Johnson lanza un plan que aboca a una relaci¨®n de m¨ªnimos con la UE

Johnson esper¨® tres d¨ªas a que se asentara la idea de que el Brexit ya es una realidad para explicar con claridad su estrategia para las duras negociaciones entre Londres y Bruselas durante los pr¨®ximos 11 meses. Y no dej¨® margen para la duda. No aceptar¨¢ ning¨²n tratado que obligue al Reino Unido a un alineamiento estricto con las normas comunitarias ¡ªen est¨¢ndares de calidad, materia laboral o medioambiental¡ª o a un sometimiento a los tribunales de la UE. ¡°Se nos ha dicho durante mucho tiempo que debemos escoger entre un acceso completo al mercado interior de la UE a cambio de aceptar sus normas o sus tribunales [lo que se ha llamado el modelo noruego] o un acuerdo comercial que abra mercados y evite toda la panoplia reglamentaria de la UE como el existente con Canad¨¢ [CETA, en sus siglas en ingl¨¦s]. Ya hemos tomado la decisi¨®n. Queremos un acuerdo global como el de Canad¨¢. Y en el improbable caso de que no lo logremos, el acuerdo se basar¨¢ en el acuerdo de retirada que ya hemos firmado con Bruselas¡±, dijo Johnson. La elecci¨®n final, insisti¨®, ser¨¢ entre una relaci¨®n similar a la que disfruta Canad¨¢ con la UE o la que tiene Australia ¡ªel continente austral negocia un nuevo tratado comercial con los Veintisiete, pero su alcance es inferior al canadiense¡ª.

El anuncio de Johnson supone el primer choque con Bruselas sobre el dise?o de la relaci¨®n futura, una negociaci¨®n para la que la Comisi¨®n Europea aprob¨® este lunes su proyecto de directrices, que aspira a un estrecho acuerdo de asociaci¨®n que convertir¨ªa al Reino Unido en un aliado excepcional en materia comercial, cooperaci¨®n judicial, seguridad, defensa y apoyo de un orden multilateral.

M¨¢s informaci¨®n

As¨ª le hemos contado el d¨ªa del Brexit: las instituciones europeas retiran las banderas del Reino Unido

Dominic Cummings, el mago del Brexit se pone manos a la obra

El Reino Unido y la UE: 47 a?os de amor y recelo

Debemos negociar la mejor relaci¨®n posible¡±, subray¨® el negociador jefe europeo, Michel Barnier, que se declar¨® listo para ofrecer un ¡°ambicioso acuerdo de libre comercio sin aranceles ni cuotas para todos los bienes¡± que entren en el mercado com¨²n y otro ¡°para todo tipo de servicios¡±. Barnier subray¨® que la oferta est¨¢ sujeta a dos condiciones: un pacto que garantice que no habr¨¢ competencia desleal desde el otro lado del Canal de la Mancha, y un acuerdo sobre el acceso de las flotas europeas a aguas brit¨¢nicas. Y habr¨¢ una l¨ªnea roja: la colaboraci¨®n se suspender¨¢ ¡°de manera autom¨¢tica¡± si Londres abandona el Tribunal Europeo de Derechos Humanos o aprueba una ley que deje sin efecto los fallos de esa corte, como defiende el ala m¨¢s eur¨®foba en el Reino Unido.

M¨¢s all¨¢ de la buena fe

Johnson, sin embargo, apuesta por un mero acuerdo comercial, la opci¨®n menos ambiciosa de las ofrecidas por la UE. Para anunciar su estrategia, convoc¨® a empresarios y representantes diplom¨¢ticos en el Hall del Hospital del Antiguo Colegio Real Naval de Greenwich, en el sur de Londres, y ante la que se conoce como la Capilla Sixtina brit¨¢nica, una alegor¨ªa del poder¨ªo naval, comercial y pol¨ªtico del Reino Unido, y se present¨® como el defensor de la globalizaci¨®n. Adem¨¢s,

asegur¨® que no se necesita ning¨²n tipo de tratado para que Bruselas pueda estar seguro de que el Reino Unido no ser¨¢ un competidor desleal. ¡°No nos vamos de la UE para destruir sus est¨¢ndares regulatorios¡±, afirm¨®. ¡°No pretendemos llevar a cabo ning¨²n tipo de dumping comercial, social o en materia medioambiental. No es siquiera necesario que escuchen lo que yo digo. Simplemente, deben mirar lo que hace el Reino Unido¡±.

Aunque el dirigente brit¨¢nico pretende convertir as¨ª las negociaciones en una cuesti¨®n de buena fe, los mecanismos para verificar una competencia en igualdad de condiciones entre las partes se perfilan como uno de los principales obst¨¢culos. La Comisi¨®n desea tambi¨¦n que el Tribunal de Justicia europeo tenga la ¨²ltima palabra en los conflictos sobre el derecho comunitario que surjan, y no un panel de arbitraje independiente de ambas partes.

Son muchos los cr¨ªticos del primer ministro que deducen de sus palabras el desenlace del que advirtieron a finales de 2019, cuando Johnson se esforzaba por sacar adelante en el Parlamento el acuerdo de retirada y promet¨ªa que evitar¨ªa una salida desordenada. Cuando finalice el periodo de transici¨®n, el 31 de diciembre, si Londres y Bruselas no son capaces de cerrar un nuevo acuerdo comercial, la salida ser¨¢, a todos los efectos, el Brexit duro que los euroesc¨¦pticos quisieron desde un principio. Las palabras del primer ministro parecen confirmar los peores presagios.