China sacude el viejo orden nuclear mundial
Pek¨ªn acelera su programa at¨®mico para acercarse a EE UU y Rusia, que invierten grandes cantidades en modernizar sus arsenales
Primero, a principios de verano, aparecieron im¨¢genes satelitales de nuevos campos con silos aptos para misiles nucleares en distintos lugares de China; despu¨¦s, aflor¨® la noticia de dos pruebas de armas hipers¨®nicas con capacidad nuclear llevadas a cabo por el r¨¦gimen de la potencia asi¨¢tica durante el verano; el pasado mi¨¦rcoles, el Departamento de Defensa de Estados Unidos public¨® su informe anual sobre el desarrollo de las fuerzas militares chinas, en el que apunta que Pek¨ªn est¨¢ acelerando su programa at¨®mico, lo que ¡°le permite disponer de 700 cabezas nucleares para 2027 y probablemente busca disponer de al menos 1.000 en 2030¡å. Estas son cifras muy superiores a las estimaciones sobre su arsenal actual ¨Dentre 250 y 350, seg¨²n diferentes fuentes¨D y tambi¨¦n a la proyecci¨®n de 2020 del Pent¨¢gono, que apuntaba hacia el umbral de unas 500 en una d¨¦cada.
La falta de transparencia impide calibrar con precisi¨®n las caracter¨ªsticas del desarrollo nuclear chino. Pek¨ªn respondi¨® al Pent¨¢gono tachando de manipulaci¨®n sus proyecciones. Pero los expertos coinciden en se?alar que China impulsa un ambicioso programa que no solo pretende modernizar la triada de sistemas de lanzamiento tradicionales ¨Cterrestre, submarino, a¨¦reo-, sino que experimenta a fondo con tecnolog¨ªas heterodoxas ¨Cmisiles hipers¨®nicos maniobrables- y apunta a un consistente aumento cuantitativo ¨Ccomo hacen sospechar los alrededor de 300 silos nuevos en tres distintas ubicaciones-.
El conjunto de estas caracter¨ªsticas es lo que diferencia la acci¨®n china de lo que hacen las dem¨¢s potencias nucleares. Todas ellas implementan planes de modernizaci¨®n de sus fuerzas at¨®micas. Rusia desarrolla una persistente labor en ese sentido desde finales de los a?os noventa, cuando sus armas se estaban quedando obsoletas; Estados Unidos se halla embarcado en un plan de renovaci¨®n puesto en marcha en la era Obama que implica un gasto de unos 630.000 millones de d¨®lares [unos 545.165 millones de euros] en la d¨¦cada actual, seg¨²n una estimaci¨®n de la Oficina para Presupuestos del Congreso. Se trata de una cifra similar a la del PIB de un pa¨ªs como Polonia. Rusia tambi¨¦n, como China, impulsa misiles hipers¨®nicos maniobrables con capacidad nuclear. Pero las pruebas del verano hacen intuir un gran salto adelante tecnol¨®gico de China y, por otra parte, ni Mosc¨² ni Washington planifican una expansi¨®n de sus arsenales. Ambos est¨¢n mutuamente vinculados por el tratado New START a no desplegar m¨¢s de 1.550 cabezas nucleares (el recuento del gr¨¢fico supera ese umbral porque incluye tambi¨¦n bombas almacenadas en las mismas bases donde se ubican las lanzaderas).
Pese a que EE UU y Rusia han reducido su capacidad nuclear desde el apogeo de la Guerra Fr¨ªa (de las m¨¢s de 60.000 cabezas nucleares que ten¨ªan en los ochenta a las 12.000 actuales, incluyendo desplegadas, almacenadas y pendientes de desmantelamiento), ambos pa¨ªses siguen disponiendo de una cifra muy superior de cabezas nucleares frente al resto. Este es el contexto en el que China ¨Cno vinculada por el New START (aunque s¨ª por el m¨¢s gen¨¦rico Tratado de No Proliferaci¨®n Nuclear, NPT)- parece lanzada para reducir el diferencial, con el argumento impl¨ªcito de replicar en el plano nuclear su estatus geopol¨ªtico general.
