Bajo la playa, los adoquines
Un an¨¢lisis de la actualidad internacional a trav¨¦s de art¨ªculos publicados en medios globales seleccionados y comentados por la revista CTXT
Hace poco m¨¢s de un a?o este diario recordaba c¨®mo ¡°en 1992 la burbujeante Expo de Sevilla encarg¨® a Rogelio L¨®pez Cuenca un proyecto de arte p¨²blico al que este respondi¨® con una serie de se?ales destinadas al recinto de la Cartuja. Una de ellas daba la vuelta al exitoso lema sesentayochista y rezaba: ¡°Bajo la playa est¨¢n los adoquines¡±. El proyecto fue censurado y las se?ales terminaron en el Reina Sof¨ªa¡±. El lema del 68 puede, en verdad, invertirse, pero su inversi¨®n puede, a su vez, invertirse, y el significado de dicha inversi¨®n no es el original, sino otro, y todo depende un poco de la perspectiva y del contexto.
En un inusual verano, tambi¨¦n informativamente hablando, el cambio clim¨¢tico ha ocupado no pocos titulares y pol¨¦micas. ¡°La naci¨®n est¨¢ arruinada, pero las monta?as y los r¨ªos permanecen¡±, escribi¨® en el a?o 755 el conocido poeta chino Du Fu. Quiz¨¢ no nos quede ni una cosa ni la otra. Tambi¨¦n alguien comentaba, medio en broma, que debido a la subida de los mares quiz¨¢ fuera m¨¢s pertinente invertir el lema del 68. Muy comentado ha sido estos d¨ªas el informe del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Clim¨¢tico y sus recomendaciones enfocadas a reducir las desigualdades, aumentar los salarios, garantizar la seguridad alimentaria, reducir el desperdicio de alimentos y una dieta m¨¢s equilibrada en algunas regiones del mundo. Pocas veces los medios suelen poner el foco en los dos primeros puntos ¨Clos salarios y las desigualdades¨C como lo hizo The Independent en un reportaje desde Irak que desvela lo que muchos sospech¨¢bamos: que en la crisis clim¨¢tica tambi¨¦n hay clases y que la diferencia entre poder permitirse aire acondicionado o no podr¨¢ demostrarse crucial en la esperanza de vida de muchos.
Una ceguera, la de clase, que Alex Struwe achaca desde el Jungle World al movimiento Juventud por el clima, m¨¢s conocido por su nombre ingl¨¦s de Fridays for Future (FfF). Aunque muchos ven en ¨¦ste ¡°un nuevo sujeto revolucionario¡±, Struwe no encuentra en ¨¦l pr¨¢cticamente ¡°ning¨²n potencial¡±, sirviendo de poco m¨¢s que de ¡°diana para el odio¡± de la ultraderecha y ¡°china en el zapato¡± del capital, pero al fin y al cabo ¡°parte de la sociedad burguesa¡±. La toma de conciencia pol¨ªtica de la ¡®generaci¨®n Z¡¯ se convierte de este modo, en ¡°una pantalla de proyecci¨®n¡± del centro-izquierda liberal y buena parte de la izquierda, incluyendo ¡°la visi¨®n rom¨¢ntica de que estos estudiantes j¨®venes e ingenuos todav¨ªa est¨¢n en la posici¨®n de representar una posici¨®n radical s¨®lo porque no est¨¢n completamente integrados en las relaciones sociales¡± (lo que vendr¨ªa a ser el mismo error que muchos analistas cometieron con el movimiento estudiantil del 68). Para el autor, ¡°estas fantas¨ªas conducen a solidarizarse con las justas preocupaciones de los j¨®venes, al menos ret¨®ricamente y sin tener que emprender acciones en consecuencia.¡± El problema de la delgada base te¨®rica del movimiento, sobre todo en sus aspectos sociales, se traduce en ¡°la inocuidad de los activistas y el cinismo de sus cr¨ªticos¡±. Struwe defiende que en vez de responder a las acusaciones de los c¨ªnicos, los cr¨ªticos de FfF deber¨ªan concentrarse en el exiguo an¨¢lisis social que hace este movimiento.
