¡°Est¨¢ en juego el futuro de Polonia como pa¨ªs y miembro de la UE¡±
Aleksandra Maria Dulkiewicz, alcaldesa de Gdansk, Princesa de Asturias de la Concordia, promueve en su ciudad un modelo europe¨ªsta y tolerante
La solidaridad y la integraci¨®n tambi¨¦n traen votos. Y ganan elecciones. Aleksandra Maria Dulkiewicz, la alcaldesa de la ciudad polaca de Gdansk, est¨¢ empe?ada en demostrarlo: su modelo de urbe acogedora, donde cualquiera es bienvenido, recibi¨® el 82% de apoyos en los ¨²ltimos comicios municipales. Y, adem¨¢s, el Premio Princesa de Asturias de la Concordia, que recoge ma?ana viernes en Oviedo, en nombre de Gdansk. Mientras su pa¨ªs vuelve a entregarse al extremismo de Ley y Justicia (PiS), ella cultiva un oasis a orillas del B¨¢ltico. Frente al partido ultraconservador y xen¨®fobo que volvi¨® a ganar ¡ªcon mayor¨ªa absoluta en la C¨¢mara baja¡ª las elecciones en Polonia el pasado domingo, Dulkiewicz insiste en hablar de democracia e inclusi¨®n. Si el Ejecutivo reh¨²ye la diversidad, Gdansk pretende abrazarla.?
As¨ª que la alcaldesa (Gdansk, 40 a?os) se muestra cr¨ªtica con su Gobierno, en una entrevista con EL PA?S: ¡°Me opongo sobre todo a su desprecio de los valores que fundamentan la UE¡±. Se refiere a las reformas de Varsovia para reducir la independencia del poder judicial o limitar la libertad de prensa, entre otras. Aunque Dulkiewicz tambi¨¦n trata de mirar hacia la esperanza: ¡°No estoy sola. Hay muchos alcaldes, pol¨ªticos o l¨ªderes de ONG que comparten lo mismo. Es importante que ahora estamos m¨¢s unidos¡±. En eso, su ciudad es maestra: la historia ha ense?ado a Gdansk ¡ªD¨¢nzig en alem¨¢n¡ª a caer y levantarse. Aqu¨ª empez¨® la invasi¨®n nazi que dio comienzo a la Segunda Guerra Mundial; las protestas del sindicato Solidaridad en sus astilleros encendieron la resistencia polaca en los setenta. E incluso hoy la ciudad se rebela: ante el aluvi¨®n extremista de su pa¨ªs, ofrece un paraguas de inclusi¨®n a refugiados o colectivos LGTB.
Lo que explica en parte el triunfo electoral de Dulkiewicz, primera mujer al frente de la ciudad. Aunque, como ella matiza, hay una raz¨®n m¨¢s poderosa: los comicios se celebraron de forma adelantada, en un clima conmocionado por el asesinato en enero de Pawel Adamowicz, alcalde durante dos d¨¦cadas, apu?alado en un acto de beneficencia por un exconvicto de 27 a?os, que afirm¨® buscar venganza. ¡°Fueron unas elecciones muy dif¨ªciles. Las principales fuerzas pol¨ªticas no presentaron candidatos alternativos, una situaci¨®n que nunca se hab¨ªa dado en la historia de Polonia. A la vez, ese apoyo significa para m¨ª un gran compromiso, para no defraudar a los ciudadanos¡±, asegura la regidora. De alguna forma, cree que en los comicios los ciudadanos buscaron abrazarse frente al duelo. Aunque el voto tambi¨¦n le pide reafirmar y reforzar el legado de paz social y conciliaci¨®n que Adamowicz puso en marcha.
