Un ej¨¦rcito de 231.000 ferroviarios para la resistencia de Ucrania
Oleksandr Kamishin, al que acompa?a EL PA?S en uno de sus viajes, lidera la empresa con m¨¢s trabajadores del pa¨ªs y pilar esencial frente a la invasi¨®n rusa
A primera vista, puede parecer un joven mochilero disfrutando de Interrail. La realidad es que se trata de uno de los hombres clave de la resistencia de Ucrania frente a la agresi¨®n rusa. Oleksandr Kamishin, de 37 a?os, dirige la compa?¨ªa nacional de los ferrocarriles, Ukrzaliznitsya, el mayor empleador del pa¨ªs. Sus 231.000 trabajadores, de los que 130 han muerto por el conflicto y tres est¨¢n en manos del enemigo ruso, conforman un verdadero ej¨¦rcito paralelo al de las tropas que combaten en el frente. Pese a las decenas de ataques desde que comenz¨® la invasi¨®n rusa el 24 de febrero, los trenes no han dejado de circular. El m¨¢s grave de los bombardeos sobre la infraestructura ferroviaria se produjo el 8 de abril en la estaci¨®n de Kramatorsk (este del pa¨ªs) y caus¨® al menos 57 muertos y un centenar de heridos entre los ciudadanos que esperaban un tren.
Pese a las dificultades, los ferrocarriles se han erigido en el cord¨®n umbilical de Ucrania con la comunidad internacional al ser la v¨ªa de acceso a Kiev de mandatarios, diplom¨¢ticos, empresarios y otras personalidades. Adem¨¢s, los trenes siguen siendo esenciales para transportar a los refugiados dentro y fuera del pa¨ªs, as¨ª como ayuda humanitaria, tropas, armas o mercanc¨ªas en medio del conflicto.
¡°La historia de los trenes es la historia de esta guerra¡±, resume Kamishin, al que EL PA?S ha acompa?ado en la regi¨®n de Lviv a bordo de un convoy de dos vagones en una de sus fren¨¦ticas jornadas. Su principal batalla ahora mismo, junto a la seguridad de la plantilla y los usuarios, es que los rusos no frenen la circulaci¨®n a bombazos. Desde que comenz¨® la guerra, el director general de Ukrzaliznitsya ha pasado m¨¢s de la mitad del tiempo a bordo de trenes y en estaciones de toda Ucrania. Vive separado de su familia a la sombra de dos guardaespaldas, su agenda es secreta y, adem¨¢s de su pistola, lo acompa?a a todos lados el b¨²ho de peluche de su hijo peque?o.
Asomado a la v¨ªa junto al maquinista y sin dejar de conversar con miembros de su equipo, Kamishin y la expedici¨®n que encabeza se acercan a la frontera con Polonia. Aqu¨ª quieren desarrollar nuevas terminales de carga y pasajeros que estrechen m¨¢s sus lazos con el Viejo Continente. ¡°Con esta guerra hemos demostrado que somos m¨¢s europeos que nadie. Por la dignidad de los ucranios, por nuestro Ej¨¦rcito, por nuestros trenes¡¡±, defiende en la l¨ªnea de su Gobierno, que demanda la plena integraci¨®n en la UE. El director general de los ferrocarriles tambi¨¦n visita dos de las seis subestaciones el¨¦ctricas atacadas por Rusia con misiles a lo largo del pa¨ªs el 3 de mayo. No permiten tomar im¨¢genes en estos lugares cr¨ªticos para las infraestructuras del pa¨ªs, pero s¨ª acceder con ellos. Kamishin da ¨¢nimo a los empleados y sigue de cerca los trabajos de reparaci¨®n en medio de transformadores quemados y traviesas reci¨¦n cambiadas. Ya habr¨¢ tiempo de sustituir ventanas y otros da?os menos urgentes por muy importantes que sean.
Un total de 130 trabajadores de Ukrzaliznitsya han muerto desde el comienzo de la invasi¨®n. No todos han perdido la vida en el ejercicio de su trabajo, aclaran en la empresa, pues algunos se hallaban en sus casas. Cuatro han ca¨ªdo hasta el momento en manos del Ej¨¦rcito ruso y solo uno ha logrado ser liberado, detalla el director general. ¡°Los necesitamos¡±, implora.
