Tecnolog¨ªa frente a las sanciones en Ir¨¢n
La enemistad entre la Rep¨²blica Isl¨¢mica y EEUU lastra el crecimiento de las empresas iran¨ªes m¨¢s innovadoras
En ausencia de Amazon, desarrollaron Digikala; a falta de Uber, montaron Snapp, y Cafe Bazaar les ofrece una tienda digital en su propio idioma. Las sanciones de Estados Unidos a Ir¨¢n, las recientes y las anteriores, han supuesto tanto un obst¨¢culo como un incentivo para el desarrollo de las nuevas tecnolog¨ªas en un pa¨ªs con uno de los m¨¢s elevados usos de Internet en Oriente Pr¨®ximo. De hecho, es el ¨²nico sector de la econom¨ªa iran¨ª que crece. Y el Gobierno est¨¢ tomando nota. El talento por metro cuadrado que se concentra en las sedes de esas compa?¨ªas muestra el potencial que se encuentra reh¨¦n de la enemistad entre el r¨¦gimen isl¨¢mico y Washington.
Desde el ventanal se ve la cordillera a¨²n nevada del Alborz. Apenas ese caracter¨ªstico perfil y los pa?uelos de colores sobre algunas de las cabezas que se afanan ante los ordenadores, sit¨²an al visitante en Teher¨¢n. Estamos en la sede de Cafe Bazaar, la plataforma digital para apps y juegos que cinco estudiantes de la Universidad Polit¨¦cnica Sharif crearon en 2011 ante los problemas que desarrolladores y usuarios iran¨ªes encontraban para acceder al mercado internacional. Hoy trabajan aqu¨ª 300 personas (una cuarta parte mujeres), con una edad media de 24 a?os y la semana pasada alcanz¨® los 40 millones de usuarios.
¡°Los iran¨ªes necesitan apps dise?adas para ellos. La industria est¨¢ creciendo muy r¨¢pido porque existe una plataforma¡±, dice Ali Ahmadi, el responsable de prensa internacional de esta play store iran¨ª.
Internet tiene una elevada penetraci¨®n entre los 82 millones de iran¨ªes, la mitad de ellos con tel¨¦fonos inteligentes. Siete de cada diez utilizan a diario servicios de mensajer¨ªa como Telegram o WhatsApp. Hay 24 millones de usuarios de Instagram. A pesar de que el Gobierno bloquea Twitter y Facebook, muchos recurren a desbloqueadores para acceder a ellos. Sin embargo, las sanciones de EE. UU. proh¨ªben el uso de programas que utilicen sus licencias, dificultan la compra de servicios y productos y, en las ¨²ltimas semanas, est¨¢n causando verdaderos dolores de cabeza a quienes usan Apple en Ir¨¢n.
El ministro de Tecnolog¨ªa de la Informaci¨®n y Comunicaciones, Mohammad Javad Azari-Jahromi, ha denunciado que las medidas de castigo impulsadas por Washington desde su retirada del acuerdo nuclear privan a los iran¨ªes del derecho al desarrollo porque les impiden recibir servicios de proveedores globales. ¡°Esto dificulta sus inversiones en el ¨¢rea de IT [tecnolog¨ªas de la informaci¨®n] y frena los negocios online¡±, declaraba durante un reciente foro en Ginebra.
¡°Las sanciones no nos afectan de forma directa porque somos una compa?¨ªa completamente privada, pero a veces nos ponen las cosas m¨¢s dif¨ªciles¡±, admite Ahmadi, quien destaca los progresos realizados a pesar de ellas. ¡°Plantean retos y oportunidades al mismo tiempo. Como no podemos usar los servicios de almacenamiento en web de Amazon, estamos desarrollando los nuestros propios, creando un entrono absolutamente nuevo y que esperamos ofrecer a otras empresas¡±, pone como ejemplo. En cuanto a las dificultades, menciona los problemas para pagar a los dise?adores de juegos extranjeros que colaboran con ellos. ¡°Encontraremos c¨®mo hacerlo a trav¨¦s de la instituci¨®n bancaria correcta¡±, afirma.
¡°No son algo nuevo. Las hemos padecido durante diez o doce a?os, hemos crecido con ellas¡±, concurre, por su parte, Amir Mousavi, director de relaciones p¨²blicas de Digikala, que copa el 90% del comercio online en Ir¨¢n (Amazon controla el 17% en EE UU y Alibaba, el 45% en China). ¡°Cuando empezamos, aqu¨ª no hab¨ªa infraestructuras log¨ªsticas y de no haber sido por los problemas de acceso a las licencias, las hubi¨¦ramos comprado y depender¨ªamos de ellas; as¨ª, las hemos desarrollado por nuestra cuenta. Pero decir que las sanciones no tienen efecto ser¨ªa faltar a la verdad. Ante ellas ten¨ªamos dos opciones: no hacer nada y rendirnos o seguir con el negocio y buscar soluciones; hemos hecho esto ¨²ltimo y hemos salido reforzados¡±, asegura.
Los 50.000 metros cuadrados de su centro de procesamiento en Danesh, a las afueras de Teher¨¢n, dan testimonio de ello. Es el mayor de Oriente Pr¨®ximo. All¨ª almacenan 1,5 millones de art¨ªculos, desde productos electr¨®nicos (el origen de la empresa) hasta ruedas de coche, pasando por detergentes, cosm¨¦ticos o edredones. ¡°Tenemos otro centro para perecederos dentro de la ciudad¡±, precisa Mousavi durante una visita a las instalaciones. La inclusi¨®n de alimentos frescos y el haber abierto su plataforma al comercio directo entre vendedores y compradores (Marketplace) les est¨¢ ayudando a sobrellevar el golpe que ha supuesto la ca¨ªda del rial durante el ¨²ltimo a?o.
