Las protestas por George Floyd empiezan a provocar cambios reales en los departamentos de polic¨ªa
Minneapolis proh¨ªbe las t¨¦cnicas de inmovilizaci¨®n, Los ?ngeles recorta el presupuesto policial y ciudades de todo el pa¨ªs debaten la represi¨®n de las manifestaciones
Cuando el alcalde de Los ?ngeles present¨® el presupuesto para este a?o, la polic¨ªa de la ciudad recibi¨® un aumento en su partida del 7%. Aquello fue en abril. El pasado mi¨¦rcoles, el alcalde anunci¨® una reducci¨®n de al menos 150 millones de d¨®lares (unos 132 millones de euros) en el presupuesto de la polic¨ªa, que en su lugar se destinar¨¢n a programas sociales para la comunidad negra. No ha sido solo un gesto. La ola de indignaci¨®n que recorre Estados Unidos por la muerte de George Floyd a manos de la brutalidad policial en Minneapolis est¨¢ provocando el anuncio de reformas en algunas ciudades impensables hasta hace una semana.
Aumentar el dinero destinado a polic¨ªa a?o a a?o es algo que ni se discute en una gran ciudad. Por ejemplo, en Los ?ngeles, cuyo departamento se convirti¨® en la viva imagen de la brutalidad y el racismo en los a?os ochenta y noventa, ese presupuesto llega a 1.800 millones de d¨®lares anuales (casi 1.600 millones de euros) para 10.000 agentes. En Nueva York, son 5.600 millones de d¨®lares (casi 5.000 millones de euros) para 36.000 agentes. Son departamentos gigantescos a los que es muy delicado pol¨ªticamente tocarles el dinero, y en el plano legal, pr¨¢cticamente inmunes a la justicia. Por eso la cascada de reformas que se est¨¢n anunciando esta semana pueden suponer un antes y un despu¨¦s en la relaci¨®n de los pol¨ªticos y las ciudades de Estados Unidos con sus cuerpos policiales.
La muerte de un detenido parece ser lo ¨²nico que hace revisar la forma en que act¨²a la polic¨ªa en Estados Unidos. Ya sucedi¨® en 2014, cuando se generaliz¨® el uso de c¨¢maras en los uniformes despu¨¦s de la muerte de Michael Brown, en Ferguson. La falta de testimonios concluyentes sobre lo que hab¨ªa pasado impidi¨® procesar a los agentes. Pero lo que est¨¢ sucediendo ahora revela un debate m¨¢s profundo.
En Minneapolis, el centro de las protestas, las autoridades anunciaron el viernes un acuerdo con la polic¨ªa para prohibir el uso de t¨¦cnicas de inmovilizaci¨®n en el cuello, con la rodilla o con el brazo. En Nueva York, la inmovilizaci¨®n por el cuello estaba en teor¨ªa restringida cuando el mundo pudo ver la muerte de Eric Garner, en 2014, grabada en video, despu¨¦s de que dijera una decena de veces que no pod¨ªa respirar. En Los ?ngeles, cortar la circulaci¨®n del cuello con el brazo estaba prohibido desde 1982.
La realidad es que hay una amplia zona gris sobre las t¨¦cnicas de inmovilizaci¨®n. Por ejemplo, est¨¢ vigente una llave del cuello que corta el flujo de sangre de la arteria car¨®tida para inmovilizar a un sospechoso. En respuesta a las protestas, una docena de departamentos de polic¨ªa de California han anunciado que dejar¨¢n de utilizar esta maniobra. El gobernador dijo el viernes que aprobar¨¢ una ley que directamente proh¨ªbe ense?ar esa t¨¦cnica a los agentes. Iniciativas parecidas se han puesto en marcha en Colorado y Wisconsin. En Seattle, la jefa de polic¨ªa anunci¨® que dejar¨ªa de utilizar gas lacrim¨®geno en las manifestaciones durante 30 d¨ªas para revisar sus t¨¢cticas de control de protestas.
Pero hay otro nivel de reforma que no es el puramente operativo y que va a ser m¨¢s dif¨ªcil que una decisi¨®n de un alcalde. La polic¨ªa en Estados Unidos es, en la pr¨¢ctica, inmune a la justicia debido a una doctrina desarrollada a lo largo de a?os y conocida como inmunidad cualificada. El principio b¨¢sico es que un polic¨ªa no ha cometido un delito a no ser que haya un precedente judicial claro con el que compararlo. Ante la ausencia de precedentes, cada vez hay menos condenas, lo que hace que haya a su vez menos precedentes. En ese contexto, el hecho de imputar por asesinato en segundo grado al polic¨ªa que mat¨® a George Floyd y a los cuatro que le ayudaron, es notable. Solo tres polic¨ªas han sido condenados por homicidio entre 2005 y 2019.
Hay otros ejemplos de que eso podr¨ªa cambiar en esta ola de protestas sin precedentes cercanos y que no cede en intensidad despu¨¦s de 10 d¨ªas. En Buffalo, Nueva York, un reportero grab¨® a la polic¨ªa empujando a un se?or de 75 a?os que se acerc¨® a hablar con ellos. El hombre cay¨® hacia atr¨¢s y se abri¨® la cabeza contra el suelo. El video se viraliz¨® el viernes y dos polic¨ªas fueron suspendidos de empleo y sueldo. En respuesta, 57 compa?eros presentaron su dimisi¨®n. Este s¨¢bado, se han presentado cargos por agresi¨®n contra los dos agentes.
En Los ?ngeles, varios videos ponen en cuesti¨®n la actuaci¨®n de la polic¨ªa durante las masivas manifestaciones de estos d¨ªas, algunas de ellas violentas. Son videos en los que los agentes parecen pegar a la gente gratuitamente y sin agresi¨®n previa. El jefe de polic¨ªa, Michel Moore, no ofreci¨® la defensa p¨¦trea de la actuaci¨®n de sus agentes que se habr¨ªa podido esperar de cualquier jefe de polic¨ªa en cualquier otro momento de la historia, y prometi¨® investigar ¡°incidentes aislados¡±. El Departamento public¨® un comunicado en el que animaba a denunciar a cualquier ciudadano que sienta que se han violado sus derechos.
Aunque las reformas operativas son avances, ¡°no se puede reformar la polic¨ªa sin reducir dr¨¢sticamente su tama?o y su poder¡±, dice Aaron Littman, abogado especialista en abusos policiales y profesor de la Universidad de California. La cuesti¨®n, dice Littman, no es solo reformar la manera en que la polic¨ªa interact¨²a con los ciudadanos. ¡°La cuesti¨®n general es que deber¨ªa haber menos interacciones de la polic¨ªa con los ciudadanos, por principio. Entiendo que nos fijemos en los muertos, pero en los videos de las manifestaciones vemos que hay muchas interacciones que provocan mucho da?o y que no son muertes¡±. Para poner en perspectiva d¨®nde estamos en t¨¦rminos de reforma policial, concluye: ¡°Los polic¨ªas que asesinan a alguien a sangre fr¨ªa delante de una c¨¢mara van a ser procesados. Bien, es un paso. Pero no estamos ni cerca del ¨²ltimo paso¡±.
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