?Cu¨¢nto potencial de alteraci¨®n de los equilibrios estrat¨¦gicos tiene este movimiento en su conjunto? ¡°Mucho depende de c¨®mo China decida operar esta mayor fuerza: si intenta hacer nuevas cosas o si lo encaja dentro de su existente pol¨ªtica nuclear¡±, comenta en conversaci¨®n telef¨®nica Hans M. Kristensen, director del Proyecto de Informaci¨®n Nuclear de la Federaci¨®n de Cient¨ªficos Americanos e investigador del Instituto Internacional de Investigaciones para la Paz de Estocolmo.
¡°En cualquier caso, la cuesti¨®n de los silos llama la atenci¨®n. Son realmente muchos¡±, prosigue Kristensen. ¡°Esto es un desarrollo a la par con lo que EE UU y la URSS, en t¨¦rminos de tama?o y velocidad, hicieron durante la Guerra Fr¨ªa. Es un programa muy amplio. De armarse todos los silos, China tendr¨ªa m¨¢s capacidad en ese apartado que Washington o Mosc¨². Y se tratar¨ªa de misiles intercontinentales con combustible s¨®lido, que pueden lanzarse m¨¢s r¨¢pido que los de combustible l¨ªquido que China tiene en la actualidad¡±. Esto, sin duda, ser¨ªa tenido bien en cuenta por los planificadores militares de EE UU.
Durante d¨¦cadas, Pek¨ªn ha mantenido una pol¨ªtica nuclear de disuasi¨®n m¨ªnima, es decir, disponer de lo indispensable para que a nadie se le ocurra atacarla nuclearmente. Formalmente, no la ha abandonado, pero los hechos apuntan a que ese concepto de m¨ªnimos ha cambiado mucho. En parte puede deberse a que China ha llegado a la conclusi¨®n de que su capacidad de represalia nuclear es vulnerable a un ataque por sorpresa. ¡°Pero esta explicaci¨®n choca con que en el pasado EE UU tuvo un despliegue nuclear incluso mayor que ahora, y esto no indujo entonces a Pek¨ªn a implementar una escalada¡±, dice Kristensen. La otra motivaci¨®n plausible corresponde, seg¨²n el experto, a una cuesti¨®n de ¡°prestigio nacional¡±: un pa¨ªs que se ve como superpotencia no quiere ser nuclearmente muy inferior a EE UU y Rusia.
Un plano importante en el que el avance chino puede tener consecuencias es el de los tratados de control de armas, elemento fundamental para evitar desastres en la Guerra Fr¨ªa, y que ahora atraviesan una etapa negativa. La retirada de EE UU en 2001 del Tratado Antimisiles Bal¨ªsticos abri¨® a Washington la v¨ªa para un fuerte desarrollo de defensa que, a la postre, ha dado argumentos y espoleado a Rusia, primero, y China, despu¨¦s, a buscar v¨ªas para sortear esas defensas cada vez mejores. El Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio ¡ªque prohib¨ªa misiles de tierra con alcance de entre 500 y 5.500 kil¨®metros¡ª colaps¨® en 2019, con la decisi¨®n de Washington de retirarse tras acusar a Mosc¨² de haberlo violado. El New START, que limita las cabezas nucleares desplegadas, fue prorrogado in extremis a principios de a?o por un periodo que expirar¨¢ en 2026.