Bajo la playa, los adoquines
El oto?o se espera caliente, y no s¨®lo por el cambio clim¨¢tico. Pr¨¢cticamente desde la playa, desde la tabla de mezclas del club Papeete Beach, y, como recordaba Politico, sin tomarse vacaciones, Matteo Salvini dio la semana pasada por rota la coalici¨®n giallo-verde con el Movimiento 5 Estrellas (M5S) ¨C¡°el fin de una ilusi¨®n que no pod¨ªa durar¡±, seg¨²n el editorial del Corriere della Sera ¨C y present¨® una moci¨®n de censura contra el primer ministro, Giuseppe Conte, abocando el pa¨ªs a unas elecciones anticipadas en las que, de acuerdo a las encuestas, la Liga se impondr¨ªa con facilidad con un 35% de los votos e incluso m¨¢s. S¨®lo una maniobra del Partido Dem¨®crata y el M5S en el Senado ha alejado, de momento, la posibilidad.
¡°En 500 d¨ªas Matteo Salvini ha matado al Movimiento 5 Estrellas y ahora apunta a tomar todo el pa¨ªs¡±, consigna el semanario L¡¯Espresso. En su editorial, Matteo Damilano sostiene que el gobierno giallo-verde ¡°en s¨®lo 18 meses ha cambiado en profundidad la pol¨ªtica, la cultura y las instituciones, se ha especializado en un equilibrio ya agrietado hace tiempo y ahora el Quirinal est¨¢ llamado a gestionar un momento complicad¨ªsimo¡±. La posibilidad de un gobierno de mayor¨ªa legista tambi¨¦n inquieta en Bruselas: las elecciones se celebrar¨ªan en octubre, con la deuda p¨²blica subiendo y la econom¨ªa bajando. ¡°Europa tiene que resignarse: Italia ha alzado la cabeza y quiere decidir libremente su futuro, ya no estamos en los a?os treinta, en nuestro pa¨ªs no est¨¢ Hitler en el horizonte y qui¨¦n gobierna Italia lo decidir¨¢n los italianos¡±, tremolaba un desafiante Salvini desde las redes sociales, donde se encuentra en su salsa.
¡°Es una muestra de la impotencia de la izquierda que su principal esperanza de detener a Matteo Salvini descanse en alg¨²n tipo de ¡®arreglo¡¯ institucional para
prevenir unas elecciones anticipadas¡±, como, por ejemplo, mediante un gobierno tecn¨®crata creado por el presidente Sergio Matarella, lamentaba David Broder en un art¨ªculo para Jacobin. El texto, titulado significativamente Los esc¨¢ndalos no pueden detener a Salvini, hace hincapi¨¦ en c¨®mo esta estrategia fallida ¡°de quienes parecen pensar que el problema es su ¡®vulgaridad¡¯¡±, no hace sino ¡°confirmar el mensaje de Salvini a los italianos de que es un ¡®tipo como ellos¡¯¡±. Una de las bazas de la Liga ¡ªy uno de los motivos que explica su crecimiento¡ª, seg¨²n este autor, es que ¡°las fuerzas que van desde el liberalismo a la extrema izquierda ofrecen muy poco a la hora de movilizar a los desempleados, a los trabajadores precarios y a los j¨®venes.¡±
Bajo los adoquines, la playa
Pero antes del terremoto Salvini se esperan otros se¨ªsmos pol¨ªticos en Europa. El 1 de septiembre se celebran elecciones en los Estados federados de Brandeburgo y Sajonia, y m¨¢s tarde, el 27 de octubre, tambi¨¦n en Turingia. Se espera que Alternativa para Alemania (AfD) obtenga importantes avances electorales en estos tres Estados germano-orientales: el partido ser¨ªa primera fuerza en Brandeburgo y Sajonia, con un 21% y un 26% respectivamente, y segunda en Turingia, con un 24%, solo un punto por detr¨¢s de La Izquierda. Seg¨²n el ¨²ltimo sondeo de Politikbarometer, hasta un 45% de los encuestados se opone a la pol¨ªtica de establecer un cord¨®n sanitario en torno a la formaci¨®n de ultraderecha. Hasta un 53% de los alemanes est¨¢ insatisfecho con el nivel de la democracia, seg¨²n un estudio de la Fundaci¨®n Friedrich Ebert de cuyos resultados se hac¨ªa eco el martes el diario Die Zeit. El enfriamiento de la econom¨ªa alemana a?ade inquietud a este cuadro, y el ministro de Econom¨ªa, Peter Altmaier, habl¨® en declaraciones recogidas por los medios p¨²blicos de una ¡°se?al de advertencia¡± y de la necesidad de ¡°una pol¨ªtica de crecimiento inteligente que asegure los puestos de trabajo¡±. El Instituto de Macroeconom¨ªa e Investigaci¨®n econ¨®mica de la Fundaci¨®n Hans-B?ckler ha elevado el riesgo de recesi¨®n en Alemania a un 43%, seis puntos de diferencia con respecto a julio.
