Trump se aferra a las FARC y a Maduro para asegurarse un sector de Florida
Los mensajes del presidente a favor de la derecha colombiana confirman la influencia del ala conservadora del Partido Republicano arraigada en el Estado sure?o
Desde hace tiempo es evidente que la triangulaci¨®n de las relaciones entre Estados Unidos, Colombia y la oposici¨®n de Venezuela, cruza por Florida. Los Gobiernos de Donald Trump e Iv¨¢n Duque han encontrado una sinton¨ªa tanto en su ¡°cerco diplom¨¢tico¡± contra Nicol¨¢s Maduro como en su apoyo al l¨ªder opositor Juan Guaid¨®, reconocido como presidente encargado por Washington y Bogot¨¢. Las se?ales abundan. En C¨²cuta, la principal urbe colombiana sobre la frontera compartida de m¨¢s de 2.200 kil¨®metros, todav¨ªa recuerdan la visita al Puente Internacional Sim¨®n Bol¨ªvar del senador Marco Rubio y el representante Mario D¨ªaz-Balart, dos republicanos con influencia sobre los planes de la Administraci¨®n Trump, ambos por Florida y de ascendencia cubana, en las v¨ªsperas de la fallida operaci¨®n de Guaid¨® para ingresar alimentos y medicinas a Venezuela el 23 de febrero de 2019.
Florida ¨Cun territorio clave en las elecciones presidenciales por estar entre los llamados Estados pendulares¨C adem¨¢s de ser el epicentro del anticastrismo, alberga la mayor comunidad de exiliados venezolanos en Estados Unidos y, seg¨²n varios c¨¢lculos, m¨¢s de un mill¨®n de colombo-estadounidenses, de los cuales unos 150.000 est¨¢n registrados para votar. El voto hispano se antoja decisivo. Es justamente en Miami donde la Administraci¨®n Trump m¨¢s ha subido el volumen de su l¨ªnea dura para sacar del poder a Maduro. Fue all¨ª donde el exasesor de Seguridad Nacional, John Bolton, deline¨® a finales de 2018 un nuevo ¡°eje del mal¡± ¨Ccomo el de George W. Bush¨C cuando habl¨® de la ¡°troika de la tiran¨ªa¡±, compuesta por Cuba, Venezuela y Nicaragua. El propio Trump ha relacionado desde hace tiempo lo que pasa en la Venezuela chavista con la nueva camada de l¨ªderes dem¨®cratas, m¨¢s escorados a la izquierda como Bernie Sanders, Alexandria Ocasio-Cortez y Karen Bass.
En la Casa Blanca, la pol¨ªtica hacia Am¨¦rica Latina durante el Gobierno de Trump ha sido dibujada por miembros de las alas m¨¢s conservadoras del Partido Republicano y con importantes lazos en la regi¨®n que generalmente terminan en Miami. El primer consejero de Trump para Am¨¦rica Latina fue Juan Cruz, un veterano de la CIA que estuvo al frente de la estaci¨®n de la agencia en Bogot¨¢. Con Cruz, Trump emprendi¨® el endurecimiento de las relaciones con Cuba y Venezuela, utilizando como principal herramienta las sanciones econ¨®micas y contando con Colombia como el sitio para catapultar su visi¨®n sobre Am¨¦rica Latina. ¡°Hemos puesto sanciones a todo en Venezuela, excepto al ox¨ªgeno y al sol. Si hall¨¢ramos la forma de hacerlo, tambi¨¦n lo har¨ªamos¡±, comentaba Cruz en septiembre pasado en un foro en el Woodrow Wilson Center en Washington. El exagente de la CIA dio el relevo en 2018 a Mauricio Claver-Carone, un antiguo miembro del cabildeo cubano anticastrista en Washington, que jam¨¢s ha ocultado su rechazo a las pol¨ªticas latinoamericanas cercanas al socialismo.
Con Claver-Carone al frente de la pol¨ªtica para Am¨¦rica Latina, el endurecimiento hacia los gobiernos de izquierda en la regi¨®n pas¨® a la ofensiva. El abogado, originario de Miami y cercano al senador Marco Rubio, dio una vuelta sin retorno para endurecer a¨²n m¨¢s las medidas contra La Habana y Caracas y llev¨® a la Casa Blanca el lenguaje de ataque al n¨²cleo del castrismo y al chavismo. Su postulaci¨®n como presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) durante el verano, fue vista como una afrenta de Estados Unidos hacia la regi¨®n que hist¨®ricamente sol¨ªa tener en la direcci¨®n de la entidad a un latinoamericano. Sin embargo, el primer espaldarazo para ocupar el cargo vino de Colombia, donde el presidente Duque justific¨® su apoyo como un acto de reciprocidad con Washington. Hace un par de semanas que Claver-Carone ya no despacha en la Casa Blanca, pero la huella de su oposici¨®n a la izquierda latinoamericana ha quedado registrada en los ¨²ltimos mensajes de Trump sobre Colombia.
