Siria, la primera guerra mundial del siglo XXI
Ocho a?os despu¨¦s del estallido de la revuelta popular contra El Asad, el conflicto languidece en el ¨²ltimo basti¨®n del ISIS
La guerra de Siria languidece desde el pasado oto?o, sin que las fuerzas gubernamentales hayan logrado avances. Las llamaradas del ¨²nico frente activo reverberan en Baguz, en la frontera iraqu¨ª del valle del ?ufrates, donde fuerzas kurdas del Frente Democr¨¢tico Sirio (FDS) aliadas de Estados Unidos asedian desde hace cinco semanas el ¨²ltimo reducto del Estado Isl¨¢mico (ISIS, en sus siglas inglesas).
Centenares de yihadistas tachados de combatientes suicidas resisten todav¨ªa en un territorio rural perforado por t¨²neles y sembrado de minas. Los temerarios peshmergas ¡ª¡°los que afrontan en pie la muerte¡±, en kurdo¡ª mantienen la distancia. Decenas de miles de civiles han abandonado el enclave rumbo a campamentos de identificaci¨®n desde comienzos de a?o, entre ellos viudas extranjeras de milicianos ca¨ªdos con sus hijos en brazos y esclavas sexuales de la minor¨ªa religiosa yazid¨ª.
El asalto final ha encontrado una resistencia encarnizada. La lucha contra el Estado Isl¨¢mico y el yihadismo es el ¨²nico denominador com¨²n en el que parecen haber coincidido el r¨¦gimen de Damasco con la oposici¨®n, y los influyentes aliados internacionales de ambos bandos a lo largo de ocho a?os de guerra.
En un ins¨®lito bucle temporal, la pasada semana cientos de sirios airados volvieron a echarse a las calles de Deraa contra el r¨¦gimen encarnado por la familia El Asad. Los habitantes de la ciudad que fue cuna de la rebeli¨®n el 15 de marzo de 2011 protestaban ahora contra la restauraci¨®n de una estatua de Hafez el Asad, padre del actual presidente. En el momento del estallido del conflicto, un movimiento popular aparentemente espont¨¢neo derrib¨® la efigie del tirano que masacr¨® durante tres d¨¦cadas toda expresi¨®n de disidencia.
Su hijo Bachar llevaba ya m¨¢s de diez a?os en el poder cuando la revuelta se extendi¨® como un tsunami desde su foco en Deraa (sur) por todo el pa¨ªs ¨¢rabe. Todo estall¨® poco despu¨¦s de que una decena de adolescentes fueran brutalmente torturados por la muhabarat, los servicios de inteligencia baazistas, por haberse atrevido a reproducir en la pared de un colegio las mismas consignas de la primavera ¨¢rabe que entonces acababan de derribar en Egipto al dictador Hosni Mubarak.
La marea de manifestaciones ciudadanas se torn¨® en pocos meses en conflicto armado, en una interminable guerra civil que parece haber ganado el r¨¦gimen de Damasco antes incluso del armisticio oficial. Bachar el Asad ha vencido, pero no ha convencido a su pueblo ni al mundo.
Siria entra en su noveno a?o de guerra marcada a sangre y fuego por al menos 370.000 muertos, decenas de miles de detenidos y desaparecidos, la escisi¨®n de un tercio de su territorio, el desplazamiento forzoso de la mitad de sus 22 millones de habitantes y arrasada por una devastaci¨®n evaluada por la ONU en m¨¢s de 300.000 millones de euros, que arroja a la mayor¨ªa de la poblaci¨®n bajo el umbral de la pobreza.
Tras m¨¢s de cinco a?os de exilio, el refugiado sirio Jalal Ibrahim relataba sus tribulaciones a EL PA?S en Ramza, al norte de Am¨¢n y en la misma l¨ªnea de la frontera jordana, desde que tuvo que dejar su casa en Deraa junto con su familia. ¡°La gente ¡ªnuestros amigos sirios, nuestros vecinos jordanos¡ª nos ayuda en lo que puede¡±, reconoc¨ªa este mec¨¢nico cincuent¨®n. ¡°Solo as¨ª podemos salir adelante en medio de la tragedia¡±.
A una decena de kil¨®metros de Deraa, Jordania ha reabierto hace cinco meses el paso fronterizo de Yaber. El puesto aduanero internacional es escenario ahora de largas colas de veh¨ªculos en un incipiente retorno de refugiados a Siria y que reflejan la reanudaci¨®n del comercio desde pa¨ªses vecinos.
Los registros oficiales constatan que en Jordania se han instalado 670.000 sirios, aunque las autoridades de Am¨¢n creen que puede haber m¨¢s de un mill¨®n. En Turqu¨ªa viven 3,6 millones de sirios, y cerca de un mill¨®n se han asentado en L¨ªbano. El Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) estima que en 2019 pueden retornar unos 250.000 de los 5,6 millones de sirios expulsados de su pa¨ªs a causa del conflicto.
