La guerra por los puertos
Algunos puertos de Colombia parecen una especie de zona franca para el crimen
En los ¨²ltimos a?os, Colombia ha tenido una reducci¨®n de los indicadores de violencia asociada al conflicto armado, en gran parte derivada del proceso de paz entre las FARC y el Estado colombiano. Decenas de municipios que antes padec¨ªan ataques, hostigamientos y confinamientos, han mejorado sustancialmente. Sin embargo, en varias zonas han estallado disputas, debido al intento de coparlas por parte de organizaciones criminales. Gran parte de los territorios en confrontaci¨®n concentran diferentes econom¨ªas ilegales.
Dicha situaci¨®n cre¨® unos bolsones o grupos de municipios donde se concentr¨® una reactivaci¨®n de la violencia homicida. Sin embargo, en los ¨²ltimos dos meses sucedieron dos cosas que pronosticar¨ªan que debajo de estas disputas, que eran consideradas relativamente normales, hay una reconfiguraci¨®n de la criminalidad en el pa¨ªs. Por un lado, estallaron, casi de forma simult¨¢nea, guerras en las ciudades y zonas donde est¨¢n los principales puertos legales del pa¨ªs. Por otro lado, se ha confirmado la presencia de una serie de emisarios mexicanos en varias ciudades, incluso han comprado propiedades donde se cultiva hoja de coca y muchos de ellos administran playas en municipios donde salen lanchas r¨¢pidas cargadas de coca¨ªna.
Entre el mes de noviembre y diciembre explot¨® la guerra en el principal puerto de Colombia, en la ciudad de Buenaventura. All¨ª, las Autodefensas Gaitanistas de Colombia -AGC- o Clan del Golfo se disputan metro a metro el territorio con la organizaci¨®n criminal de La Empresa y la guerrilla del ELN. La informaci¨®n recogida en terreno indica que la guerra se centra directamente por el puerto y no por las zonas de esteros o zonas rurales de Buenaventura.
En diciembre, igualmente, se desat¨® la guerra en la Sierra Nevada de Santa Marta y particularmente por el Puerto de Santa Marta. Esta vez, La Oficina del Caribe y su brazo armado de Los Pachenca recibieron una ofensiva de las Autodefensas Gaitanistas de Colombia. Hace apenas unos d¨ªas se dieron dos casos de sicariato u homicidio por encargo. El primer caso fue el asesinato del director de recursos humanos del Grupo Daabon. Una de las empresas m¨¢s poderosas y de mayor crecimiento en el distrito de Santa Marta. El segundo homicidio fue el de Jos¨¦ Benito Villarreal Ram¨ªrez, alias Echeverry, cercano a las AGC. Alias Echeverry es uno de los principales aportantes en esta guerra que se est¨¢ formalizando en Santa Marta. La disputa nuevamente es por la zona del puerto y el corredor de la Troncal del Caribe.
Una tercera guerra se vive al noroccidente de Colombia, en la zona del Urab¨¢. Es la casa de las AGC y en ese lugar sus antiguos socios, Los Caparrapos o el Bloque Virgilio Peralta, lanzaron una ofensiva sobre varios municipios. El objetivo es controlar los principales corredores para movilizar cargamentos de droga y el puerto de Turbo. De las tres disputas, esta es, tal vez, la m¨¢s violenta. Combates entre decenas de combatientes, homicidios selectivos y desplazamiento de poblaci¨®n.
Mientras estas guerras se desarrollan, en Europa comenzaron a caer cargamentos de droga en diferentes puertos. El ¨²ltimo de ellos fue en el puerto de G¨¦nova: dos toneladas de coca¨ªna, embarcadas en contenedores desde Colombia y con destino a Espa?a, fueron decomisadas. Todo parece indicar que si bien para Centroam¨¦rica y M¨¦xico se utilizan principalmente lanchas r¨¢pidas, semisumergibles y avionetas, hacia Europa se utilizan principalmente puertos legales. All¨ª, en cargamentos de Banano, o alimentos en general, se camufla la droga.
Obviamente la pregunta es por la corrupci¨®n y la complicidad, pero las autoridades poco hacen. Incautan submarinos y lanchas r¨¢pidas para reportar positivos, pero algunos puertos parecen ser una especie de zona franca para el crimen. El incremento del consumo de droga en Europa, Asia y el sur de ?frica ha empujado sustancialmente la guerra por las zonas portuarias. Todo indica que durar¨¢ un buen tiempo.
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