Chile vota fracturado entre la renovaci¨®n de Boric y el conservadurismo de Kast
El pa¨ªs sudamericano elige presidente bajo una polarizaci¨®n sin precedentes entre los que quieren cambiarlo todo y los que prefieren volver a la situaci¨®n previa al estallido social de 2019
Hay un sitio en Santiago que es s¨ªntesis de la fractura en Chile. Se llama plaza Baquedano, por el nombre del general Manuel Baquedano, h¨¦roe de la Guerra del Pac¨ªfico, cuya figura de bronce estuvo all¨ª hasta marzo sobre un pedestal de granito. La estatua ya no volver¨¢ y los restos del pedestal apenas sobreviven en el centro de un peque?o c¨ªrculo de tierra rodeado de avenidas.
Alguna vez, esa plaza, llamada popularmente Italia o ¡°de los italianos¡±, por un monolito cercano que fue donado por esa comunidad, fue centro de celebraciones deportivas o pol¨ªticas. Desde octubre de 2019 es s¨ªmbolo de las revueltas.
En la ma?ana del viernes, la mitad del pedestal vac¨ªo de Baquedano amaneci¨® pintada de blanco, rodeada de c¨¦sped nuevo y flores amarillas. Fue el ¨²ltimo acto de campa?a del derechista extremo Jos¨¦ Antonio Kast, de 55 a?os. Quiso mostrar as¨ª c¨®mo, si gana este domingo la presidencia, ordenar¨¢ ese Chile que ahora se exhibe con pintadas que piden justicia por los j¨®venes muertos en las protestas y consignas contra la polic¨ªa, los pol¨ªticos y las grandes corporaciones.
Ese Chile disconforme se volcar¨¢ mayoritariamente por Gabriel Boric, un izquierdista de 35 a?os militante del Frente Amplio que ha hecho alianza con el Partido Comunista. Los sondeos dan una peque?a ventaja a Boric, pero tambi¨¦n muestran un 25% de indecisos que vuelve incierta cualquier predicci¨®n.
El viernes es d¨ªa de protestas en Baquedano. La mitad pintada de blanco por Kast se llen¨® otra vez de consignas pol¨ªticas y sobre el pedestal sin estatua ondeaba una bandera con fotos de v¨ªctimas de la polic¨ªa y la pregunta ¡°?Qui¨¦n los mat¨®?¡±. Los j¨®venes, que se re¨²nen all¨ª para mantener viva la llama de la revuelta, arrancaron las alfombras de c¨¦sped y las flores que hab¨ªan puesto los seguidores de la derecha y los trasladaron hasta lo que alguna vez fue la entrada al metro. La puerta lleva dos a?os cerrada, y en su lugar se ha montado un peque?o jard¨ªn donde se mezclan mensajes que piden la defensa de la naturaleza y calaveras con gorra de polic¨ªa atravesadas por flechas.
La pelea por los s¨ªmbolos necesitaba ahora agua para sobrevivir. Por eso estaba all¨ª Alejandro Canales, de 35 a?os, auditor en grandes empresas. Con un bid¨®n regaba las flores tra¨ªdas por los manifestantes. ¡°El c¨¦sped se va a morir, pero al menos intentar¨¦ salvar las flores¡±, dice. ¡°Muchos quisieron destrozar lo que hab¨ªa hecho la gente de Kast, pero al final logramos trasladar todo aqu¨ª, para resignificarlo¡±, explica.
Chile est¨¢ todo ah¨ª, en la plaza Baquedano. Es tanta la carga simb¨®lica del lugar, que el destino de ese peque?o c¨ªrculo de tierra ser¨¢ un problema urgente para el pr¨®ximo presidente. ?C¨®mo llamarla?, por ejemplo. Los manifestantes la han rebautizado ¡°plaza de la Dignidad¡±. ?Qu¨¦ estatua poner donde antes hab¨ªa un militar a caballo?
El debate resume la fractura del pa¨ªs que va este domingo a las urnas, dividido entre aquellos que quieren cambiarlo todo y los que prefieren volver a la situaci¨®n previa a las revueltas, cuando todo parec¨ªa andar de maravilla en Chile.
