Viaje a la nueva frontera de la UE
Los habitantes de la costa francesa lim¨ªtrofe con el Reino Unido viven expectantes la futura relaci¨®n con el otro lado del canal de la Mancha
Pasada la medianoche, Laurent Merlin cruza la frontera. Es una frontera l¨ªquida e invisible: la que marca la divisi¨®n, en el canal de la Mancha, entre la Uni¨®n Europea y el Reino Unido. Ya en aguas brit¨¢nicas, pasa la noche faenando, el oficio al que este hijo y nieto de pescadores se dedica desde los 14 a?os. Ahora tiene 41.
A las nueve y media de la ma?ana, su barco, el Laurent-Geoffrey ¡ª11,85 metros de eslora y una tripulaci¨®n de cuatro personas¡ª atraca en el puerto de Boulogne-sur-Mer, en el norte de Francia. Es mi¨¦rcoles, 23 de diciembre. Y aqu¨ª arranca un viaje de este peri¨®dico por el litoral franc¨¦s en el tramo final de la negociaci¨®n del Brexit, y mientras miles de camiones est¨¢n bloqueados en la otra orilla despu¨¦s de que el presidente franc¨¦s, Emmanuel Macron, cerrase durante 48 horas la frontera con el Reino Unido para frenar la propagaci¨®n de la pandemia.
¡°Hoy hemos tra¨ªdo lenguado, lubina, crust¨¢ceos. Todo de aguas inglesas¡±, dice Merlin en el puerto de Boulogne, bajo un cielo encapotado y la lluvia y al pie de unos edificios grises de posguerra. ¡°Las aguas francesas est¨¢n vac¨ªas, no hay nada. Si no hay un arreglo, estoy muerto¡±.
El ¡°arreglo¡± del que hablaba Merlin es el acuerdo comercial entre la UE y el Reino Unido que finalmente lleg¨® el d¨ªa siguiente y que, a partir del 1 de enero, regular¨¢ las relaciones tras el Brexit. Los pescadores franceses deber¨¢n reducir en un 25% las capturas en aguas brit¨¢nicas, con un periodo de transici¨®n de cinco a?os y medio.
¡°No s¨¦ hacer otra cosa. Yo lo que quiero es ir a la mar¡±, dice el pescador, padre de dos hijos, de 10 y 19 a?os. No quiere que se dediquen a un oficio al que no ve futuro. ¡°No les autorizo a pescar¡±, zanja.
El trayecto empieza en Boulogne, primer puerto pesquero de Francia, y termina un d¨ªa despu¨¦s 80 kil¨®metros al norte, en Dunkerque, s¨ªmbolo para los brit¨¢nicos de su lucha ¨¦pica en la Segunda Guerra Mundial. Este breve fragmento de frontera ¡ªnueva y a la vez muy vieja, punto de fractura entre las islas y el continente y, a la vez, puente de uni¨®n¡ª concentra muchos de los conflictos entre la UE y el Reino Unido: la pesca, la inmigraci¨®n, la memoria y la historia. Aqu¨ª ha confluido, en este fin de a?o, algo que ha sucedido en 2020 por toda Europa y el mundo: el regreso de las fronteras, espoleado por la voluntad de protegerse ante el coronavirus y la nostalgia de la soberan¨ªa.
En la autopista A-16, que conecta Boulogne-sur-Mer con Calais, los paneles luminosos repiten el mismo aviso: ¡°Cierre estricto de la frontera de Inglaterra a Francia¡±.
Calais es el principal paso mar¨ªtimo de mercanc¨ªas y personas entre el continente europeo y las islas brit¨¢nicas. Hay dos v¨ªas. Una es el Eurot¨²nel, que se inaugur¨® en los a?os noventa con la ilusi¨®n de que suprimir¨ªa la barrera geogr¨¢fica del Canal y romper¨ªa el aislamiento del Reino Unido. La segunda es el puerto de ferris, que absorbe la mitad del tr¨¢fico hacia Dover.
Ciudades-frontera
Como la ciudad de El Paso entre EE UU y M¨¦xico o Ceuta y Melilla entre Espa?a y Marruecos, Calais es una ciudad-frontera, aunque 27 millas n¨¢uticas la separen del pa¨ªs vecino. Vallas con alambre de espinos flanquean algunas calles y autopistas.
