Cien d¨ªas bajo el dominio de los perversos
La vida en el Brasil de Bolsonaro: un Gobierno que se hace oposici¨®n como estrategia para mantenerse en el poder, secuestra el debate nacional, hace reh¨¦n a un pa¨ªs entero y estimula la matanza de los m¨¢s fr¨¢giles
Los 100 d¨ªas del gobierno de Bolsonaro han convertido a Brasil en el principal laboratorio de un experimento cuyas consecuencias pueden ser incluso m¨¢s devastadoras de lo que los m¨¢s cr¨ªticos preve¨ªan. No hay precedentes hist¨®ricos para la operaci¨®n de poder de Jair Bolsonaro, del Partido Social Liberal (PSL). Al inventarse la antipresidencia, Bolsonaro tambi¨¦n ha fraguado un gobierno que simula su propia oposici¨®n. Al hacer su propia oposici¨®n, neutraliza la oposici¨®n de hecho. Al lanzar declaraciones pol¨¦micas al p¨²blico, el Gobierno tambi¨¦n domina los temas que se van a debatir, bloqueando cualquier posibilidad de debate real. El bolsonarismo desempe?a todos los papeles, incluso el de oposici¨®n y cr¨ªtica, destruyendo la pol¨ªtica e impidiendo la democracia. Al dictar el ritmo y el contenido de los d¨ªas, ha convertido a un pa¨ªs entero en reh¨¦n.
La violencia de los agentes de las fuerzas de seguridad del Estado durante los 100 primeros d¨ªas del a?o, como la ejecuci¨®n de 11 sospechosos en Guararema, en el estado de S?o Paulo, por parte de la polic¨ªa militar, y los 80 disparos contra el coche de una familia por parte del Ej¨¦rcito en R¨ªo de Janeiro, puede indicar el aumento de lo que ya era evidente en Brasil: la licencia para matar. Los m¨¢s fr¨¢giles entre los fr¨¢giles, los ataques a sintechos pueden demostrar una sociedad enferma por el odio: en solo tres meses y 10 d¨ªas, por lo menos ocho mendigos han sido quemados vivos en Brasil. Bolsonaro no apret¨® el gatillo y prendi¨® el fuego, pero es leg¨ªtimo afirmar que un gobierno que estimula la guerra entre brasile?os, elogia a los polic¨ªas que matan a sospechosos y promueve el armamento de la poblaci¨®n tiene responsabilidad sobre la violencia.
Este art¨ªculo est¨¢ dividido en tres partes: perversi¨®n, barbarie y resistencia.
1) La perversi¨®n
Tanto la oposici¨®n como la prensa y la sociedad civil organizada, incluso gran parte de la poblaci¨®n, est¨¢n viviendo al ritmo de los espasmos calculados que el bolsonarismo provoca en el d¨ªa a d¨ªa. Es por esta raz¨®n que me refiero a ¡°perversi¨®n¡± en el t¨ªtulo de este art¨ªculo. Estamos bajo el yugo de perversos, que corrompen el poder que han recibido por el voto para impedir el ejercicio de la democracia.
Como tienen la m¨¢quina del Estado en las manos, pueden controlar los asuntos. No solo los del pa¨ªs, sino tambi¨¦n los de las conversaciones cotidianas de los brasile?os, durante el almuerzo o junto a la m¨¢quina del caf¨¦, o incluso en la mesa del bar. ?Con qu¨¦ saldr¨¢ Bolsonaro hoy? ?Qu¨¦ dir¨¢n los Bolsojuniors en las redes sociales? ?Cu¨¢l ser¨¢ el nuevo delirio del bolsocanciller? ?A qui¨¦n destrozar¨¢ ahora el bolsogur¨²? ?Cu¨¢l ser¨¢ la bolsopol¨¦mica del d¨ªa? Esta ha sido la agenda del pa¨ªs.
El bolsonarismo simula su propia oposici¨®n, neutralizando la oposici¨®n real y silenciando el debate
Pero esa es solo parte de la operaci¨®n. Para orquestarla, Bolsonaro ha tenido como mentor a su ¨ªdolo Donald Trump. Sin embargo, el bolsonarismo va mucho m¨¢s lejos. Tambi¨¦n simula la oposici¨®n. As¨ª, la sociedad compra la falsa premisa de que hay una disputa. Sin embargo, la disputa no es real. La disputa se neutraliza. Cuando llamo ¡°antipresidente¡± a Bolsonaro, no me estoy haciendo la graciosa. Ser antipresidente es un concepto.
?Qui¨¦n es el principal opositor a la reforma del sistema de pensiones del ultraliberal Paulo Guedes, ministro de Econom¨ªa? No son los partidos de izquierda, ni los sindicatos ni las asociaciones de jubilados. El principal cr¨ªtico de la reforma del ¡°superministro¡± es quien lo nombr¨® superministro precisamente para hacer la reforma de las pensiones. El principal cr¨ªtico es Bolsonaro, el antipresidente.
