Refugiado en una iglesia alemana para no volver a Espa?a
El sirio Mheddin Saho, ciego, pelea por evitar la deportaci¨®n desde Alemania, donde tiene un primo y le ha acogido una familia


Mejor vivir escondido que volver a Espa?a. Mheddin Saho prefiere quedarse encerrado entre estas cuatro paredes, antes que poner el pie en la calle y arriesgarse a que le deporten a Espa?a, desde donde lleg¨® a Alemania. Una carta oficial le inform¨® de que a partir de las tres de la madrugada de este jueves vendr¨ªa la polic¨ªa a buscarle. Una peque?a comunidad religiosa de Baviera se ha movilizado y le han encerrado en esta iglesia evang¨¦lica, donde saben que estar¨¢, de momento, a salvo.
¡°Desde que me dijeron que me iban a deportar a Espa?a tengo mucho miedo. ?Qu¨¦ me espera all¨ª? All¨ª no tengo apoyos, no hablo el idioma¡±, explica el sirio Saho, ciego de nacimiento, en su escondite de Rottenburg an der Laaber, en Baviera. La polic¨ªa sabe que est¨¢ aqu¨ª, pero no puede entrar en virtud de un acuerdo t¨¢cito con las iglesias. A cambio, ¨¦l tampoco puede salir. ¡°Si salgo, me arriesgo a que me detengan. Me siento como un pez en una pecera. La polic¨ªa es como un gato. Saben que estoy aqu¨ª, pero no me pueden coger¡±.
Saho quiere quedarse en Alemania. Aqu¨ª vive su primo, tiene una familia que le acoge y una universidad en la que completar sus estudios. En Espa?a, no tiene nada, salvo un conocido y una breve estancia antes de llegar a Alemania, que se ha convertido ahora en su mayor pesadilla y que seg¨²n el Reglamento de Dubl¨ªn, obliga a Espa?a a tramitar su solicitud de asilo.
Tiene 25 a?os y se especializ¨® en Turqu¨ªa en did¨¢ctica del ingl¨¦s. Lleva meses dando tumbos desde que el pasado enero lleg¨® a Alemania y al solicitar asilo le dijeron que deb¨ªa volver a Espa?a. Su caso, aunque tal vez m¨¢s extremo, es solo es uno m¨¢s e ilustra las contradicciones de un sistema, que a menudo obliga a refugiados a abandonar un pa¨ªs en el que se han integrado despu¨¦s de meses e incluso a?os, para empezar de cero en el pa¨ªs de la Uni¨®n por el que entraron.
El Reglamento de Dubl¨ªn es blanco de duras cr¨ªticas, por parte de miembros de la UE que, sin embargo, son incapaces de ponerse de acuerdo en alumbrar un sistema que lo reemplace. ¡°Me pregunto c¨®mo un acuerdo tan fallido pudo llegar a firmarse¡±, dijo recientemente en una entrevista con este diario la nueva presidenta de la Comisi¨®n Europea, Ursula Von der Leyen.
Una se?ora del pueblo entra en la sede de la comunidad evang¨¦lica libre de Rottenburg an der Laaber y abraza al refugiado. Trae trozos de tarta para tomar con el caf¨¦. En la salita est¨¢n tambi¨¦n Gisela y Gerhard Zierer, la pareja que acogi¨® a Saho en su casa a principios de julio. Tres de sus cuatro hijos ya son mayores y se han ido de casa y explican que tienen espacio suficiente para acoger al que ahora consideran su ¡°quinto hijo¡±.
El primo de Saho vive tambi¨¦n aqu¨ª desde 2015. Trabaja arreglando cajas registradoras de grandes supermercados y a menudo tiene que dormir fuera de casa. Por eso, cuando el c¨ªrculo de voluntarios local, en el que participan los Zierer, se enter¨® del caso, ofrecieron su casa, para que no pasara las noches solo.
Como en muchas otras localidades de Baviera, con la llegada de refugiados a partir de 2014, se crearon grupos de voluntarios que hacen de traductores y en general apoyan en la integraci¨®n a los reci¨¦n llegados. En Rottenburg, una ciudad de 9.000 habitantes hay cerca de 30 voluntarios y unos 80 refugiados.
Pero la armon¨ªa de la acogida b¨¢vara se quebr¨® el 22 de julio pasado, cuando la polic¨ªa llam¨® al timbre de la casa de los Zierer con una orden de deportaci¨®n en la mano y se lo llevaron al aeropuerto de M¨²nich. ¡°Me subieron las escaleras del avi¨®n como a un animal y me cachearon. Cuando eres ciego y te tocan y no sabes qui¨¦n ni para qu¨¦, te asustas mucho¡±. El piloto acab¨® neg¨¢ndose a despegar ante los gritos de Saho, que acab¨® en un centro de detenci¨®n del que sali¨® gracias a gestiones de la iglesia al m¨¢s alto nivel.