Un rumor sordo recorre los corredores del poder en Berl¨ªn. ?Podr¨ªan los conservadores verse tentados a romper el tab¨² y pactar con AfD para descabalgar a La Izquierda y los socialdem¨®cratas? Desde las p¨¢ginas de Telepolis, Florian R?tzer aventura la posibilidad de que sea una coalici¨®n entre los conservadores de la CDU y Los Verdes la que cierre el paso a AfD a nivel federal. ?Pero a qu¨¦ coste para la formaci¨®n ecologista? No se trata, todo hay que decirlo, de la ¨²nica combinaci¨®n posible: en una entrevista con la edici¨®n digital del semanario Der Spiegel, uno de los arquitectos del tripartito entre socialdem¨®cratas, verdes y poscomunistas que gobierna en Turingia, Benjamin-Immanuel Hoff, se muestra partidario de extender el modelo al resto del pa¨ªs. Este tipo de coalici¨®n roja-rojiverde ya gobierna en Turingia, Berl¨ªn y Bremen, y podr¨ªa hacerlo tras las pr¨®ximas elecciones en Brandeburgo. Y, a juicio de Hoff, ¨¦se podr¨ªa ser a medio plazo el caso de Renania del Norte-Westfalia, lo que supondr¨ªa un reto ¡°porque se plantear¨ªa entonces la pregunta de c¨®mo se gobierna un Estado federado de 18 millones de personas, qu¨¦ relaci¨®n se mantiene con las empresas de armamento o con los consorcios de radiotelevisi¨®n que tienen su sede all¨ª¡±.
Al sur de Alemania las encuestas benefician al excanciller Sebastian Kurz en las pr¨®ximas elecciones generales del 29 de septiembre. Como recoge Merkur, el Partido Popular Austr¨ªaco (?VP) podr¨ªa llegar a obtener un 36% de los votos, por delante de los socialdem¨®cratas del SP? (22%), el Partido de la Libertad de Austria (20%), Los Verdes (12%) y los liberales de NEOS (7%). La iron¨ªa de esta historia es que, ante la falta de alternativas, el ?VP podr¨ªa terminar pactando otra vez con el FP?. El presidente de este partido, el excandidato a la presidencia Norbert Hofer, ya se ha pronunciado a favor de repetir la coalici¨®n en una entrevista con la agencia APA. El medio ?sterreich 24 recuerda que los conservadores de Kurz esperan rebasar el 40% y que los liberales suban para prescindir del FP?, que se ha visto salpicado por un nuevo esc¨¢ndalo de corrupci¨®n, en el que, como explica Der Standard, empresas del sector del ocio habr¨ªan ofrecido que el pol¨ªtico de la formaci¨®n Peter Sidlo entrase en la junta del consorcio Casino Austria ¡ªa pesar de no tener cualificaciones para ello¡ª a cambio de que la formaci¨®n, entre otras medidas, concediese licencias de juego y juego online a la empresa Novomatic o relajase la normativa para la instalaci¨®n de m¨¢quinas tragaperras en la capital.