Como cuando dice que, ¡°en el fondo, no me gustar¨ªa hacer la reforma del sistema de pensiones¡±. O cuando dice que la propuesta de utilizar un sistema de ahorro privado ¡°no es esencial¡± en este momento. O cuando afirm¨® que podr¨ªa disminuir la edad m¨ªnima de jubilaci¨®n de las mujeres. Bolsonaro es el mayor boicoteador de la reforma de su propio gobierno.
Mientras es, a la vez, Gobierno y oposici¨®n, no sabemos cu¨¢l es la reforma que la oposici¨®n real propone en lugar de la que se ha llevado al Congreso. No hay cr¨ªtica real ni un proyecto alternativo con resonancia en el debate p¨²blico. Y, si no lo hay, es que no hay oposici¨®n de hecho. ?Qui¨¦n oye hablar de la oposici¨®n? ?Alguien conoce las ideas de la oposici¨®n, en el caso de que existan? ?Cu¨¢les son los debates del pa¨ªs que no sean los que impone el propio Bolsonaro y su corte en dosis diarias calculadas?
Al ordenar que se conmemorara el golpe de 1964, Bolsonaro dio un golpe al ala militar de su propio Gobierno
Utilizando el mismo mecanismo, el bolsonarismo controla las oposiciones internas del Gobierno. Los ejemplos son constantes y numerosos. Pero el m¨¢s impresionante es el de la reciente ofensiva contra la memoria de la dictadura militar. Bolsonaro orden¨® a su portavoz, justamente un general, que dijera que hab¨ªa ordenado que el golpe de 1964, que complet¨® 55 a?os el pasado 31 de marzo, recibiera las ¡°conmemoraciones debidas¡± por parte de las Fuerzas Armadas. Era una orden de Bolsonaro, pero quien lo dec¨ªa era un general en activo, lo que potencia la imagen que a Bolsonaro le interesa infiltrar en la cabeza de los brasile?os.
Aparentemente, Bolsonaro estaba, otra vez, enalteciendo a los militares y prosiguiendo con su compromiso de falsear la historia, borrando los cr¨ªmenes del r¨¦gimen de excepci¨®n. En la pr¨¢ctica, sin embargo, Bolsonaro tambi¨¦n dio un golpe al ala militar de su propio gobierno. Como es notorio y escrib¨ª aqu¨ª en enero, los militares est¨¢n asumiendo ¡ªy esforz¨¢ndose para asumir¡ª la posici¨®n de adultos en la sala o de controladores del caos creado por Bolsonaro y su corte barullera. Est¨¢n asumiendo la imagen de equilibrio en un gobierno de desequilibrados.
Este papel est¨¢ muy calculado. Sin embargo, la desenvoltura del vicepresidente, el general Hamilton Mour?o, molesta a la bolsomonarqu¨ªa. ?Qu¨¦ puede ser m¨¢s efectivo que, en un momento en que incluso las personas de izquierda se han dejado seducir por el ¡°equilibrio¡± y el ¡°carisma¡± de Mour?o, recordar al pa¨ªs que la dictadura de los generales secuestr¨®, tortur¨® y asesin¨® a civiles?
Bolsonaro ha promovido la memoria de los cr¨ªmenes de la dictadura d¨¢ndole la vuelta: neg¨¢ndolos y elogi¨¢ndolos. Pocas veces la violencia del r¨¦gimen autoritario se ha recordado y descrito tanto como el 31 de marzo de este a?o. Fue Bolsonaro quien menos dej¨® olvidar a los m¨¢s de 400 opositores muertos, los 8.000 ind¨ªgenas asesinados y las decenas de miles de civiles torturados. Para mantener a los generales a raya, Bolsonaro los lanz¨® a la hoguera de la opini¨®n p¨²blica fingiendo que los defend¨ªa.
A la vez, record¨® a los generales que son ¨¦l y su corte aparentemente trastocada quienes hacen el trabajo sucio de enaltecer a torturadores e impedir que avancen luchas como la de conseguir que se revise la ley de amnist¨ªa, que hasta hoy ha impedido que se juzgue a los agentes del Estado por los cr¨ªmenes que cometieron durante la dictadura. Como bram¨® el gur¨² del bolsonarismo, el escritor Olavo de Carvalho, en uno de sus ataques recientes contra el general reservista Carlos Alberto dos Santos Cruz, ministro jefe de la Secretar¨ªa de Gobierno de la presidencia: ¡°Sin m¨ª, Santos Cruz, te estar¨ªan escupiendo en la puerta del Club Militar y agachar¨ªas la cabeza como muchos de tus colegas¡±.