¡°El sistema de Dubl¨ªn no deber¨ªa aplicarse a personas con discapacidad. Para nosotros, todo es m¨¢s dif¨ªcil¡±, defiende Saho, que dice que cuando le encerraron en un centro para deportarle y le quitaron el m¨®vil se aterroriz¨®. Esta semana lleg¨® la orden de deportaci¨®n en firme, y Saho se encerr¨® en iglesia.
Empezar de nuevo
Stephan Reichel, presidente de Matteo, una organizaci¨®n que apoya a los refugiados en las iglesias, cree que ¡°aqu¨ª est¨¢ seguro. He coordinado cientos de asilos en la iglesia y nunca ha entrado la polic¨ªa¡±. Explica Reichel que el plan es esperar hasta el 27 de septiembre, cuando expiren los seis meses que marca Dubl¨ªn para que Espa?a quede en principio exenta de readmitirle. ¡°Ya es duro venir aqu¨ª como refugiado para que encima, tengas que empezar de nuevo en otro pa¨ªs. ?Cu¨¢ndo se aplica el art¨ªculo 17 si no es en un caso como este?¡±, se pregunta Reichel.
Se refiere al que establece que un Estado puede decidir hacerse cargo de la persona, aunque en principio competa a otro pa¨ªs. Espa?a tambi¨¦n podr¨ªa pedir a Alemania que se hiciera cargo del caso por motivos humanitarios o de reunificaci¨®n familiar.
En el tribunal administrativo de Regensburg explican a este diario, que no han considerado aplicable esa excepci¨®n, pese a haber certificado la ceguera del demandante y la existencia de un primo en Alemania. ¡°En Espa?a no hay deficiencias sist¨¦micas en el sistema de asilo que supongan un riesgo de que el solicitante vaya a ser sometido a un trato inhumano o degradante¡±, aseguran en la orden emitida el pasado marzo. No hablar espa?ol tampoco es para el juez motivo que justifique un cambio de criterio.
En Turqu¨ªa, Saho acab¨® su carrera de profesor de ingl¨¦s. Pero con el fin de los estudios, lleg¨® tambi¨¦n el fin del visado de estudiante. ¡°Ten¨ªa que decidir si volver a Siria o a Europa y opt¨¦ por venir a Alemania, donde vive mi primo¡±. En Siria, Saho hab¨ªa apoyado a la oposici¨®n en Idlib, donde contin¨²a la ofensiva del Ej¨¦rcito de Bachar el Assad. ¡°Ser¨ªa una locura volver y menos siendo ciego¡±, dice Saho.
Aqu¨ª en Alemania, asegura que la Universidad de M¨²nich se ha interesado por su propuesta para desarrollar m¨¦todos para ense?ar ingl¨¦s a personas con discapacidad visual. El problema, es que la pescadilla no deja de morderse la cola. Para formalizar la matr¨ªcula de septiembre, necesita los papeles de refugiado, que en principio debe tramitar Espa?a.
Preguntado el Ministerio de Interior alem¨¢n, explican que no pueden ofrecer informaci¨®n de casos individuales debido a las leyes de protecci¨®n datos. S¨ª aportan datos de las personas devueltas por Alemania. El a?o pasado, un total de 577 fueron transferidas desde Alemania a Espa?a en aplicaci¨®n de Dubl¨ªn, seg¨²n detalla un portavoz de Interior.
En agosto de 2018, Espa?a y Alemania firmaron adem¨¢s un acuerdo bilateral para acelerar la devoluci¨®n de demandantes de asilo interceptados en la frontera germano-austriaca, con el objetivo de poner fin a lo que en la jerga comunitaria se llama ¡°migraci¨®n secundaria¡±, es decir, los demandantes de asilo que entran por un pa¨ªs y acaban viviendo en otro. En un a?o, apenas dos personas han sido devueltas a Espa?a por esa v¨ªa, seg¨²n la cifra de Interior alem¨¢n.
No queda ni rastro de tarta de chocolate en los platos y los visitantes se despiden. Saho se quedar¨¢ en su guarida. Antes de salir, Reichel apunta a la puerta de entrada, desde la que se puede ver la calle a trav¨¦s de un cristal. ¡°Recuerda, la puerta siempre cerrada, pero no te preocupes, aqu¨ª no van a entrar¡±.??
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma

Archivado En
- Angela Merkel
- Crisis refugiados Europa
- Crisis migratoria
- Crisis humanitaria
- Refugiados
- Problemas demogr¨¢ficos
- Inmigraci¨®n irregular
- Pol¨ªtica migratoria
- V¨ªctimas guerra
- Cat¨¢strofes
- Fronteras
- Pol¨ªtica exterior
- Migraci¨®n
- Uni¨®n Europea
- Desastres
- Sucesos
- Organizaciones internacionales
- Europa
- Demograf¨ªa
- Relaciones exteriores
- Sociedad
- Conflictos