¡°Duque tuvo todo para unir a Colombia, pero entrega un pa¨ªs profundamente dividido¡±
Gonzalo S¨¢nchez, exdirector del Centro de Memoria Hist¨®rica y Premio Nacional de Paz 2016, habla de los tropiezos que ha sufrido el acuerdo con las FARC
En septiembre de 2016, pocos d¨ªas despu¨¦s de la firma de la paz entre el Gobierno colombiano y las FARC, Gonzalo S¨¢nchez, entonces director del Centro de Memoria Hist¨®rica, se mostraba optimista. El pa¨ªs por fin se asomaba a un camino para cerrar un conflicto de m¨¢s de cinco d¨¦cadas. ¡°El gran reto de Colombia es saber administrar un pa¨ªs sin las FARC y reorientar su pol¨ªtica, que se ha concentrado en luchar contra ese grupo armado¡±, dec¨ªa a este diario. A seis meses de que Iv¨¢n Duque llegue al fin de su mandato, S¨¢nchez reflexiona sobre los tropiezos que no han permitido que la paz sea completa.
Seg¨²n Naciones Unidas, 303 exguerrilleros, que intentaban reintegrarse a la vida civil, han sido asesinados y en las regiones donde la guerrilla hac¨ªa presencia la violencia no cesa. La ausencia estatal ha dado espacio para que el Ej¨¦rcito de Liberaci¨®n Nacional (ELN), las disidencias de las FARC y otros grupos armados tomen el control de algunas zonas y los desplazamientos, masacres y asesinatos selectivos son parte de la cotidianidad de Colombia, como lo era antes del acuerdo. Gonzalo S¨¢nchez, Premio Nacional de Paz 2016, responde v¨ªa correo electr¨®nico algunas preguntas para tratar de entender por qu¨¦ el pa¨ªs todav¨ªa no se deshace de la violencia, que este a?o ya deja 17 l¨ªderes sociales asesinados y cientos de familias buscando un lugar para refugiarse tras haber sido forzadas por la violencia a dejar sus casas.
Pregunta. Pocos d¨ªas despu¨¦s de la firma de la paz, en 2016, usted dec¨ªa que el acuerdo permitir¨ªa ¡°desenterrar¡± la verdad sobre el conflicto armado en Colombia. ?Le parece que lo que se ha conocido cumple con esas expectativas?
Respuesta. Yo asum¨ªa que, tras la firma, cualquiera que fuera el Gobierno iba a tener continuidad en las pol¨ªticas de paz, pero no fue as¨ª. Las tareas de producci¨®n de verdad tropezaron con varios obst¨¢culos: uno pol¨ªtico, la animadversi¨®n gubernamental; otro m¨¢s estructural, la persistencia del conflicto armado bajo otras formas, y un tercero, la crisis sanitaria ¡ªpor la pandemia¡ª que impuso l¨ªmites a la escucha en los territorios de las comunidades y las v¨ªctimas.
P. Este a?o se conocer¨¢ el informe de la Comisi¨®n de la Verdad con el que se espera saber aspectos, ignorados hasta ahora, sobre el conflicto en Colombia. ?Cree que ser¨¢ suficiente?
R. Esperamos aportes sustanciales con ese informe, pero no hay ni habr¨¢ verdad total. La verdad no es un producto sino un programa. Queda una gran tarea para las nuevas generaciones. En este pa¨ªs hay un enorme acumulado social e institucional de verdad y de memoria.
P. Usted dec¨ªa que el reto de Colombia tras el acuerdo era reorientar su propuesta de pa¨ªs, que durante d¨¦cadas estuvo enfocada en la lucha contra las FARC, ?c¨®mo eval¨²a la pol¨ªtica del Gobierno de Iv¨¢n Duque en ese sentido?
R. Este Gobierno se empe?¨® en darle vida prestada a las disidencias de las extintas FARC. Le dio m¨¢s atenci¨®n a esos grupos que a las demostraciones cotidianas de paz del grueso de la exguerrilla y de los firmantes del acuerdo, que se cobijan hoy con el nombre de Los Comunes. No ayud¨® tampoco, claro est¨¢, el enorme retraso en el cambio de nombre [de FARC a Los Comunes]. La ambig¨¹edad se prest¨® para calculados abusos. Los cr¨ªmenes de los disidentes se atribuyen equ¨ªvocamente a los reincorporados que est¨¢n cumpliendo. Este Gobierno insisti¨® en las pol¨ªticas de guerra para una ¨¦poca de paz. Esto hizo que el pa¨ªs siguiera prisionero de los discursos y din¨¢micas de una guerra.