¡°No tengo casa ni dinero. En Francia no nos dan papeles. En el Reino Unido, no lo sabemos¡±, declara con una mezcla de ingl¨¦s y franc¨¦s Ali Ahmed, un sudan¨¦s de 35 a?os que acaba de recoger una bolsa con comida que reparte una ONG ante las ruinas de Fort Nieulay.
Esta fortificaci¨®n del siglo XVII ten¨ªa entonces una doble funci¨®n, similar a la que tiene hoy esta ciudad de 75.000 habitantes todav¨ªa medio amurallada: peaje para las mercanc¨ªas que pasaban por Calais y protecci¨®n ante los ataques armados. A lo lejos, protegida por m¨¢s alambradas, se ve la rampa que conduce al Eurot¨²nel.
Entre muros del Antiguo R¨¦gimen y alambres del siglo XXI, Ali Ahmed cuenta que lleg¨® hace dos semanas y duerme a la intemperie. Es la pen¨²ltima etapa, para ¨¦l y muchos migrantes, de un viaje de meses o a?os, antes del destino final al otro lado del Canal. ?En un cami¨®n? ?En patera?
Una de las ¨²ltimas estaciones de servicio antes de acceder al t¨²nel y al puerto est¨¢ rodeada de un muro de tres metros de altura. El objetivo: evitar que los migrantes salten a los camiones que repostan antes de cruzar. El pasado junio, alguien escribi¨® en el muro una frase que el l¨ªder franc¨¦s, Emmanuel Macron, hab¨ªa pronunciado un tiempo antes, seguramente pensando en el presidente de Estado Unidos, Donald Trump: ¡°No creo en la gente que construye muros. No funciona¡±.
A 800 metros de la gasolinera, en una zona industrial, David Sagnard tiene aparcados los remolques de sus camiones en la sede de Carpentier Logistique, la empresa de transportes que dirige. La frontera sigue bloqueada, y no quiere arriesgarse a que sus conductores queden atrapados en Dover. Da a entender que Macron y sus socios europeos cerraron la frontera no solo para frenar el virus, sino para asustar al primer ministro brit¨¢nico, Boris Johnson, ante los efectos ca¨®ticos de un Brexit sin acuerdo el 1 de enero.
¡°Cuando uno est¨¢ en una guerra econ¨®mica, ?a qui¨¦n env¨ªa al frente? A la infanter¨ªa, a los soldados. ?Y qui¨¦nes son los soldados en esta guerra? El transporte de mercanc¨ªas por carretera¡±, dice Sagnard.
A una manzana de Carpentier Logistique, The Calais Wine Superstore est¨¢ vac¨ªo y sin clientes. No hay rastro de los turistas ingleses que suelen hacer viajes de ida y vuelta con el ferri para comprar alcohol m¨¢s barato en este almac¨¦n que se anuncia ¡ªen ingl¨¦s¡ª como ¡°la ¨²nica tienda de vinos independiente y de propiedad brit¨¢nica en Calais¡±. ¡°Cuanto m¨¢s gastes, m¨¢s ahorras¡±, dice un cartel en la entrada. Otro anuncia una oferta de un billete del Eurot¨²nel o el ferri gratis si el cliente reserva las cajas de vino por adelantado.
?El Brexit? ¡°Ya veremos¡±, responde esc¨¦ptico el encargado, harto de a?os de incertidumbre. Como muchos en Calais, pas¨® la semana pendiente de las negociaciones en Bruselas. De ellas depend¨ªa su futuro y el de la ciudad. Cuando la pandemia est¨¦ definitivamente bajo control, el acuerdo comercial del jueves entre Londres y Bruselas deber¨ªa permitir reanudar con m¨¢s o menos fluidez el tr¨¢fico y el comercio entre ambas partes. Tambi¨¦n podr¨ªan reanudarse los ¡°cruceros alcoh¨®licos¡±, como se les conoce popularmente.
