El Reino Unido y la UE intercambian gestos de buena voluntad para aliviar la tensi¨®n del Brexit
Londres y Bruselas acuerdan retrasar otros tres meses los controles aduaneros en Irlanda del Norte. El Gobierno de Johnson presenta un plan de ayudas p¨²blicas a empresas que tranquiliza a la UE
La soluci¨®n es una vieja t¨¢ctica negociadora: mantener viva la llama de la ret¨®rica, pero rebajar la tensi¨®n con medidas pr¨¢cticas. El Gobierno de Boris Johnson se aferra a sus proclamas de ¡°soberan¨ªa recuperada¡± en la era pos-Brexit mientras, a rega?adientes, se ajusta a lo pactado. Downing Street ya no cuestiona la vigencia del Protocolo de Irlanda ni amenaza con incumplirlo: se ha limitado a aceptar una nueva pr¨®rroga de tres meses para poner a punto los controles aduaneros exigidos. Y el nuevo r¨¦gimen de ayudas p¨²blicas a empresas del Gobierno brit¨¢nico, uno de los mayores puntos de fricci¨®n durante a?os de negociaci¨®n, establece suficientes garant¨ªas y supervisi¨®n sobre el papel como para que Bruselas haya respirado tranquila.
¡°Queremos usar nuestras libertades recuperadas como pa¨ªs independiente y soberano para que todas las administraciones a lo largo del Reino Unido puedan ofrecer ayuda financiera [a las empresas] sin tener que sufrir una burocracia pesada¡±, ha anunciado el ministro de Comercio brit¨¢nico, Kwasi Kwarteng, en referencia a la anterior obligaci¨®n de pasar por el filtro previo de la Comisi¨®n Europea (CE) cualquier nueva subvenci¨®n. La realidad, sin embargo, es algo m¨¢s prosaica. Si bien bajo la normativa comunitaria toda ayuda p¨²blica debe contar con autorizaci¨®n previa de la CE, lo cierto es que hay un generoso Grupo General de Excepciones desde 2008 para incentivar el desarrollo regional, la creaci¨®n de nuevas inversiones o empleo, la protecci¨®n medioambiental o la promoci¨®n de empresas lideradas por mujeres.
La nueva ley del Gobierno de Johnson, con la que el Partido Conservador pretende impulsar la promesa electoral de corregir las desigualdades econ¨®micas territoriales del Reino Unido, asume desde un principio que todas las ayudas p¨²blicas son legales, mientras cumplan los objetivos generales de ¡°aportar valor a?adido al dinero de los contribuyentes y realizarse de modo r¨¢pido y eficaz¡±. Pero, y en el ¡°pero¡± est¨¢ la clave, para aquellas que amenacen con ¡°distorsionar la competencia¡±, se crear¨¢n dos categor¨ªas especiales: las Subvenciones de Inter¨¦s y las Subvenciones de Particular Inter¨¦s, ¡°cuya aprobaci¨®n puede requerir un an¨¢lisis m¨¢s prolongado para verificar que se ajustan a los principios generales¡±. Y todo ser¨¢ controlado por una nueva Unidad de Asesoramiento en Materia de Subvenciones, integrada en la actual autoridad brit¨¢nica reguladora de la competencia (Autoridad de Mercados y Competencia), y por los tribunales del Reino Unido. Es decir, justamente lo que se acord¨® con Bruselas en la recta final de las negociaciones. La UE renunci¨® entonces a su prop¨®sito inicial de que Londres siguiera dentro del esquema de control comunitario y se sometiera a la supervisi¨®n del Tribunal de Justicia Europeo. Y los primeros compases de la nueva m¨²sica, de momento, no han activado las alarmas en Bruselas, que se reserva su ¨²ltima palabra a cuando concluya el tr¨¢mite legislativo de la ley en la C¨¢mara de los Comunes y se conozcan todos los detalles de la misma.
