Algunas lecciones de Estados Unidos para la izquierda
Tras ganar la batalla entre radicales y moderados por el liderazgo del Partido Dem¨®crata, Joe Biden ha integrado las propuestas de sus adversarios y su gesti¨®n trata de unir al pa¨ªs
![Joe Biden (izquierda) y Bernie Sanders, durante su debate cara a cara en las primarias dem¨®cratas el 15 de marzo de 2020.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/HCU34TR5NBF3RHNYSNEPDV2UKY.jpg?auth=a3c3aac7faad258aa49148ab978c9598686a0edecdddda63be70fdca368a9f4c&width=414)
Estados Unidos, que ha sido durante el ¨²ltimo siglo un referente mundial por tantos motivos, no se hab¨ªa caracterizado nunca, precisamente, por ser una fuente de aprendizaje para la izquierda. Ahora lo es. Desde hace unos pocos a?os se libra en el seno del Partido Dem¨®crata una batalla ideol¨®gica entre izquierdistas y moderados que recuerda a las que en el pasado conocieron los partidos socialdem¨®cratas europeos, con la diferencia de que, mientras estos sucumben hoy entre el caudillismo y la confusi¨®n, el debate en la izquierda norteamericana resulta vivo, estimulante y enriquecedor para el pa¨ªs.
La victoria electoral de Donald Trump en 2016 condujo a los dem¨®cratas, al mismo tiempo, al pesimismo y a la radicalizaci¨®n. Mark Lilla explicaba un a?o despu¨¦s en un libro muy celebrado, The Once and Future Liberal, que el pensamiento tradicional de la izquierda a favor de la igualdad de oportunidades hab¨ªa sido sustituido por las pol¨ªticas de identidad, de tal modo que cada uno defiende los derechos de una minor¨ªa y s¨®lo los pertenecientes a ese determinado grupo, supuestamente discriminado o perseguido, son autorizados a hablar en nombre de esa causa. ¡°El reto de Kennedy de ¡®?qu¨¦ puedes hacer por tu pa¨ªs?¡¯¡±, dec¨ªa Lilla, ¡°ha sido sustituido por el de ¡®?qu¨¦ me debe mi pa¨ªs en funci¨®n de mi identidad?¡±.
A la sombra intelectual del auge del movimiento wake en los campus universitarios, candidatos de la izquierda del Partido Dem¨®crata cosechaban ¨¦xito tras ¨¦xito en las elecciones primarias, todos ellos con el apoyo y la inspiraci¨®n de Bernie Sanders, quien parec¨ªa imbatible como el aspirante dem¨®crata a la presidencia del pa¨ªs. La joven del Bronx Alexandria Ocasio-Cortez se convert¨ªa en una estrella medi¨¢tica. Menos de un a?o antes de las elecciones de 2020, Joe Biden ¡ªun representante de lo que ese sector del partido criticaba como vieja pol¨ªtica, la pol¨ªtica de la moderaci¨®n y el acuerdo¡ª parec¨ªa acabado.
Pero el Partido Dem¨®crata demostr¨® capacidad de reacci¨®n. Aterrado ante la perspectiva de un duelo Trump-Sanders (equivalente a un Fujimori-Castillo en la primera potencia mundial), el aparato dem¨®crata se moviliz¨® a fondo para reconducir el voto sobre el que ten¨ªa mayor control ¡ªnegros, latinos, sindicatos¡ª a favor de Biden, que acab¨® ganando la nominaci¨®n y la Casa Blanca.
La conquista del poder por parte de un hombre de trayectoria centrista que hab¨ªa sido vicepresidente y ocupado un esca?o en el Senado durante 36 a?os no acab¨® del todo con el auge del sector izquierdista, pero s¨ª reunific¨® el partido, al menos formalmente, y dio un nuevo br¨ªo a los moderados. Biden ha tratado desde el primer d¨ªa de conservar esa unidad, ha abrazado con mayor o menor discreci¨®n algunas de las banderas de la izquierda, como la del Black Lives Matter, y ha dado la raz¨®n, con sus proyectos de inversi¨®n p¨²blica, a las denuncias del sector radical de su partido sobre la desigualdad social.
Estos primeros cinco meses de la presidencia de Biden han sido, por tanto, de una pl¨¢cida convivencia entre moderados e izquierdistas en el Partido Dem¨®crata. A partir de ahora, todo empieza a ser m¨¢s complicado. Biden intenta un estilo de gobierno en el que, sin renunciar a la audacia que el momento requiere, pretende avanzar sin estridencias: sus declaraciones son tranquilas y conciliadoras, sus gestos tratan de combinar la atenci¨®n necesaria a aquellos a quienes Trump maltrat¨® con el respeto debido a quienes votaron por ¨¦l. Enseguida ha aparecido su instinto negociador e intenta por todas las v¨ªas posibles pactar sus proyectos transformadores con el Partido Republicano, lo que no ser¨¢ f¨¢cil porque el conservadurismo norteamericano sigue por completo a las ¨®rdenes de Trump.
