En el mercado de Ch?teaudun se habla poco de las elecciones presidenciales de Francia
Los comicios del domingo suscitan un inter¨¦s muy moderado en el municipio franc¨¦s donde los resultados electorales desde hace 20 a?os son casi id¨¦nticos a los de todo el pa¨ªs
El jueves hay mercado en Ch?teaudun. Uno espera tener la ocasi¨®n de hablar con mucha gente, de compadrear con los repartidores de propaganda electoral y de pulsar, digamos, el ¨¢nimo colectivo de la poblaci¨®n. Pero la lluvia y el viento ahuyentan a los compradores, nadie ofrece un triste folleto y lo que se percibe es una curiosa apat¨ªa. No se recuerda aqu¨ª una elecci¨®n presidencial tan hipotensa. ¡°Gane quien gane, nada va a cambiar y seguir¨¢n subiendo los precios¡±, dice el verdulero, que no piensa acercarse el domingo a las urnas.
El otro d¨ªa pas¨® por esta plaza (la Plaza 18 de Octubre, fecha de la derrota gloriosa frente a los prusianos) un peregrino normando de camino hacia Santiago de Compostela. Tres meses de marcha. Alain, el peregrino, asesor ambiental de un municipio, hab¨ªa firmado poderes a su esposa para que votara en su nombre. ¡°Hay que frenar al fascismo, tenemos a Marine Le Pen a las puertas de la presidencia¡±, proclam¨®. A la clientela del mercado, en cambio, parece interesarle m¨¢s que se frene la inflaci¨®n.
¡°Como ven¨ªa diciendo, el alza de los combustibles ha llegado a l¨ªmites insoportables¡±, declama un caballero. ¡°?Como ven¨ªa diciendo?¡±. En efecto. Resulta que un equipo de la ARD, la gran televisi¨®n p¨²blica alemana, lleva ya un rato cribando el mercado con c¨¢mara y jirafa de sonido. Para mayor complicaci¨®n, el diario local, L??cho R¨¦publicain, ha informado en su edici¨®n del jueves sobre la presencia de periodistas alemanes y espa?oles en Ch?teaudun, ¡°el espejo de Francia, donde desde 2002 los resultados electorales son casi id¨¦nticos a los de todo el pa¨ªs, a veces incluso en los decimales¡±. Se dir¨ªa que hay personal que viene de casa con el discurso ensayado, por si acaso.
Marie-Jos¨¦phine, una se?ora sonriente, anticipa que no ha decidido a¨²n su voto y que tal vez ni vaya a votar. Acto seguido, se suelta: ¡°Esto parece un refer¨¦ndum sobre Marine Le Pen. No se habla de otra cosa, Marine s¨ª, Marine no. Y yo digo: ?por qu¨¦ no?¡±. Marie-Jos¨¦phine piensa que Emmanuel Macron ¡°no se ha acercado a los franceses, le gusta demasiado su palacio en Par¨ªs¡±. ¡°Cuando la gente de los chalecos amarillos estaba en la rotonda cortando el tr¨¢fico¡±, prosigue, ¡°yo les llevaba caf¨¦ porque ten¨ªan raz¨®n¡±.
En general, sin embargo, uno encuentra respuestas ambiguas y un inter¨¦s muy moderado por las elecciones del domingo. ¡°Nunca hab¨ªa notado tanta indiferencia¡±, reconoce la propietaria de Le Commerce, la c¨¦ntrica brasserie donde este enviado almuerza con el alcalde. ¡°En cualquier elecci¨®n anterior aqu¨ª hab¨ªa discusiones o, al menos, se hablaba de pol¨ªtica y candidatos, y pasaba gente repartiendo folletos¡±, explica. ¡°Este a?o se habla de la guerra en Ucrania y de la econom¨ªa, y de las cosas de cada uno, m¨¢s que de las presidenciales¡±.
¡°En la primera vuelta votar¨¦ a Los Republicanos [Val¨¦rie P¨¦cresse es la candidata de la derecha tradicional, con poqu¨ªsimas posibilidades de alcanzar la segunda vuelta] y luego me tapar¨¦ la nariz y votar¨¦ a Macron como mal menor¡±, anuncia un jubilado ante el puesto de poller¨ªa. Le acompa?a su esposa, que hace muecas. ¡°?No est¨¢ de acuerdo con su marido, se?ora?¡±. ¡°Cada uno sabr¨¢ lo que hace¡±, responde, y se niega a decir m¨¢s. ¡°Le Pen es como Putin. ?Eso es lo que quieres?¡±, replica el hombre. La pareja se va, quiz¨¢ un poco malhumorada.
El verdulero lleva 20 a?os en Ch?teaudun. Antes viv¨ªa en el sur. Su familia es de origen norteafricano. Lo que a ¨¦l le preocupa es que la clientela ya no pide tomates de ese tipo o del otro, sino ¡°los m¨¢s baratos¡±. Mientras sujeta el toldo para que no se lo lleve el viento, explica que los mercados como este pierden fuelle y las grandes superficies acaparan el comercio. ¡°Eso significa que los beneficios se concentran en Par¨ªs y el peque?o agricultor carece de margen¡±, dice. ¡°Cuando yo me jubile, nadie ocupar¨¢ mi puesto¡±.
Domina el fatalismo. Durante el almuerzo el propio Fabien Verdier, el alcalde de centro-izquierda, comenta que Marine Le Pen ser¨¢ presidenta. ¡°Si no esta vez, la pr¨®xima¡±, suspira. Dicho esto, reanuda su discurso sobre las grandes oportunidades que ofrece Ch?teaudun a los inversores privados.
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