Juan Manuel Santos defiende su papel para acabar con las ejecuciones extrajudiciales en Colombia
¡°No logramos cortar de un solo tajo los falsos positivos¡±, admite ante la Comisi¨®n de la Verdad el expresidente, que fue ministro de Defensa durante el Gobierno de ?lvaro Uribe
Los llamados ¡°falsos positivos¡±, el eufemismo con el que se conocen los asesinatos de civiles por parte de militares para presentarlos despu¨¦s como guerrilleros ca¨ªdos en combate, son uno de los episodios m¨¢s dolorosos e inconcebibles en el degradado conflicto armado de Colombia. ¡°La verdad, por difi?cil que sea, es la base de la reconciliacio?n¡±, declar¨® de entrada este viernes el expresidente Juan Manuel Santos (2010-2018) al comparecer ante la ...
Los llamados ¡°falsos positivos¡±, el eufemismo con el que se conocen los asesinatos de civiles por parte de militares para presentarlos despu¨¦s como guerrilleros ca¨ªdos en combate, son uno de los episodios m¨¢s dolorosos e inconcebibles en el degradado conflicto armado de Colombia. ¡°La verdad, por difi?cil que sea, es la base de la reconciliacio?n¡±, declar¨® de entrada este viernes el expresidente Juan Manuel Santos (2010-2018) al comparecer ante la Comisi¨®n de la Verdad, surgida del acuerdo de paz con la extinta guerrilla de las FARC, para hablar sobre las ejecuciones extrajudiciales, que calific¨® de ¡°verg¨¹enza nacional¡±. Sus palabras suponen un notable hito en la historia reciente del pa¨ªs, sumergido en una compleja transici¨®n como parte de la implementaci¨®n de ese pacto arduamente negociado.
Los ¡°falsos positivos¡±, perpetrados mayoritariamente durante los dos mandatos del expresidente ?lvaro Uribe (2002-2010), el m¨¢s f¨¦rreo opositor a la negociaci¨®n de paz, han sido una fuente permanente de conmoci¨®n en una sociedad que busca doblar la p¨¢gina de la violencia sin esquivar la verdad. La audiencia, una sesi¨®n de m¨¢s de dos horas transmitida de manera virtual, forma parte de los espacios de contribuci¨®n voluntaria impulsados por la Comisi¨®n, presidida por el sacerdote jesuita Francisco de Roux, que navega en medio del clima de polarizaci¨®n que ha caracterizado a Colombia en tiempos recientes. El propio Santos quiso concentrar su presentaci¨®n en las ejecuciones extrajudiciales, que en gran medida ocurrieron cuando ¨¦l era ministro de Defensa de Uribe entre los an?os 2006 y 2009, antes de su notorio distanciamiento.
La Comisi¨®n, que debe entregar este a?o su informe final, es una entidad de car¨¢cter extrajudicial pero trabaja en coordinaci¨®n con la Jurisdicci¨®n Especial para la Paz (JEP), el tribunal de justicia transicional encargado de juzgar los cr¨ªmenes m¨¢s graves. Despu¨¦s de la imputaci¨®n por secuestro contra la c¨²pula de las FARC, el caso por ejecuciones extrajudiciales es el m¨¢s avanzado de los siete grandes procesos abiertos por la JEP: el tribunal estableci¨® en febrero que entre 2002 y 2008 hubo m¨¢s de 6.400 v¨ªctimas de ¡°falsos positivos¡±.
¡°Cuando llegue? al ministerio de Defensa el 20 de julio de 2006, comparti?a con el presidente Uribe su objetivo de derrotar a las FARC. Donde teni?amos una diferencia era en el co?mo¡±, relat¨® Santos. Aunque la llamada pol¨ªtica de Seguridad Democr¨¢tica dejaba una ventana abierta a una eventual negociaci¨®n, ¡°Uribe en realidad pretendi?a acabar militarmente a las FARC, queri?a una derrota total. Nunca quiso ni siquiera reconocer la existencia de un conflicto armado; los guerrilleros para e?l eran unos simples narcotraficantes y terroristas¡±, prosigui¨® el tambi¨¦n merecedor del Nobel de Paz por el acuerdo que su Gobierno sell¨® a finales de 2016 con la que fuera la guerrilla m¨¢s poderosa de Am¨¦rica Latina.
Las posturas de ambos difieren desde entonces, de acuerdo con Santos, quien gan¨® las elecciones de 2010 con el apoyo de Uribe. ¡°En mi caso, por toda la experiencia y la informacio?n acumulada, y tal vez por mi manera de ver las cosas, consideraba ma?s viable y conveniente, ma?s ra?pido y menos costoso, una derrota estrate?gica ¨Cdebilitarlos psicolo?gica y militarmente¨C y llevarlos a una mesa de negociacio?n¡±, dijo al comienzo de su exposici¨®n. ¡°Pero Uribe era el presidente y yo su subalterno¡±. Su predecesor insiste en modificar los acuerdos y derogar la JEP.
