Irak vuelve a enfrentarse con la violencia en las calles tras el par¨¦ntesis por la visita del Papa
El asesinato del padre de un activista desaparecido pone de relieve la impunidad de las milicias que act¨²an al margen del Estado
Poco ha durado el esp¨ªritu de concordia que uni¨® a los iraqu¨ªes durante la visita del papa Francisco a principios de mes. Apenas dos d¨ªas despu¨¦s de que el Pont¨ªfice abandonara Irak, el asesinato de Jaseb Hattab al Heliji, el padre de un abogado desaparecido, vuelve a enfrentar al pa¨ªs con sus problemas. A la cabeza de ellos, la existencia de milicias que act¨²an al margen del Estado y a las que los activistas acusan de silenciar a quienes cuestionan su poder. Las manifestaciones que, a pesar del encierro por la covid-19, ha desatado el crimen en varias ciudades iraqu¨ªes indican el hartazgo de la poblaci¨®n.
Jaseb Hattab al Heliji muri¨® de un disparo en la cabeza el mi¨¦rcoles de la semana pasada en la ciudad de Al Amara, al sur de Bagdad, la capital del pa¨ªs. No fue otra v¨ªctima m¨¢s en un pa¨ªs tristemente acostumbrado a la violencia. Jaseb era un poeta popular en su tierra, pero su nombre alcanz¨® relieve nacional por su incansable empe?o en aclarar el secuestro de su hijo Ali y llevar ante la justicia a la milicia que consideraba responsable del mismo.
¡°Se ha ido el Papa. ?Vuelta a la normalidad?¡±, tuite¨® el embajador de la UE en Irak, Martin Huth, al d¨ªa siguiente del asesinato del poeta junto a una fotograf¨ªa de Jaseb. El comentario, que Huth borr¨® horas despu¨¦s, reflejaba con dureza c¨®mo las buenas palabras expresadas por todos los dirigentes pol¨ªticos durante la visita de Francisco quedaban reducidas a agua de borrajas ante la realidad de Irak.
El joven abogado Ali al Heliji fue uno de los activistas desaparecidos durante las protestas antigubernamentales que sacudieron al pa¨ªs a partir de octubre de 2019. Su caso se convirti¨® en s¨ªmbolo de la campa?a de terror lanzada por las milicias proiran¨ªes, a las que los defensores de derechos acusan de haber secuestrado a decenas de destacados activistas y de haber matado a por lo menos medio centenar de ellos. La Comisi¨®n de Derechos Humanos de Irak estim¨® el a?o pasado que el intento de acallar las manifestaciones por parte de milicias y fuerzas de seguridad dej¨® 550 muertos y miles de heridos.
Antes de que la represi¨®n y la covid-19 terminaran acallando ese estallido de malestar popular, la presi¨®n de la calle logro que dimitiera el entonces primer ministro, Adel Abdelmahdi. Tras varios intentos fallidos de encontrar un sustituto, los principales grupos del Parlamento respaldaron a Mustafa al Kadhimi, hasta entonces el jefe de los servicios secretos. A pesar de ese cargo y de no contar con un partido pol¨ªtico propio, la inusual trayectoria de Al Kadhimi, un periodista que hab¨ªa trabajado en derechos humanos, concit¨® esperanzas entre los vapuleados iraqu¨ªes.
Las buenas relaciones de trabajo del nuevo primer ministro tanto con Estados Unidos como con Ir¨¢n abr¨ªan la puerta a que Irak dejara de ser un campo de batalla entre ambos. Adem¨¢s, se comprometi¨® a adelantar las elecciones tal como reclamaban los manifestantes. Muchos observadores advirtieron contra un exceso de expectativas porque ning¨²n hombre solo, por m¨¢s empe?o que ponga, puede acabar con los numerosos males de Irak. Adem¨¢s, la pandemia ha agravado las crisis institucional y econ¨®mica en el pa¨ªs y, aunque los comicios se han convocado para octubre, el control de las milicias sobre los grupos pol¨ªticos hace que la poblaci¨®n desconf¨ªe.
Acusaci¨®n p¨²blica
A diferencia de otras familias que tienen miedo de hablar, Jaseb al Heliji acus¨® p¨²blicamente del secuestro de su hijo al jefe local de Ansar Al¨¢ al Awfia, Haider al Gharawi, e intent¨® llevarle ante los tribunales. Esa milicia, una de las m¨¢s radicales y proiran¨ªes, forma parte de las llamadas Fuerzas de Movilizaci¨®n Popular (FMP), el nombre que se dio al conjunto de grupos armados cuando el Estado recurri¨® a ellos para hacer frente al avance del Estado Isl¨¢mico (ISIS, por sus siglas en ingl¨¦s) en 2014. Su posterior integraci¨®n formal en las Fuerzas Armadas iraqu¨ªes (incluido el pago de sus salarios) no ha logrado, sin embargo, someterlos a la disciplina del Estado.
As¨ª lo demostr¨® el caso de Ali. Primero ante el tribunal provincial y luego ante la Audiencia Nacional, Jaseb al Heliji vio c¨®mo el proceso chocaba con un muro ante la acusaci¨®n a Haider al Gharawi. Para los defensores de derechos humanos, eso revela la debilidad de las instituciones judiciales frente al poder de las milicias. Adem¨¢s, acusa al Gobierno central de inacci¨®n. ¡°Los responsables son conocidos, son [los miembros de] las milicias, pero el Gobierno no ha detenido a ninguno de ellos¡±, lamenta el activista e investigador pol¨ªtico Ali Agwan, citado por varios medios iraqu¨ªes.
La polic¨ªa de la provincia de Maysan, de la que Al Amara es la capital, anunci¨® en su p¨¢gina de Facebook que hab¨ªa detenido al asesino de Jaseb una hora despu¨¦s del crimen y que se trataba de un primo suyo por una disputa privada. Pero tal como informa el Centro del Golfo para los Derechos Humanos, la familia ha negado esa alegaci¨®n e insiste en que su muerte tiene que ver con haber identificado al grupo que secuestr¨® a su hijo. Miles de personas violaron las restricciones por la covid-19 para denunciar el asesinato del padre de Ali y pedir la dimisi¨®n del jefe de polic¨ªa en Bagdad, Al Amara y otras ciudades del sur de Irak.
Las milicias y EE UU
Una informaci¨®n publicada por la web Middle East Eye aseguraba al d¨ªa siguiente del asesinato de Jaseb al Heliji que las milicias de Irak estaban dispuestas a suspender sus ataques a intereses de Estados Unidos si el primer ministro, Mustafa al Kadhimi ¡°pide a Washington que complete su retirada en el plazo de 12 meses¡±. Sin embargo, dos diputados, Fadhel al Fatlawi y Mukhtar al Musawi, de la coalici¨®n Fatah (vinculada a las milicias porque la dirige el l¨ªder de una de ellas, la Organizaci¨®n Badr) han negado que exista una tregua. Aunque nadie duda de que EE?UU intente negociar un cese de los ataques, eso no proteger¨ªa a los civiles iraqu¨ªes.
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