¡°Hemos decidido sacar conclusiones de esta tr¨¢gica muerte. Puede ser algo que nos una. La solidaridad para nosotros no es solo historia, hay que buscarla en nuestra vida diaria. Hace tres a?os empezamos el primer modelo de integraci¨®n de migrantes en Polonia. El a?o pasado, lanzamos un plan por la igualdad. Se trata de decidir qu¨¦ tipo de ciudad queremos ser: libre, abierta y amigable para todos¡±, defiende Dulkiewicz. Hoy en d¨ªa Gdansk, principal puerto y sexta ciudad de Polonia, con unos 460.000 habitantes, presume de ser casa y cobijo para cualquiera. En un pa¨ªs que en 2015 cerr¨® las puertas en la cara a refugiados e inmigrantes, Gdansk cuenta con unos 22.000 residentes extranjeros: sobre todo, rusos, chechenos o ucranios en busca de asilo, pero tambi¨¦n unos cuantos huidos de Siria o Ruanda. La propia alcaldesa, en todo caso, reconoce: ¡°Es pronto para decir si nuestro modelo es exitoso. De momento recibimos una mayor¨ªa de migrantes de zonas cercanas y contextos parecidos¡±.
¡°El lenguaje del odio en el debate pol¨ªtico en Polonia es muy fuerte, se ve a diario. Se intenta meter miedo a la poblaci¨®n ante los diferentes, los otros¡±, insiste Dulkiewicz. El l¨ªder de Ley y Justicia, Jaroslaw Aleksander Kaczynski, critica duramente el feminismo, dijo que el pa¨ªs ¡°debe resistir al teatro ambulante de las marchas del orgullo¡± y uno de cada cuatro ciudadanos se muestra preocupado por la ideolog¨ªa LGTB. Tanto que la flamante Nobel de Literatura polaca, Olga Tokarczuk, advirti¨® la semana pasada que en las elecciones se escog¨ªa ¡°entre la democracia y el autoritarismo¡±.
¡°Estoy de acuerdo¡±, tercia Dulkiewicz. ¡°Est¨¢ en juego el futuro de Polonia como pa¨ªs y miembro de la UE. No se puede buscar solo el beneficio econ¨®mico de la pertenencia a Europa¡±, agrega. ?No le parece que su discurso y el del Gobierno son exactamente opuestos? ¡°S¨ª, es cierto. Todo el mundo sabe que el Ejecutivo tiene posturas r¨ªgidas, contrarias a la de mi ciudad, respecto al Estado de derecho o la solidaridad¡±. Pese a ello, el apoyo al PiS siempre se mantuvo en torno al 40% durante su gobierno, ayudado por el crecimiento econ¨®mico del pa¨ªs, por un subsidio a las familias de 100 euros por cada hijo hasta los 18 a?os, y por un discurso lleno de enemigos: los jueces, la prensa, la casta, los extranjeros, Europa.
M¨²sica para muchos o¨ªdos, aunque no para los de Gdansk. ¡°Hicimos una encuesta recientemente sobre la identidad: los ciudadanos tienen una de las tasas de europe¨ªsmo m¨¢s altas del pa¨ªs, se sienten muy vinculados a ser polacos, europeos y de su ciudad, pese a que la mitad no ha nacido all¨ª. La gente se implica en formar parte de la sociedad civil¡±, sostiene Dulkiewicz. Tanto que, el domingo, la ciudad registr¨® la mayor tasa de afluencia a las urnas de su historia: 72,5%. Ahora, una vez m¨¢s, se prepara para la resistencia.
?Consejos de convinvencia para Catalu?a?
La alcaldesa de la ciudad Princesa de Asturias de la Concordia llega a Espa?a en un momento en que la cuesti¨®n catalana vuelve a arder, junto con las calles de Barcelona. ?Qu¨¦ opini¨®n le merece? ?No tendr¨¢ alguna sugerencia para la convivencia? ¡°La situaci¨®n en Catalu?a es muy interesante: me lleva a preguntarme por la mejor manera de convivir en Europa decenas de a?os despu¨¦s de la Segunda Guerra Mundial. ?Subrayar las diferencias es bueno? Hay ejemplos de naciones donde la mezcla de or¨ªgenes y religiones diferentes ha podido convivir, como Polonia o en su momento Yugoslavia. Pero requiere sabidur¨ªa por parte de los lideres, y eso hoy en d¨ªa falta en muchos sitios¡±.
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