Europa despu¨¦s del Brexit
La gran apuesta de 2020 contra la recesi¨®n pand¨¦mica es el plan de recuperaci¨®n por 750.000 millones de euros. Con el Reino Unido dentro habr¨ªa resultado imposible
El Brexit ha alumbrado ya una mejor Europa. Cierto que sin los brit¨¢nicos pierde profundidad estrat¨¦gica, dimensi¨®n militar y habilidad diplom¨¢tica y de espionaje. Pero gana al fortalecer y ampliar, como nunca, su potencia econ¨®mica, su dimensi¨®n social y su irradiaci¨®n comercial. Y al federalizar su empe?o.
La gran apuesta de 2020 contra la recesi¨®n pand¨¦mica es el plan de recuperaci¨®n por 750.000 millones de euros. Con el Reino Unido dentro habr¨ªa resultado imposible. Era la cabeza natural del peque?o pero ruidoso grupo de los frugales que pugnaron por abortarlo: sin Londres, quedaron descabezados y debieron asumirlo a cambio de afeites cosm¨¦ticos. Tampoco se habr¨ªa orquestado la magna emisi¨®n mancomunada de deuda para financiarlo. La isla no asumi¨® la creaci¨®n del euro y se excluy¨® del BCE. Menos a¨²n respaldar¨ªa su consecuencia ¨²ltima: la gestaci¨®n, germinal, de un Tesoro com¨²n.
As¨ª que Europa solo se salvar¨¢ de la crisis actual justo porque se ha liberado (por desgracia, en otros campos) del freno brit¨¢nico. Igual sucede en el ¨¢mbito social. En efecto, el reaseguro de desempleo, por 100.000 millones de euros, para nada encaja con la sistem¨¢tica obstrucci¨®n del reino a comunitarizar la pol¨ªtica social. Esta solo volvi¨® a cabalgar desde 2016, con el ¡°pilar europeo de los derechos sociales¡±, simult¨¢neo al refer¨¦ndum secesionista.
Y es que Londres desde?¨® en 1961 la Carta Social del Consejo de Europa. Diluy¨® en 1989 a su sucesora en la hoy UE, la Carta comunitaria de los derechos sociales fundamentales de los trabajadores. Vet¨® la mejora de objetivos comunes como ¡°un alto nivel de empleo y de protecci¨®n social¡± que se pretend¨ªa para el Tratado de Maastricht (1992).
Y bloque¨® en 2000 la Carta de derechos fundamentales, que inclu¨ªa un amplio cap¨ªtulo social, y su espl¨¦ndido art¨ªculo 21, que prohib¨ªa m¨¢s rotundamente que nunca ¡°toda discriminaci¨®n por raz¨®n de nacionalidad¡±. Hasta que en 2007 los laboristas accedieron a incorporarla como parte normativa del Tratado de Lisboa (2007), pero descolgando a su pa¨ªs.
Con esas credenciales, la probabilidad de que la UE hubiese naufragado por la crisis pand¨¦mica era muy alta. Pero, adem¨¢s, a consecuencia de esos logros, la Uni¨®n de hoy es mucho m¨¢s avanzada, como les pesa a sus enemigos. Al incorporar el plan de recuperaci¨®n al marco financiero plurianual 2021-2027, y casi duplicarlo, disminuye el peso relativo de una pol¨ªtica (seguramente indispensable, pero solo defensiva) como la tradicional agr¨ªcola. Supon¨ªa casi el 40% del presupuesto. Pasa a cerca del 20%, abriendo espacio a pol¨ªticas de innovaci¨®n, competitividad, ecol¨®gicas, tecnol¨®gicas y de cohesi¨®n m¨¢s ambiciosas que la mera protecci¨®n de la producci¨®n agraria. Es el paso, m¨¢s actual, de la Europa del tomate a la del chip.
Estas potentes tendencias de fondo se han afianzado a la par que el club de los 27 realizaba ¡ªy realiza¡ª su m¨¢s dif¨ªcil ejercicio de autodefensa para garantizar la integridad de su n¨²cleo esencial, el mercado interior. Mediante la negociaci¨®n del Brexit, primero.
Y ahora, de un eventual (y deseable) tratado comercial con el exsocio para el futuro. Ese trabajo en forma de ins¨®lita task-force y la complicidad trabada entre Gobiernos e instituciones marcar¨¢n un hito.
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