Carnaval en el basti¨®n rebelde de Nicaragua
En Masaya reciben a los l¨ªderes estudiantiles de las protestas como h¨¦roes y al son de marimbas
Masaya, la ciudad rebelde de Nicaragua, el basti¨®n opositor que el a?o pasado sufri¨® la peor parte de la represi¨®n de las fuerzas irregulares del r¨¦gimen de Daniel Ortega, celebraba este martes la liberaci¨®n de los presos pol¨ªticos como si se tratara de un carnaval. Hasta la imagen de San Jer¨®nimo, el fiestero santo de la localidad, sali¨® cargado para bailar al son de chicheros ¡ªun grupo con instrumentos de viento que en Nicaragua se usan para amenizar una fiesta o acompa?ar un sepelio¡ª entre decenas de personas que se abrazaban y lloraban. En la casa de Yubrank Suazo, estudiante de Psicolog¨ªa de 28 a?os, se hab¨ªan reunido unas 200 personas para recibirlo como un h¨¦roe. ¡°?Bienvenido, Yubrank!¡±, le gritaban. ¡°?Viva Nicaragua libre!¡± El joven se uni¨® al jolgorio y bail¨® al son que marcaban los m¨²sicos.
¡°Estoy feliz y agradecido con mi pueblo, que me ha mostrado su cari?o y solidaridad¡±, dijo a EL PA?S el joven. ¡°Daniel Ortega tiene terror porque sabe que nosotros no le tenemos miedo a su r¨¦gimen. Vamos a continuar luchando en la calle, haciendo valer el derecho que tenemos de protestar, que est¨¢ en la Constituci¨®n¡±. Suazo relat¨® el horror que vivi¨® en la presi¨®n La Modelo, localizada a las afueras de Managua. Dijo que estaba atado de pies y manos y golpeado por los guardas. Tambi¨¦n le echaron gas pimienta en los ojos y m¨¢s tarde lo aislaron en una celda de seguridad conocida como El Infiernillo?por los detenidos. Estuvo tres meses. A esa celda tambi¨¦n fue trasladado el periodista Miguel Mora, liberado el martes. Con la bandera de Nicaragua al hombro, vestido con un pantal¨®n corto y una camiseta, Suazo bailaba al son de la m¨²sica nicarag¨¹ense.
Durante el momento m¨¢s ¨¢lgido de las protestas contra Ortega que iniciaron en abril de 2018, los masayas convirtieron su ciudad ¡ªcapital del folclore de Nicaragua¡ª en el principal centro de resistencia. Se levantaron m¨¢s de 200 barricadas para protegerla del asedio de las fuerzas oficiales y sus habitantes se organizaron para abastecer de alimentos y medicinas a los j¨®venes que las proteg¨ªan, armados tan solo con bombas artesanales. Hasta las parroquias se unieron a la rebeld¨ªa y entre ellas la de San Miguel Arc¨¢ngel, administrada por el p¨¢rroco Edwin Rom¨¢n, donde fueron atendidos los heridos por la represi¨®n. Rom¨¢n es uno de los h¨¦roes de Masaya, un hombre que arriesg¨® su vida para interceder y liberar a detenidos en las manifestaciones y exigir paz en medio de las balas. Fue en su peque?a iglesia donde falleci¨® un chico de apenas 15 a?os, asesinado por las fuerzas policiales. Es una de las 325 v¨ªctimas mortales que dej¨® la brutal represi¨®n desatada por Daniel Ortega.
Masaya cay¨® a mediados de junio, cuando el mandatario nicarag¨¹ense lanz¨® la llamada Operaci¨®n Limpieza, movilizaci¨®n de centenares de hombres cargando armamento de guerra, que dejaron una estela de muerte en el pa¨ªs. Hubo decenas de fallecidos en la ciudad, miles de sus vecinos huyeron al exilio y los l¨ªderes estudiantiles, como Yubrank Suazo, fueron encarcelados. Al r¨¦gimen le pesaba que esta ciudad se declarara independiente. Era un desaf¨ªo que Ortega no pod¨ªa permitir. Desde entonces la llamada Ciudad de las Flores perdi¨® su brillo y su alegr¨ªa. Los chicheros eran contratados solo para acompa?ar los entierros y las marimbas, instrumento de percusi¨®n t¨ªpico de la localidad, callaron. Hasta el martes, cuando la liberaci¨®n de los detenidos fue celebrada como un carnaval.
Hasta aqu¨ª se traslad¨® Vilma N¨²?ez, defensora de derechos humanos en Nicaragua, presidenta del Cenidh, organismo al que Ortega retir¨® su personalidad jur¨ªdica en diciembre. Emocionada, N¨²?ez dijo que lleg¨® hasta Masaya para constatar la condici¨®n de los presos liberados. ¡°Es un momento emocionalmente fuerte¡±, asegur¨®. ¡°Considero que este es el inicio del fin de la dictadura, de la impunidad que la ha caracterizado¡±. La mujer, de paso pausado por su edad (81 a?os) y condici¨®n f¨ªsica, se un¨ªa al jolgorio, la fiesta por tanto tiempo esperada en una ciudad agotada por la muerte y la violencia. Masaya, la rebelde, volv¨ªa a bailar al son de sus chicheros.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.