Biden y las guerras ¡°interminables¡±
Es un gran alivio que en la cumbre del G-7 vuelva a haber estadounidenses sensatos en la pol¨ªtica internacional, pero lo que el presidente de EE UU est¨¢ haciendo no es pensar c¨®mo poner fin a conflictos, sino a la intervenci¨®n de su pa¨ªs
Joe Biden ha obtenido una c¨¢lida bienvenida a su llegada a Cornualles para participar en la reuni¨®n del G-7. Parece que Estados Unidos vuelve a ser el garante del orden legal mundial. Biden ha propuesto un innovador impuesto global a las empresas multinacionales. Ha hecho que Estados Unidos se reincorpore a los Acuerdos sobre el Cambio Clim¨¢tico de Par¨ªs. Quiere conseguir un acuerdo nuclear con Ir¨¢n y proponer a Putin nuevas negociaciones sobre la reducci¨®n de las armas nucleares. Est¨¢ presionando a Boris Johnson para que respete el Protocolo de Irlanda del Norte y proteja los acuerdos de paz del Viernes Santo.
Pero Biden representa tambi¨¦n otra postura tradicional de los estadounidenses, la del aislacionista progresista, una figura con intereses muy diferentes al ¡°Am¨¦rica primero¡± de Trump. Es la misma tradici¨®n que se neg¨® a que Estados Unidos fuera miembro de la Liga de las Naciones y retras¨® su entrada en la Segunda Guerra Mundial. Su instinto le dicta que Estados Unidos solo debe intervenir en el extranjero cuando le afecte directamente. La retirada de Afganist¨¢n es un ejemplo.
El Gobierno de Biden sigue inmerso en la rivalidad geopol¨ªtica. En Cornualles, Biden ha subrayado la necesidad de que las democracias hagan frente a los reg¨ªmenes populistas y autoritarios. Asimismo habla de c¨®mo combatir lo que denomina ¡°terrorismo disperso¡±. En las dos ¨²ltimas d¨¦cadas, Estados Unidos ha llevado a cabo una campa?a, en gran parte invisible, de asesinatos extrajudiciales a distancia, mediante drones, fuerzas especiales y contratistas privados de seguridad. Seg¨²n las ¨²ltimas cifras conocidas, procedentes de un informe secreto, las fuerzas especiales de Estados Unidos, al final de la presidencia de Obama, estaban presentes en 97 lugares de al menos 27 pa¨ªses. Han muerto miles de terroristas, junto a millares de civiles muertos por error o como supuestos da?os colaterales. Veinte a?os de guerra contra el terrorismo no han servido para que deje de ser una amenaza. Al contrario, ha aumentado de forma espectacular: Al Qaeda y el ISIS han crecido y se han expandido por todo el mundo; de ah¨ª el t¨¦rmino de ¡°terrorismo disperso¡±. Es una estrategia que contradice la afirmaci¨®n de que Estados Unidos defiende el principio de legalidad y los derechos humanos.
Lo que no est¨¢ haciendo Biden es pensar en c¨®mo poner fin a las ¡°guerras interminables¡±; solo a la participaci¨®n de Estados Unidos. En su carta al Congreso, Biden dice claramente que el ¨²nico objetivo de EE UU en Afganist¨¢n era ¡°rebajar¡± la amenaza que constituye Al Qaeda para Estados Unidos; la intervenci¨®n no tuvo nada que ver con las penalidades del pueblo afgano. Sin embargo, la retirada agravar¨¢ terriblemente su situaci¨®n. Quiz¨¢ no signifique la toma del poder por parte de los talibanes, pero s¨ª supondr¨¢ m¨¢s violencia, especialmente contra las mujeres y los intelectuales, y la extensi¨®n de la guerra a toda la regi¨®n. Fue una decisi¨®n unilateral en contra de la OTAN y los aliados europeos, muchos de los cuales proclamaron p¨²blicamente su rechazo.
Cuando decimos ¡°guerras interminables¡± nos referimos a los brotes de violencia armada persistentes e incrustados en lugares como Afganist¨¢n, Siria, Yemen, grandes partes de ?frica, partes de Asia y otros pa¨ªses como Venezuela y M¨¦xico. Estas que yo llamo ¡°nuevas guerras¡± est¨¢n indisolublemente unidas a todos los dem¨¢s problemas globales a los que se enfrenta el G-7. En algunos territorios, el terrorismo est¨¢ vinculado a la ausencia de gobierno: en esas zonas de conflicto es donde proliferan grupos como el ISIS, Al Qaeda, Al Shabab, Boko Haram o Al Nusra, que por eso est¨¢n dispersos. Lo mismo sucede con el crimen organizado internacional, las redes de mafias financieras que est¨¢n vinculadas a los reg¨ªmenes autoritarios olig¨¢rquicos. El resultado m¨¢s habitual de las ¡°guerras interminables¡± son las migraciones forzosas. Es probable que, como consecuencia de la retirada de Afganist¨¢n, veamos una gran oleada nueva de refugiados, especialmente intelectuales y gente con educaci¨®n, que son desde hace tiempo el principal objetivo de los talibanes y de Al Qaeda: algunos hacen la estimaci¨®n de 12 millones de refugiados (el n¨²mero total de refugiados en todo el mundo es de 26 millones, m¨¢s otros 45 millones de desplazados internos).
