Macron reemplaza la ENA, vivero de las ¨¦lites francesas, por una nueva escuela para funcionarios
La Escuela Nacional de Administraci¨®n desaparecer¨¢ y ocupar¨¢ su lugar el Instituto del Servicio P¨²blico, m¨¢s flexible, diverso y abierto

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Era una de las promesas, aplazada varias veces, que el presidente Emmanuel Macron formul¨® hace dos a?os para responder a la revuelta de los chalecos amarillos contra las ¨¦lites: la supresi¨®n de la Escuela Nacional de Administraci¨®n (ENA), el centro donde se forma a los altos funcionarios franceses. La ENA es un centro de excelencia para los mejores dirigentes, pero con la reputaci¨®n de ser una instituci¨®n r¨ªgida y elitista. Macron ha anunciado este jueves que la remplazar¨¢ por un centro que se llamar¨¢ Instituto del Servicio P¨²blico (ISP), te¨®ricamente m¨¢s flexible, diverso y abierto a la sociedad.
El anuncio de Macron, en un discurso ante altos funcionarios franceses, cierra un cap¨ªtulo de casi ocho d¨¦cadas en las que la ENA ha fabricado primeros ministros, presidentes de la Rep¨²blica y ejecutivos de multinacionales. La fund¨®, al final de la Segunda Guerra Mundial, el general Charles de Gaulle, convencido de que una de las causas del derrumbe de Francia ante la Alemania nazi en 1940 y los cuatro a?os siguientes de ocupaci¨®n hab¨ªa sido la quiebra moral y organizativa de las ¨¦lites francesas, y entre estas, la funcionarial.
La idea en 1945 era que, para reconstruir el pa¨ªs, hac¨ªa falta un cuerpo de altos funcionarios seleccionados y formados con criterios meritocr¨¢ticos y con los mayores niveles de competencia. Macron no renuncia a esta idea. Pero s¨ª entierra la marca ENA, que goza a¨²n de prestigio en el extranjero. En Francia, sin embargo, se hab¨ªa convertido con los a?os en el s¨ªmbolo, quiz¨¢ injusto pero arraigado, de una aristocracia arrogante y alejada de las realidades del franc¨¦s de a pie, una ¨¦lite marcada por una misma visi¨®n del mundo y una manera de actuar e incluso de razonar y de hablar.

¡°En nuestra funci¨®n p¨²blica hay, en el fondo, dos enfermedades que debemos arreglar: el determinismo y el corporativismo¡±, ha dicho Macron, quien ha descrito la reforma que pretende hacer como una ¡°revoluci¨®n profunda¡±. ¡°Debemos cambiar radicalmente la manera de reclutar, de formar, de seleccionar, de construir la trayectoria de nuestros altos funcionarios¡±, ha explicado el presidente, despu¨¦s de precisar que ¡°en ning¨²n caso se trata¡± de ceder a la moda del antielitismo ¡°ni de lanzar el oprobio sobre esta escuela¡±.
A partir de 2022, Francia ya no reclutar¨¢ y educar¨¢ a sus altos funcionarios en la ENA, sino en el ISP, que mantendr¨¢ la sede actual en Estrasburgo y el mismo m¨¦todo de selecci¨®n por oposiciones. El simbolismo del cambio de nombre no es menor en un pa¨ªs cuya identidad es indisociable del Estado y en el que, tras cortar la cabeza al rey en 1792, sustituy¨® las bizantinas jerarqu¨ªas de la corte por una aut¨¦ntica aristocracia de la funci¨®n p¨²blica. Su encarnaci¨®n m¨¢s reciente son los denominados enarcas. Macron, graduado en 2004, es uno de ellos.
Con la reforma, una vez salgan de la nueva ENA, los alumnos ya no se encaminar¨¢n hacia una administraci¨®n determinada en funci¨®n de sus resultados acad¨¦micos, como hasta ahora. Lo que ocurr¨ªa era que los mejores se dirig¨ªan a uno de los llamados grandes cuerpos del Estado (la ¨¦lite de la ¨¦lite: la Inspecci¨®n de Finanzas, el Consejo de Estado o el Tribunal de Cuentas) y pod¨ªan pasarse ah¨ª el resto de sus carreras, como una renta vitalicia. Esta pr¨¢ctica se acab¨®.
A partir del a?o pr¨®ximo, todos los graduados se incorporar¨¢n en un cuerpo ¨²nico, el de los administradores del Estado, y antes de integrarse en uno de los grandes cuerpos deber¨¢n pasar a?os de trabajo sobre el terreno. La nueva ENA tambi¨¦n incorporar¨¢ reformas que se hab¨ªan puesto en marcha en la antigua ENA, como la creaci¨®n de una oposici¨®n espec¨ªfica para candidatos de barrios desfavorecidos. El anuncio en febrero, por parte de Macron, de esta y otras reformas dio a entender que la vieja instituci¨®n podr¨ªa sobrevivir; no ha sido as¨ª.