¡°Ahora se puede encontrar de todo: Desde leche de gallina hasta el alma del ser humano¡±, bromea recurriendo a un dicho iran¨ª. Sin embargo, las sanciones les han obligado a retirar numerosas referencias de su cat¨¢logo, ya que s¨®lo pueden vender mercanc¨ªas que hayan entrado legalmente en el pa¨ªs. ¡°Gracias a la plataforma Marketplace, Digikala, en colaboraci¨®n con 20.000 fabricantes, artistas, artesanos, se ha convertido en la casa de los productores iran¨ªes y ahora el 70% de nuestras mercanc¨ªas son locales¡±, se?ala. Antes, apenas alcanzaban la mitad.
En Ir¨¢n existe un gran potencial para el comercio electr¨®nico porque se ha extendido tanto el acceso a Internet como el uso de las tarjetas de d¨¦bito, instrumento esencial para comprar online al no funcionar las tarjetas de cr¨¦dito por las sanciones. De hecho, el valor de las ventas por Internet se multiplic¨® por seis entre marzo (inicio del a?o iran¨ª) de 2014 y febrero de 2018, aunque en ese ¨²ltimo a?o apenas suponen un 1,5% de todas las ventas.
De ah¨ª el inter¨¦s mostrado por la compa?¨ªa International Internet Investment Co?peratief (registrada en Holanda) tanto en Digikala (tras el anuncio del acuerdo nuclear en 2015 adquiri¨® una participaci¨®n del 33%) como en Cafe Bazaar (en 2018 anunci¨® la compra de un 10% de la empresa por 38 millones de euros). Esas operaciones hicieron que se estimara su valor de mercado en 500 millones y 380 millones, respectivamente. Sin embargo, la reintroducci¨®n de sanciones reduce el acceso de las tecnol¨®gicas iran¨ªes a la financiaci¨®n y pone en peligro sus planes de crecimiento.
¡°Los inversores extranjeros y las compa?¨ªas que hacen fundraising tienen que asegurarse de que no se hallan en la lista de organizaciones o individuos sancionados. Como a¨²n est¨¢n en fase de crecimiento y no tienen ganancias en t¨¦rminos absolutos, si no consiguen inversi¨®n tendr¨¢n problemas de liquidez muy pronto¡±, explica Luciano Zaccara, de la Universidad de Qatar, que ha estudiado el caso. Llegado ese punto, ¡°s¨®lo instituciones internas con cierta capacidad financiera, como las bonyads [fundaciones adscritas al r¨¦gimen] o la Guardia Revolucionaria podr¨ªan suplir esa necesidad, pero dado que ¨¦sta ha sido designada terrorista por EE UU, tambi¨¦n las convertir¨ªa en objetivo de las sanciones¡±.
Adem¨¢s de capital, las tecnol¨®gicas iran¨ªes necesitan atraer talento. Para ello reclutan en las universidades de todo el pa¨ªs y ofrecen condiciones laborales inusuales en Ir¨¢n, en el caso de Caf¨¦ Bazaar, horario flexible y la posibilidad de trabajar desde casa; tambi¨¦n, buenas cafeter¨ªas de empleados y¡ futbolines. ¡°Nuestros empleados pasan muchas horas aqu¨ª. Queremos que tengan un espacio donde relajarse¡±, manifiesta Ahmadi en la sala de recreo, donde adem¨¢s hay un billar y una zona de videojuegos, remedo a menor escala de las que ofrecen las grandes tecnol¨®gicas de Silicon Valley. En sus oficinas, los departamentos est¨¢n separados por jardineras con plantas naturales. ¡°Somos la compa?¨ªa preferida de ingenieros e inform¨¢ticos iran¨ªes¡±, asegura Amir Haghighat, el director de relaciones p¨²blicas.
Hasan, un matem¨¢tico de Isfah¨¢n que lleva tres a?os en Cafe Bazaar, confirma el atractivo de un modelo laboral sin parang¨®n en Ir¨¢n. ¡°Cada d¨ªa aprendo algo nuevo. Nunca decimos que no a nada. Buscamos la soluci¨®n para lograrlo¡±, resume a la pregunta de qu¨¦ es lo que m¨¢s le atrae de la empresa.
Resulta dif¨ªcil imaginar que los 1.500 empleados del centro de distribuci¨®n de Digikala tengan mucho tiempo para jugar al futbol¨ªn que se halla junto a uno de los comedores. A diario, en recepci¨®n y despacho, procesan y empaquetan 100.000 pedidos; en el departamento de concepto fotograf¨ªan hasta 600 productos, y en atenci¨®n al cliente, reciben una media de 15.000 llamadas. Pero el orden y la eficacia que emanan de sus instalaciones est¨¢n a a?os luz de la pesada burocracia estatal que tambi¨¦n se extiende a las empresas privatizadas. Es una cultura laboral que al Gobierno de Hasan Rohani, apremiado por las sanciones y la necesidad de ofrecer empleos a los j¨®venes, le gustar¨ªa extender al resto de la econom¨ªa.
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