Las revueltas del pan toman L¨ªbano
Las manifestaciones rebrotan con fuerza y registran su primer muerto, mientras la crisis sanitaria precipita el colapso para hundirse en la econ¨®mica
¡°Mi hermano ha muerto a los 26 a?os por defender pac¨ªficamente sus derechos¡±, cuenta Fatima Fouad, conocida activista libanesa y hermana de Fawaz Fouad, quien falleci¨® en la ma?ana del martes tras recibir un disparo de bala la noche anterior durante una protesta en la norte?a ciudad de Tr¨ªpoli. El cuerpo fue recibido como ¡°m¨¢rtir de la revoluci¨®n¡± a su paso por la plaza Al Nur, epicentro de las protestas. La muerte del joven, la primera de un manifestante por fuego de las fuerzas del orden, ha desatado la violencia en las calles de la segunda urbe y lumpen del pa¨ªs.
¡°Se est¨¢ normalizando el uso de la violencia conforme los pol¨ªticos viven en la negaci¨®n absoluta y su oligopolio roba a los pobres para d¨¢rselo al 1% de los ricos¡±, acota la joven. Fawaz deja a una ni?a de cuatro meses hu¨¦rfana a la que ya ten¨ªa dificultades para mantener tras cerrar su taller de motos por la crisis. ¡°No recibi¨® ayuda alguna¡±, denuncia su hermana. Una realidad que asola a muchos otros conciudadanos. Tras un mes de pausa forzada por las medidas de confinamiento, los manifestantes retornaron a las calles el pasado d¨ªa 20, seis meses despu¨¦s del estallido las primeras protestas. Lo han hecho con m¨¢s hambre y menos paciencia con sus dirigentes que hace unos meses para centrar sus ataques contra el Banco Central y el resto de entidades financieras privadas del pa¨ªs.
Tambi¨¦n han pasado de las piedras a los c¨®cteles molotov con los que j¨®venes encapuchados han incendiado varias sucursales bancarias en Tr¨ªpoli y, de paso, calcinado un par de veh¨ªculos policiales. Frente a ellos se desplegaba este martes el Ej¨¦rcito liban¨¦s quien tambi¨¦n ha aumentado la represi¨®n. En una de las muchas batallas callejeras que se libran estos d¨ªas, una fila de soldados abr¨ªa fuego contra un grupo de unos 200 chavales con balas de goma y botes de gas hasta que recurrieron al fuego real con r¨¢fagas al aire. Los j¨®venes sal¨ªan despavoridos por el ensordecedor estruendo de disparos. Medio centenar de heridos acabaron siendo atendidos ¡ªcinco de ellos hospitalizados¡ª por los param¨¦dicos de la Cruz Roja libanesa que pululaban entre nubes de gas. Uno de ellos se afanaba en vendar la pierna de un soldado al otro lado de la avenida convertida en frente de batalla.
Varios uniformados aporreaban y pateaban a otro joven detenido antes de que un oficial les ordenara parar y comportarse como soldados. Aplaudidos como s¨ªmbolo de unidad nacional hasta ahora en las manifestaciones, han pasado a cargar con rabia contra los manifestantes, como se vio el martes en el repunte m¨¢s grave de violencia que ha vivido el pa¨ªs en los ¨²ltimos tres meses. ¡°En esta ciudad han ca¨ªdo muchos m¨¢s soldados que en el resto de L¨ªbano en las diferentes y numerosas batallas que ha habido. No lo olvidan¡±, intentaba justificar durante el revuelo un agente armado y vestido de civil. Algunos de los j¨®venes aprovechaban el caos para ensa?arse con una helader¨ªa.
¡°Solo queremos pan, es muy simple, pero nos lo han robado todo¡±, gritaba uno de esos j¨®venes con las manos repletas de piedras y el rostro cubierto por una mascarilla que le sirve para protegerse de tanto la covid-19 como del gas. Mientras se enjuagaba la cara con el agua de una manguera, algo mareado explicaba por tanto ajetreo y con el est¨®mago vac¨ªo desde el amanecer por la celebraci¨®n del Ramad¨¢n, mes de ayuno musulm¨¢n, uno de los m¨¢s austeros que vive el pa¨ªs. La libra libanesa lleva dos semanas en ca¨ªda libre y los precios se han disparado un 55%, seg¨²n datos del Ministerio de Econom¨ªa, empujando a casi la mitad de los 4,5 millones de ciudadanos bajo el umbral de la pobreza. ¡°Tr¨ªpoli ha sido hist¨®ricamente marginalizada pol¨ªtica y econ¨®micamente, de ah¨ª que la pobreza afecte al 60% de sus habitantes¡±, valora en conversaci¨®n telef¨®nica Adib Nehme, experto en desarrollo y pobreza.
