Las sanciones a Ir¨¢n aprietan, pero no ahogan (por ahora)
El r¨¦gimen isl¨¢mico trata de protegerse con subsidios a los m¨¢s pobres y aflojando la presi¨®n social a las ¨¦lites


Si es cierto que las grandes crisis se anuncian en la subida de los bajos de las faldas femeninas, Ir¨¢n est¨¢ coqueteando con una. No es que Teher¨¢n se haya llenado de minifaldas, pero en un pa¨ªs que ha hecho bandera de la obligatoriedad del hiyab (que exige a las mujeres cubrirse la cabeza y ocultar las formas del cuerpo), la ca¨ªda de pa?uelos y los sobretodos desabrochados env¨ªan un claro mensaje de rebeld¨ªa. Otra cosa es aventurar si el juego de aflojar la cuerda social y reforzar los subsidios para compensar las dificultades econ¨®micas va a evitar que estalle la olla a presi¨®n que EE UU fomenta con sus sanciones.
¡°Ahora se meten mucho menos con nosotras. Hace tiempo que no veo una patrulla [de la polic¨ªa moral]¡±, declara una joven periodista que ha suprimido los botones de sus mant¨®s (batas o gabanes que se llevan sobre la ropa para cumplir el precepto) e incluso se atreve a salir con vaqueros desgarrados.
No es la ¨²nica. Las mujeres ya no se apresuran a recolocarse el pa?uelo cuando se les desliza sobre los hombros y algunas hasta se lo quitan para hacerse fotos. La otrora pecaminosa m¨²sica occidental atruena en restaurantes, cafeter¨ªas e incluso terrazas al aire libre, para regocijo de los j¨®venes y desesperaci¨®n de los mayores.
¡°El objetivo de EE UU con las sanciones no es un escenario Irak 2003, sino la Uni¨®n Sovi¨¦tica en los a?os ochenta [del siglo pasado] y la llamada Guerra de las Galaxias [el programa de armas espaciales], es decir, desgastar econ¨®micamente al r¨¦gimen isl¨¢mico para que la presi¨®n social fuerce el cambio¡±, interpreta un observador europeo.
Sin tel¨¦fono rojo en Teher¨¢n
En enero de 2016, la Guardia Revolucionaria de Ir¨¢n captur¨® a 10 infantes de marina de estadounidenses en aguas del golfo P¨¦rsico. Por un momento, todo el mundo contuvo la respiraci¨®n. En un pa¨ªs con m¨²ltiples centros de decisi¨®n y una trayectoria de utilizar la pol¨ªtica exterior para ajustar cuentas, se temi¨® que el incidente se convirtiera en una crisis que saboteara la negociaci¨®n entonces en curso para el acuerdo nuclear. En apenas 24 horas, los soldados estaban libres. Si algo similar sucediera hoy, la soluci¨®n ser¨ªa mucho m¨¢s complicada.
"Entonces se arregl¨® con una llamada de Kerry a Zarif; hoy no existe un tel¨¦fono rojo con Teher¨¢n", se?ala un embajador europeo en referencia a John Kerry, el secretario de Estado de Barack Obama, y al ministro de Exteriores iran¨ª, Mohammad Javad Zarif.
Ambos hombres llegaron a establecer una buena relaci¨®n personal en el curso de la negociaci¨®n del acuerdo que EE UU abandon¨® el a?o pasado. La negociaci¨®n del pacto no fue suficiente para acabar con el recelo iran¨ª hacia la superpotencia, y Zarif no cont¨® con el visto bueno del l¨ªder supremo, el ayatol¨¢ Ali Jamenei, para dar el siguiente paso y explorar la reanudaci¨®n de relaciones diplom¨¢ticas, rotas a ra¨ªz de la toma de la Embajada estadounidense en Teher¨¢n por un grupo de estudiantes poco despu¨¦s de la revoluci¨®n de 1979. Sin embargo, la mera existencia de un canal directo evit¨® la crisis.
Ahora, la salida de EE UU del acuerdo nuclear, la reimposici¨®n de sanciones (en especial el embargo a la venta de petr¨®leo) y la designaci¨®n como "organizaci¨®n terrorista" de la Guardia Revolucionaria (uno de los pilares del r¨¦gimen iran¨ª) ha quemado todos los puentes. En ambas direcciones. Con la diferencia de que, adem¨¢s de tener una nutrida di¨¢spora en EE UU, bastantes miembros de las elites gobernantes iran¨ªes se han formado en ese pa¨ªs y lo conocen bastante mejor que los estadounidenses Ir¨¢n.
De ah¨ª el empe?o de Washington en impedir que Teher¨¢n venda su petr¨®leo, fuente del 65% del presupuesto del Gobierno y de los subsidios a los leales al sistema. La Rep¨²blica Isl¨¢mica exportaba 2,6 millones de barriles diarios en abril de 2018, un mes antes de EE UU se retirara del tratado nuclear. Desde entonces, las sanciones han retirado del mercado 1,5 millones de barriles diarios, seg¨²n el enviado especial norteamericano para Ir¨¢n, Brian Hook. Eso equivale a perder unos ingresos de 10.000 millones de d¨®lares (8.840 millones de euros) desde que comenzaron las sanciones.
