Poderes salvajes
En este momento los huachicoleros ya no solo pinchan los ductos para orde?ar sino para sabotear la distribuci¨®n. Un acto terrorista que busca ahogar a ciudades importantes de M¨¦xico

El problema de ir contra los poderes salvajes es que terminan siendo m¨¢s poderosos y m¨¢s salvajes de lo que se hab¨ªa previsto. Son industrias criminales que no est¨¢n inscritas en la seguridad social o en el registro de contribuyentes; solo se les puede dimensionar cuando se les enfrenta. A menos, claro, que las autoridades hubieran hecho la investigaci¨®n de fondo y el trabajo de inteligencia que no acostumbran.
En M¨¦xico se ha discutido hasta el cansancio si la cruzada que el presidente L¨®pez Obrador ha lanzado en contra de las bandas organizadas para el robo de combustibles (huachicoleros) debi¨® haber sido mejor planeada para evitar el desabasto de gasolinas que ha trastocado la vida en algunas ciudades del pa¨ªs. Ciertamente desencaden¨® una confrontaci¨®n que ha resultado m¨¢s feroz de lo que el Gobierno pudo anticipar. Acostumbrado a la impunidad, el crimen organizado est¨¢ muy lejos de haber renunciado a su patente de corso simplemente porque el Estado haya decidido lo contrario. Una batalla que en buena parte ha tomado como reh¨¦n a la poblaci¨®n mexicana, pero podr¨ªa escalar en otros actos de terrorismo, incluso atentados en contra de su rival, el presidente.
El poder del huachicol reside en buena medida en la enorme penetraci¨®n que posee en el tejido social en territorios con densidad de ductos y por la enorme vulnerabilidad de estos a lo largo de cientos de kil¨®metros. Pueblos completos en los que existe una divisi¨®n del trabajo en torno al fen¨®meno: desde los ni?os que vigilan, los hombres que se han especializado en los tecnicismos de la orde?a, los j¨®venes que la trasladan a gasolineras e industrias, las mujeres que las venden a pie de carretera. Y por encima de todos ellos sicarios de los c¨¢rteles (originalmente Zetas, luego Jalisco Nueva Generaci¨®n) que exigen tributo, compran o amedrentan voluntades en Pemex y en gasolineras y facilitan sicarios para la protecci¨®n y la represi¨®n. A diferencia de la droga o la pirater¨ªa que requiere una inversi¨®n considerable en mercanc¨ªa, la orde?a de ductos o el robo de camiones cisterna ofrece una rentabilidad inmensa una vez que se tiene el control de una regi¨®n.
En este momento los huachicoleros ya no solo pinchan los ductos para orde?ar sino para sabotear la distribuci¨®n. Un acto terrorista que busca ahogar a ciudades importantes (Guadalajara, Morelia, Guanajuato y, en lo posible, la capital) con la esperanza de que un desabasto de combustible prolongado se traduzca en escasez de art¨ªculos de primera necesidad. En ¨²ltima instancia es una batalla por la opini¨®n p¨²blica entre el operativo del Gobierno en contra del huachicol y las acciones de este para exasperar a los ciudadanos y forzar una suspensi¨®n parcial o total de la cruzada.
Un pulso que hasta ahora L¨®pez Obrador ha logrado ganar con amplia ventaja seg¨²n las encuestas de opini¨®n. Entre el 60 y el 80% de los ciudadanos, seg¨²n la fuente que se consulte, acepta enfrentar desabastos a cambio de combatir el robo de combustible. Una victoria que el presidente est¨¢ consiguiendo a costa de un brutal desgaste personal, consciente de que se est¨¢ jugando buena parte de su activo pol¨ªtico para lo que resta del sexenio: jornadas de 20 horas de ¨¦l y su equipo, sesiones de informaci¨®n todas las ma?anas a las 7, recuento p¨²blico e im¨¢genes de las orde?as de las ¨²ltimas horas, descripci¨®n puntual del precario avance en el suministro de combustible a las ciudades afectadas.
Es tal el ¨¦xito de la narrativa presidencial para encarar su campa?a contra el huachicol como una lucha entre el bien y el mal, que incluso sus rivales pol¨ªticos encuentran inc¨®modo mantener la dura campa?a en redes sociales y medios de comunicaci¨®n sobre la log¨ªstica improvisada o los da?os del desabasto. Todo indica que la confrontaci¨®n ser¨¢ larga, pero si el Gobierno logra convencer a la poblaci¨®n de que el suministro mejora poco a poco, y los datos parecen confirmarlo, mantendr¨¢ el apoyo popular y muy probablemente incluso este vaya en aumento.
Los cr¨ªticos podr¨¢n esgrimir cifras ingentes de lo que cost¨® el conflicto o el gasto innecesario derivado de errores de log¨ªstica y planeaci¨®n, pero en la medida en que la poblaci¨®n perciba esta como la primera batalla victoriosa en contra de la corrupci¨®n, incluso los sacrificios personales ser¨¢n asumidos como una contribuci¨®n c¨®mplice a favor de una causa de todos.
Por desgracia los poderes salvajes tienen la caracter¨ªstica de ser impredecibles. Sus reacciones escapan al c¨¢lculo pol¨ªtico convencional. Est¨¢n desesperados y lejos de haberse rendido. La pr¨®xima semana L¨®pez Obrador ha prometido visitar el llamado Tri¨¢ngulo Rojo en Puebla, basti¨®n del huachicol, donde los polic¨ªas son recibidos a balazos y los militares son golpeados por la poblaci¨®n. Sicarios dispuestos a matar y morir. Esperemos que el presidente, por lo general displicente sobre su seguridad personal, no asuma esta vez que va blindado por el manto protector del ¡°cari?o del pueblo¡±.
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