¡°No s¨¦ si volver¨¦ a ponerme una corbata en mi vida¡±, comenta Kamishin, que destaca por su estatura sobre todos los que le rodean. Solo Oleksandr Pertsovskii, de 35 a?os y responsable de pasajeros en la compa?¨ªa, es m¨¢s joven que ¨¦l. Kamishin viste zapatillas de deporte, pantalones multibolsillos, polo de manga corta y dos pulseras en la mu?eca izquierda con los colores nacionales, amarillo y azul. Lleva el pelo rapado por los lados y la nuca. Una coleta estilo samur¨¢i recogido con una goma corona su cabeza. No es f¨¢cil imaginarse que es el jefe al verlo deambular por los andenes mientras mantiene una videollamada a trav¨¦s de la pantalla de su tel¨¦fono m¨®vil en la que toma decisiones trascendentales para Ucrania. Apenas se permite durante el d¨ªa unos minutos de distracci¨®n para revisar en el m¨®vil el v¨ªdeo que han montado de la actuaci¨®n de Bono, cantante de U2, en una estaci¨®n de metro de Kiev y a la que pudo asistir.
Por las 107 estaciones y los 22.000 kil¨®metros de v¨ªa f¨¦rrea, de los que un 20% se hallan en zonas que controlan los rusos, han sido evacuados a zona segura m¨¢s de cuatro millones de personas durante esta guerra. De ellos, 600.000 han sido trasladados al extranjero. Desde el primer d¨ªa, para agilizar la operaci¨®n, se orden¨® la gratuidad del servicio. Tres meses despu¨¦s y con la emisi¨®n de billetes ya casi normalizada para evitar la asfixia de la empresa, muchos regresan estos d¨ªas hacia zonas de las que se han replegado las tropas invasoras, con la intenci¨®n de retomar sus vidas. De hecho, ahora mismo son m¨¢s los que regresan que los que son evacuados.
En un pa¨ªs sin m¨¢s aviones en el cielo que los de guerra, la compa?¨ªa ferroviaria es tambi¨¦n la que permite al Gobierno que preside Volod¨ªmir Zelenski, que no se ha movido de la capital y sus alrededores, romper el aislamiento internacional. Gracias al plan conocido como diplomacia de hierro, consiguen mantener abiertas sus fronteras a pol¨ªticos, empresarios e inversores.
Pero m¨¢s que de las operaciones para trasladar a Kiev a presidentes o primeros ministros, entre ellos, el espa?ol Pedro S¨¢nchez, o cantantes como Bono, Kamishin prefiere hablar de su colaboraci¨®n con instituciones como M¨¦dicos Sin Fronteras o World Central Kitchen, que lidera el cocinero espa?ol Jos¨¦ Andr¨¦s y que da de comer cada d¨ªa a decenas de miles de personas. ¡°Estoy en permanente contacto con ¨¦l¡±, afirma mientras muestra su ¨²ltima conversaci¨®n por WhatsApp del d¨ªa anterior.
Pese a que ha tratado estas semanas con dignatarios de todo tipo, los ucranios de a pie no dejan de estar en el radar de sus preocupaciones. En la estaci¨®n de Lviv, la mayor ciudad del oeste del pa¨ªs, Kamishin supervisa la llegada de habitantes que siguen escapando de los combates en el este. Hacen cola de manera ordenada para recibir una ayuda estatal de 80 d¨®lares (cerca de 75 euros) que, en el caso de tener alguna minusval¨ªa o menores a cargo, asciende a 100. Adem¨¢s, Ukrzaliznitsya transporta cientos de miles de toneladas de ayuda humanitaria y, aunque sus responsables no dan detalles, colabora tambi¨¦n en el movimiento de armas y tropas, que llegan esencialmente por el oeste.
Adem¨¢s, ahora que la mayor¨ªa de los puertos del mar Negro y el mar de Azov est¨¢n bloqueados por la guerra, una de las alternativas por las que se apuesta son los ferrocarriles. El propio Zelenski se?al¨® el lunes en el Foro de Davos a la compa?¨ªa que lidera Kamishin como una de las herramientas para lograr desbloquear la exportaci¨®n de millones de toneladas de cereal y ayudar a plantar cara a la crisis alimentaria mundial agravada por el conflicto.