La escasa diversidad social y cultural de la ENA es un problema que se ha agravado con el tiempo. El soci¨®logo Pierre Bourdieu ya diagnostic¨® en los a?os 80 que instituciones como esta perpetuaban las desigualdades sociales, pese a su vocaci¨®n meritocr¨¢tica, o debido a ella, porque los hijos de enarcas, o de profesionales liberales, disponen para entrar en la ENA de las herramientas adecuadas y conocen los trucos, que los hijos de la clase trabajadora y de la inmigraci¨®n desconocen.
No es extra?o que la reforma de la ENA empezara a fraguarse durante la revuelta de los chalecos amarillos, franceses de las periferias urbanas y de las peque?as ciudades alejadas de los centros del poder. Macron lanz¨® la propuesta al final de la serie de debates con ciudadanos que organiz¨® a principios de 2019. Y la concreta en un momento en la que la gesti¨®n de la pandemia ha puesto en duda la eficacia del poderoso Estado franc¨¦s.
La discusi¨®n ahora es si se trata de un cambio de nombre y algunos ajustes organizativos, o si la transformaci¨®n va mucho all¨¢. La Escuela Nacional de Administraci¨®n desaparecer¨¢ y dejar¨¢ de producir enarcas, pero Francia seguir¨¢ preparando a sus dirigentes con criterios de excelencia. El nombre cambia; la idea sobrevive.
Una reforma simb¨®lica a un a?o de las elecciones
Con la sustituci¨®n de la Escuela Nacional de Administraci¨®n (ENA) por otra escuela de la alta administraci¨®n, el presidente franc¨¦s, Emmanuel Macron, intenta retomar el ¨ªmpetu transformador con el que conquist¨® el poder en 2017 y que parec¨ªa marchitarse. Entonces promet¨ªa romper el estancamiento de las ¨¦lites francesas de las que ¨¦l era un alumno aventajado y rebelde. Lo consigui¨® con el sistema de partido, el duopolio de socialistas y conservadores de ra¨ªz neogaullista que se tambale¨® con la irrupci¨®n del joven Macron. Pero la reforma de alta funci¨®n p¨²blica, la maquinaria que hace funcionar al Estado franc¨¦s, se aplaz¨® repetidamente, como otras reformas. La m¨¢s significativa es la del sistema de pensiones, en suspenso desde el inicio de la pandemia, que h ha trastocado toda la agenda del presidente de la Rep¨²blica. El fin de la elitista ENA, barata desde el punto de financiera, con un simbolismo que todo el mundo entiende y nada pol¨¦mica en una ¨¦poca de resentimiento hacia las ¨¦lites, quiere ser una se?al de que, a un a?o de las nuevas elecciones presidenciales, el presidente conserva la voluntad de romper c¨®digos y reformar.
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