La dictadura dej¨® marcas tan profundas en la sociedad brasile?a que incluso los que fueron perseguidos por el r¨¦gimen se refieren a los generales con un respeto temeroso. Ning¨²n ¡°izquierdista¡± se ha atrevido a decir p¨²blicamente lo que dijo Olavo de Carvalho, que llam¨® ¡°panda de cagados¡± a los generales. De nuevo, el ataque, la r¨¦plica y la contrarr¨¦plica sucedieron dentro del propio Gobierno, mientras la sociedad se movilizaba para impedir las ¡°conmemoraciones debidas¡±.
Bolsonaro finge que no nombr¨® al ministro que ha destituido
La exaltaci¨®n del golpe militar de 1964 tambi¨¦n ha servido como globo sonda para probar la capacidad de las instituciones de hacer valer la ley. De nuevo, Bolsonaro pudo constatar que las instituciones brasile?as son muy d¨¦biles. Y algunos de sus personajes, particularmente en el poder judicial, tremendamente cobardes. Si no hubiera sido por la Defensor¨ªa P¨²blica de la Uni¨®n (organismo p¨²blico que garantiza la asistencia jur¨ªdica gratuita), que emprendi¨® medidas legales para impedir la celebraci¨®n de los cr¨ªmenes contra la humanidad, no se habr¨ªa hecho nada excepto ¡°recomendar¡± al gobierno que no conmemorara el secuestro, la tortura y el asesinato de brasile?os. Pat¨¦tico.
Otro ejemplo es la destituci¨®n del ministro de Educaci¨®n, Ricardo V¨¦lez Rodr¨ªguez, para poner en su lugar a otro que puede ser todav¨ªa peor. Bolsonaro hizo la zancadilla al ministro que ¨¦l mismo nombr¨® y destituy¨® por Twitter. Al hacerlo, actu¨® como si lo hubiera nombrado otra persona, y no ¨¦l. Dijo que era ¡°simp¨¢tico, amable y competente¡±, pero que no ten¨ªa capacidad de ¡°gesti¨®n¡± ni ¡°experiencia¡±. ?Pero qui¨¦n fue el gestor que nombr¨® a alguien sin capacidad de gesti¨®n ni experiencia para un ministerio estrat¨¦gico para el pa¨ªs? ?Y c¨®mo se puede clasificar a un gestor que hace esto? De nuevo, Bolsonaro act¨²a como si estuviera fuera y dentro a la vez, como si fuera Gobierno y oposici¨®n del Gobierno simult¨¢neamente.
Hasta las minor¨ªas que han promovido algunos de los mejores ejemplos de activismo de los ¨²ltimos a?os han pasado a observar la disputa del Gobierno contra el Gobierno como espectadores pasivos. Parece que los que han luchado por la ampliaci¨®n de los instrumentos de la democracia se enga?an al pensar que gritar en las redes sociales, tambi¨¦n dominadas por el bolsonarismo, es alg¨²n tipo de acci¨®n. La participaci¨®n democr¨¢tica nunca ha sido tan nula.
La estrategia exitosa, en este caso, es la falsa disputa entre la ¡°nueva pol¨ªtica¡± y la ¡°vieja pol¨ªtica¡±. La pelotera entre Jair Bolsonaro y el presidente de la C¨¢mara de los Diputados, Rodrigo Maia, significa que la pol¨ªtica, cualquier pol¨ªtica, est¨¢ a la altura del bet¨²n. Si la oposici¨®n al Gobierno es Maia, un diputado de un partido fisiol¨®gico de la derecha, ?cu¨¢l es la oposici¨®n? Bolsonaro y Maia se encuentran en el mismo campo ideol¨®gico. No hay ninguna disputa de fondo estructural entre los dos, ya sea sobre las pensiones o sobre cualquier otro asunto de inter¨¦s del pa¨ªs.
El mecanismo tambi¨¦n se reproduce en la prensa. Aparentemente, una parte de los medios de comunicaci¨®n critica el gobierno Bolsonaro. Y, en determinados aspectos, son comprobadamente cr¨ªticos. ?Pero cu¨¢l de los gobiernos Bolsonaro? Si Bolsonaro se muestra como el irresponsable que es, el contrapunto de la responsabilidad, especialmente en la econom¨ªa, ser¨ªan otros n¨²cleos de su propio gobierno, seg¨²n presenta parte de la prensa. Cuando el insensato Bolsonaro estorba a Guedes, el proyecto neoliberal adquiere un barniz de sensatez que, de otro modo, jam¨¢s tendr¨ªa.
Bolsonaro gobierna contra el Gobierno para mantener la popularidad entre sus milicias
Ante el populismo de extrema derecha de Bolsonaro y sus compa?eros de otros pa¨ªses, el neoliberalismo se presenta como la mejor salida para la crisis que ¨¦l mismo ha creado. Pero Bolsonaro y sus semejantes son los productos m¨¢s recientes del neoliberalismo, y no algo fuera de ¨¦l. ?D¨®nde est¨¢ la oposici¨®n de hecho, entonces? ?Cu¨¢l es el espacio para otro proyecto de Brasil? ?D¨®nde est¨¢n las alternativas reales? ?Cu¨¢les son los ideales? ?D¨®nde se est¨¢n discutiendo con resonancia, ya que si no la tienen no sirven de nada?
