El golpe de Estado en Mal¨ª fuerza la salida del presidente despu¨¦s de meses de inestabilidad
¡°No deseo que se derrame m¨¢s sangre por mantenerme en el poder¡±, afirma Ibrahim Boubacar Keita
El presidente de Mal¨ª, Ibrahim Boubacar Keita, se ha visto forzado a dimitir y a disolver el Gobierno y el Parlamento tras haber sido detenido ilegalmente por los militares junto a su primer ministro, Boubou Ciss¨¦, tras el golpe de Estado protagonizado este martes por un grupo de soldados en el pa¨ªs africano. Los dos dirigentes, que se encontraban en el domicilio particular del primero, hab¨ªan sido trasladados a la base militar de Kati, a unos 15 kil¨®metros de Bamako, y permanec¨ªan bajo el control de los amotinados. ¡°No deseo que se derrame m¨¢s sangre por mantenerme en el poder¡±, dijo durante una alocuci¨®n transmitida en ORTM, la televisi¨®n oficial de Mal¨ª. Los militares han prometido una transici¨®n civil.
El alzamiento fue acogido con v¨ªtores por una multitud que se hab¨ªa concentrado en la plaza de la Independencia, epicentro de las protestas que desde hace meses sacuden a Mal¨ª para pedir la dimisi¨®n del presidente, a quien acusaban de incapacidad a la hora de sacar al pa¨ªs de la crisis que atraviesa.
Todo comenz¨® cuando un n¨²mero indeterminado de militares se dirigi¨® por la ma?ana a toda velocidad a la base Sundiata Keita de Kati. Una vez all¨ª varios testigos relatan que se pudieron escuchar disparos. Tras abrir los almacenes, los soldados se hicieron con numeroso armamento y se dirigieron a Bamako, tomando posiciones en los alrededores de lugares estrat¨¦gicos de la capital como el Ministerio de Defensa, la Jefatura de las Fuerzas Armadas o la televisi¨®n p¨²blica ORTM.
Las reacciones no se han hecho esperar. El secretario general de Naciones Unidas, Ant¨®nio Guterres, reclam¨® la liberaci¨®n ¡°inmediata y sin condiciones¡± de Keita y Ciss¨¦ y exigi¨® la vuelta al orden constitucional en Mal¨ª. Este mi¨¦rcoles est¨¢ prevista una reuni¨®n de urgencia del Consejo de Seguridad a petici¨®n de Francia y N¨ªger. La Uni¨®n Africana tambi¨¦n ha reaccionado en la misma l¨ªnea. El presidente de la comisi¨®n de este organismo panafricano, Moussa Faki Mahamat, pidi¨® a los golpistas que renunciaran al uso de la fuerza.
La Comunidad Econ¨®mica de Estados de ?frica Occidental (Cedeao) conden¨® la intentona golpista, pidi¨® a los alzados que regresaran a sus cuarteles y asegur¨® su firme defensa del orden constitucional. De igual modo, el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, conden¨® la asonada con firmeza. ¡°Un golpe de Estado nunca es la soluci¨®n a una crisis, por muy profunda que sea¡±, dijo.
La sublevaci¨®n militar ha generado tambi¨¦n una fuerte ¡°inquietud¡± en Francia, pa¨ªs que lidera con 5.100 militares la Operaci¨®n Barkhane en el Sahel, incluido Mal¨ª, contra el extremismo islamista regional. El presidente, Emmanuel Macron, ¡°sigue atentamente la evoluci¨®n de la situaci¨®n y condena la sublevaci¨®n¡± militar, dijo el El¨ªseo, seg¨²n el cual el jefe del Estado ha hablado este martes con Keita, as¨ª como con el presidente nigeriano, Mahmadou Issoufou; el marfile?o Alassane Ouattara y el senegal¨¦s Macky Sall. El ministro de Exteriores, Jean-Yves Le Drian, ha subrayado por su parte que Francia apoya el llamamiento al mantenimiento del orden constitucional realizado por la Cedeao, informa Silvia Ayuso desde Par¨ªs.