¡°Estamos acostumbrados a fracturas ideol¨®gicas heredadas de la Guerra Fr¨ªa, pero este es otro tipo de fractura¡±, advierte el soci¨®logo Eugenio Tironi, acad¨¦mico de la Universidad Cat¨®lica. ¡°La fractura actual de Chile es sociol¨®gica, cultural, con elementos generacionales, demogr¨¢ficos y de g¨¦nero hasta ahora desconocidos. Tenemos a los j¨®venes contra los mayores, a los hombres contra las mujeres, a las zonas rurales contra las ciudades, al norte y al sur, por un lado, y al centro por el otro¡±, explica Tironi. ¡°Esto tiene que ver con los efectos que ha tenido una modernizaci¨®n acelerada, que ha provocado un quiebre cultural entre los menores de 35 a?os, m¨¢s escolarizados y cosmopolitas, y un mundo antiguo m¨¢s tradicional y conservador que se siente amenazado¡±.
Esa quiebra explica por qu¨¦ hoy puede convertirse en presidente un candidato como Kast, que no ha roto lazos ideol¨®gicos con la dictadura de Augusto Pinochet.
¡°No era paz, era silencio¡±, dice una pintada a metros de la plaza Baquedano. Kast ha prometido orden y restauraci¨®n. Boric, el cambio. Pero la cosa no ha sido f¨¢cil para ellos tras pasar ambos a la segunda vuelta, el 21 de noviembre. Para captar el voto de centro, han debido moderar sus discursos. Kast, en todo lo relativo a su agenda social, limpiando sus consignas m¨¢s xen¨®fobas y contrarias a los derechos de las mujeres. Boric, mientras tanto, asumi¨® la demanda ciudadana de orden y seguridad, se puso chaqueta y camisa y levant¨® el pie del acelerador en su idea de ¡°m¨¢s Estado¡± en la econom¨ªa. Y lo m¨¢s importante: dej¨® de atacar a los partidos tradicionales de la Concertaci¨®n que pilot¨® la transici¨®n democr¨¢tica del pa¨ªs a partir de 1990.
Durante la ¨²ltima semana, Boric se reuni¨® con el expresidente socialista Ricardo Lagos (2000-2006), tendi¨® puentes hacia la Democracia Cristiana y sum¨® el apoyo de la dos veces presidenta Michelle Bachelet (2006-2010 y 2014-2018). ¡°No da lo mismo por qui¨¦n se vota. Y por eso, yo voy a votar por Gabriel Boric¡±, dijo Bachelet, ahora Alta Comisionada para los Derechos Humanos de la ONU, en un v¨ªdeo que subi¨® a redes sociales.
Para Tironi, el puente que tendi¨® Boric hacia los padres fundadores fue el mayor golpe de efecto de su campa?a electoral. ¡°Fue la reunificaci¨®n familiar, los padres perdonaron a los hijos por su agravio y los hijos fueron a pedir consejo. Esta segunda vuelta crea una nueva coalici¨®n de centroizquierda, bajo la hegemon¨ªa de esta nueva generaci¨®n¡±, explica.
Las urnas dir¨¢n ahora si ese giro hacia el pasado, tras a?os de cr¨ªticas despiadadas a lo hecho por la transici¨®n ¡ªpor insuficiente y neoliberal¡ª alcanzar¨¢ para convencer a los moderados, a los indecisos y al 53% de los chilenos de los 15 millones que estaban llamados a votar, pero que el 21 de noviembre se quedaron en su casa. A diferencia de lo que ocurre en otros pa¨ªses de Am¨¦rica Latina, el sufragio no es obligatorio en Chile.
Apoyo de los j¨®venes
Por lo pronto, ese cambio le ha permitido a Boric mantener el apoyo de los j¨®venes, un capital clave en el resultado de este domingo. Seg¨²n los sondeos, el izquierdista supera el 50% de los votos entre los menores de 29 a?os, pero pierde contra Kast, aunque por poco, en el resto de las franjas de edad.
Volvamos a la plaza Baquedano, s¨ªmbolo de la fractura chilena. El jueves, horas antes de los cierres de campa?a de los dos candidatos, muri¨® Luc¨ªa Hiriart, la viuda de Pinochet, a los 99 a?os. Mientras la familia anunciaba un velatorio privado, unas 800 personas, la mayor¨ªa muy j¨®venes, se acercaron a la plaza para celebrar la muerte del ¨²ltimo gran emblema de la dictadura.
Felipe Z¨²?iga, un estudiante de Derecho de 24 a?os, estaba all¨ª, mezclado entre la multitud que saltaba, cantaba y bailaba al ritmo de trompetas y luces de bengala. Votar¨¢ a Boric para ¡°no tener nunca m¨¢s a alguien como Pinochet, porque Kast representa el totalitarismo y el fascismo¡±, dice.