P. ?Cambi¨® en algo la forma de afrontar la violencia?
R. Se supon¨ªa que los acuerdos de paz deb¨ªan acelerar el tr¨¢nsito hacia una nueva visi¨®n de seguridad ciudadana, democr¨¢tica y garante de derechos, como el de la movilizaci¨®n y la protesta leg¨ªtima. Ese tr¨¢nsito ya estaba en curso con el sector del Ej¨¦rcito comprometido con el acuerdo, que hab¨ªa entendido los nuevos tiempos, pero Duque decidi¨® darle alas al sector que sigue viendo como subversivos a los ciudadanos inconformes. Duque tuvo todo para unir al pa¨ªs, pero lo entrega profundamente dividido.
P. ?Las extintas FARC han cumplido con su parte en el proceso de paz?
R. Tienen muchos pendientes en materia de justicia y de verdad, pero es relevante se?alar que pese a que casi a diario asesinan a un excombatiente, siguen convencidos de que el camino es la paz. Hay una miop¨ªa selectiva en la exigencia de responsabilidades a las dos grandes partes de la guerra: la insurgencia y el Estado.
P. Las disidencias de las FARC parecen haberse convertido en un nuevo actor del conflicto.
R. Las fracciones que se desmembraron del tronco originario de las FARC [las disidencias] ya no tienen un norte pol¨ªtico y est¨¢n enredadas en las peleas de las mafias. Dig¨¢moslo sin ambages, la guerra que persiste es una guerra sin sociedad.
P. ?Qu¨¦ es lo m¨¢s preocupante de que haya puntos del acuerdo que todav¨ªa no est¨¢n cumpli¨¦ndose como se esperaba?
R. La paciencia del Santo Job no es eterna. Un desmoronamiento de los acuerdos, acompa?ado de la prolongada aniquilaci¨®n de los firmantes va dejando sin razones las bondades de la paz. La primera garant¨ªa que los firmantes le piden a su contraparte estatal es la garant¨ªa de la vida.
P. ?C¨®mo califica la propuesta de pa¨ªs del Gobierno que est¨¢ por terminar?
R. Duque y el partido de Gobierno le impusieron a Colombia un programa negativo, que se resume en desmontar la paz interior, y azuzar la conflictividad en las fronteras. Gendarme de la democracia en el vecindario y d¨¦spota en la respuesta criminalizante a la protesta social, con decenas de muertos, de lesionados y torturados, como lo pudo ver todo el mundo en c¨¢maras de televisi¨®n y de celulares de manifestantes, transe¨²ntes y observadores desprevenidos.
P. ?Cu¨¢l deber¨ªa ser el compromiso de quien llegue a la presidencia en las pr¨®ximas elecciones?
R. Como sociedad deber¨ªamos demandarle al nuevo presidente que su compromiso program¨¢tico m¨ªnimo sea cumplir con la Constituci¨®n de 1991 y con lo pactado en La Habana y ratificado en el Teatro Col¨®n de Bogot¨¢. El programa est¨¢, hay que elegir al que tenga la capacidad y voluntad de realizarlo.
P. Acaba de salir la segunda edici¨®n de su libro Caminos de guerra, utop¨ªas de paz. ?Es la paz la gran utop¨ªa de Colombia?
R. Antes que la paz, la democracia. Lo que est¨¢ en crisis en Colombia es la democracia. Las cifras que nos presentan como una de las sociedades m¨¢s desiguales del mundo, o de mayor n¨²mero de desplazados o del mayor n¨²mero de ambientalistas asesinados, se nos est¨¢n volviendo rutina. Y a ello se suman las exclusiones y marginalidades generadas o acentuadas por la pandemia, adem¨¢s de las aberraciones de la corrupci¨®n sist¨¦mica que atraviesa todos los mecanismos de intermediaci¨®n social, incluidos los mecanismos de decisi¨®n electoral. Colombia tiene que sacudir su conciencia cr¨ªtica y romper con las inercias del mal alumno sin remedio.
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