Biden busca pasar la p¨¢gina de Afganist¨¢n y se vuelca en las reformas econ¨®micas
Las diferencias entre dem¨®cratas y el deterioro de los indicadores laborales y sanitarios empa?an la gesti¨®n interna del presidente
Ni siquiera el largo fin de semana del D¨ªa del Trabajo, que se celebra el primer lunes de septiembre en Estados Unidos, ha dado un respiro al presidente Joe Biden. Su ambiciosa agenda reformista ¡ªel plan de infraestructuras sociales, de 3,5 billones de d¨®lares (2,9 billones de euros); gemelo del plan de infraestructuras f¨ªsicas ya encarrilado¡ª sigue sin convencer a los dem¨®cratas moderados, que ponen zancadillas a su tramitaci¨®n parlamentaria. Los nubarrones que la variante delta de la pandemia proyecta sobre la recuperaci¨®n econ¨®mica y el fin de varios subsidios de desempleo tampoco favorecen la intenci¨®n del mandatario de potenciar su agenda dom¨¦stica para pasar definitivamente la p¨¢gina de Afganist¨¢n.
El domingo, dos de los m¨¢s fieles escuderos de Biden, su jefe de Gabinete, Ron Klain, y el consejero Cedric Richmond, tuvieron que salir al paso de las amenazas del senador centrista Joe Manchin, contrario al paquete social por el previsible aumento del d¨¦ficit. Manchin pidi¨® un receso en la negociaci¨®n y plante¨® dudas sobre el coste del plan, por el aumento fiscal a las rentas m¨¢s altas. Ambos minimizaron la oposici¨®n de Manchin y se mostraron confiados en seguir remando juntos, a toda vela.
Las optimistas previsiones de la dirigencia dem¨®crata ¡ªaprobar ambos proyectos antes del 1 de octubre¡ª est¨¢n en el aire. Dem¨®cratas y republicanos empatan a 50 esca?os en el Senado y el voto de Manchin resulta crucial para sacar adelante, por el procedimiento de reconciliaci¨®n ¡ªpor mayor¨ªa simple, con el voto de calidad de la vicepresidenta Kamala Harris, a su vez presidenta del Senado¡ª, el ambicioso programa de reformas sociales, que supondr¨ªa la mayor ampliaci¨®n de la cobertura social en el pa¨ªs desde el programa de la Gran Sociedad de Lyndon B. Johnson en los sesenta. Aprobarlo por la v¨ªa ordinaria, filibusterismo mediante ¡ªque requiere una mayor¨ªa de 60 votos¡ª, ser¨ªa matem¨¢ticamente imposible.
La agenda dom¨¦stica hab¨ªa sido hasta ahora la principal baza de la presidencia de Biden, tambi¨¦n la m¨¢s venturosa: el consenso bipartidista para remozar, con 1,2 billones de d¨®lares, las obsoletas infraestructuras del pa¨ªs parec¨ªa alumbrar una nueva forma de hacer pol¨ªtica; la posibilidad palpable del consenso. Tras la atropellada retirada de Afganist¨¢n parec¨ªa tambi¨¦n el refugio adecuado frente las cr¨ªticas de los republicanos. Pero las diferencias dentro de su propio partido amenazan con complicar los planes de Biden. Los progresistas quieren que se vote antes el paquete social de 3,5 billones; los moderados, priorizar el de infraestructuras f¨ªsicas. Compaginar ambos complicar¨¢ sobremanera la agenda a ambas C¨¢maras mientras contin¨²e el receso veraniego. Ni siquiera el intento de los republicanos de convocar una sesi¨®n de urgencia sobre la crisis afgana, la semana pasada, interrumpi¨® su holganza. As¨ª pues, los dos grandes planes se votar¨¢n a finales de septiembre, as¨ª como el presupuesto federal del Gobierno; si este no sale adelante, la Administraci¨®n se ver¨¢ abocada al cierre el 1 de octubre.
Adem¨¢s de la oposici¨®n interna y la de los republicanos, la coyuntura econ¨®mica tampoco es propicia. En apenas dos meses, el sostenido repunte de la inflaci¨®n, el frenazo a la creaci¨®n de empleo en agosto y, sobre todo, las dudas que suscita la rampante oleada de la variante delta (m¨¢s de 160.000 nuevos casos y 1.500 muertes al d¨ªa, adem¨¢s de 100.000 hospitalizados) empa?an las optimistas previsiones de la primavera. A ello se suma que desde este lunes 12 millones de estadounidenses se quedar¨¢n sin alg¨²n tipo de subsidio de desempleo. Hoy expira el bono extra de 300 d¨®lares semanales para 3,9 millones de parados previsto en el plan de rescate pand¨¦mico (1,9 billones de d¨®lares), que el Congreso aprob¨® en marzo y hab¨ªa sido prorrogado dos veces. En conjunto, tres programas de ayuda al desempleo daban cobertura a 12 millones de estadounidenses, incluidos los aut¨®nomos de las grandes plataformas. Hasta este lunes.
La fecha l¨ªmite del D¨ªa del Trabajo no era adem¨¢s gratuita, sino una concesi¨®n a los dem¨®cratas m¨¢s moderados para que votaran a favor de las ayudas y sus pr¨®rrogas. Pero nadie contaba con que la creaci¨®n de empleo ¡ªque hizo que 26 Estados retiraran parcial o totalmente esos subsidios a principios del verano, por supuestamente desincentivar la b¨²squeda de empleo¡ª sufriera un par¨®n en agosto, cuando el pa¨ªs se encaminaba al pleno empleo (en julio, la tasa de paro fue del 5,2%).
Pese a su deseo de pasar p¨¢gina, Biden volver¨¢ a enfrentar el fantasma de Afganist¨¢n en la conmemoraci¨®n, el s¨¢bado, del vig¨¦simo aniversario de los atentados del 11 de septiembre. Ni siquiera en una ciudad dem¨®crata hasta la m¨¦dula como Nueva York tiene Biden garantizado un cerrado aplauso, pese al gesto hacia las familias de las v¨ªctimas del 11-S de desclasificar documentos secretos de la investigaci¨®n mientras su ¨ªndice de popularidad se resiente por el caos de la retirada afgana.
La cada vez menos soterrada lucha entre las dos facciones de su partido no se limita adem¨¢s a la acci¨®n legislativa, sino que se ampl¨ªa a cuestiones tales como la confirmaci¨®n al frente de la Reserva Federal de Jerome Powell, cuyo mandato concluye en febrero. Mientras la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, ha instado a Biden a apuntalar a Powell en un momento clave ¡ªla prevista retirada de est¨ªmulos, el salvavidas que mantuvo a flote la econom¨ªa durante la pandemia¡ª, progresistas como Alexandria Ocasio-Cortez se oponen a que Powell, que fue nombrado por Trump, repita. Mientras, el veterano Bernie Sanders, jefe de filas de la facci¨®n progresista, se ha lanzado al ruedo, ajeno a los enquistados debates partidistas, para glosar las ventajas de la colosal reforma social. La vieja pol¨ªtica, la de los m¨ªtines y la persuasi¨®n personal, al rescate de un atribulado Biden.
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