Ese comportamiento del presidente est¨¢ empezando a inquietar a la izquierda del Partido Dem¨®crata, una amalgama de fuerzas dispersas y radicalizadas que, como confesaba recientemente uno de sus j¨®venes representantes, Max Berger, a Andrew Marantz en The New Yorker, observ¨® con admiraci¨®n el nacimiento de Podemos en Espa?a y ha tratado de seguir algunos de sus pasos. La izquierda dem¨®crata est¨¢ presionando al presidente para que, aprovechando la exigua mayor¨ªa del partido en el Senado (donde se necesita el voto de la vicepresidenta Kamala Harris para romper el empate a 50 entre los dos partidos), se elimine la larga tradici¨®n de filibusterismo y se impida as¨ª que los republicanos puedan abortar las reformas del Gobierno.
Ese es s¨®lo uno de los frentes en los que se va a librar la batalla entre moderados y radicales en la izquierda norteamericana, pero habr¨¢ otros: una ambiciosa ley de medio ambiente con profundas repercusiones econ¨®micas, leyes sobre derechos transexuales, reforma policial y de seguridad p¨²blica, reforma migratoria y una variedad de iniciativas relacionadas con el conflicto racial. En discusi¨®n en estos momentos en el Congreso hay una ley muy controvertida que pretende revertir a nivel federal algunas decisiones que est¨¢n tomando los estados bajo control republicano en materia electoral.
El debate es abierto, rico y, desde luego, trascendental. La izquierda ve, quiz¨¢ por primera vez en la historia, una oportunidad de dejar su huella en el redise?o del sistema pol¨ªtico norteamericano. Los dem¨®cratas tradicionales, que todav¨ªa son mayor¨ªa, sobre todo en las instituciones, creen que podr¨¢n contener a los j¨®venes rebeldes. La derecha conf¨ªa en que esa batalla acabar¨¢ destruyendo al Partido Dem¨®crata y Trump volver¨¢ a la presidencia dentro de cuatro a?os. Algunos analistas est¨¢n alarmados del tono revolucionario que han alcanzado algunas propuestas dem¨®cratas. Otros, como David Brooks, creen que, en ¨²ltima instancia, el sistema ser¨¢ capaz de asimilar a estas corrientes radicales, como ya ocurri¨® en los a?os sesenta del siglo pasado con movimientos como el de los Panteras Negras o la Naci¨®n del Islam.
Biden ha conseguido hasta ahora navegar por encima de esas turbulencias sin perder un gramo de su popularidad. Consciente de que, despu¨¦s de cuatro a?os de Trump, lo ¨²ltimo que el pa¨ªs necesita es m¨¢s agitaci¨®n, trata de dirigir un cambio tranquilo. Es pronto para saber si lo conseguir¨¢, pero, de momento, el planteamiento es envidiable: el presidente ha expuesto con claridad un modelo de pa¨ªs y trata de conformar una mayor¨ªa, dentro y fuera de su partido, para sacarlo adelante, convenciendo, no eliminando adversarios.
Ignoro si esta experiencia ser¨¢ ¨²til para la izquierda en otras latitudes. Desde luego, no en Am¨¦rica Latina, donde la izquierda lleva tiempo entregada al populismo autoritario y antidemocr¨¢tico y cada d¨ªa da un paso m¨¢s en esa direcci¨®n. Pero tambi¨¦n se aprecian algunos signos preocupantes en Espa?a. Quienes vivieron los d¨ªas aciagos que condujeron al ascenso de la supuesta izquierda en el PSOE podr¨¢n dar testimonio del nivel del debate y de las consecuencias org¨¢nicas que aquel proceso tuvo. No estoy seguro de que, en ese caso, acabara verdaderamente ganando la izquierda, pero lo que s¨ª es evidente es que el l¨ªder triunfante impuso su autoridad sin un ¨¢pice de contestaci¨®n.
Biden est¨¢ sometido a diario a una severa fiscalizaci¨®n por parte del segmento radical de su partido, que, con la complicidad de una buena parte de la academia progresista, est¨¢ esperando el momento de gritar ¡°?traici¨®n!¡± ¡ªa punto ha estado de ocurrir por su posici¨®n contra la inmigraci¨®n ilegal¡ª. Sin embargo, quiz¨¢ por su edad, el presidente est¨¢ tranquilo. Parece m¨¢s interesado en no hacer enemigos que en ganar lealtades inquebrantables. Muchos norteamericanos discrepan de su pol¨ªtica, pero pocos pueden negar que su gesti¨®n est¨¢ contribuyendo a sanar heridas, a unir a la naci¨®n.
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