Deraa permaneci¨® en manos de los rebeldes hasta el pasado verano, cuando las fuerzas gubernamentales se apoderaron del gran basti¨®n provincial rebelde de sureste sirio. El origen popular de la revuelta que estall¨® en 2011 contra el clan El Asad, que acaparaba del poder desde hac¨ªa 40 a?os, se corresponde con el clima revolucionario que recorri¨® T¨²nez, Egipto y Libia, entre otros pa¨ªses, al comienzo de la d¨¦cada.
¡°El conflicto no fue causado por un enfrentamiento entre sun¨ªes y chi¨ªes, sino entre colectivos e individuos favorables y otros contrarios al r¨¦gimen¡±, advierte Haizam Amirah Fern¨¢ndez, investigador principal para Mediterr¨¢neo y Mundo ?rabe del Real Instituto Elcano. ¡°Cierto es que la mayor¨ªa de los opositores eran sun¨ªes, pero tambi¨¦n El Asad ha contado con grandes apoyos dentro de esa comunidad¡±.
Las ra¨ªces econ¨®micas de la guerra
Dos factores clave contribuyeron a desencadenar la escalada hacia la guerra. Siria sufri¨® cuatro a?os de sequ¨ªas devastadoras entre 2006 y 2011. Una plaga de dimensiones b¨ªblicas hundi¨® la econom¨ªa rural y cerca de un mill¨®n de campesinos perdieron sus tierras cultivables. La tercera parte de la poblaci¨®n del campo se vio condenada a la pobreza, forzada a trasladarse a las ciudades en busca de medios de subsistencia. La miseria fue parte el caldo de cultivo de una revuelta brutalmente reprimida por el r¨¦gimen.
La pugna por el control de las v¨ªas de energ¨ªa hacia Europa estuvo tambi¨¦n detr¨¢s de los intereses extranjeros que jalearon a los bandos enfrentados en la contienda civil. En el tablero regional, Siria cuenta con una posici¨®n estrat¨¦gica que conecta el Mediterr¨¢neo, a trav¨¦s de Irak y Jordania, con los yacimientos de hidrocarburos del golfo P¨¦rsico. Tras el conflicto de fondo entre chi¨ªes, capitaneados por Teher¨¢n ¡ªaliados del r¨¦gimen en el campo de batalla¡ª, y las monarqu¨ªas sun¨ªes ¡ªque respaldaron a la oposici¨®n¡ª, subyac¨ªa la injerencia de los promotores de dos proyectos de gasoductos antag¨®nicos ¡ªel de Ir¨¢n y el de Qatar¡ª a trav¨¦s de suelo sirio.
ZONAS DE CONTROL EN SIRIA
El Gobierno de Damasco controla hoy cerca de un 70% del territorio del pa¨ªs, que incluye las zonas m¨¢s pobladas y de mayor riqueza. El r¨¦gimen parece haber culminado su campa?a para dominar la llamada ¡®Siria ¨²til¡¯: la capital, la costa y los corredores que enlazan las grandes ciudades en su poder.
Todav¨ªa se le resiste un territorio en forma de bumer¨¢n en el noreste del pa¨ªs, dominado por las milicias kurdas Unidades de Protecci¨®n del Pueblo (YPG), coaligadas con grupos rebeldes ¨¢rabes en las FDS. Protegidas por Estados Unidos, dominan un territorio rico en recursos: el valle del ?ufrates, atravesado por el principal r¨ªo del pa¨ªs, y los yacimientos de petr¨®leo de Deir Ezzor.
Tambi¨¦n sigue activa la insurgencia sun¨ª islamista en la provincia noroccidental de Idlib, ¨²ltimo gran feudo opositor. Cerca de tres millones de civiles ¡ªla mitad de ellos desplazados desde antiguos bastiones rebeldes¡ª se han atrincherado junto a unos 30.000 insurrectos, de los que una tercera parte son yihadistas pr¨®ximos a Al Qaeda del grupo Hayat Tahrir al Islam.
Turqu¨ªa y sus milicias sirias asociadas se han asentado en los dos ¨²ltimos a?os a lo largo de una franja del norte del pa¨ªs ¡ªdesde el cant¨®n de Afrin, arrebatado por las armas a los kurdos hace un a?o, y el r¨ªo ?ufrates¡ª, para impedir que las milicias del YPG, acusadas de alentar el terrorismo por el Gobierno turco, controlen toda la frontera com¨²n.
