨ª al abandono de la UE forz¨® la dimisi¨®n de Cameron, que entreg¨® los trastos a una Theresa May desconocida y con pocos apoyos internos. Una defensora de la permanencia recibi¨® el encargo de llevar a buen puerto el Brexit. Y desde el primer minuto, los euroesc¨¦pticos olieron su debilidad.
Hay un alma del partido que lucha desesperadamente por dar la vuelta a la situaci¨®n. El exfiscal general de Reino Unido y brillante abogado, Dominic Grieve, ha utilizado todos los resortes parlamentarios posibles para permitir a los ciudadanos que reconsideren su situaci¨®n. Es el responsable de la moci¨®n respaldada por el Parlamento el pasado 4 de diciembre, en contra del Gobierno, por la que el legislativo pasar¨¢ a controlar la situaci¨®n si el acuerdo que May alcanz¨® con la UE es rechazado, como todo indica que va a ocurrir.
"Puede ser que la visi¨®n de los euroesc¨¦pticos sea correcta, y yo creo que no lo es, o que la UE acabe fracasando, que tambi¨¦n puede ocurrir, incluso despu¨¦s de que Reino Unido la abandone. Pero si asumimos que la Uni¨®n Europea sobrevive y prospera razonablemente, estoy dispuesto a afirmar que en el plazo de 20 a?os mis hijos estar¨¢n discutiendo c¨®mo volver a formar parte de ella¡±, admite Grieve con la mezcla de escepticismo, resignaci¨®n y tes¨®n de quien sabe que las batallas pol¨ªticas que un d¨ªa se pierden pueden ganarse poco despu¨¦s.
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