La crueldad inimaginable de Mauthausen
El menosprecio por la vida humana de los guardias, las palizas mortales, las ejecuciones sumarias y la desesperaci¨®n componen el cuadro dantesco de un verdadero infierno en la tierra
Dentro de la l¨®gica criminal del III Reich, Mauthausen no era propiamente un campo de exterminio como Treblinka o Belzec y en parte Auschwitz, pero significaba esclavitud y muerte para los que iban a parar all¨ª. Se aplicaba un terrible aniquilamiento por el trabajo, trabajo extenuante, implacable, con los presos sometidos a un r¨¦gimen de hambre y privaciones de una crueldad inimaginable. El nombre de?Mauthausen va parejo al de otros campos de espantosa celebridad como Dachau o Buchenwald. All¨ª, a ese agujero negro, verdadero vientre de la bestia nazi, fueron a caer la mayor¨ªa de los republicanos espa?oles capturados en Francia. Trasladados desde otros lugares, se les concentr¨® en Mauthausen a partir de agosto de 1940. Fueron unos 7.000, considerados por el r¨¦gimen hitleriano ap¨¢tridas enemigos del Reich no reeducables, con la categor¨ªa de "Rotspanier", rojos espa?oles, identificados con el tri¨¢ngulo azul y una S (de Spanier, espa?ol) y privados de todo derecho jur¨ªdico.
En total 190.000 presos fueron deportados a Mauthausen, cerca de Linz, a 170 kil¨®metros de Viena, y sus campos sat¨¦lites, el peor de los cuales era Gusen, donde la esperanza de vida se reduc¨ªa a seis meses. M¨¢s de la mitad de los presos de Mauthausen murieron en el campo y el porcentaje entre los espa?oles sube al 65 %. Quedaban 2.184 al liberar el campo en los primeros d¨ªas de mayo de 1945. De las condiciones del lugar dio fe el peso medio de los presos tras ser liberados: 40 kilos. Este campo de concentraci¨®n es tristemente famoso por su cantera, Wienergraben, donde se trabajaba a beneficio de las SS en un ambiente que habr¨ªa hecho estremecerse a Espartaco.
De Mauthausen se conserva la memoria gracias, especialmente, a las im¨¢genes del deportado Francesc Boix que aprovech¨® que le incluyeron en el servicio fotogr¨¢fico del campo para esconder negativos que documentan aquel horror y a las victimas y verdugos. Cualquiera que piense que aquello tiene alg¨²n paralelismo con nuestra actualidad solo tiene que mirarlas un rato. El menosprecio por la vida humana de los guardias, su brutalidad, las palizas mortales, las ejecuciones sumarias, el trato vejatorio, el dolor y la desesperaci¨®n componen el cuadro dantesco de un verdadero infierno en la tierra, solo redimido en parte por el valor, la resistencia y el compromiso de no olvidar de algunos de los que sufrieron all¨ª el peor de los destinos.
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