¡°En Siria se libra una miniguerra mundial, que est¨¢ lejos de dirimirse. A pesar de la victoria del bando prorr¨¦gimen, la paz est¨¢ muy lejos de alcanzarse. Precisamente, ese car¨¢cter de miniguerra mundial es lo que hace altamente compleja cualquier soluci¨®n pol¨ªtica al conflicto¡±. resalta el analista Haizam Amirah.
La perla del desierto, Palmira, ciudad monumental declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco por sus restos arqueol¨®gicos, fue ocupada dos veces por los yihadistas del Estado Isl¨¢mico. Antes de la guerra albergaba a m¨¢s de 80.000 personas, de las que ahora apenas quedan unas decenas de familias. La destrucci¨®n generalizada y la bancarrota econ¨®mica hacen inviable el retorno de la mayor parte de los refugiados y desplazados. Infraestructuras, viviendas, escuelas, hospitales y f¨¢bricas han colapsado tras ocho a?os de guerra. Es el precio pagado por la estrategia de tierra quemada dejada por los barriles bomba lanzados desde helic¨®pteros del Ej¨¦rcito sirio y por los misiles disparados por la aviaci¨®n rusa.
El propio Bachar El Asad, que ve amenazada la supervivencia del r¨¦gimen por la bancarrota del pa¨ªs, ha reconocido recientemente que es un error dar por terminada la guerra. Ahora teme sobre todo las consecuencias del bloqueo econ¨®mico y de las sanciones impuestas por Occidente y el embargo de los pa¨ªses ¨¢rabes sun¨ªes.
¡°El bloqueo es una batalla que se est¨¢ intensificando ahora¡±, advirti¨® el presidente sirio. Estados Unidos y la Uni¨®n Europea est¨¢n estrechando el cerco al r¨¦gimen con nuevas sanciones a altos cargos, hombres de negocios, empresas y entidades. A pesar de haber torcido el brazo del r¨¦gimen de El Asad, la presi¨®n no ha arrancado contrapartidas.
¡°Es preciso definir un levantamiento gradual y selectivo de las sanciones, sector por sector¡±, sostiene un estudio de Syria Comment, publicaci¨®n editada por el profesor estadounidense Joshua Landis, uno de los principales expertos en el conflicto sirio. ¡°A cambio, cabe exigir concesiones pol¨ªticas sobre la situaci¨®n de los detenidos, el retorno de los refugiados y la reversi¨®n de las expropiaciones forzosas que han sufrido los desplazados¡±, precisa.
EE UU y Europa ya han advertido de que no contribuir¨¢n a la reconstrucci¨®n de Siria mientras no se reanuden las negociaciones entre el r¨¦gimen y la oposici¨®n. Pero la v¨ªa de una salida dialogada sigue cerrada por ahora, desde que Rusia, junto con Ir¨¢n y Turqu¨ªa, dieron la espalda al proceso de conversaciones auspiciadas por Naciones Unidas en Ginebra. Los tres pa¨ªses han favorecido un foro diplom¨¢tico propio en Astan¨¢, la capital de Kazijist¨¢n, desde donde han dictado las reglas de juego del conflicto en los dos ¨²ltimos a?os. El anterior mediador de la ONU, el veterano diplom¨¢tico Staffan di Mistura, tir¨® la toalla a finales de 2018 tras comprobar que Mosc¨², Teher¨¢n y Ankara boicoteaban todos los intentos de pactar un reforma constitucional y abrir un proceso electoral.
Las sangrientas batallas marcaron hitos en los primeros a?os del conflicto sirio. Ciudades enteras como Homs cayeron en manos de la rebeli¨®n respaldada por pa¨ªses occidentales y ¨¢rabes sun¨ªes, mientras las fuerzas de El Asad retroced¨ªan. La destrucci¨®n sufrida en los bombardeos masivos para reconquistar zonas urbanas, como la de Guta Oriental (periferia de Damasco) el a?o pasado, evoca la devastaci¨®n causada por batallas como la de Stalingrado, en la Segunda Guerra Mundial.
La ofensiva del Estado Isl¨¢mico a ambos lados de la frontera sirio-iraqu¨ª en junio de 2014 alter¨® por completo la deriva de la contienda. La proclamaci¨®n del califato, en Mosul (norte de Irak) y Raqa (noreste de Siria), fue el desencadenante de la intervenci¨®n directa de Estados Unidos en el conflicto. Tres meses m¨¢s tarde, Washington se puso al frente de una coalici¨®n internacional para bombardear desde el aire a los yihadistas. Pero el avance contra el ISIS solo pudo progresar sobre el terreno gracias a los combates cuerpo a cuerpo de la alianza kurdo-¨¢rabe FDS.