¡°A mi juicio, no hay duda de que los avances chinos afectar¨¢n las pr¨®ximas negociaciones entre EE UU y Rusia. Es f¨¢cil imaginar que los militares de EE UU dir¨¢n al pr¨®ximo presidente que no acepte un trato con Rusia que reduzca el n¨²mero de armas nucleares¡±, observa Kristensen. Washington intenta involucrar a Pek¨ªn en nuevos esquemas de control de armamento, pero esta se muestra totalmente reacia, alegando, entre otras cosas, que los responsables de las carreras armament¨ªsticas han sido EE UU y Rusia. Por otra parte, la Administraci¨®n de Joe Biden tiene previsto publicar a principios de 2022 su revisi¨®n de la pol¨ªtica nuclear de EE UU, como hace cada nueva presidencia. No es irracional pensar que los avances chinos influir¨¢n en la nueva doctrina. Hay expectativa de saber si Biden incluir¨¢ una pol¨ªtica de no atacar primero, o de no responder con nuclear a ataques qu¨ªmicos, biol¨®gicos o convencionales.
Pero el mensaje de rearme chino va m¨¢s all¨¢ de las dos grandes potencias nucleares. Por un lado, los dem¨¢s actores de la regi¨®n toman obviamente nota. Por el otro, hay una repercusi¨®n global. ¡°China no puede sostener que su desarrollo militar encaja con sus obligaciones legales bajo el art¨ªculo 6 del NPT de ¡®celebrar negociaciones de buena fe sobre medidas eficaces relativas a la cesaci¨®n de la carrera de armamentos nucleares en fecha cercana y al desarme nuclear¡±, considera en conversaci¨®n telef¨®nica Shannon Bugos, investigadora de la Arms Control Association, con sede en Washington. ¡°El fracaso de las cinco potencias nucleares parte del NPT a cumplir con sus compromisos de desarme en a?os recientes ser¨¢ un punto de fricci¨®n en la Conferencia de Revisi¨®n del NPT prevista en enero¡±.
Bugos tambi¨¦n se?ala que el ritmo real de desarrollo del arsenal nuclear chino en los pr¨®ximos a?os depende en parte de c¨®mo se desenvolver¨¢ la relaci¨®n estrat¨¦gica con EE UU y, m¨¢s en general, de lo que hagan Washington y sus aliados, especialmente en la regi¨®n.
Las labores de modernizaci¨®n de los arsenales constatan que ninguna de las potencias nucleares tiene en la cabeza el camino de desarme marcado por el NPT. Entre los firmantes armados ¨CEE UU, Rusia, China, Francia y el Reino Unido- destaca la actitud de Londres. No solo lleva a cabo un programa de renovaci¨®n de su flota de submarinos con capacidad de disparo nuclear por valor de m¨¢s de 30.000 millones de libras, sino que ha revertido su propia decisi¨®n de reducir el n¨²mero de cabezas nucleares en su poder. Tras fijar el objetivo de bajarlas de 225 a 180, ahora se ha elevado el l¨ªmite a 260.
Francia, por su parte, se encuentra en un rumbo m¨¢s estable, pero que tambi¨¦n contempla inversiones de mantenimiento y renovaci¨®n por un valor de 37.000 millones de euros en el periodo 2019-2025. India y Pakist¨¢n tambi¨¦n afinan sus capacidades; Corea del Norte hace lo que puede; Israel, envuelta en su tradicional pol¨ªtica de ambig¨¹edad nuclear, sin duda tampoco est¨¢ de brazos cruzados.
El turbulento cuadro es completado por el asunto iran¨ª. Est¨¢ previsto que las negociaciones para reactivar el acuerdo nuclear que rompi¨® la Administraci¨®n de Donald Trump se reanuden el pr¨®ximo d¨ªa 29. Las posiciones, sin embargo, permanecen distantes. El nuevo presidente iran¨ª, Ebrahim Raisi, figura del ala dura del r¨¦gimen, ha advertido de que no piensa retroceder ni un paso. Los europeos se esfuerzan para desencallar la situaci¨®n, pero la perspectiva no es simple. Mientras, las suspicacias crecen, sobre todo entre los enemigos regionales de Ir¨¢n, en un entorno que no se perfila como tranquilizador.
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