¡°Esta no es una historia fa?cil de entender, no solo porque es inconcebible que hombres de nuestro Eje?rcito Nacional hayan cometido o tolerado estos hechos, sino porque se dieron en paralelo dos feno?menos absolutamente contradictorios¡±, explic¨® Santos. Al tiempo que hab¨ªa una notable mejori?a general del comportamiento de las tropas en el terreno, gracias en buena parte a su entrenamiento en derechos humanos, se presentaba una tendencia opuesta en ciertas unidades y regiones, ¡°a cometer homicidios en persona protegida o ejecuciones extrajudiciales¡±.
Para esos a?os, el balance de poder militar se habi?a inclinado a favor del Estado. En marzo del 2008, murieron tres de los siete miembros del secretariado de las FARC. Unos meses despu¨¦s ocurri¨® la operacio?n Jaque, que permiti¨® rescatar a 15 secuestrados de las profundidades de la selva, entre ellos Ingrid Betancourt. ¡°Lo que el pai?s conoce menos es el trabajo que al mismo tiempo se hizo para fortalecer el compromiso con los derechos humanos y la legitimidad de las Fuerzas Armadas, y por consiguiente su efectividad, a trave?s de una ambiciosa y bien planeada poli?tica de derechos humanos¡±, defendi¨® Santos.
En medio de esos avances, comenzaba a emerger la informacio?n que alertaba sobre presuntas ejecuciones extrajudiciales. ¡°La presio?n por producir bajas y los premios por lograrlo fueron, sin duda, los principales incentivos para producir semejante degradacio?n del conflicto¡±, se?al¨® Santos al admitir que tard¨® tiempo en aceptarlo, pues en sus primeros meses al frente del ministerio no le dio credibilidad a los rumores. ¡°Yo tambie?n me arrope? con la bandera tricolor y en varias ocasiones sali? a desvirtuar lo que todos en el estamento oficial consideraban male?volas acusaciones¡±, se?al¨®.
Comenz¨® a superar ese ¡°estado de negaci¨®n¡± con la informaci¨®n que llegaba de fuentes cre¨ªbles desde 2007. ¡°Ma?s de la mitad de las directivas ministeriales que produjimos ese an?o estaban dirigidas a atacar ese horripilante feno?meno¡±, sostuvo. Al a?o siguiente, v¨ªctimas denunciadas como desaparecidas en Soacha, un municipio aleda?o a Bogot¨¢, aparecieron en septiembre como muertos en combate cerca de la frontera con Venezuela. Era la confirmaci¨®n del caso m¨¢s emblem¨¢tico de los ¡°falsos positivos¡±. ¡°Muchachos habi?an sido reclutados en Soacha para un supuesto trabajo ra?pido y lucrativo, y luego transportados hasta Norte de Santander para ser ultimados y presentados como ¡®positivos¡¯ por el Eje?rcito. Asi? de macabro. Algo inconcebible y profundamente inhumano¡±, dijo el exmandatario.
Entonces cre¨® una comisio?n que investig¨® sobre el terreno y detecto? graves vaci?os e irregularidades. El informe lo dej¨® ¡°estupefacto¡±. Las pruebas de negligencia por parte de los comandantes eran tan fuertes, que decidieron separar a 20 oficiales y siete suboficiales de las filas, incluyendo a tres generales y cuatro coroneles, por fallas ocurridas bajo su mando. El anuncio lo hizo el propio presidente Uribe el 28 de octubre de 2008. Despu¨¦s salieron 24 oficiales m¨¢s. El comandante del Ej¨¦rcito acab¨® por renunciar.
¡°No me cabe la menor duda de que el pecado original, lo que en el fondo dio pie para estas atrocidades, fue la presio?n para producir bajas y todo lo que se tejio? alrededor de lo que muchos han llamado la doctrina Vietnam¡±, reiter¨® Santos hacia el final de su intervenci¨®n. ¡°Pero al mismo tiempo, en honor a la verdad, tengo que decir que el presidente Uribe no se opuso al cambio de esa nefasta doctrina, que e?l mismo habi?a estimulado. Nunca recibi? una contraorden, ni fui desautorizado¡±, matiz¨®.
El exmandatario se lament¨® de que ¡°a pesar de haber hecho todo lo humana y legalmente posible, no logramos cortar de un solo tajo¡± las ejecuciones extrajudiciales, pero ¡°el objetivo fundamental de acabar con los falsos positivos se logro?¡±. ¡°Me queda el remordimiento y el hondo pesar de que durante mi ministerio muchas, muchi?simas madres, incluidas las de Soacha, perdieron a sus hijos por esta pra?ctica tan despiadada (¡) Eso nunca ha debido pasar. Lo reconozco y les pido perdo?n a todas las madres y a todas sus familias, vi?ctimas de este horror, desde lo ma?s profundo de mi alma¡±, concluy¨®.
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