Enterrar tejidos microsc¨®picos para preservar la memoria de las v¨ªctimas del nazismo
Un total de 300 muestras de personas ejecutadas reciben sepultura en un cementerio berlin¨¦s
Una caja de madera clara preside la capilla de un bonito cementerio berlin¨¦s, en el que se celebra un entierro muy particular. El caj¨®n contiene 300 preparaciones microsc¨®picas de personas ejecutadas por los nazis, y ahora, 75 a?os m¨¢s tarde, reciben un entierro digno en una emotiva ceremonia interreligiosa. Rosas blancas, alguna kip¨¢ y un silencio sepulcral forman parte del cortejo f¨²nebre, que desfila hasta llegar a su fosa entre las tumbas en un mayo fr¨ªo y ventoso.
Familiares de los asesinados, representantes de instituciones que trabajan por la memoria y directivos de un gran hospital componen el s¨¦quito de los que este lunes han querido hacer memoria y justicia. Los nombres de las v¨ªctimas no han trascendido para respetar la privacidad de los familiares, pero muchos se conocen y se saludan con cari?o en el camposanto de la capital alemana en el que tambi¨¦n descansan Hegel y Brecht.
Los nazis proporcionaron al anatomista Hermann Stieve cientos de cad¨¢veres de la prisi¨®n de Pl?tzensee, al oeste de la capital, donde ahorcaron y decapitaron a cerca de 2.800 presos pol¨ªticos entre 1933 y 1945. El hist¨®logo diseccionaba los cuerpos que le proporcionaban los nazis para sus investigaciones y despu¨¦s se deshac¨ªa de ellos. Los cad¨¢veres acababan en el crematorio de Wilmersdorf, en Berl¨ªn y las cenizas posteriormente entregadas a un cementerio, sin que sus familiares tuvieran noticia del paradero de los restos. Stieve fue director del Instituto de Anatom¨ªa del hospital de la Charit¨¦ en Berl¨ªn, donde trabaj¨® hasta 1952; el a?o en el que muri¨®. Como tantos otros cient¨ªficos que colaboraron con los nazis, nunca fue juzgado.
En 2016, el hospital recibi¨® de la familia del colaboracionista nazi las muestras. ¡°Ha sido la tercera generaci¨®n de la familia de Stieve, la que encontr¨® la colecci¨®n y nos la entreg¨®. Sab¨ªan que proced¨ªan de aquella ¨¦poca y han querido devolver la dignidad a los muertos¡±, explica a este diario Karl Max Einh?upl, director de la Charit¨¦. ¡°En seguida nos pusimos a investigar para identificar las muestras¡±, dice el responsable de una instituci¨®n que se ha propuesto enfrentarse a su pasado. ¡°Con el entierro de las muestras microsc¨®picas queremos ayudar a las v¨ªctimas a restituir su dignidad¡±, estima Einh?upl.
No todas han podido ser identificadas. Andreas Winkelmann, director del Instituto de Anatom¨ªa de la universidad de Brandenburgo y responsable de la investigaci¨®n que se ha prolongado tres a?os, explica que han sido capaces de identificar con certeza unas pocas decenas de ellas. La mayor¨ªa, sospechan los investigadores, pertenecen a mujeres de entre 20 y 40 a?os, ya que Stieve estaba especializado en el efecto del estr¨¦s en los ciclos menstruales y en la fertilidad femenina. Algunas eran conocidas disidentes y por eso la fecha elegida ha sido el 13 de mayo, cuando en el a?o 1943 fueron ejecutadas 13 miembros de la red de espionaje antinazi llamada Orquesta Roja.
Una mujer, vestida de oscuro y con gafas de sol, que se identifica como Arlete, dice que ha venido al entierro en calidad de familiar, pero tambi¨¦n de cient¨ªfica. ¡°Lo que hicieron en nombre de la Ciencia fue moralmente terrible¡±, dice esta neurocient¨ªfica. ¡°Todos los que hemos venido tenemos una raz¨®n muy profunda para estar aqu¨ª¡±, asegura.
¡°Cada una de las personas que fueron asesinadas por los nazis tiene que ser enterrada de una manera digna, aunque sea 75 a?os m¨¢s tarde¡±, considera Johannes Tuchel, director del memorial de la Resistencia alemana y uno de los organizadores de la ceremonia en el cementerio de Dorotheenstadt.
Una pastora protestante, un rabino y un cura cat¨®lico presiden la oraci¨®n en la capilla y despu¨¦s el enterramiento. Junto a la tapia de ladrillo que linda con el hospital en el que trabajo Stieve, el sepulturero hace descender el caj¨®n con los tejidos en el hueco excavado. Quien quiere echa un pu?ado de tierra. Solo faltan los cuerpos que no tuvieron una tumba para ser llorados.
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