Tambi¨¦n necesitamos acabar con los conflictos para poder hacer frente al cambio clim¨¢tico y las pandemias. Las guerras son correas de transmisi¨®n de la covid-19, por la fragilidad de las instalaciones sanitarias, la presencia de campos de refugiados y de internamiento abarrotados y la convivencia entre generaciones. La polio, en teor¨ªa, qued¨® erradicada en 2005, pero ha reaparecido en Afganist¨¢n y el Congo. Mientras no se resuelvan los conflictos, siempre existe el riesgo de que se desarrollen nuevas variantes resistentes a las vacunas.
Resulta interesante que la gesti¨®n de conflictos y crisis sea un tema fundamental de la pol¨ªtica exterior y de seguridad com¨²n de la UE, expuesta en la estrategia global y en los documentos escritos por el alto representante actual, Josep Borrell. El llamado enfoque integral del conflicto se basa expresamente en la seguridad humana. Eso, en un lugar como Afganist¨¢n, significar¨ªa mantener la presencia de fuerzas de seguridad, pero dedicadas a la protecci¨®n de los afganos y la reducci¨®n de la violencia, no a matar terroristas. Representar¨ªa una perspectiva pol¨ªtica en varios ¨¢mbitos: numerosos acuerdos locales integrados en un proceso a escala nacional respaldado por garant¨ªas de seguridad. Tambi¨¦n significar¨ªa hacer frente a los flujos globales de dinero, muchos de ellos procedentes de Estados Unidos, de los que se alimentan la corrupci¨®n y la depredaci¨®n estructurales que socavan la legitimidad y mantienen la guerra.
A excepci¨®n de Francia, que se dedica a perseguir terroristas en ?frica occidental, los europeos, en la lucha antiterrorista, tienden a dar prioridad a los derechos humanos y a utilizar m¨¦todos policiales y de los servicios de inteligencia en vez de llevar a cabo asesinatos selectivos. Aunque comparten la preocupaci¨®n de Estados Unidos respecto a Rusia y China, hay diferentes puntos de vista sobre c¨®mo hacer frente a estos peligrosos reg¨ªmenes; el problema de la rivalidad militar es que alimenta las paranoias sobre amenazas internas y externas. La estrategia que prefiere la mayor¨ªa de los europeos consiste en medidas para reducir el peligro de guerra, por ejemplo con negociaciones sobre el control de armas, como ya est¨¢ haciendo Biden, estableciendo una cooperaci¨®n cuando es necesario ¡ªpor ejemplo, frente al cambio clim¨¢tico¡ª y con posiciones firmes en materia de derechos humanos, mediante el uso de herramientas como las sanciones selectivas, medidas legales y el apoyo a la sociedad civil.
?Ser¨¢ este el momento en el que la UE reafirme su ¡°autonom¨ªa estrat¨¦gica¡±, de la que han hablado Borrell y Von der Leyen? ?Deber¨ªan los europeos haber seguido d¨®cilmente las iniciativas de Estados Unidos en Afganist¨¢n? ?Deben proponer un nuevo mandato de mantenimiento de la paz para la ONU en Afganist¨¢n, que se aplicar¨ªa en colaboraci¨®n con las potencias regionales, quiz¨¢ incluso con Rusia y China, lo que servir¨ªa para incorporarlas al sistema multilateral? ?Podr¨ªa ser esta una forma de empezar a abordar los conflictos con mayor seriedad en otras partes del mundo?
Es un gran alivio que vuelva a haber estadounidenses sensatos en la pol¨ªtica internacional. Pero el escenario ha cambiado mucho desde la ¨¦poca de la Guerra Fr¨ªa. Da la impresi¨®n de que el Gobierno actual est¨¢ demasiado ocupado con las preocupaciones internas del pa¨ªs y la relaci¨®n del mundo con Estados Unidos como para comprender en qu¨¦ se basa la inseguridad contempor¨¢nea: la propagaci¨®n mundial de las ¡°nuevas guerras¡±.
Mary Kaldor es profesora de Global Governance en la London School of Economics.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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