Los pasos en falso de Theresa May en Bruselas
Juncker, que ha seguido la dimisi¨®n "sin alegr¨ªa personal", advierte a su sucesor de que el Acuerdo de Retirada no se toca
Jean-Claude Juncker comparec¨ªa ante los periodistas la tarde del pasado 20 de febrero, pocos minutos antes de reunirse con la primera ministra brit¨¢nica, Theresa May. Cuando el presidente de la Comisi¨®n Europea tom¨® la palabra, se?al¨® su mejilla izquierda, que luc¨ªa una tirita, y cont¨® que se hab¨ªa cortado afeit¨¢ndose. ¡°Os lo digo para que luego no pens¨¦is que fue la se?ora May qui¨¦n me lesion¨®¡±, dijo casi aguant¨¢ndose la risa. La broma de Juncker, que trataba de quitar dramatismo a la en¨¦sima visita de May a la Comisi¨®n Europea para pedir ¨¢rnica, da cuenta de la tensa relaci¨®n entre Londres y Bruselas desde el principio de las negociaciones para el Brexit.
Juncker ha seguido este viernes por la ma?ana la dimisi¨®n de May "sin ninguna alegr¨ªa personal", seg¨²n ha explicado la portavoz de la Comisi¨®n Europea Mina Andreeva, que ha expresado que al presidente de la Comisi¨®n le "gustaba" y "apreciaba" trabajar con May, a quien considera una mujer con "coraje". Bruselas, ha a?adido, trabajar¨¢ de igual modo con su sucesor, "quienquiera que sea", pero ha advertido de que su posici¨®n respecto al Acuerdo de Retirada "no ha cambiado". Es decir, no se toca.
El desplante a Bruselas
Bruselas no era un ambiente ajeno a May cuando accedi¨® al cargo de primera ministra en 2016. Durante seis a?os, hab¨ªa representado al Reino Unido en los consejos de ministros de Interior. Sus hom¨®logos del resto de la UE hab¨ªan constatado ya que no era f¨¢cil que diera su brazo a torcer en unas instituciones sobre las que recelaba.
Pese a hacer campa?a (a desgana) por la permanencia durante el refer¨¦ndum, May es m¨¢s cercana a las tesis euroesc¨¦pticas de los tories. Y pocas horas antes de llegar a Downing Street lanz¨® su primer mensaje a Bruselas y a quienes ve¨ªan en ella una posibilidad de quedarse en la UE: ¡°Brexit means Brexit¡±. Tres a?os despu¨¦s, May se va tras haberse visto obligada a convocar elecciones para el Parlamento Europeo y sin que nadie pueda dar a¨²n un significado al neologismo m¨¢s extendido en el Reino Unido.
Su segundo mensaje a la Comisi¨®n Europea lleg¨® apenas una semana despu¨¦s. Todav¨ªa con el reloj del art¨ªculo 50 parado decidi¨® acudir a Berl¨ªn, en lugar de Bruselas, para allanar el camino hacia la negociaci¨®n. May trataba de emular a su predecesor, David Cameron, quien en vistas al refer¨¦ndum hab¨ªa arrancado a la canciller Angela Merkel un nuevo traje a medida para Reino Unido en la UE.
En los dos casos, esos contactos no sirvieron de nada. Cameron se dio de bruces contra el resultado de la consulta. Y May solo logr¨® que su viaje fuera visto como un desplante por Bruselas. El largo historial de desacuerdos en el seno de la UE pod¨ªa hacer pensar que las visitas a las capitales pod¨ªan crear grietas entre los Veintisiete. Pero May se encontr¨® con que el Brexit se hab¨ªa convertido en un catalizador para que los socios por fin cerraran filas en torno a la figura del negociador de la UE, el franc¨¦s Michel Barnier.
La petici¨®n formal de retirada
La carta formal de solicitud para dejar la UE lleg¨® a Bruselas a las 13.29 del 29 de marzo de 2017. En el documento, de seis p¨¢ginas, May ped¨ªa dejar el club comunitario y exig¨ªa a la UE el acuerdo comercial m¨¢s ambicioso jam¨¢s firmado con la amenaza velada de que, en caso contrario, reducir¨ªa su colaboraci¨®n en defensa. ¡°La seguridad de Europa es ahora m¨¢s fr¨¢gil que nunca desde el final de la Guerra Fr¨ªa¡±, advert¨ªa.
Sin embargo, el Consejo Europeo fren¨® esas pretensiones. En una decisi¨®n sin precedentes por la unanimidad con la que se decidi¨®, los l¨ªderes fijaron las l¨ªneas rojas de la negociaci¨®n de Barnier: los derechos de ciudadan¨ªa, la factura que deb¨ªa abonar el Reino Unido y la salvaguarda para evitar una frontera dura en la isla de Irlanda. "Es la primera y ¨²ltima vez que hemos sido capaces de concluir en cuatro minutos", ironizaba Juncker. Tambi¨¦n quedaba claro que la relaci¨®n futura (es decir, cualquier acuerdo comercial) se alcanzar¨ªa solo despu¨¦s de sellar un tratado de retirada.
Antes de empezar las negociaciones, los Veintisiete exhib¨ªan unidad. En el otro lado, en cambio, el liderazgo de May hab¨ªa quedado debilitado tras su apuesta fallida de convocar elecciones. La primera ministra fracas¨® en su intento de lograr una posici¨®n m¨¢s c¨®moda para encarar las discusiones con la UE y perdi¨® la mayor¨ªa absoluta en el Parlamento brit¨¢nico. Y tuvo que regresar a Bruselas tras una campa?a en la que carg¨® contra la UE, a quien acus¨® de querer ¡°influir¡± con ¡°amenazas¡± en los comicios.
