El tal¨®n de Aquiles de Maduro estaba en Estados Unidos
Las sanciones de Washington golpean a la petrolera texana Citgo, de propiedad venezolana y vital fuente de liquidez del r¨¦gimen
La del 10 de agosto de 1983 fue una noche memorable para los fans de los Boston Sox. No solo porque se impusieron en casa a los Texas Rangers, sino porque el amado letrero de la petrolera Citgo que se ve sobre el lado izquierdo del campo, apagado como s¨ªmbolo de ahorro energ¨¦tico durante las crisis del petr¨®leo, volvi¨® a ser ceremoniosamente iluminado. Fuera del estadio, casi un millar de personas se congregaron en Kenmore Square para ver el tri¨¢ngulo rojo de Citgo brillar de nuevo, mientras los altavoces colocados para la ocasi¨®n disparaban la canci¨®n You light up my life (T¨² iluminas mi vida).
El logo de Citgo no solo ilumina la vida de Boston: forma parte de la iconograf¨ªa de todo EE UU. Su historia se remonta a 1910, cuando Henry Latham Doherty fund¨® la Cities Service Company, que en 1965 se convertir¨ªa en Citgo. Hoy emplea a 3.400 personas, posee tres refiner¨ªas ¡ªTexas, Luisiana e Illinois¡ª que producen 849.000 barriles de petr¨®leo al d¨ªa, y tiene m¨¢s de 5.000 gasolineras en 29 Estados del pa¨ªs.
Gasolineras como la de Bethesda (Maryland), a las afueras de Washington, que destaca que es ¡°de propiedad local¡±, pero elude, igual que la web de la compa?¨ªa, el elefante en la habitaci¨®n: que Citgo pertenece, desde 1990, a la empresa p¨²blica de petr¨®leos de Venezuela (PDVSA); que su presidente es Asdr¨²bal Ch¨¢vez, primo del difunto comandante, quien gestiona la compa?¨ªa desde Caracas tras serle denegado el visado; que cinco de sus directivos, ciudadanos estadounidenses, se encuentran encarcelados en Venezuela acusados de corrupci¨®n.
EE UU es el primer destino de las exportaciones de PDVSA, y la importancia de Citgo para el r¨¦gimen chavista es doble. Por un lado, aporta la nafta, diluyente necesario para que el grueso crudo venezolano pueda fluir por los oleoductos. Por otro, constituye la ¨²nica joya de la corona en la maltrecha econom¨ªa venezolana, el chorro de petrod¨®lares que Maduro necesitaba para asegurarse la lealtad de sus seguidores. Por eso, cuando Donald Trump quiso dar un golpe de gracia al r¨¦gimen de Maduro, no tuvo que mirar muy lejos: ten¨ªa el objetivo en su propio territorio.
Despu¨¦s de a?os de tibias sanciones a Caracas, Washington se ha atrevido con PDVSA ¡ªcon la congelaci¨®n de sus fondos en EE UU, unos 7.000 millones de d¨®lares (6.100 millones de euros)¡ª. ¡°Le urgimos [a la Administraci¨®n de Trump] a considerar con cuidado el impacto que las sanciones sectoriales tendr¨ªan en empresas, trabajadores y consumidores estadounidenses¡±, pidi¨® en una carta a la Casa Blanca el presidente de los fabricantes petroqu¨ªmicos estadounidenses, Chet Thompson. Pero resulta que el petr¨®leo venezolano ha sido uno de los pocos asuntos que escapan al America first del presidente republicano. Al menos a corto plazo.
Las sanciones a PDVSA obligan a Citgo a dejar de enviar dinero (y nafta) a Venezuela: debe consignarlo en una cuenta en EE UU a la que solo tendr¨¢ acceso el Gobierno de Guaid¨®, el ¨²nico que EE UU reconoce. Ahora Citgo est¨¢ en el centro de la batalla sobre el futuro de Venezuela.
Las sanciones han forzado a la compa?¨ªa, seg¨²n The Wall Street Journal, a estudiar una bancarrota como medida para proteger sus operaciones y para evitar que sus activos sean saqueados por leales a Maduro o desmantelados por los acreedores. EL PA?S se ha puesto en contacto con Citgo, pero no ha obtenido respuesta a las cuestiones planteadas.
Perder el acceso al mercado estadounidense es un duro golpe para Venezuela, pues otros de sus principales clientes no pagan en efectivo: sus acuerdos con Rusia obligan a Venezuela a pagar en crudo, por lo que son exportaciones que no aportan liquidez. ¡°Ese impacto siempre ser¨¢ menor que el autoinfligido. La producci¨®n ha bajado sustancialmente con Ch¨¢vez y Maduro. Venezuela ha sido incapaz de reinvertir en campos petrol¨ªferos o en equipo. Dicho eso, la clave ahora pertenece m¨¢s a la pol¨ªtica internacional que a la econom¨ªa: ?podr¨¢ Venezuela acudir a otros Gobiernos a por liquidez? Lo que deben preguntarse quienes quieren que Maduro se vaya es si han acorralado bien su acceso a otras fuentes de capital¡±, explica Edward Hirs, profesor de Econom¨ªa del Petr¨®leo en la Universidad de Houston.
Tambi¨¦n Citgo (que refina crudo de otros 18 pa¨ªses, el 24% de Venezuela) deber¨¢ buscar nuevos suministradores. El 7% de las importaciones estadounidenses de crudo vinieron de Venezuela el a?o pasado: es su cuarto mayor proveedor, tras Canad¨¢, Arabia Saud¨ª y M¨¦xico. ¡°Citgo y las otras refiner¨ªas del golfo de M¨¦xico podr¨¢n reemplazar el crudo venezolano, probablemente con crudo canadiense. Ser¨¢ un realineamiento a corto plazo. No creo que altere el mercado global del petr¨®leo¡±, afirma Hirs.
Citgo era ya una de las grandes petroleras estadounidenses cuando, en los ochenta, se convirti¨® en objeto de multimillonarias ofensivas de compra. ¡°El precio del barril estaba muy bajo y los m¨¢rgenes eran peque?os. Por eso PDVSA y otras petroleras extranjeras vieron que pod¨ªan comprar refiner¨ªas en EE UU y asegurar la salida para su crudo¡±, explica Hirs. PDVSA compr¨® la mitad de Citgo en 1986 y la otra mitad en 1990.
La llegada al poder en 1999 de Hugo Ch¨¢vez, que puso fin a un periodo liberalizador, dot¨® a Citgo de un papel pol¨ªtico. Los ingresos del petr¨®leo, la mitad del presupuesto nacional, financiaron las reformas sociales del chavismo. Hoy Venezuela y la petrolera PDVSA deben miles de millones en compensaciones por la nacionalizaci¨®n de activos extranjeros.
El deterioro econ¨®mico oblig¨®, primero a Ch¨¢vez y luego a su sucesor, el actual l¨ªder chavista, Nicol¨¢s Maduro, a utilizar Citgo como garant¨ªa de emisiones de bonos y de pr¨¦stamos de la petrolera rusa Rosneft. La mitad de la compa?¨ªa est¨¢ hipotecada para Rosneft. Eso siembra un temor a?adido en el Capitolio: que salga Venezuela, pero sea Mosc¨² la que entre en la infraestructura energ¨¦tica estadounidense.
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