Como consecuencia, la econom¨ªa iran¨ª se contrajo un 3,9% el a?o pasado, de acuerdo con el ¨²ltimo informe del Fondo Monetario Internacional, muy por encima del 1,5% previsto. En 2019 ese organismo estima que va a agudizarse la situaci¨®n con un decrecimiento del 6%. Fr¨ªos datos que se traducen en que los iran¨ªes con menos posibles van a seguir haciendo cola para conseguir carne a precios subvencionados. Las clases acomodadas tambi¨¦n han tenido que reducir su ritmo de vida: los viajes al extranjero se redujeron un 45%, seg¨²n datos oficiales, durante las recientes vacaciones de Noruz (el a?o nuevo persa).
Entretanto, las autoridades, ocupadas en buscar alternativas, han aflojado las restricciones sociales. ¡°Quienes mandan saben que la situaci¨®n econ¨®mica tiene a la poblaci¨®n al l¨ªmite y que no pueden apretarles m¨¢s. As¨ª que eligen sus batallas. Es puro pragmatismo¡±, opina un diplom¨¢tico occidental que estudi¨® en este pa¨ªs en una ¨¦poca muy distinta.
Todav¨ªa se producen incidentes y detenciones, como prueban los v¨ªdeos de denuncia que difunde la activista Masih Alinejad. Pero en el terreno social, la atm¨®sfera se ha relajado, al menos en la capital, donde vive una quinta parte de los 82 millones de iran¨ªes.
¡°El pa?uelo no es nuestro principal problema¡±, se queja Q., una publicista de 27 a?os, que preferir¨ªa no tener que llevarlo. ¡°No podemos ser nosotros mismos salvo que estemos en casa entre amigos; yo siempre me siento bajo presi¨®n¡±, admite. No obstante, lo que m¨¢s le preocupa ahora es el deterioro de la econom¨ªa y la p¨¦rdida de nivel adquisitivo. ¡°Es muy desalentador ver c¨®mo los amigos est¨¢n dejando el pa¨ªs¡±, conf¨ªa. En su opini¨®n, Alinejad no es muy popular entre las ¨¦lites urbanas debido a que apoya las sanciones.
Y es que tambi¨¦n las ¨¦lites son pragm¨¢ticas. Por mucho que est¨¦n hartas de las constricciones del r¨¦gimen, temen m¨¢s por el efecto de las sanciones sobre sus bolsillos. Q. ha tenido que renunciar a sus vacaciones en Europa porque, debido a la depreciaci¨®n del rial, sus ahorros han perdido dos tercios de su valor y su sueldo no ha aumentado. Sin embargo, al trabajar para una compa?¨ªa extranjera, a¨²n puede permitirse llevar una vida c¨®moda en Teher¨¢n.
Tampoco la empobrecida clase media?parece dispuesta a presentar batalla ante el deterioro de su nivel de vida. ¡°En mi empresa, hemos pasado de cobrar el equivalente a casi 1.000 euros a 300 euros, pero la gente ya ni siquiera reclama un aumento, se conforma con cobrar a final de mes y si alguien se queja, el jefe le se?ala la puerta¡±, manifiesta un traductor jurado. Las estad¨ªsticas oficiales admiten un 12% de paro (28% entre los j¨®venes y 40% entre los reci¨¦n licenciados), pero no reflejan la precariedad y baja calidad de muchos trabajos.
Adem¨¢s, la represi¨®n de las protestas de 2009 y el caos que han visto en algunos pa¨ªses vecinos tras la primavera ¨¢rabe les han vacunado contra las revueltas callejeras. A malas, prefieren emigrar aunque cada vez hay menos puertas abiertas. ¡°Los europeos dan visados con cuentagotas y yo llevo cuatro a?os sin ver a mis padres que viven en EE UU debido a la ley antiinmigraci¨®n¡±, apunta por su parte una dise?adora gr¨¢fica.
El eslab¨®n m¨¢s d¨¦bil se encuentra en el otro extremo del espectro, entre las clases modestas de provincias, como se evidenci¨® el a?o pasado con las protestas que se produjeron por todo el pa¨ªs. ¡°El r¨¦gimen respondi¨® con astucia, evitando detenciones masivas y tomando algunas medidas econ¨®micas¡±, se?ala un analista que ve precisamente el riesgo en esas zonas rurales. ¡°Hasta el momento han frenado el descontento con subsidios; el combustible, el pollo, el arroz o el pan, no han subido de precio, y a esa gente los vaivenes de las divisas no les afectan¡±, a?ade. Ahora, la destrucci¨®n causada por las recientes inundaciones, sobre todo en el sur de Ir¨¢n, est¨¢ poniendo a prueba la capacidad de respuesta del r¨¦gimen.
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