?Un nuevo Al Sisi?
Tras la ca¨ªda de Buteflika, existe el riesgo de que el jefe del Ej¨¦rcito se valga del vac¨ªo de poder para instalarse en una transici¨®n de por vida
?Un nuevo Al Sisi en el norte de ?frica? Desde la ca¨ªda de Buteflika, todas las miradas est¨¢n puestas en Argelia y su nuevo hombre fuerte, el general Gaid Salah. Se trata de un hombre poco destacado, de casi 80 a?os, con poca cultura pol¨ªtica seg¨²n su leyenda argelina, excombatiente de la guerra de independencia, conocido por su car¨¢cter tosco, su idea simplista del Estado, sus tensas relaciones con Francia y su fidelidad a su salvador, Buteflika. Este, a partir de 1999, apadrinado por las redes de los que toman las decisiones en Argel, un club de generales que nombra a los presidentes, decidi¨® debilitar a sus padrinos y acab¨® encontrando una treta h¨¢bil: nombrar jefe del Estado Mayor a un general ca¨ªdo en desgracia al que sus compa?eros iban a jubilar. Lo que vendr¨ªa despu¨¦s ser¨ªa f¨¢cil y la presidencia observar¨ªa de lejos c¨®mo este general repescado devorar¨ªa a sus colegas. Al cabo de una d¨¦cada, el control de la presidencia sobre el Ej¨¦rcito y los ¡°servicios secretos¡± ser¨ªa total. El general Gaid solo cre¨ªa en su salvador y le proteger¨ªa contra viento y marea. Hasta la primera semana de abril de 2019.
Seis semanas de manifestaciones de millones de argelinos terminaron por empujar a la ¡°traici¨®n¡± al fiel general, que conmin¨® a su mentor a que se marchase, e incluso le amenaz¨® con sacar los tanques. Buteflika dimiti¨® el 2 de abril. Lo que ha llevado a este general a erigirse en defensor de la democracia y de la voluntad de la ¡°calle¡± seguir¨¢ siendo un misterio. Se habla de ambici¨®n personal, de miedo a pagar por la ca¨ªda de su presidente, de competencia entre sus propios hijos y los hombres de negocios cercanos al expresidente. Y tambi¨¦n se menciona una crisis de patriotismo. El misterio sigue sin desentra?arse.
Gaid Salah representa esa vieja guardia del Ej¨¦rcito argelino que considera que el Ej¨¦rcito es el ¨¢rbitro del juego pol¨ªtico y el guardi¨¢n del territorio, pero tambi¨¦n el tutor del ¡°pueblo¡± y su encarnaci¨®n directa. Esta m¨ªstica se aprovecha del recuerdo de la guerra de independencia y de la guerra civil de la d¨¦cada de 1990 contra los islamistas. El Ej¨¦rcito garantiza la estabilidad y nombra a los presidentes de la rep¨²blica para evitar que el ¡°pueblo vote mal¡±. Eso es lo que ha sucedido desde la independencia, y los presidentes argelinos sufren fuertemente esta proximidad.
Sin embargo, este jefe del Estado Mayor puede verse tentado ahora de adoptar la soluci¨®n egipcia, m¨¢s directa. Vali¨¦ndose del vac¨ªo de poder y sin una competencia pol¨ªtica fuerte, el general argelino puede instalarse en una transici¨®n... de por vida. De hecho, un?Al Sisi en Argelia beneficia a los partidarios locales, e incluso extranjeros, de la estabilidad en detrimento de la democracia. La primera significa controlar los flujos migratorios, y la segunda significa que habr¨¢ tantas urnas para votar como pateras para marcharse.
El Ej¨¦rcito argelino es un ¨¢rbitro, pero tambi¨¦n una fuente de ingresos, ya que tiene el presupuesto m¨¢s importante en Argelia. Y eso significa contratos, equipamiento, compras y, por tanto, mercados y porcentajes. El Parlamento no debate este presupuesto, que escapa a todo control. Es un aut¨¦ntico complejo econ¨®mico parecido al Ej¨¦rcito de Al Sisi y a su peso en la econom¨ªa del pa¨ªs. El Ej¨¦rcito, que es rico, goza de legitimidad despu¨¦s de haber expulsado a Buteflika y se preocupa por sus privilegios, puede decidir quedarse. Eso ser¨ªa el fin de la primavera argelina. Y es lo que m¨¢s temen los manifestantes. ¡°No queremos ser ni Siria, ni Egipto¡±, resum¨ªa uno de ellos a un peri¨®dico electr¨®nico argelino. ?Pero con qu¨¦ medios? Nadie lo sabe.
El general Gaid ha retomado el control de instituciones estrat¨¦gicas como los ¡°servicios secretos¡±, los medios de comunicaci¨®n y los partidos pol¨ªticos que antes gozaban de la confianza de la presidencia, pero para permanecer en el poder hace falta un enemigo ¨²til. En Egipto, Al Sisi ha encontrado el pretexto de los islamistas. En Argelia, los islamistas son invisibles, el movimiento de la oposici¨®n sigue siendo fuerte, el desastre egipcio recuerda a todos el riesgo de que gobierne un militar, y la guerra civil de la d¨¦cada de 1990 es un mal recuerdo para el Ej¨¦rcito que conoce el coste pol¨ªtico y humano del enfrentamiento. Y un ¨²ltimo detalle: Gaid es mayor. Su ambici¨®n no puede llegar m¨¢s all¨¢ de los l¨ªmites de la biolog¨ªa.
Sin la presi¨®n del Ej¨¦rcito, Buteflika nunca habr¨ªa dimitido. Pero sin la ¡°calle¡±, el Ej¨¦rcito nunca se habr¨ªa movido para destituir a este presidente. Esta dependencia es una trampa para todo el mundo. La ¡°calle¡± considera que es la depositaria del poder y el jefe del Estado Mayor cree que tiene una misi¨®n. Y una vez m¨¢s, nos hallamos ante una pregunta que se plantea en el mundo ¨¢rabe: ?qu¨¦ hacer con el Ej¨¦rcito? Si se disuelve, se corre el riesgo de que se produzca el desastre iraqu¨ª. Si no existe, ser¨ªa la tragedia libia. Si existe demasiado, ser¨ªa el caso egipcio o sirio. Y a falta de un enemigo externo, estos ej¨¦rcitos, ociosos pol¨ªticamente desde las descolonizaciones o las ¨²ltimas guerras entre ¨¢rabes e israel¨ªes, son un problema sin soluci¨®n.
Pero en Argelia siempre se permite un optimismo razonable.
Kamel Daoud es escritor y periodista argelino.
Traducci¨®n de News Clips.
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