El espectro del brote xen¨®fobo despu¨¦s del v¨ªrico aparece en L¨ªbano
El contagio de un grupo de banglades¨ªes en el pa¨ªs mediterr¨¢neo expone otra vertiente potencialmente peligrosa de la pandemia
¡°?No tenemos el virus, son los banglades¨ªes!¡±, protesta exasperado un trabajador sirio desde la puerta de un inmueble precintado y rodeado por una veintena de polic¨ªas. ¡°!M¨¦tete para dentro!¡±, le ordena el oficial a cargo. Los 350 inmigrantes sirios -la mitad de ellos menores- que habitan este inmueble del popular barrio Raas en Nabaa de Beirut est¨¢n confinados junto con los 181 varones banglades¨ªes que habitan el edificio colindante y donde esta semana se han registrado 38 positivos por covid-19, trasladados al Hospital Rafic Hariri, cuenta este jueves Hasan Jafar, trabajador de una ONG local. ¡°Hasta ahora ning¨²n sirio ha dado positivo, pero viven hacinados, con hasta 10 durmiendo en un mismo cuarto¡±, agrega.
Se trata de los primeros casos entre la comunidad de inmigrantes en L¨ªbano, que asciende a 250.000 personas en un pa¨ªs con 4,5 millones de libaneses, seg¨²n los datos oficiales. A pesar de que el pa¨ªs ha registrado un n¨²mero moderado de casos (1.024 positivos y 26 fallecidos), el repunte en las cifras ha llevado al Gobierno a adelantar el toque de queda a las siete de la tarde e incluso imponer la pasada semana cuatro d¨ªas de encierro a sus ciudadanos. Sorprendentemente, tampoco se ha notificado ning¨²n caso entre los 1,5 millones de refugiados sirios en L¨ªbano, una quinta parte de ellos hacinados en campos.
Un p¨¢lido joven de nombre Benzi asegura desde una de las ventanas que la Media Luna Roja y las mezquitas del barrio les llevan comida a diario. Todos los banglades¨ªes confinados son empleados de la empresa Ramco, contratados para la limpieza de empresas, calles y casas. ¡°Uno de ellos se desmay¨® ah¨ª en la acera y se lo llev¨® una ambulancia¡±, cuenta se?alando al asfalto Fatiha, dependienta en la tienda de comestibles situada frente a la vivienda.
Precisamente este martes tuvo lugar una ins¨®lita manifestaci¨®n en la que un centenar de banglades¨ªes protestaron a las puertas de la sede de Ramco, ahogados por la grave crisis econ¨®mica que azota el pa¨ªs y que ha hundido la libra libanesa. Protesta que se engloba en un movimiento de contestaci¨®n nacional que estall¨® el pasado octubre en el que los libaneses exigen la ca¨ªda en bloque de toda la ¨¦lite pol¨ªtico-econ¨®mica. En la actualidad se cuentan cinco tipos de cambio en L¨ªbano; en el mercado paralelo los escasos d¨®lares que se encuentran se compran por 4.000 libras (2,4 euros), mientras que el Banco Central ha mantenido la paridad fija de 1.500 libras (0,9 euros) impuesta tres d¨¦cadas atr¨¢s.
¡°Gan¨¢bamos 400 d¨®lares mensuales, pero a falta de d¨®lares nos han empezado a pagar en libras con la paridad oficial¡±, prosigue Benzi, cuyos c¨¢lculos le dejan con 127 euros de salario para malvivir en el pa¨ªs y enviar remesas a su familia en Banglad¨¦s. El deterioro econ¨®mico ha llevado a una metamorfosis de la llamada zaura (revoluci¨®n, en ¨¢rabe) a unas revueltas del pan en las que se lanzaron el mes pasado c¨®cteles molotov contra bancos.
¡°Hemos pillado a un sirio que intentaba escapar y lo hemos entregado a la polic¨ªa¡±, dice con el rostro enrojecido un vecino del barrio de Raas el Nabaa en cuyas calles ha cundido el p¨¢nico al contagio. ¡°Vamos a trasladar a los habitantes del inmueble a otro emplazamiento para una cuarentena¡±, asegura por su parte uno de los militares que custodian sendos edificios. ¡°Nos preocupa que en L¨ªbano la doble crisis sanitaria y econ¨®mica alimente el ya patente racismo en el pa¨ªs contra inmigrantes y refugiados¡±, opina un diplom¨¢tico europeo en Beirut.