Sus tuits del fin de semana en apoyo del expresidente ?lvaro Uribe, despu¨¦s de que la justicia le concediera la libertad condicional tras dos meses en arresto domiciliario, incluyeron alusiones al ¡°castrochavismo¡± y apuntan en esa misma direcci¨®n. Ese t¨¦rmino fue utilizado tambi¨¦n en Colombia por el uribismo, la corriente derechista que apoya al exmandatario, para atacar el acuerdo de paz del Gobierno de Juan Manuel Santos (2010-2018) con la extinta guerrilla de las FARC.
Trump, que calific¨® a Uribe como un ¡°h¨¦roe¡±, tambi¨¦n ha repetido sus ataques contra el ¡°socialista¡± Gustavo Petro, el candidato de la izquierda antiestablishment que disput¨® la segunda vuelta de las presidenciales de 2018 frente a Duque. Petro, quien milit¨® en la guerrilla del M-19, desmovilizada hace tres d¨¦cadas, perdi¨® con casi el 42% de los votos frente al 54% de Duque, pero entre los m¨¢s de 100.000 colombianos que votaron en Estados Unidos la preferencia por Duque, el ahijado pol¨ªtico de Uribe, se acerc¨® al 85%.
En la carrera por la Casa Blanca, el uribismo ha tomado partido por la reelecci¨®n de Trump. Varios informes period¨ªsticos han se?alado como dirigentes pol¨ªticos colombianos, integrantes del Centro Democr¨¢tico, est¨¢n cada vez m¨¢s involucrados en la campa?a de miedo al ¡°socialismo¡± que ha desplegado Trump contra Joe Biden en Florida, a menudo salpicada de desinformaci¨®n y teor¨ªas de la conspiraci¨®n. Entre ellos, la controvertida senadora Mar¨ªa Fernanda Cabal, representante de los sectores de ultraderecha en el partido de Gobierno fundado por el exmandatario. Aunque la alta popularidad que Uribe mantuvo como presidente (2002-2010) se ha resquebrajado en Colombia ¨C53% de imagen desfavorable frente a 35% favorable en la m¨¢s reciente encuesta Gallup¨C, en Florida todav¨ªa mantiene simpat¨ªas.
En un ejemplo ilustrativo, el condado de Miami-Dade aprob¨® este mes nombrar una de sus calles como ?lvaro Uribe Way. Ese homenaje fue celebrado por Juan David V¨¦lez, representante en el Congreso de los cerca de cinco millones de colombianos en el exterior. El congresista del Centro Democr¨¢tico tiene doble ciudadan¨ªa, divide su tiempo entre Bogot¨¢ y Miami, y ha enfatizado el rechazo de su partido al acuerdo de paz sellado a finales de 2016. V¨¦lez estudi¨® en la Universidad Internacional de Florida, una instituci¨®n con diversos vasos comunicantes con la derecha en Colombia. La iniciativa para laurear a Uribe fue llevada al Ayuntamiento por el comisionado Javier Souto, un pol¨ªtico cubano que se exili¨® en Miami desde 1960, que trabaj¨® para la CIA y particip¨® en la invasi¨®n de la Bah¨ªa de Cochinos.
Bogot¨¢ exhibe cada vez m¨¢s su estatus de socio privilegiado de la Administraci¨®n Trump ¨Ca pesar de las ocasionales fricciones por los altos niveles de los narcocultivos¨C. Como ya lo hab¨ªa hecho Uribe con George W. Bush, Duque se ha jugado por una pol¨ªtica exterior alineada con Washington, un aliado en la lucha antinarc¨®ticos y contrainsurgente desde que se lanz¨® el Plan Colombia en el a?o 2000. Esa estrecha alianza a menos de un mes de unas elecciones en las que las encuestas muestran favorito a Biden pone en riesgo el consenso bipartidista que tanto ha cultivado la diplomacia colombiana en los temas que afectan al pa¨ªs ¨Cy que suelen definirse presupuestalmente en el Congreso¨C, como han alertado diversos analistas.
La importancia de la comunidad colombiana no ha pasado inadvertida para la campa?a dem¨®crata. El propio Biden escribi¨® una carta dirigida a los colombianos, y a la comunidad colombo-estadounidense, que public¨® tanto en The Sun Sentinel, un peri¨®dico del sur de Florida, como en El Tiempo de Bogot¨¢. En el texto se refiere a Colombia como ¡°la piedra angular¡± de la pol¨ªtica exterior de Washington en Latinoam¨¦rica, y hace un recuento hist¨®rico en el que recuerda el ataque al Palacio de Justicia de 1985 ¨Cperpetrado por la guerrilla del M-19 en la que milit¨® Petro¨C como ¡°la injusticia de matar jueces a sangre fr¨ªa y con impunidad¡±. Tambi¨¦n destaca que ha viajado frecuentemente al pa¨ªs, que ha trabajado con cada l¨ªder colombiano en los ¨²ltimos 20 a?os y que asegur¨® el apoyo bipartidista al Plan Colombia. Y se?ala que como vicepresidente de Barack Obama ayudaron a erradicar cultivos de coca, pero no menciona el decidido apoyo de esa Administraci¨®n al acuerdo de paz con la extinta guerrilla de las FARC, del que el uribismo fue el m¨¢s f¨¦rreo opositor.
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