El portazo al ¡®plan Chequers¡¯
Las negociaciones fueron un calvario para May, pero para tambi¨¦n para los Veintisiete, que se fijaron oto?o de 2018 como fecha tope para alcanzar un acuerdo con vistas a que este luego deb¨ªa ser ratificado por el Parlamento brit¨¢nico. Y a finales de verano, todav¨ªa no hab¨ªa visos de ning¨²n pacto. Ya contrarreloj, May se descolg¨® con una nueva propuesta para la salida, conocido como el plan Chequers, con el que pretend¨ªa reservar al Reino Unido ciertos privilegios en la libre circulaci¨®n de mercanc¨ªas y un veto de facto en la futura legislaci¨®n europea, en especial en los asuntos financieros.
Con ese plan bajo el brazo y, de nuevo, tras prodigar cr¨ªticas a la UE, se sent¨® con los Veintisiete en Salzburgo en octubre. Los jefes de Estado y de gobierno apenas le dieron siete minutos para exponer sus intenciones antes de dar portazo a ese borrador para las negociaciones. May volvi¨® a Londres con las manos vac¨ªas y en medio de duros titulares que hablaban sin ambages de "humillaci¨®n".
La firma del acuerdo
Sin embargo, lo que se antojaba imposible, al final sucedi¨®. Cuando parec¨ªa que la UE y el Reino Unido iban a despe?arse por el no deal, a finales de noviembre lograron firmar un tratado de retirada dentro de los l¨ªmites fijados por Bruselas acompa?¨¢ndolo de una declaraci¨®n pol¨ªtica que perfilaba la futura relaci¨®n con Londres. La firma no estuvo exenta de sobresaltos: Espa?a amenaz¨® con vetar ese documento si no aclaraba que la aplicaci¨®n en Gibraltar de esa relaci¨®n futura tiene que negociarse de forma bilateral entre Madrid y Londres. Tras salvar ese escollo, la UE advirti¨® de que ese pacto era ¡°el ¨²nico posible¡± y May garantiz¨® que la C¨¢mara de los Comunes lo ratificar¨ªa. Pero eso nunca se produjo.
La ex primera ministra empez¨® entonces otro tortuoso camino en Londres, donde tuvo que afrontar una oleada de dimisiones en su Gobierno y ver c¨®mo el Parlamento rechazaba el acuerdo rubricado con los Veintisiete. La primera ministra acudi¨® a Bruselas en varias ocasiones para pedir m¨¢s garant¨ªas, concesiones y compromisos. Pero cada votaci¨®n en Londres solo aportaba m¨¢s confusi¨®n en Bruselas sobre lo que iba a pasar en el Reino Unido. ¡°Si comparo el Reino Unido con una esfinge, la esfinge me parece un libro abierto¡±, sostuvo Juncker.
Un debate ¡®nebuloso¡¯
La tensi¨®n en Londres era tal que cualquier palabra fuera de contexto era apreciada como una ofensa. May lleg¨® a pedir explicaciones a Juncker al inicio de una cumbre en diciembre por algo que no hab¨ªa dicho. ¡°?Qu¨¦ me has llamado? Me has llamado nebulosa. Lo has hecho. Nebulosa¡±, le espet¨® May ante la incredulidad del jefe del Ejecutivo comunitario, quien en realidad hab¨ªa dicho que el debate en Reino Unido a veces era ¡°nebuloso¡± e ¡°impreciso¡±.
A pocos d¨ªas de que venciera el plazo del 29 de marzo, en Bruselas ya cund¨ªa la certeza de que May no ser¨ªa capaz de sacar adelante el acuerdo y que lo mejor ser¨ªa un relevo de la l¨ªder del Gobierno brit¨¢nico. La primera ministra segu¨ªa sosteniendo en el Consejo que solo necesitaba tiempo y pidi¨® una primera pr¨®rroga para pactar una salida con los laboristas. La calma con la que inici¨® conversaciones desesper¨® a la diplomacia de las principales capitales, que se abrochaba los cinturones para un Brexit a las bravas.
May convoca elecciones a la Euroc¨¢mara
La petici¨®n de una segunda pr¨®rroga cre¨® por primera vez diferencias entre los l¨ªderes del bloque comunitario y, en concreto, agriet¨® el eje francoalem¨¢n. Alemania, Holanda o Portugal eran partidarios de la propuesta del presidente del Consejo, Donald Tusk, de dar a May el tiempo necesario para cerrar un acuerdo. Francia, Espa?a e Irlanda plantearon que se deb¨ªa pasar p¨¢gina lo antes posible. Pero la amenaza de que un Brexit a las bravas pudiera acentuar la desaceleraci¨®n econ¨®mica hizo que el presidente franc¨¦s, Emmanuel Macron, se quedara solo en sus planteamientos.
Tras conseguir la nueva pr¨®rroga, que expira el 31 de octubre, May expres¨® que su intenci¨®n era no tener que convocar elecciones al Parlamento Europeo. Pero de nuevo err¨®. La primera ministra dejar¨¢ a su sucesor en herencia un acuerdo de retirada que Bruselas avisa de que no puede reabrirse bajo ning¨²n concepto. Y el legado para la UE es el arranque de un nuevo ciclo pol¨ªtico incierto y con 73 diputados brit¨¢nicos sentados en la Euroc¨¢mara.
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