Mientras, en el Reino Unido el flamante premier brit¨¢nico Boris Johnson sigue desvelando sus planes para el nuevo Singapur en el T¨¢mesis: 20.000 nuevas plazas de agentes de polic¨ªa, 10.000 nuevas plazas de prisiones. Medidas, seg¨²n el ex primer ministro Gordon Brown en The Guardian, que no ¡°pueden ocultar un gobierno guiado no por el inter¨¦s nacional, sino por una ideolog¨ªa nacionalista populista y destructiva¡± que est¨¢ alimentando las tensiones con los irlandeses ¡ªcoincidiendo, como recuerda Patrick Cockburn, con el 50? aniversario de la batalla del Bogside¡ª, los escoceses e incluso los galeses. La diputada laborista Laura Pidcock ofrece en la revista Tribune un perfil de Boris Johnson ¨Cde quien critica su imagen cuidadosamente ¡°dise?ada para camuflar su verdadera agenda con la imagen de un exc¨¦ntrico torpe, imperfecto, pero en ¨²ltima instancia honesto y que habla de t¨² a t¨²¡±¡ª y sugiere a los laboristas c¨®mo imponerse a los conservadores desenmascarando su programa real o desafiando los valores neoliberales que lo impulsan, entre otros. Pidcock remite a la campa?a ¡°insurgente¡± que llev¨® a Jeremy Corbyn a liderar el partido como un ejemplo de que ese objetivo no es imposible.
Bajo la playa, los adoquines
El pr¨®ximo 30 de noviembre se celebrar¨¢ el vig¨¦simo aniversario de ¡®la batalla de Seattle¡¯, el enfrentamiento entre miles de manifestantes antiglobalizaci¨®n y la polic¨ªa que proteg¨ªa la cumbre de la Organizaci¨®n Mundial del Comercio. The Observer aprovecha la proximidad de la efem¨¦ride para recapitular el impacto de No Logo, el libro que lanz¨® a la periodista canadiense Naomi Klein a la fama. El libro se convirti¨® en un best-seller, fue traducido a m¨¢s de 30 idiomas y se convirti¨® en una referencia para toda una generaci¨®n de activistas. ¡°Lo que me llama la atenci¨®n releyendo el libro¡±, escribe Dan Hancox, ¡°no es que Klein se equivocase en su diagn¨®stico, sino que los cambios que documentaba entonces son hoy mucho peor de lo que podr¨ªa haber llegado a predecir¡±. El autor de la rese?a ofrece, en di¨¢logo con la propia autora de No Logo, varios ejemplos de c¨®mo las grandes corporaciones han ido colonizando cada vez m¨¢s espacios de nuestra cultura y nuestras mediatizadas vidas. ¡°La idea del libro, y del movimiento por la justicia global en general¡±, concluye el autor, ¡°no era la de tomar decisiones de consumo de buen tono, sino comprender c¨®mo las corporaciones modelan nuestras vidas y cultura y utilizan ese conocimiento para intentar, al menos, impedir que su influencia escape a todo control¡±. ¡°Los retos son mayores ahora de lo que lo eran en los noventa y esta vez, gracias a libros como No Logo, no podemos decir que no estuvi¨¦ramos avisados¡±, comenta Hancox.
En otro orden de cosas, el periodista australiano John Pilger pidi¨® desde su cuenta de Twitter que no se olvide a Julian Assange. ¡°Lo vi en la prisi¨®n de Belmarsh y su salud se ha deteriorado¡±. ¡°Tratado peor que un asesino¡±, el fundador de WikiLeaks se encuentra ¡°aislado¡± y se le ¡°deniegan las herramientas para luchar contra los cargos fabricados para una extradici¨®n a EE UU.¡± La madre de Assange ha llegado a denunciar que su hijo est¨¢ siendo ¡°asesinado lentamente¡± debido al trato que recibe en prisi¨®n. El mismo olvido al que se enfrenta otro asociado de Assange, el inform¨¢tico Ola Bini, detenido por el gobierno de Len¨ªn Moreno en Ecuador, donde se le acusa de atacar los sistemas inform¨¢ticos del pa¨ªs. ¡°El caso de Ola Bini es un ejemplo de la persecuci¨®n que est¨¢ sufriendo Julian Assange. Lamentablemente lo que nosotros estamos viendo es un rezago de esa persecuci¨®n. En ese af¨¢n de perseguir a Assange, l¨®gicamente est¨¢n violando los derechos y garant¨ªas de todas las personas que tuvieron contacto con ¨¦l¡±, afirm¨® su abogado, Carlos Soria, en una entrevista en exclusiva para Sputnik. ¡°Es imposible corregir los abusos a menos que sepamos qu¨¦ ocurre¡±, alert¨® Assange en el Oslo Forum Freedom de 2010. Ahora el fundador de WikiLeaks se ha convertido en v¨ªctima de eso mismo: el silencio medi¨¢tico y sus c¨®mplices.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.