La prensa refleja y alimenta, a la vez, la par¨¢lisis de la sociedad. Los cien d¨ªas han mostrado que el gobierno Bolsonaro es todav¨ªa peor que el fen¨®meno Bolsonaro. Bolsonaro no se convertir¨¢ en presidente, ¡°no seguir¨¢ la liturgia del cargo¡±, como esperan algunos. No porque sea incapaz, sino porque no quiere. Bolsonaro sabe que solo se mantiene en el poder como antipresidente, como enfatic¨¦ en el art¨ªculo anterior. Bolsonaro solo puede mantener el poder manteniendo activa la guerra.
Un reciente sondeo del Instituto Datafolha muestra que es el presidente peor evaluado a principios de gobierno desde la redemocratizaci¨®n del pa¨ªs. Pero Bolsonaro apuesta que basta mantener la popularidad entre sus milicias y act¨²a para ellas. Bolsonaro est¨¢ dentro, pero, a la vez, est¨¢ fuera, gobernando con su corte y sus s¨²bditos. Gobernando contra el Gobierno. Esa es la ¨²nica estrategia disponible para que Bolsonaro siga siendo Bolsonaro.
La oposici¨®n, al igual que la mayor¨ªa de la poblaci¨®n, est¨¢ condenada a la reacci¨®n, lo cual bloquea cualquier posibilidad de acci¨®n. Si alguien siempre lanza la pelota en tu direcci¨®n, siempre tendr¨¢s que devolverla. Y mientras la agarras y te liberas de ella, te lanzan otra. As¨ª, siempre tendr¨¢s las manos ocupadas, intentando que no te den. Todo tu tiempo y energ¨ªa se centran en devolver las pelotas que te lanzan. De este modo, no puedes tomar ninguna decisi¨®n ni hacer cualquier otro movimiento. Tampoco consigues planear tu vida ni construir un proyecto. Es una comparaci¨®n burda, pero f¨¢cil de entender. As¨ª es c¨®mo el gobierno Bolsonaro utiliza el poder para controlar el contenido de los d¨ªas e impedir la disputa pol¨ªtica leg¨ªtima de ideas y proyectos.
2) La barbarie
Incluso la parte m¨¢s organizada de las minor¨ªas que Bolsonaro tanto atac¨® durante las elecciones parece estar en trance, sin saber c¨®mo actuar ante esta operaci¨®n perversa del poder. Al reaccionar, adopta el mismo discurso de los que las oprimen, lo cual ampl¨ªa la victoria del bolsonarismo.
El discurso de odio y de represi¨®n a la sexualidad se infiltra en el pa¨ªs y lo reproduce incluso la izquierda
Un ejemplo. El v¨ªdeo divulgado por Bolsonaro durante el Carnaval, que mostraba una lluvia dorada, fue definido como ¡°pornogr¨¢fico¡± por muchos de los que se oponen a Bolsonaro. Pero este es el concepto de pornograf¨ªa del grupo del antipresidente. Adoptarlo es comulgar con una visi¨®n prejuiciosa y moralista de la sexualidad. Es cuestionable que dos hombres mantengan relaciones sexuales en un espacio p¨²blico y este es un punto importante. No deber¨ªan y no podr¨ªan. Pero no es cuestionable el hecho de que dos personas adultas mantengan una relaci¨®n sexual consentida de la forma que quieran, incluso orinando encima del otro. Lo pornogr¨¢fico es que Bolsonaro, oficialmente presidente de la Rep¨²blica, difunda el v¨ªdeo en las redes sociales. La obscenidad es suya. La pornograf¨ªa no est¨¢ en la escena, sino en el hecho de difundir la escena en las redes sociales. Diferenciar una cosa de la otra es fundamental.
Otro ejemplo. Cuando la oposici¨®n intenta descalificar al diputado federal Alexandre Frota (PSL) porque era un actor porno, se est¨¢ igualando con su adversario. ?Qu¨¦ problema hay en ser actor porno? Solo los moralistas del pseudoevangelismo descalifican a la gente por tener trabajos relacionados con el sexo. A Alexandre Frota debe critic¨¢rsele por sus p¨¦simas ideas y proyectos para el pa¨ªs, no porque se ganaba la vida haciendo sexo en pel¨ªculas. Criticarlo por eso es jugar en el campo del bolsonarismo y tambi¨¦n ser intelectualmente deshonesto. Cada vez m¨¢s, una parte de la izquierda se est¨¢ dejando contaminar, como si fuera posible deslegitimar al adversario utilizando su mismo discurso de odio.
