La derrota de un culto a la muerte: auge y declive del Estado Isl¨¢mico
La conquista del ¨²ltimo reducto del ISIS pone fin a la expansi¨®n territorial del yihadismo en Siria
Cuando una milicia yihadista transportada desde la frontera siria a bordo de camionetas artilladas se apoder¨® en junio de 2014 de Mosul, la tercera ciudad iraqu¨ª, muchos se preguntaron en Occidente de d¨®nde hab¨ªa surgido el Estado Isl¨¢mico de Irak y Siria (ISIS, por sus siglas inglesas; Daesh, en su acr¨®nimo ¨¢rabe). En pocas semanas, sus combatientes sun¨ªes avanzaron valle abajo del Tigris hasta Tikrit, la cuna de Sadam Husein, y bombardearon con morteros Erbil, capital del Kurdist¨¢n iraqu¨ª. Hasta entonces, ni Bagdad ni Washington se hab¨ªan tomado demasiado en serio el desaf¨ªo insurgente. Cuando reaccionaron, casi un a?o despu¨¦s, el Califato proclamado por su l¨ªder, Abubaker al Bagdadi en la gran mezquita de Mosul ya se hab¨ªa extendido por un territorio equivalente al de Reino Unido y contaba con 10 millones de habitantes, una poblaci¨®n similar a la de Portugal.
Las im¨¢genes que circulaban este s¨¢bado por las redes sociales del que fue ¨²ltimo reducto del ISIS en el poblado de Baguz mostraban el paisaje del desastre yihadista: un amasijo de decenas cad¨¢veres y supervivientes en una desolada orilla del ?ufrates. La profec¨ªa salafista sobre Dabiq, el lugar del norte de Siria donde la propaganda del ISIS predec¨ªa la batalla del final de los tiempos contra los infieles, se ha cumplido en sentido inverso en un des¨¦rtico paraje de la frontera oriental iraqu¨ª.
La ca¨ªda del Califato a manos de la milicia kurdo-¨¢rabe Fuerzas Democr¨¢ticas Sirias (FDS) supone la derrota territorial de un culto a la muerte que enarbol¨® la bandera de los agravios de la comunidad sun¨ª bajo hegemon¨ªa chi¨ª a ambos lados de la frontera. El salafismo externo acab¨® por imponer, sin embargo, una visi¨®n fan¨¢tica de gobierno en el islam. Su universo de barbas y niqabs, sin m¨²sica ni cigarrillos, ya es historia.
La coreograf¨ªa de ejecuciones sumar¨ªsimas filmadas ¡ªincluida la de un piloto jordano quemado vivo¡ª y la enso?aci¨®n en la web de un Estado ut¨®pico para musulmanes fue el bander¨ªn de enganche para reclutar brigadistas internacionales con destino a los frentes de Siria e Irak, adoctrinar a ¡°lobos solitarios¡± a fin de que golpearan con el terror la retaguardia de los pa¨ªses que los bombardeaban y afiliar a decenas de grupos armados extremistas desde el sur de Asia (Afganist¨¢n) hasta ?frica Occidental (Nigeria), pasando por el Sina¨ª egipcio o Libia.
Varios miles de yihadistas vagan a¨²n por el desierto sirio en la ribera occidental del ?ufrates y las c¨¦lulas durmientes existentes en las ¨¢reas sun¨ªes de Irak a la espera del retorno a la llamada insurgencia asim¨¦trica, con t¨¢cticas de guerrilla y atentados. Los servicios de inteligencia occidentales temen sobre todo el retorno de los combatientes extranjeros del ISIS a sus pa¨ªses de origen, muchos de los cuales permanecen a¨²n en Siria en campos de detenci¨®n bajo control de las FDS.
Toneladas de bombas arrojadas por una coalici¨®n internacional liderada por Estados Unidos han machacado al ISIS desde septiembre de 2014 hasta su pr¨¢ctica aniquilaci¨®n en Baguz. El Estado Isl¨¢mico se instaur¨® en apenas un a?o en medio del caos de la guerra civil en Siria y la debilidad de las fuerzas de seguridad iraqu¨ªes, tras la retirada de las tropas estadounidenses ordenada por el presidente Barack Obama.
Al Bagdadi, curtido en la insurgencia contra las fuerzas extranjeras desplegadas en Irak, envi¨® a sus yihadistas al conflicto de Siria, donde acab¨® rompiendo lazos con Al Qaeda y se apoder¨® finalmente de la estrat¨¦gica Raqa, una de las principales ciudades del valle del ?ufrates. Reforzados por su primera gran victoria territorial, los milicianos del ISIS irrumpieron en Irak para arrebatar el flamante armamento legado por EE UU al Ej¨¦rcito de Bagdad y hacerse con el bot¨ªn de los bancos y las refiner¨ªas de petr¨®leo estatales. As¨ª pusieron los cimientos del Estado Isl¨¢mico.