Debacle econ¨®mica
Raz¨®n por la que el resto de ciudades del pa¨ªs miran hoy hacia Tr¨ªpoli y no a Beirut como nueva punta de lanza de las protestas transformadas en una revuelta del pan. Conforme el Gobierno anuncia un plan en cinco fases para salir del confinamiento y canta victoria frente a la amenaza sanitaria (con 721 casos y 24 muertes por la covid-19, oficialmente), el pa¨ªs se hunde en la crisis econ¨®mica. Las eficaces medidas de prevenci¨®n contra la pandemia han asestado parad¨®jicamente la estocada final al bolsillo de sus habitantes y acelerado los despidos en masa. L¨ªbano acumula una de las deudas p¨²blicas m¨¢s altas del mundo (equivalente a unos 76.000 millones de euros, el 150% del PIB) y ha declarado el primer impago de deuda de su historia.
Los bancos cerraron sus puertas hace ya un mes y no todos los cajeros tienen billetes. De ah¨ª la inquina ciudadana contra sus instalaciones. La libra libanesa se cambiaba este fin de semana a 4.300 unidades por d¨®lar en las casas de cambio frente a las 1.507 que mantiene el Banco Central desde hace tres d¨¦cadas. ¡°En los supermercados ya no se molestan ni en etiquetar los productos por lo vol¨¢tiles que son los precios¡±, explica Sami, un comerciante de Tr¨ªpoli. Sin reservas de divisas y con el desplome de la moneda nacional, los precios m¨¢s que se duplican en un pa¨ªs que importa el 80% de todo lo que consume.
Al atardecer suena la llamada al Iftar, ruptura diaria del ayuno, y varias personas comienzan a distribuir cenas calientes entre las familias m¨¢s pobres. Los activistas han creado toda una red de apoyo civil para los hogares que han perdido sus ingresos y colman el vac¨ªo que dejan los partidos tradicionales sin fondos para cooptar a sus bases sociales. El miedo a una espiral de violencia conforme se extienda la pobreza es algo general. En este empobrecido y conservador basti¨®n sun¨ª, otros temen que tal y como ocurri¨® en esta misma ciudad en 2014 el Estado Isl¨¢mico (ISIS, por sus siglas en ingl¨¦s) venga a reclutar a j¨®venes en este pozo de desesperanza.
El silencio en las calles apenas dura una hora hasta que los j¨®venes, ya con el est¨®mago lleno, se lanzan de nuevo a otra batalla campal que durar¨¢ un d¨ªa m¨¢s hasta bien entrada la madrugada.
Las luchas de poder tras la quema de bancos
El director del Banco Central, Riad Salam¨¦, se ha convertido en diana favorita de los insultos de los manifestantes. La indignaci¨®n creci¨® ayer en las redes cuando algunos activistas filtraron un inusual ajetreo de jets privados despegando desde el aeropuerto de Beirut, te¨®ricamente clausurado por la pandemia hasta nuevo aviso. ¡°Los banqueros huyen y se llevan nuestro dinero¡±, denunciaban en los grupos de WhatsApp.
En L¨ªbano la mayor parte de accionistas de la banca son simult¨¢neamente diputados o ministros que, al igual que Salam¨¦, llevan d¨¦cadas en sus puestos, tres en su caso. De ah¨ª que mantenga estrechos lazos con la mayor¨ªa de los l¨ªderes pol¨ªticos, de todas las confesiones religiosas. Incluido el ex primer ministro Saad Hariri, depuesto en octubre por las protestas.
Precisamente esta semana, su sucesor, Hasan Diab, se ha lanzado en los medios a una guerra dial¨¦ctica contra el poderoso banquero, atrayendo los ataques de sus aliados e incluso el reproche de Par¨ªs. Diab advirti¨® este martes contra aquellos que intentan ¡°aprovecharse pol¨ªticamente de las protestas para servir sus ambiciones pol¨ªticas y personales en base a sus intereses y c¨¢lculos¡±. Un mensaje que muchos interpretan que va dirigido a su antecesor, quien no descarta reocupar el cargo.
Basti¨®n sun¨ª, Tr¨ªpoli se antoja una pieza clave para todo candidato que quiera optar al cargo de primer ministro, que seg¨²n el acuerdo que rige el pa¨ªs ha de ser sun¨ª. La quema de bancos esconde, seg¨²n varios pol¨ªticos consultados, dos renovadas guerras de poder: entre los dos bloques pol¨ªticos por el Gobierno, por un lado, y entre Diab y Hariri dentro del propio campo sun¨ª, por otro.
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