Z¨²?iga particip¨® de las manifestaciones de 2019, lo mismo que Dominique Abarca, una abogada de 29 a?os que comparti¨® facultad con el ahora candidato a presidente. El domingo marcar¨¢ la opci¨®n por Boric, pero menos convencida de lo que podr¨ªa parecer. Abarca no estuvo de acuerdo con el apoyo que el izquierdista dio al pacto que permiti¨® una salida institucional a la crisis de 2019, con la elecci¨®n de una Convenci¨®n Constituyente. Seg¨²n su lectura, Boric ¡°traicion¨®¡± a los estudiantes que salieron a la calle, pero ahora le dar¨¢ su apoyo. ¡°S¨¦ que le har¨¢ bien a la gente que me rodea¡±, dice.
Estos matices est¨¢n tambi¨¦n en la derecha, donde los partidos moderados le tendieron la mano a Kast, aunque sin mucho entusiasmo. En cualquier caso, las semanas previas a la segunda vuelta fueron de esfuerzos hacia la moderaci¨®n, ¡°porque en realidad, la verdadera fractura se inici¨® en las ¨¦lites, no en la gente¡±, dice Claudia Heiss, directora de la carrera de Ciencias Pol¨ªticas de la Universidad de Chile.
Por desgracia, advierte, ¡°se est¨¢ produciendo un proceso de polarizaci¨®n que viene de arriba hacia abajo, no parti¨® de una fractura de la sociedad, que sigue siendo centrista y moderada. Esa sociedad quiere un cambio de modelo, pero no quiere que se vac¨ªe el centro. Por algo, el Partido Comunista perdi¨® la interna del Frente Amplio¡±, dice, en referencia al triunfo de Boric sobre el candidato comunista, Daniel Jadue.
?Qu¨¦ pide ese nuevo centro, impulsado por los m¨¢s j¨®venes? Heiss explica que ¡°Chile durante la Concertaci¨®n crec¨ªa al 7%, con acceso a un consumo sin precedentes y una reducci¨®n enorme de la pobreza¡±. ¡°Vivimos un cambio de vida, pero con un modelo basado en el endeudamiento de las familias, con segregaci¨®n social y con la provisi¨®n privada de bienes p¨²blicos. Ese es el modelo que entra en crisis, y el sistema pol¨ªtico no lo vio, la gente que se percib¨ªa de izquierda no lo vio¡±, dice Heiss.
Basti¨¢n Rojas es estudiante de Filosof¨ªa en la Universidad Cat¨®lica. Mientras participa de la celebraci¨®n en Baquedano por la muerte de la viuda de Pinochet hace cuentas en el aire. Su carrera, dice, cuesta unos 5.500 d¨®lares al a?o (casi 5.000 euros). Al final de sus estudios habr¨¢ pagado a su universidad casi 28.000 d¨®lares, que consigui¨® con un cr¨¦dito bancario a 30 a?os. No importa si se va a una privada o a una p¨²blica: el estudiante y su familia se endeudan de por vida. Boric prometi¨® condonar esas deudas, para muchos impagables.
La fractura territorial tambi¨¦n ser¨¢ relevante en las urnas. Boric es un candidato potente en las ciudades grandes, sobre todo en Santiago, y cosecha m¨¢s votos en los municipios urbanos m¨¢s pobres, como La Pintana o Puente Alto, donde viven casi 900.000 personas en el extrarradio sur de la capital.
Kast, en cambio, se ha mostrado imbatible en las comunas m¨¢s ricas de Santiago y en el sur y norte rural de Chile. El sur pide m¨¢s seguridad contra la violencia de los grupos mapuches que exigen por la fuerza acceso a sus tierras ancestrales; el norte, minero, ha abrazado su discurso de mano dura contra la inmigraci¨®n venezolana, que utiliza esa regi¨®n como puerta de entrada al pa¨ªs sudamericano.
¡°El mundo rural vio las revueltas por televisi¨®n y les parecieron un regreso a la barbarie, y quien prometi¨® protegerlos de los b¨¢rbaros de la ciudad es Kast¡±, dice Tironi. Kast tiene tambi¨¦n el apoyo un¨¢nime de los empresarios, que temen que las reformas del sistema de pensiones y la subida de impuestos que ha prometido Boric espanten a los grandes inversores.
La cuesti¨®n generacional, en cambio, se resuelve en las casas, ¡°porque los hijos y los nietos est¨¢n convenciendo a sus padres y abuelos de que voten por Boric. Hay una socializaci¨®n familiar invertida¡±, explica Tironi.
Sobre este mapa de fracturas m¨²ltiples, los chilenos elegir¨¢n este domingo a un nuevo presidente. No es de extra?ar que pocos se animen a hacer vaticinios sobre el resultado.
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