Terror y propaganda como armas de guerra
El terror y la propaganda fueron su mejor arma frente a enemigos m¨¢s numerosos y mejor armados. Miles de hombres yazid¨ªes, minor¨ªa religiosa del norte de Irak a la que consideran her¨¦tica, fueron exterminados y, las mujeres de esta comunidad fueron convertidas en esclavas sexuales. La decapitaci¨®n de combatientes capturados y el degollamiento de rehenes occidentales fue la escenograf¨ªa de marca de una secta que ha encontrado en el rigorismo m¨¢s exaltado del islam la justificaci¨®n de la yihad para la comunidad sun¨ª. Mayoritaria en el mundo isl¨¢mico, los miembros de la ortodoxia sun¨ª se han visto sojuzgados en Irak, donde constituyen una minor¨ªa, por la violencia sectaria de gobiernos de base chi¨ª. En Siria se han sentido oprimidos por la ¨¦lite alau¨ª, rama del chi¨ªsmo a la que pertenece el clan familiar del presidente Bachar el Asad, que domina el pa¨ªs ¨¢rabe desde hace medio siglo.
Los bombardeos internacionales no hicieron mella en sus avances territoriales hasta que el Estado Isl¨¢mico se encontr¨® con un rival que no parec¨ªa temer sus atrocidades. Las Unidades de Protecci¨®n del Pueblo (YPG, en sus siglas en kurdo) resistieron durante seis meses a los yihadistas en la localidad de Kobane, fronteriza con Turqu¨ªa, en un frente que marc¨® a comienzos de 2015 la m¨¢xima expansi¨®n del Estado Isl¨¢mico. El ISIS intent¨® jugar de nuevo la baza de la propaganda b¨¦lica con la toma de la monumental ciudad de Palmira. La destrucci¨®n de algunos de sus restos arqueol¨®gicos, declarados patrimonio de la humanidad por la Unesco, fue toda una declaraci¨®n de guerra a la cultura y la civilizaci¨®n universales.
El declive del Califato no ha cesado en los ¨²ltimos cuatro a?os hasta su extinci¨®n en Baguz en la madrugada de este s¨¢bado. Antes de ondear su bandera amarilla en el feudo conquistado, las FDS encabezadas por las milicias kurdas y apadrinadas por el Pent¨¢gono han prolongado durante tres meses la operaci¨®n contra el ¨²ltimo basti¨®n del ISIS. Han pesado razones de prudencia ¡ªla presencia de decenas de miles de civiles y junto a yihadistas suicidas¡ª y de estrategia internacional, ante la vacilaci¨®n del presidente Donald Trump, que hab¨ªa barajado una retirada total de sus tropas, lo que hubiese podido dejar desprotegidos a los kurdos de Siria frente a Turqu¨ªa.
Tras nueve meses de batalla casa por casa de las fuerzas iraqu¨ªes para expulsar al ISIS de Mosul en julio de 2017, las FDS reconquistaron Raqa en la mitad de tiempo gracias a la contribuci¨®n de masivos bombardeos a¨¦reos internacionales que arrasaron la ciudad. Privados de sus dos capitales y sin poder imponer exacciones a sus habitantes para financiarse, los yihadistas fueron retrocediendo hasta quedar arrinconados en la des¨¦rtica frontera iraqu¨ª. Despu¨¦s de perder su base territorial y de poblaci¨®n, el Estado Isl¨¢mico se ha transformado en su ant¨ªtesis: un grupo terrorista errante que dif¨ªcilmente podr¨¢ seguir liderando el yihadismo global.
La crueldad y la brutalidad ¡ªamparada en el fanatismo religioso¡ª de los combatientes de una milicia sanguinaria, que no han conocido otra vida que la insurrecci¨®n y la guerra, conmociona a¨²n al mundo. En un conflicto donde intervienen grandes potencias globales como EE UU y Rusia, y regionales, como Ir¨¢n y Arabia Saud¨ª, la lucha contra el ISIS ha sido el ¨²nico denominador com¨²n entre los bandos enfrentados.
El intento de genocidio de la minor¨ªa yazid¨ª perpetrado por el Califato del Estado Isl¨¢mico ocupa ya un lugar entre p¨¢ginas a¨²n m¨¢s oscuras de la condici¨®n humana, como las que escribieron los paramilitares hutus Interahamwe en Ruanda, hace 25 a?os, o los jemeres rojos camboyanos, cuatro d¨¦cadas atr¨¢s. El efecto multiplicador de la barbarie del Estado isl¨¢mico a trav¨¦s de las redes sociales ¡ªunido a la reciente memoria de un terror cercano, como en las tragedias de la sala Bataclan de Par¨ªs o de las Ramblas de Barcelona¡ª, propicia que gran parte del mundo respire ahora aliviado por la derrota del ¨²ltimo reducto del Califato.
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