En la misma l¨ªnea, el problema del ministro de Justicia, Sergio Moro, no es pronunciar ¡°conge¡± en lugar de ¡°c¨®nyuge¡±, como hizo dos veces durante una audiencia p¨²blica en el Senado. Ridiculizar los errores de los dem¨¢s en la forma de hablar es una costumbre de las peores ¨¦lites, las que se mantienen porque tambi¨¦n tienen el monopolio del lenguaje. Se espera que Moro utilice la denominada ¡°norma culta¡± de forma correcta, ya que tuvo una educaci¨®n formal tradicional. Pero la disputa pol¨ªtica debe producirse en el campo de las ideas y los proyectos.
Los sintechos est¨¢n siendo quemados vivos en Brasil: entre enero y comienzos de abril ya van por lo menos ocho
El problema de Moro es que, como juez, interfiri¨® en el resultado de las elecciones. Y, acto seguido, haber sido nombrado ministro de quien sus acciones como funcionario ayudaron a elegir. El problema de Moro es crear un paquete anticrimen que, en la pr¨¢ctica, puede autorizar a los polic¨ªas para que cometan cr¨ªmenes. Por la propuesta del ministro de Justicia, los polic¨ªas pueden invocar la ¡°leg¨ªtima defensa¡± al matar a un sospechoso, alegando ¡°excusable miedo, sorpresa o violenta emoci¨®n¡±. En esos casos, la pena puede reducirse a la mitad o incluso anularse. El problema de Moro que interesa al pa¨ªs no es, definitivamente, que dice ¡°conge¡± en lugar de ¡°c¨®nyuge¡±.
Entender c¨®mo el discurso de odio se va inmiscuyendo en la mente de quien cree que se contrapone al odio es ¨¦ticamente obligatorio. Si el gobierno de Bolsonaro tambi¨¦n es oposici¨®n y cr¨ªtica a su propio gobierno, eso no significa que no tenga un proyecto y que este proyecto no se est¨¦ imponiendo r¨¢pidamente al pa¨ªs. S¨ª que lo tiene y lo est¨¢ imponiendo. Hoy somos un pa¨ªs mucho peor de lo ¨¦ramos. Y hoy somos un pueblo mucho peor de lo ¨¦ramos. Una parte del objetivo de los violentos y odiadores es normalizar la violencia y el odio mediante la repetici¨®n. El bolsonarismo ha conseguido realizar este proyecto con una velocidad asombrosa.
Solo en 2019 (y escribo durante la primera quincena de abril), por lo menos ocho ¡ªOCHO¡ª sintechos han sido quemados vivos en Brasil. Y este recuento se ha hecho con base en la informaci¨®n que ha salido en la prensa, podr¨ªan ser m¨¢s. El 1 de enero, un sintecho de 27 a?os fue quemado cuando dorm¨ªa en Ponta Grossa, en el estado de Paran¨¢. Alguien pas¨® a su lado, le ech¨® alcohol y le quem¨® el 40% del cuerpo. El 21 de enero, un sintecho fue encontrado quemado y muerto en una plaza de Curitiba, capital del mismo estado. Cuatro d¨ªas despu¨¦s, el 25 de enero, Jos¨¦ Alves de Mello, de 56 a?os, tambi¨¦n sintecho, fue agredido y quemado en un inmueble abandonado del ¨¢rea metropolitana de Curitiba. El 27 de febrero, una sintecho fue quemada mientras dorm¨ªa bajo un viaducto, en Recife, capital del estado de Pernambuco. Sobrevivi¨®. El 17 de marzo, Jos¨¦ Augusto Cordeiro da Silva, de 27 a?os, se despert¨® en llamas bajo una marquesina en la ciudad de Arapiraca, en el estado de Alagoas. Muri¨® en el hospital. El 1 de abril, un hombre que aparentaba tener 30 y pico a?os muri¨® carbonizado cerca de unas escaleras mec¨¢nicas de una estaci¨®n de tren en Santo Andr¨¦, en el ¨¢rea metropolitana de S?o Paulo. El caso se registr¨® como ¡°muerte sospechosa¡±. El 3 de abril, Roberto Pedro da Silva, de 46 a?os, fue incendiado mientras dorm¨ªa en una obra abandonada en Tr¨ºs Lagoas, en el estado de Mato Grosso del Sur. Un hombre le habr¨ªa echado combustible y prendido fuego. El 7 de abril, un sintecho que aparentaba tener 30 a?os fue agredido a pedradas e incendiado en el interior de un polideportivo en ?guas Lindas de Goi¨¢s, en las cercan¨ªas del Distrito Federal.
Si fu¨¦ramos gente decente de un pa¨ªs decente, parar¨ªamos para exigir el fin de la barbarie.
