Una cuesti¨®n de m¨¦todo

El interminable proceso del Brexit demuestra la imposibilidad de abandonar la Uni¨®n Europea y salir ganando. Es lo que prometieron los eur¨®fobos brit¨¢nicos y lo que choca con la terca realidad. Parad¨®jicamente, ese proceso ha funcionado como una potente vacuna entre los partidos euroesc¨¦pticos de todo el continente. Ahora ya no esgrimen las bonanzas de romper con Bruselas, sino que pretenden extender su modelo trabajando desde dentro.

Los espa?oles, como los italianos, los lituanos, los suecos y el resto de pa¨ªses, ya han votado en las europeas. Lo hicieron al elegir a sus respectivos Gobiernos, que son los que tienen casi siempre la ¨²ltima palabra en asuntos comunitarios. Ahora, los ciudadanos de los 28 pa¨ªses elegir¨¢n a sus representantes en las instituciones europeas, lo que es de m¨¢xima importancia porque son esos pol¨ªticos al frente de la Comisi¨®n, del Consejo o de la Euroc¨¢mara los que velan por los proyectos comunes con una visi¨®n integradora. A pesar del sentimiento general de la ciudadan¨ªa, inclinar la balanza hacia un lado o hacia otro marcar¨¢ una diferencia sustancial respecto a lo que los ciudadanos esperan de La Uni¨®n, una vez superada la larga crisis y los estragos de la austeridad.

Las dos visiones en liza con mayores posibilidades las encarnan el democristiano alem¨¢n Manfred Weber y el laborista holand¨¦s Frans Timmermans. El primero, veterano eurodiputado, defiende un control riguroso de la inmigraci¨®n con un enfoque restrictivo, lo que est¨¢ en l¨ªnea con las preocupaciones de los electores, y es partidario del ej¨¦rcito europeo. La peor de sus tachas es haber defendido casi hasta el final la permanencia de Fidesz, el partido radical del h¨²ngaro Viktor Orb¨¢n, en el Partido Popular Europeo.

Por su parte, Timmermans es un firme partidario de las pol¨ªticas sociales contra los populismos y aboga por un salario m¨ªnimo continental. Su familia pol¨ªtica, la socialdemocracia, mantiene en su seno a los socialistas rumanos, que han iniciado una escandalosa involuci¨®n, pero Timmermans ha sido, como vicepresidente de la Comisi¨®n, su m¨¢ximo azote en Bruselas. Los Gobiernos de Hungr¨ªa y Polonia, as¨ª como los independentistas catalanes, han recibido sus cr¨ªticas m¨¢s ¨¢speras.

Hay otras opciones, pero el triunfo de los socialistas espa?oles ha dado alas a la candidatura de Timmermans en un Parlamento Europeo muy fragmentado y con una alta participaci¨®n de los populistas y la extrema derecha, que ya gobiernan en coalici¨®n con los conservadores en pa¨ªses como Italia o Austria.

Si el populismo es hoy la peor amenaza, el voto de los ciudadanos de este mes de mayo ser¨¢ crucial para elegir el m¨¦todo de combatirlo; algo ya probado en un sentido o en otro en algunos Ejecutivos nacionales. La UE puede admitirlo en su seno para transformarlo aunque en el camino se asuman algunos de sus principios o puede pelear contra ¨¦l desmontando sus mentiras y luchando contra la pobreza y la desigualdad para atajar el malestar social que, a su vez, alimenta la eurofobia. 400 millones de europeos tienen la palabra.