Mauricio Macri y Alberto Fern¨¢ndez se disputan la presidencia argentina en pleno derrumbe econ¨®mico
Los sondeos anticipan un regreso del peronismo despu¨¦s de cuatro a?os
Argentina se enfrenta a la hora de la verdad. Casi 34 millones de ciudadanos acuden este domingo a votar conscientes de que el pa¨ªs est¨¢ dividido y de que, gane quien gane, la situaci¨®n de la econom¨ªa roza la cat¨¢strofe. Alberto Fern¨¢ndez, el candidato peronista, conf¨ªa en lograr m¨¢s del 45% de las papeletas y hacer innecesaria una segunda vuelta. Mauricio Macri, el presidente saliente, cree en un milagro. ?l mismo utiliza la palabra ¡°milagro¡±, lo que da una idea de sus opciones. Pero hasta el cierre de las urnas todo es posible.
Durante la campa?a electoral se ha registrado un fen¨®meno interesante. Macri, casi desahuciado tras las primarias de agosto (en las que Fern¨¢ndez le venci¨® por casi 17 puntos, 49,5% frente a 33%), logr¨® generar un creciente entusiasmo entre sus partidarios. El presidente que en la noche del 11 de agosto y al d¨ªa siguiente, abrumado por la derrota, ofreci¨® dos conferencias de prensa casi delirantes, llenas de incoherencias y de rencor hacia los electores, recibi¨® dos semanas m¨¢s tarde una inesperada inyecci¨®n de ¨¢nimo: una manifestaci¨®n espont¨¢nea, convocada desde Madrid por el cineasta Juan Jos¨¦ Campanella y el actor Luis Brandoni, llen¨® la Plaza de Mayo de seguidores entusiastas.
Todo cambi¨® a partir de entonces. Macri, el hombre que nunca quiso rodearse de multitudes, empez¨® a buscarlas. Y las encontr¨®. Su campa?a desde entonces se bas¨® en recorrer el pa¨ªs junto a grandes marchas populares, al grito de ¡°S¨ª, se puede¡±.
Mientras Macri convocaba actos de masas al m¨¢s puro estilo peronista, su gran rival, Alberto Fern¨¢ndez, empez¨® a funcionar como si hubiera sido elegido ya presidente. Pas¨® m¨¢s tiempo en su despacho, perfilando su futuro gabinete y su programa de Gobierno, que celebrando m¨ªtines. Para algunos pec¨® de exceso de confianza. Ten¨ªa motivos para sentirse confiado: no solo por la victoria de agosto, sino porque los sondeos le auguran para este domingo una victoria a¨²n m¨¢s amplia, con casi 20 puntos de ventaja. Esos mismos sondeos, sin embargo, predec¨ªan para las primarias un empate t¨¦cnico. Nadie se f¨ªa mucho de ellos.
Otra de las paradojas de la campa?a fue que los dos mayores candidatos dedicaron m¨¢s esfuerzo a ocultar que a prometer. Primero, porque cualquier promesa realista deb¨ªa parecerse a aquella de Winston Churchill: ¡°sangre, sudor y l¨¢grimas¡±. Segundo, porque los dos cargaban con un factor que les perjudicaba.
Macri estaba obligado a encubrir, hasta donde le fuera posible, su calamitosa gesti¨®n econ¨®mica. Argentina lleva a?o y medio en recesi¨®n, la inflaci¨®n interanual alcanza el 58% (con una subida del 300% en los cuatro a?os de mandato), el peso sufre una ca¨ªda libre (un d¨®lar costaba 13 pesos cuando Macri asumi¨® el cargo; ahora est¨¢ en 65, seg¨²n el cambio oficial, y en m¨¢s de 80 en el mercado negro), la deuda p¨²blica no puede ser pagada y la pobreza, que afecta a casi el 35% de la poblaci¨®n, ha aumentado hasta su nivel m¨¢s alto desde el colapso financiero de 2002. Como por ese lado no pod¨ªa presumir, el presidente trat¨® de realzar su respeto hacia las instituciones, la transparencia de su Gobierno y las numerosas obras p¨²blicas realizadas sin los sobornos que caracterizaron al kirchnerismo.
Alberto Fern¨¢ndez, a su vez, se ha visto obligado a esconder a su compa?era de candidatura, la expresidenta Cristina Fern¨¢ndez de Kirchner. La ahora aspirante a vicepresidenta apenas ha participado en la campa?a. En parte, porque viaja frecuentemente a Cuba, donde su hija Florencia se trata un linfedema y un cuadro depresivo. En parte, porque es consciente de que suscita un rechazo visceral en un amplio segmento de la poblaci¨®n que no perdona su autoritarismo y los casos de corrupci¨®n que patrocin¨® (y de los que supuestamente se benefici¨®) durante sus dos mandatos.