Si fu¨¦ramos gente decente de un pa¨ªs decente, parar¨ªamos ante la barbarie representada por la masacre de los m¨¢s fr¨¢giles
El 4 de abril, polic¨ªas militares mataron a 11 de los 25 sospechosos de atracar bancos en el municipio de Guararema, en el ¨¢rea metropolitana de S?o Paulo. El gobernador del estado, Jo?o Doria, afirm¨® que los va a condecorar. Hasta hace poco, un gobernador no se atrever¨ªa a dar medallas a polic¨ªas que asesinan a sospechosos. En ning¨²n pa¨ªs democr¨¢tico del mundo se considera que matar sospechosos sea una buena conducta policial. Al contrario.?
En Brasil, donde oficialmente no hay pena de muerte, el gobernador del estado m¨¢s rico del pa¨ªs elogia y premia la ejecuci¨®n de sospechosos por parte de agentes de la ley. En marzo, la polic¨ªa de S?o Paulo mat¨® a 64 personas. Mucho m¨¢s que durante el mismo mes de 2018, cuando se registraron 43 homicidios cometidos por polic¨ªas, lo que ya era una enormidad. Autorizada por las autoridades, la polic¨ªa brasile?a, conocida por ser una de las que m¨¢s mata en el mundo, muestra que este a?o ha empezado a matar m¨¢s.
Si fu¨¦ramos un pa¨ªs decente de gente decente, parar¨ªamos ante la barbarie cometida por agentes de la ley con la autorizaci¨®n y el est¨ªmulo de las autoridades que no fueron elegidas para promover el rompimiento del Estado de Derecho.
El pasado domingo, 7 de abril, un grupo de militares realiz¨® 80 disparos ¡ªOCHENTA¡ª contra el coche de Evaldo dos Santos Rosa, de 51 a?os, un m¨²sico negro que llevaba a su familia a un baby shower en el barrio de Guadalupe, en la zona norte de R¨ªo de Janeiro. Muri¨® fusilado. Su hijo de 7 a?os vio a su padre sangrando y a los soldados del Ej¨¦rcito de su pa¨ªs ri¨¦ndose de la desesperaci¨®n de su madre. Gracias a una ley sancionada por el expresidente Michel Temer, en 2017, los militares que ataquen a una familia civil no ser¨¢n juzgados por la justicia normal, sino por la militar, que comprobadamente es corporativa y c¨®mplice de los cr¨ªmenes.
Si fu¨¦ramos un pa¨ªs decente de gente decente, parar¨ªamos ante la barbarie y exigir¨ªamos justicia.
3) La resistencia
Hay que unirse con urgencia para rescatar lo que queda de la democracia en Brasil antes de que el autoritarismo se instale por completo
Brasil se sorprende mucho menos de lo que sol¨ªa hace poco con el d¨ªa a d¨ªa de excepci¨®n. Es justamente as¨ª como se instala el totalitarismo. Por las rendijas de lo que se denomina normalidad. Por las mentes en el sentido com¨²n y en las horas del d¨ªa. Despu¨¦s, solo hace falta oficializarlo. Brasil ya vive bajo el horror de la excepci¨®n. La falsificaci¨®n de la realidad, la corrupci¨®n de las palabras y la perversi¨®n de los conceptos forman parte de la violencia que se ha instalado en Brasil. Forman parte del m¨¦todo. Esa violencia subjetiva tiene resultados bien objetivos y multiplica, como los n¨²meros ya empiezan a indicar, la violencia contra los cuerpos. No cuerpos cualesquiera, sino los cuerpos de los m¨¢s fr¨¢giles.
El desaf¨ªo ¡ªurgente, porque ya no queda tiempo¡ª es rescatar lo que queda de la democracia en Brasil. Por la presi¨®n popular, las instituciones pueden fortalecerse al recordarles que no sirven a los due?os del poder ni a los intereses de sus miembros, sino a la sociedad y a la Constituci¨®n. Por la presi¨®n por otros di¨¢logos y otras ideas y otras realidades que todav¨ªa respiran en el pa¨ªs, la prensa puede abrir espacio al pluralismo real. Por la presi¨®n por justicia y por el levantamiento contra la barbarie, podemos salvar nuestra propia alma enferma por los d¨ªas.
Rescatar la democracia por lo que todav¨ªa queda de ella, aqu¨ª y all¨ª, no ser¨¢ una tarea de los dem¨¢s. Como ya he escrito antes, solo nos tenemos a nosotros mismos. Nosotros, los que nos resistimos a entregar Brasil a los perversos que hoy gobiernan, y que gobiernan controlando los espasmos diarios que imponen a los brasile?os.
Me gustar¨ªa decir: ¡°?Despierten!¡± Pero no es que los brasile?os est¨¦n durmiendo. M¨¢s parece una par¨¢lisis, la par¨¢lisis del reh¨¦n, que vive el horror de estar entregado al control del perverso. Ya no es desesperaci¨®n, es pavor. Tenemos que encontrar caminos para romper el control, salir del yugo de los perversos, quitarles el orden del d¨ªa de las manos.
?C¨®mo?