Pr¨®rroga para Irlanda del Norte
El mismo d¨ªa que Londres y Bruselas se dispon¨ªan a anunciar una soluci¨®n provisional que aliviara la tensi¨®n en torno a Irlanda del Norte, el Alto Tribunal de Belfast ha ayudado a dar claridad legal al conflicto. El tribunal ha rechazado el recurso interpuesto por las principales formaciones unionistas, que quer¨ªan acabar con el Protocolo de Irlanda acordado entre el Reino Unido y la UE. Frente al argumento de que la decisi¨®n de mantener al territorio norirland¨¦s dentro del mercado interior comunitario quebraba el Tratado de la Uni¨®n de 1800 y el Acuerdo de Viernes Santo de 1998, el juez Adrian Colton ha se?alado que ¡°ya hab¨ªa corrido mucha agua constitucional bajo el puente¡± en m¨¢s de 200 a?os, y que los acuerdos derivados del Brexit eran una prerrogativa del Gobierno brit¨¢nico sobre la que los tribunales ten¨ªan poco que decir. Es decir, espaldarazo y alivio para Londres y Bruselas, dispuestos m¨¢s bien a buscar soluciones pr¨¢cticas a los problemas creados por los nuevos controles aduaneros que a ceder ante la tensi¨®n creada por las organizaciones unionistas. Irlanda del Norte ha vivido recientemente la violencia callejera m¨¢s grave de los ¨²ltimos a?os, y los partidos probrit¨¢nicos atribuyen interesadamente lo ocurrido al rechazo ciudadano al protocolo. Lo que los tabloides brit¨¢nicos hab¨ªan bautizado como la ¡°guerra de las salchichas¡±, por los controles sanitarios a?adidos a los productos c¨¢rnicos que viajan desde Gran Breta?a a Irlanda del Norte, ha supuesto una delicada crisis interna en el seno del unionismo y un agravamiento de las relaciones entre el Gobierno de Johnson y la UE, como se pudo constatar en la pasada cumbre del G-7 en Cornualles.
Finalmente, Londres y Bruselas han acordado en el ¨²ltimo minuto una nueva pr¨®rroga de tres meses. De no haber sido as¨ª, el empe?o unilateral del Gobierno brit¨¢nico de permitir la circulaci¨®n de determinadas mercanc¨ªas sin los controles comprometidos hubiera acabado por desatar una guerra comercial entre ambos bloques. El nuevo periodo de gracia concluir¨¢ el 30 de septiembre. ¡°Nuestros objetivos son asegurar la protecci¨®n de los logros conquistados con el Acuerdo de Viernes Santo: paz y estabilidad en Irlanda del Norte, evitar una nueva frontera en la isla de Irlanda y mantener la integridad del mercado interior de la UE¡±, ha dicho el vicepresidente de la CE, Maros Sefcovic, al anunciar la pr¨®rroga. ¡°No escatimaremos esfuerzos en intentar mitigar algunos de los problemas surgidos durante la implementaci¨®n del protocolo¡±. Era un modo de reconocer que el Reino Unido necesita m¨¢s tiempo para desplegar de modo eficaz los controles aduaneros y sanitarios a los que se ha comprometido. ¡°No estamos dando un cheque en blanco, esta soluci¨®n es temporal y con condiciones¡±, ha advertido Sefcovic. Londres se ha comprometido a garantizar que los productos c¨¢rnicos que lleguen a Irlanda del Norte desde el resto de Reino Unido se destinar¨¢n solo a la venta y consumo en esa provincia y en ning¨²n caso podr¨¢n entrar al mercado ¨²nico europeo.
El per¨ªodo de gracia inicial expir¨® el 31 de marzo, pero Londres fue incapaz de cumplir sus compromisos y se salt¨® de manera unilateral lo acordado en el Protocolo sobre la relaci¨®n entre la provincia brit¨¢nica irlandesa y la Rep¨²blica de Irlanda, miembro de la UE.
Bruselas ha advertido que la prolongaci¨®n indefinida de las pr¨®rrogas no genera ¡°la estabilidad y previsibilidad¡± que necesitan los ciudadanos y empresas de ambos territorios irlandeses. Pero admite que no tiene garant¨ªas de que el Gobierno de Boris Johnson vaya a establecer los controles (fronterizos, aduaneros, sanitarios) previstos en el Protocolo de Irlanda que acompa?a al Acuerdo de salida del Reino Unido de la UE pactado a finales de 2019 y que entr¨® en vigor el 1 de febrero de 2020.
El acuerdo alcanzado in extremis ofrece soluci¨®n a otros de los problemas surgidos en Irlanda del Norte: se cambiar¨¢ la legislaci¨®n actual para que el servicio p¨²blico de salud de la regi¨®n pueda importar con facilidad medicamentos gen¨¦ricos desde Gran Breta?a; se simplificar¨¢ la etiquetaci¨®n de animales vivos de granja que vayan de una a otra isla; y se eximir¨¢ a los conductores brit¨¢nicos de la obligaci¨®n de mostrar la tarjeta verde que acredita que el veh¨ªculo est¨¢ asegurado cuando entren en territorio europeo. Esa exenci¨®n es especialmente beneficiosa para los conductores de Irlanda del Norte que cruzan a menudo la frontera con la Rep¨²blica de Irlanda.
¡°Se trata de un primer paso positivo, pero seguimos necesitando una soluci¨®n definitiva¡±, ha dicho por su parte el ministro brit¨¢nico para Asuntos Europeos, David Frost. ¡°Irlanda del Norte es una parte integral del Reino Unido, y sus consumidores deber¨ªan poder disfrutar de los productos de Gran Breta?a que han consumido durante a?os¡±, a?ad¨ªa, en una nueva demostraci¨®n de que la ret¨®rica va por un lado y la realidad, por otro.
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