El viaje por la nueva frontera l¨ªquida de la UE acaba 40 kil¨®metros costa arriba, en la playa de Dunkerque. En pocos lugares la historia de Francia y el Reino Unido se entrelaza de manera tan ¨ªntima como en esta ciudad. Desde aqu¨ª, en los ¨²ltimos d¨ªas de mayo y los primeros de junio de 1940, los brit¨¢nicos evacuaron con buques de la Royal Navy y barcas de pescadores ¡ªno tan distintas del Laurent-Geoffrey de Boulogne-sur-Mer¡ª a decenas de miles de soldados asediados por Hitler. Se marchar¨ªan para volver cuatro a?os despu¨¦s, y unos centenares de kil¨®metros al sur, en el desembarco de Normand¨ªa.
El esp¨ªritu de Dunkerque
¡°El esp¨ªritu de Dunkerque (...) a¨²n es un factor potente en la manera en que los brit¨¢nicos piensan sobre s¨ª mismos y sobre la diferencia entre ellos y las naciones continentales¡±, escribi¨® el editor Michael Korda en Alone. Britain, Churchill, and Dunkirk: defeat into victory (Solos. Gran Breta?a, Churchill y Dunkerque: de la derrota a la victoria). ¡°Dunkerque tiene algo que ver con las emociones de quienes ped¨ªan el Brexit, la salida brit¨¢nica de la Uni¨®n Europea en 2016. Hubo un sentimiento de alivio nacional en 1940 al abandonar el continente y replegarse tras los acantilados blancos de Dover¡±.
Es jueves, 24 de diciembre, y en Bruselas los negociadores dan los ¨²ltimos retoques al acuerdo de divorcio entre el Reino Unido y la Uni¨®n Europea. Sopla el viento y por fin sale el sol. En un extremo de la playa, se eleva un monumento, un trozo de piedra severa en la que se lee un texto en letras grandes esculpidas: ¡°A la gloriosa memoria de los aviadores, marinos y soldados de los ej¨¦rcitos franceses y aliados que se sacrificaron en la batalla de Dunkerque en mayo y junio de 1940¡±. Entre las grandes letras, alguien ha dejado peque?as cruces de madera con una amapola de tela pegada con un clavo. Y un mensaje: ¡°In remembrance¡±; ¡°En el recuerdo¡±.
Entre una cultura continental y otra mar¨ªtima
¡°Lo que llamo la frontera civilizada es una frontera abierta y controlada¡±, dice el ge¨®grafo y diplom¨¢tico Michel Foucher, autor de 'Le retour des fronti¨¨res' (El retorno de las fronteras). ¡°Pero cuando hay un problema de seguridad como un atentado o una urgencia sanitaria, la frontera reencuentra una funci¨®n profil¨¢ctica¡±.
Sucedi¨® en la pasada primavera, cuando varios pa¨ªses europeos, ante la propagaci¨®n del coronavirus, restringieron la libre circulaci¨®n de personas y, en algunos casos, de mercanc¨ªas. Por primera vez en d¨¦cadas, se erigieron barreras entre Francia y Alemania. Y volvi¨® a suceder entre el domingo y el mi¨¦rcoles pasado, cuando varios pa¨ªses de la UE cerraron sus fronteras a personas procedentes del Reino Unido tras anunciar este pa¨ªs que una nueva cepa del virus estaba ¡°fuera de control¡±. Unos 10.000 camioneros que se dispon¨ªan a cruzar el canal por el Eurot¨²nel o en ferri quedaron retenidos en el condado de Kent, como un ensayo general de lo que habr¨ªa ocurrido si hubiese habido un Brexit sin acuerdo.
¡°Han descubierto que son una isla, y han descubierto los l¨ªmites de la soberan¨ªa¡±, resum¨ªa Foucher antes del acuerdo. ¡°Es Francia la que decide la frontera: si Francia dice no, ?d¨®nde est¨¢ la soberan¨ªa brit¨¢nica?¡±.
Foucher se?ala la existencia de diferentes ¡°culturas fronterizas¡±. ¡°Los franceses tenemos, desde hace siglos, una cultura continental: siempre hemos considerado que la frontera con Inglaterra se encontraba en las costas de Francia¡±, explica. ¡°En cambio, los brit¨¢nicos siempre han considerado que la frontera era el mar¡±. En los mapas antiguos, se llamaba 'Oceanus Britannicus'. Ahora la llaman el 'English Channel': el canal ingl¨¦s.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.