Tenemos que volver a encarnar las palabras o todos enloqueceremos
Nadie va a construir esta respuesta solo. La m¨ªa es que necesitamos crear lo ¡°com¨²n¡±. Lo que aqu¨ª denomino com¨²n es lo que nos mantiene amalgamados, lo que permite que, al conversar, partamos del consenso de que una silla es una silla y una naranja es una naranja y que ninguno de los dos se sienta en la naranja y se come la silla (lee aqu¨ª). Los perversos han corrompido la palabra y repiten que una silla es una naranja. Solo por eso pueden decir que Brasil est¨¢ bajo la amenaza del ¡°comunismo¡± o que el nazismo es de ¡°izquierdas¡± o que el calentamiento global es un ¡°complot marxista¡±. Estas tres afirmaciones, solo un ejemplo, no tienen ninguna relaci¨®n con la realidad. Es lo mismo que decir que una naranja es una silla. Solo que menos gente tiene claro lo que fue el nazismo y lo que es el comunismo y lo que es el calentamiento global, lo que facilita que las cosas se confundan.
Ellos lo repiten y lo repiten, al igual que repiten tantas otras corrupciones de la realidad, porque corrompieron el voto que recibieron al utilizar la estructura del Estado para producir mentiras. Es as¨ª como los perversos hacen enloquecer a toda la poblaci¨®n y la someten: diciendo que una naranja es una silla un d¨ªa tras otro. Las palabras dejan de significar, el lenguaje se rompe y se corrompe y la conversaci¨®n se vuelve imposible. ?C¨®mo se puede hablar con alguien sobre naranjas si cree que una naranja es una silla? Esto es lo que sucede hoy en Brasil, y este ataque se produce diariamente por las redes sociales dominadas por el bolsonarismo.
Tenemos que volver a encarnar las palabras. O todos enloqueceremos. La creaci¨®n de lo com¨²n empieza por el lenguaje (escrib¨ª sobre esto aqu¨ª y aqu¨ª). Tambi¨¦n tenemos que crear comunidad. No una comunidad de internautas que gritan cada uno detr¨¢s de su pantalla. Sino una comunidad real, que exige presencia, exige cuerpo, exige debate, exige negociaci¨®n, exige compartir realmente. No hay nada que los reg¨ªmenes de excepci¨®n teman m¨¢s que personas que se juntan para hacer cosas. Es por eso que Bolsonaro critica tanto el activismo y a los activistas, y ya ha dado varios pasos para criminalizarlos.
El Gobierno quiere que te quedes en casa sacando lustre a tu ombligo. ?Lev¨¢ntate!
El activista es aquel que deja la comodidad de su ombligo y de su entorno protegido para ejercer la solidaridad. Gobiernos como el de Bolsonaro act¨²an para que cada uno vea al otro como un enemigo, y por eso temen el activismo. Los bolsonaristas se alimentan de la guerra porque la guerra separa las personas y hace que no tengan tiempo de crear un futuro. La solidaridad es un gesto temido por los autoritarios. ?Por qu¨¦ no est¨¢s en casa sacando lustre a tu ombligo?, les gustar¨ªa preguntar. Al corromper las palabras, ese tambi¨¦n es su objetivo. Condenar a cada uno a la prisi¨®n de su silencio (o de su eco), incapaz de alcanzar al otro por la falta de un lenguaje com¨²n.
As¨ª, intentan eliminar la solidaridad a balazos. O exiliarla. Enviarla fuera del pa¨ªs que han privatizado para ellos. Bolsonaro lo dijo con todas las letras. Es lo que ha hecho con los movimientos sociales y sus l¨ªderes. Tambi¨¦n por eso es necesario que la polic¨ªa tenga autorizaci¨®n para matar, como quiere Bolsonaro, y como obedece Sergio Moro.
La polic¨ªa, cada vez m¨¢s, se est¨¢ convirtiendo en una milicia privada de los due?os del poder. Deja de ejercer su deber constitucional de proteger a la poblaci¨®n para ejercer la guerra contra la poblaci¨®n. Durante la intervenci¨®n federal en R¨ªo, los polic¨ªas civiles y militares mataron a 1.543 personas. En 2018, uno de cada cuatro homicidios en R¨ªo de Janeiro fue cometido por un polic¨ªa, seg¨²n el registro de las propias polic¨ªas. Nadie duda de que la mayor¨ªa de los muertos eran negros, y pobres.
Cuando sales a la calle a protestar, lo que la polic¨ªa reprime no es lo que denominan ¡°alborotadores¡± o ¡°v¨¢ndalos¡±, sino la solidaridad. Al golpear los cuerpos, sofocarlos con bombas de gas lacrim¨®geno, lo que quieren es controlar los cuerpos, castigarlos porque, en lugar de quedarse encerrados en casa rasc¨¢ndose la barriga, han salido a la calle a luchar por el colectivo. ?C¨®mo que luchas por el otro y no solo por ti? ?C¨®mo te atreves a ser solidario si la regla del neoliberalismo es cuidar solo de ti y de los tuyos?