Un pa¨ªs dividido
No son pocos los que creen, sinceramente, que Cristina Fern¨¢ndez se deshar¨¢ de alg¨²n modo de Alberto Fern¨¢ndez y volver¨¢ a ocupar la Casa Rosada. Los adeptos a la teor¨ªa de que quien manda en realidad es ella creyeron ver confirmados sus temores por una an¨¦cdota: cuando los dos viajaron a Mar del Plata para el acto de cierre de campa?a, Alberto le cedi¨® a Cristina la suite presidencial en el hotel.
La sociedad argentina sufre una divisi¨®n profunda. No importa que Alberto Fern¨¢ndez, un pragm¨¢tico de tendencias centristas, haya asegurado una y otra vez que con ¨¦l no volver¨¢ el kirchnerismo. No importa que durante los ¨²ltimos dos meses el Gobierno de Macri se haya visto obligado a adoptar medidas t¨ªpicamente kirchneristas (restricciones cambiarias, congelaci¨®n de precios), como admiti¨® esta semana el ministro de Producci¨®n y Trabajo, Dante Sica. Las dos Argentinas se miran con desconfianza mutua y sienten p¨¢nico ante la posibilidad de que ganen ¡°los otros¡±.
La polarizaci¨®n ha relegado a un papel muy secundario a los dem¨¢s candidatos. El viejo economista Alberto Lavagna, el neoliberal Jos¨¦ Luis Espert, el izquierdista Nicol¨¢s del Ca?o y el exmilitar de ultraderecha Juan Jos¨¦ G¨®mez Centuri¨®n carecen de posibilidades. Solo alcanzar¨ªan una cierta relevancia si Macri forzara una segunda vuelta y tuvieran que recomendar el voto para uno u otro de los dos grandes candidatos.
El Gobierno estudia endurecer los controles de divisas para sostener el peso
Tras la victoria peronista en las primarias de agosto, el cuadro macroecon¨®mico argentino, ya muy maltrecho, salt¨® por los aires. El peso y las Bolsas se hundieron y la inflaci¨®n se dispar¨® de nuevo. Nadie descarta que ocurra algo parecido si Alberto Fern¨¢ndez alcanza la presidencia. En cualquier caso, algo parece seguro: el lunes se endurecer¨¢n los controles sobre el cambio de divisas, en un esfuerzo por contener la fuga de los ahorradores hacia el d¨®lar y la continua depreciaci¨®n del peso.
El Banco Central ya no puede seguir batallando en los mercados. El viernes perdi¨® otros 1.755 millones de d¨®lares en reservas, dedicados a comprar pesos y a distribuir billetes verdes entre los bancos para permitir que los impositores retiraran sus fondos en divisa estadounidense. Desde el 1 de septiembre, los ciudadanos argentinos han tenido un l¨ªmite de cambio de 10.000 d¨®lares mensuales por persona. Esa limitaci¨®n se ha vulnerado con frecuencia: los m¨¢s acaudalados utilizan a terceros para ampliar su cuota.
Ante la continua sangr¨ªa de reservas, el Banco Central piensa adoptar medidas m¨¢s dr¨¢sticas. El m¨¢ximo cambiable se reducir¨¢ a 2.000, o quiz¨¢ 1.000, d¨®lares mensuales, y se intentar¨¢ establecer mecanismos que impidan la adquisici¨®n indirecta de d¨®lares a trav¨¦s de operaciones de compraventa de bonos. Alberto Fern¨¢ndez ha prometido que si es presidente respetar¨¢ los dep¨®sitos en d¨®lares y ha descartado por completo una repetici¨®n del devastador corralito de 2001, pero nadie se f¨ªa de nadie.
Esa no es la peor noticia que espera a los argentinos. Lo m¨¢s duro ocurrir¨¢ a partir del 14 de noviembre, cuando se descongelen los precios de los combustibles. Para evitar hacer campa?a en una situaci¨®n econ¨®mica ca¨®tica, Macri decret¨® que las estaciones de servicio mantuvieran durante tres meses los precios vigentes el 9 de agosto y que el mercado mayorista de combustibles, dolarizado, funcionara con una divisa estadounidense artificialmente cotizada a 50 pesos. La actualizaci¨®n de precios supondr¨¢ una subida s¨²bita que, seg¨²n los especialistas del sector, alcanzar¨¢ al menos el 30%
Luego, en diciembre, expirar¨¢ el programa Productos esenciales que el Gobierno de Macri lanz¨® en mayo para mantener estables durante seis meses los precios de 64 alimentos b¨¢sicos. Si el nuevo presidente no consigue alcanzar un nuevo acuerdo de control de determinados precios con los productores y los distribuidores, el coste de la cesta de la compra experimentar¨¢ un tir¨®n.
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