Esta sublevaci¨®n guarda enormes similitudes con el golpe de Estado de 2012 liderado por el capit¨¢n Amadou Haya Sanogo, que acab¨® con el mandato del entonces presidente Amadou Toumani Tour¨¦. Mal¨ª atraviesa un profundo periodo de inestabilidad que se ha visto agravado en las ¨²ltimas semanas. Por un lado, la amenaza yihadista y los conflictos intercomunitarios sacuden ya a dos terceras partes del pa¨ªs que se han convertido en zona roja. En Bamako, un movimiento popular y la oposici¨®n exigen en las calles la dimisi¨®n del presidente Ibrahim Boubacar Keita desde hace meses con manifestaciones que costaron la vida a 14 personas, seg¨²n Naciones Unidas. Y, por ¨²ltimo, un reciente informe de la ONU se?alaba a altos cargos de la Administraci¨®n y del Ej¨¦rcito como responsables de haber obstaculizado la aplicaci¨®n del acuerdo de paz de Argel, apuntando hacia posibles sanciones contra ellos.
Desde la ocupaci¨®n yihadista del norte del pa¨ªs en 2012 Mal¨ª ha estado envuelto en la tormenta. La operaci¨®n militar francesa puesta en marcha al a?o siguiente logr¨® recuperar las principales ciudades del norte, como Gao y Tombuct¨², pero fracas¨® en su empe?o de liquidar a los grupos armados. Los radicales exhibieron una enorme resiliencia, se reorganizaron y hoy golpean con m¨¢s fuerza nunca, ya no solo en Mal¨ª sino que han extendido su radio de acci¨®n a dos pa¨ªses vecinos como Burkina Faso y N¨ªger. Por eso para la Uni¨®n Europea, Mal¨ª es clave a la hora de frenar la expansi¨®n del terrorismo islamista. Una misi¨®n comunitaria integrada por unos 200 militares espa?oles en la actualidad forma desde hace siete a?os al Ej¨¦rcito maliense en t¨¦cnicas antiterroristas en la base de Koulikoro.
Celebraci¨®n en las calles
Cuando los veh¨ªculos con los soldados sublevados en Mal¨ª atravesaban este martes las calles de Bamako, a su paso se escuchaban aplausos y v¨ªtores. Para entender tanta alegr¨ªa ante un golpe de Estado es necesario asomarse a la historia reciente de este pa¨ªs, uno de los m¨¢s pobres del mundo. Keita lleg¨® al poder en 2013 y lo hac¨ªa con la vitola de ser el hombre fuerte a quien no iba a temblar el pulso para enderezar y reunificar un Mal¨ª que empezaba a resquebrajarse. Sin embargo, la decepci¨®n no tardar¨ªa en llegar.
Numerosos esc¨¢ndalos de corrupci¨®n han rodeado a sus Gobiernos al mismo tiempo que a Keita se le iba escapando el control del territorio. Las masacres intercomunitarias, en las que miembros de distintas etnias se mataban entre s¨ª en la regi¨®n de Mopti, empezaron a mostrar la clamorosa ausencia de un Estado en retirada, incapaz de embridar una crisis que superaba ya el aspecto de la seguridad. En los ¨²ltimos a?os la sanidad tocaba fondo y la educaci¨®n rozaba el colapso. La desesperanza se hab¨ªa instalado en los habitantes de Mal¨ª, golpeados por el paro y la pobreza.
El pasado mes de abril, entre el coronavirus y el hast¨ªo, los malienses acudieron de nuevo a las urnas sin ver clara la salida. Pero el poder volvi¨® a hacer trampas. Esta vez los pillaron in fraganti. La c¨®lera gir¨® hacia el Tribunal Constitucional, hacia los diputados, hacia el sistema y, en la punta m¨¢s visible de todo, hacia un presidente incapaz de cumplir con su parte del contrato social: atender las necesidades b¨¢sicas de la poblaci¨®n. Y todo ese hartazgo fue canalizado por un movimiento ciudadano liderado por el imam Mahmud Dicko que puso a¨²n m¨¢s contra las cuerdas a un Keita cada vez m¨¢s acorralado, cada vez m¨¢s solo y cansado. Por eso, frente a la unanimidad de las condenas en el exterior, muchos menos se entristecieron en Mal¨ª con su ca¨ªda.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.