Violencia y terror
Saber que el Estado no tiene idea de c¨®mo cuidar a su poblaci¨®n es, me parece, aterrorizante
Hace pocas semanas se present¨® el informe Violencia y terror. Hallazgos sobre fosas clandestinas en M¨¦xico 2006-2017, elaborado por el Programa de Derechos Humanos de la Universidad Iberoamericana, la Comisi¨®n Mexicana para la Defensa y Promoci¨®n de los Derechos Humanos y Art¨ªculo 19 (Oficina de M¨¦xico y Centroam¨¦rica). El informe muestra una terrible cara de la realidad mexicana. Por una parte, que a partir del 2006 el macabro recurso de las fosas comunes se ha incrementado; por otra, que pese a ello siguen siendo muy bajas las capacidades estatales no ya para detenerlo, sino m¨¢s b¨¢sicamente, para comprenderlo y registrarlo. Sin embargo, el informe no enfatiza la primera y b¨¢sica incapacidad de prevenci¨®n y control de la delincuencia p¨²blica y privada que opera con la muerte y enterramiento clandestino de las personas. Hace algo mucho m¨¢s serio: muestra la incapacidad mantenida y constante para identificar fosas y registrar a sus ocupantes. Una cosa es prevenir y detener delitos y otra, m¨¢s all¨¢ de lo remedial, saber de sus magnitudes y efectos. La identificaci¨®n de fallas e inoperancias en este segundo plano se evidencian en el informe. Finalmente, que los tres niveles de Gobierno han sido un dechado de incompetencias.
Si el Estado es un conjunto de personas dotadas de recursos para cumplir ciertas tareas mediante la prescripci¨®n de funciones jur¨ªdicamente reguladas, ?por qu¨¦ no es capaz de hacer aquello que a s¨ª mismo se asigna? El Estado, es f¨¢cilmente reconocible, tiene que actuar respecto de actividades externas a ¨¦l. Por ejemplo, enfrentar organizaciones criminales que buscan alcanzar objetivos distintos a los que han quedado definidos en su orden jur¨ªdico. Robar, secuestrar o blanquear dinero, es contrario a las normas jur¨ªdicas. Su realizaci¨®n, por decirlo as¨ª, es llevada a cabo contra el Estado. ?ste, por medio de sus ¨®rganos, enfrentar¨¢ a sujetos que de muchas maneras y con recursos propios, buscan salirse con la suya. El retraso en la actuaci¨®n, la calidad de la respuesta o la profundidad de los resultados, puede ser comprensible dadas las condiciones de lucha entre los bandos en pugna. Sin embargo, y de manera diferente, est¨¢n las situaciones en las que las tareas a realizar no se dan en condiciones de disputa en tanto que deben realizarse al interior del Estado mismo. En donde pesar, medir, identificar o registrar, es propio. En donde el resultado depende de la manera de identificar bien lo que quiere resolverse, crear las normas jur¨ªdicas que lo posibiliten, determinar los procesos a realizar, crear los ¨®rganos correspondientes, nombrar a las personas adecuadas, capacitarlas para el encargo, generar los registros necesarios y supervisar constantemente el funcionamiento de todo el mecanismo, siempre a partir de la dotaci¨®n de recursos adecuados y constantes.
El informe en comentario es importante porque, si bien no enfrenta de manera particular cada una de las etapas organizacionales que acabo de mencionar, termina mostrando que una o muchas de ellas no est¨¢n satisfechas. Comenzando por lo b¨¢sico, que no hay m¨¦todos de hallazgo de fosas ni menos, claro est¨¢, de registro de ellas. Que, tampoco, hay m¨¦todos de identificaci¨®n, registro o dep¨®sito de los cuerpos o los elementos corporales que en ellas se encuentren. Que, por ello, hay significativas incongruencias num¨¦ricas de fosas, personas o restos entre diferentes instituciones y, lo que es m¨¢s alarmante, entre los datos que una misma de ellas proporciona en el tiempo.
Desconozco las razones que sus autores tuvieron al elegir el t¨ªtulo del informe. Para m¨ª, la palabra violencia claramente proviene de las acciones que para matar e inhumar clandestinamente llevan a cabo agentes del Estado y particulares. M¨¢s significativamente, la palabra terror la asign¨® al hecho de saber que las autoridades p¨²blicas federales y locales, ni comprenden lo que de esa manera tienen enfrente, ni saben c¨®mo conceptualizarlo ni, menos a¨²n, enfrentarlo. Saber que el Estado no tiene idea de c¨®mo cuidar a su poblaci¨®n es, me parece, aterrorizante. Tanto por lo que ya se vive, como por las formas que en el futuro podr¨ªan buscarse para dejar atr¨¢s tan angustiante situaci¨®n. Esas formas que apelan a ejercer la violencia desde la pol¨ªtica para lo que, suponen, corregir¨¢ lo que se mira como desorden, cuando no como caos.
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