Resistir al miedo y juntarse para crear el futuro es el primer acto de resistencia. Si nos encarcelamos en casa, como el Gobierno quiere, armados, como el Gobierno quiere, disparando unos contra otros, como el Gobierno quiere, la guerra continuar¨¢ ampli¨¢ndose, porque solo as¨ª los perversos nos mantienen bajo control y se mantienen en el poder. Si contamos solo como uno no podemos nada. Tenemos que ser uno + uno + uno. Y entonces podremos mucho.
El arte tambi¨¦n es un instrumento poderoso. No es por otro motivo que las milicias de internet lo han tachado de ¡°pornogr¨¢fico¡± y ¡°ped¨®filo¡± en los ¨²ltimos a?os. No es por otro motivo que el bolsonarismo invierte contra la ley Rouanet (que ofrece incentivos fiscales a quien quiera financiar proyectos culturales) y desmonta los mecanismos culturales. El arte no es floreo. Saca a las personas del lugar. Hace pensar. Cuestiona el poder. Une a los diferentes.
Necesitamos hacer arte. De nuevo, voy a recomendar El libro Pussy Riot: de la alegr¨ªa subversiva a la acci¨®n directa (Roca Editorial, 2018, traducci¨®n al espa?ol de Rosa Sanz), de Nadya Tolokonnikova. El arte es un acto al alcance de todos nosotros. El mayor golpe contra el gobierno del d¨¦spota Vladimir Putin vino de un grupo de chicas que no saben ni cantar ni tocar bien, pero hacen arte tocando y cantando sobre el rid¨ªculo de los perversos.
Vamos a re¨ªrnos juntos de los perversos que nos gobiernan y a empezar a imaginar un futuro en el que queramos vivir
Re¨ªr. Necesitamos re¨ªr. Re¨ªr junto con el otro, no re¨ªr de la desesperaci¨®n del otro. Es el perverso a quien le gusta re¨ªr solo, es el perverso el que disfruta con el dolor del otro, como hace Bolsonaro, como re¨ªan lo soldados que realizaron 80 disparos contra el coche de la familia que iba a un baby shower. La de ellos no es una risa, es una mueca. La risa junto con el otro tiene una enorme potencia.
Vamos a re¨ªrnos juntos de los perversos que nos gobiernan. Vamos a responder a su odio con risa. Vamos a responder a su intento de controlar nuestros cuerpos ejerciendo la autonom¨ªa con nuestros cuerpos. Vamos a liberar las palabras haciendo poes¨ªa. Como he escrito tantas veces aqu¨ª: vamos a re¨ªr por descaro. Y amar libremente.
Re¨ªr imp¨²dicamente ante sus ametralladoras de perdigones. El odio no es para nosotros, el odio es para los d¨¦biles. Vamos a enfrentarlos denunciando lo rid¨ªculos que son. Vamos a practicar la desobediencia a las reglas que no creamos. Tenemos que desobedecer a este desgobierno. Es as¨ª que se rompe el yugo de los perversos. Tom¨¢ndolos en serio lo suficiente para no tom¨¢rselos en serio.
Y tenemos que empezar a imaginar el futuro. Es as¨ª que empieza el futuro, siendo imaginado. Nadie consigue vivir en un presente sin futuro. Pero es imposible controlar a quien es capaz de imaginar una vez ha empezado a imaginar. La imaginaci¨®n es la mejor compa?era de la risa.
S¨ª, nadie suelta la mano de nadie. Pero no vamos a sujetarnos las manos unos a los otros paralizados y en p¨¢nico. Vamos a re¨ªr y crear un futuro. Juntos. Acu¨¦rdense de que ¡°la alegr¨ªa es la prueba de fuego¡±. En los cien d¨ªas que ya dura el dominio oficial de los perversos, el Carnaval fue el que m¨¢s desafi¨® el ejercicio autoritario del poder. Por la alegr¨ªa, por la s¨¢tira, por la risa, por los cuerpos en las calles.
No hay ley que nos obligue a obedecer a un gobierno de perversos. Desobedezcan a los se?ores del odio. Los pr¨®ximos cien d¨ªas ¡ªy todos los que vendr¨¢n¡ª tienen que volver a pertenecernos.
Eliane Brum es escritora, reportera y documentalista. Autora de los libros de no ficci¨®n Coluna Prestes ¨C o Avesso da Lenda, A Vida Que Ningu¨¦m v¨º, O Olho da Rua, A Menina Quebrada, Meus Desacontecimentos, y de la novela Uma Duas. Sitio web: desacontecimentos.com. E-mail: elianebrum.coluna@gmail.com. Twitter: @brumelianebrum/ Facebook: @brumelianebrum
Traducci¨®n de Meritxell Almarza.
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