Solidaridad
La devaluaci¨®n de la lira libanesa ha propulsado en cuesti¨®n de meses a la mitad de la poblaci¨®n de L¨ªbano bajo el umbral de la pobreza. En el escalaf¨®n de la crisis, los refugiados y migrantes han bajado a su vez otro pelda?o. ¡°Cuando se impuso el confinamiento en febrero muchas empleadas del hogar se quedaron sin trabajo y sin dinero ni siquiera para comer¡±, cuenta en conversaci¨®n telef¨®nica la filipina Meriam Prado, quien tambi¨¦n perdi¨® su empleo. De los 250.000 trabajadores migrantes en el pa¨ªs, la vasta mayor¨ªa son trabajadoras dom¨¦sticas. Excluidas del c¨®digo laboral liban¨¦s por el art¨ªculo 7, y a falta de regulaci¨®n alguna, estas mujeres quedan sujetas al sistema de kafala (apadrinamiento) y de facto vinculadas legalmente a su patrocinadora libanesa. Los abusos e incluso delitos de las madames quedan legalmente impunes en un pa¨ªs que socialmente les considera las due?as de sus sirvientas.
Fue entonces cuando esta filipina de 38 a?os decidi¨® empezar a recolectar dinero de sus compa?eras para comprar comida y distribuirla entre las m¨¢s necesitadas. As¨ª surgi¨® el proyecto musharaka (cooperativa, en ¨¢rabe), que a d¨ªa de hoy ha recaudado 6.000 euros para distribuir cajas de alimentos a 1.054 trabajadores migrantes, as¨ª como cubrir los gastos m¨¦dicos de otros 11. ¡°Con el encierro, los casos de abuso tambi¨¦n se han disparado¡±, denuncia Prado, quien recibe llamadas de socorro en un grupo que ha creado en Telegram.
A las puertas de una mezquita y a escasos 100 metros de los dos edificios precintados, una turba de gente se abalanza sobre la verja de entrada. Ondean sus documentos de identidad a la espera de recibir un codiciado papelito blanco y vale para comprar comida en los supermercados asignados. Inversamente, otro grupo de personas acuden a hacer donaciones, uno de los pilares del islam en este mes de Ramad¨¢n, ayuno musulm¨¢n. Con la cabeza asomada entre toldos, el confinado Benzi aguarda la llegada de sus paisanos de la empresa Ramco para recolectar la monta?a de basura que empieza a acumularse a la entrada del edificio.
Filipinas atrapadas en el pa¨ªs
¡°Solo en diciembre repatriamos en vuelos gratuitos a 2.000 trabajadoras filipinas desde L¨ªbano¡±, contaba a este diario en Beirut el pasado mes de febrero Edward Chan, c¨®nsul de Filipinas en el pa¨ªs. Una semana m¨¢s tarde, la embajadora Bernardita Catalla, de 62 a?os, falleci¨® por la Covid-19 en la capital libanesa. De las estimadas 29.000 trabajadoras dom¨¦sticas filipinas, miles aguardan la reapertura del aeropuerto para retornar a su pa¨ªs, agrega Chan. Entre ellas 250 que, desprovistas de recurso alguno tras perder sus trabajos en plena crisis econ¨®mica, duermen y comen en las oficinas de la sede diplom¨¢tica, cuenta Meriam Prado. En el consulado de Banglad¨¦s, hay un listado con 7.600 nombres: los que han solicitado subirse al primer vuelo que se flete rumbo a su pa¨ªs. Cerrado desde el pasado 19 de marzo por la pandemia, en el aeropuerto de Beirut solo aterrizan vuelos para repatriar a unos 20.000 libaneses atascados por la pandemia en el mundo, y ¨²nicamente despegan jets privados. Debido a la total desprotecci¨®n legal que sufren estas mujeres y al elevado n¨²mero de abusos registrados, pa¨ªses como Etiop¨ªa, con m¨¢s de 100.000 trabajadoras dom¨¦sticas en L¨ªbano, han emitido una prohibici¨®n de viajar al pa¨ªs.
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