A pesar de las reticencias del presidente Barack Obama, que intent¨® evitar durante sus dos mandatos la implicaci¨®n militar directa de EE UU en un nuevo escenario b¨¦lico tras los fiascos de Afganist¨¢n e Irak, el Pent¨¢gono tuvo que acabar enviando tropas. Hasta 2.000 miembros de las fuerzas especiales acudieron en apoyo de sus aliados kurdos. Tras la radical decisi¨®n de Donald Trump de retirar a todas sus tropas de Siria el pasado diciembre, EE UU ha decidido finalmente que permanezcan al menos 200 militares en Siria.
En Israel, el pa¨ªs vecino con el que Siria sigue t¨¦cnicamente en guerra desde hace medio siglo, Amos Harel, analista militar del diario Haaretz, considera que el Gobierno hebreo ha jugado la baza de intentar prolongar el conflicto sirio al m¨¢ximo. ¡°Se benefici¨® del hecho de que los bandos enfrentados fueran tambi¨¦n enemigos de Israel¡±, explica, ¡°por eso prefiri¨® que se mantuvieran ocupados en sus propias peleas¡±.
Mediado el conflicto, en el verano de de 2015, el Ej¨¦rcito leal a El Asad se encontraba acorralado por la rebeli¨®n y solo dominaba una cuarta parte del territorio del pa¨ªs: Damasco, algunas ciudades y la provincia costera de Lataquia, de donde es originaria la familia El Asad. El despliegue de la aviaci¨®n rusa en septiembre de ese mismo a?o dio un vuelco completo al conflicto. Mosc¨² intentaba salvaguardar sus principales activos en Siria: el aer¨®dromo militar de de Hmeymin y el puerto militar de Tartus, sus ¨²nicas bases en el Mediterr¨¢neo.
Los cazabombarderos rusos cumplieron a rajatabla la misi¨®n encomendada por el presidente ruso. La misma estrategia de tierra quemada empleada por Vlad¨ªmir Putin en Chechenia 15 a?os atr¨¢s para doblegar una rebeli¨®n islamista en el C¨¢ucaso. Sobre el terreno, la Fuerza Al Quds, cuerpo expedicionario de la Guardia Revolucionaria Iran¨ª, la milicia libanesa Hezbol¨¢ y combatientes chi¨ªes iraqu¨ªes y afganos fueron sus tropas de choque.
La intervenci¨®n militar rusa tambi¨¦n propici¨® otro giro radical a la guerra: la conquista de Alepo oriental, donde la oposici¨®n llego a tener su mayor basti¨®n urbano. La derrota insurgente, en diciembre de 2016, fractur¨® definitivamente el pa¨ªs y dej¨® al r¨¦gimen sujeto a la tutela de Mosc¨² y Teher¨¢n. Los bombardeos a¨¦reos rusos hicieron saltar por los aires la resistencia insurgente y brindaron a El Asad su mayor victoria.
La ca¨ªda del Alepo rebelde se produjo precisamente durante la transici¨®n en el poder en EE UU entre la presidencia del dem¨®crata Obama, que hab¨ªa apoyado con reservas a algunos grupos insurgentes, y la del republicano Trump, que ha circunscrito la acci¨®n militar a la lucha contra el ISIS.
En agosto de 2013, cuando se encontraba acorralado por una ofensiva de la oposici¨®n en Damasco, el r¨¦gimen de El Asad fue acusado de lanzar un ataque con gas sar¨ªn que caus¨® al menos un millar de muertos en la comarca rebelde de Guta Oriental. Entonces se libr¨® del castigo militar estadounidense por la mediaci¨®n de Mosc¨². A cambio, la comunidad internacional le impuso la entrega de su arsenal qu¨ªmico. Aparentemente, no todas las armas prohibidas fueron destruidas. En abril de 2017, en la localidad rebelde de Jan Sheijun (provincia de Idlib), y en el mismo mes del a?o pasado en la martirizada comarca de Guta, se repitieron las acusaciones de ataques con gases t¨®xicos. En ambas ocasiones, la Casa Blanca orden¨® una respuesta de castigo con misiles.
En la guerra civil de Siria se han cruzado todos los l¨ªmites del derecho internacional contra la poblaci¨®n civil. La desesperaci¨®n de un pa¨ªs arruinado y dividido tardar¨¢ generaciones en olvidarse. El Asad reaccion¨® de manera brutal ante las protestas de la oposici¨®n en plena primavera ¨¢rabe. La intervenci¨®n de potencias globales y regionales en el conflicto agrav¨® la tragedia de Siria, que se precipit¨® en la brecha de una guerra civil con rasgos de contienda global. Como concluye el investigador del Real Instituto Elcano Amirah Fern¨¢ndez, ¡°el r¨¦gimen ha explotado ¡ªcon gran ¨¦xito para su propia supervivencia¡ª las divisiones sectarias de la sociedad siria, alimentando miedos y fomentando la desconfianza del otro¡±.