Hasta que comenz¨® esta guerra, Ucrania exportaba cada mes seis millones de toneladas de grano frente a las 200.000 de marzo. Los puertos de Izmail y Reni, en las aguas del r¨ªo Danubio antes de su desembocadura en el mar Negro, son los ¨²nicos que quedan operativos ahora mismo, pero no son suficientes, explica Oleksandr Pertsovskii. La mitad del ma¨ªz y un tercio del trigo que importa la Uni¨®n Europea llega desde la exrep¨²blica sovi¨¦tica. Tanto Ucrania, que exporta en este sector cada a?o por valor de casi 13.000 millones de euros, como Rusia est¨¢n entre los cinco principales productores de cereal del mundo.
El tren chirr¨ªa al frenar mientras el director general observa las banderas de la Uni¨®n Europea y Polonia, que ondean unos metros m¨¢s adelante en la separaci¨®n entre los dos pa¨ªses. Dos militares armados vigilan desde una pasarela de hierro sobre la v¨ªa. El jefe de los trenes ucranios, que mantiene hilo directo con Zelenski, ha viajado hasta la frontera, en cuyas inmediaciones planean una nueva terminal de carga y pasajeros adaptada al ancho europeo de v¨ªa, algo menor que el ucranio. Kamishin se pasea por las v¨ªas e intercambia impresiones con varios expertos. Afirma que en sus almacenes tienen en estos momentos bloqueadas 82.000 toneladas de grano. ¡°No tenemos problemas para transportar todo esto a la frontera, sino para que lleguen a Europa¡±, se?ala reclamando m¨¢s cooperaci¨®n desde el otro lado.
La invasi¨®n rusa ha causado en Ucrania da?os en 900 kil¨®metros de v¨ªas y en 1.270 instalaciones como estaciones, vagones, puentes o subestaciones el¨¦ctricas, seg¨²n datos de la empresa ferroviaria ucrania. Hasta 100.000 de los trabajadores que integran la plantilla se vuelcan en que las infraestructuras no dejen de funcionar. Cuando se produce un ataque, el protocolo de actuaci¨®n trata de compaginar la salvaguarda de la integridad de los empleados con la m¨¢xima celeridad en la reparaci¨®n de los da?os. Los responsables de la compa?¨ªa se asoman a los chats en los que empiezan a llegar las primeras im¨¢genes y toman las decisiones en el menor tiempo posible, como muestra Oleksandr Pertsovskii, en su ordenador.
Lviv estuvo ocupada por los nazis, y ya entonces el tren tuvo un papel destacado, se?ala Pertsovskii al rememorar la historia de su familia: ¡°Mi abuelo, al que nunca conoc¨ª, estaba en Lviv como defensor de la frontera frente a los nazis alemanes. Nuestra familia fue evacuada en un tren de carga hacia Turkmenist¨¢n. Mi abuela nos contaba historias del tren cuando yo era ni?o, de c¨®mo les bombardeaban estando en los vagones los aviones alemanes¡±.
Ocho d¨¦cadas despu¨¦s de aquello, el joven Kamishin lleg¨® al cargo en agosto de 2021 procedente del sector privado tras trabajar brevemente de asesor en el Ministerio de Infraestructuras. Hoy, a la sombra de la actual guerra y de las amenazas que se ciernen sobre ¨¦l, sus planes cambian con frecuencia.
Kamishin abre tras la comida la galer¨ªa de fotos de su tel¨¦fono. En unos minutos hace un repaso a su vida durante estas semanas. Arranca con una imagen en casa junto a su mujer y sus hijos, de 7 y 11 a?os: ¡°Mira, eran las once de la noche del 23 de febrero. No sab¨ªamos que iba a empezar la guerra¡±. Muestra las intensas horas que ha pasado junto a sus m¨¢s estrechos colaboradores. Los ense?a durmiendo en cualquier sitio y comiendo lo primero que les tra¨ªan. Cuando llegan de nuevo las fotos de su familia, de la que se separ¨® a finales de febrero, los ojos se le encienden de l¨¢grimas y la voz se le trastabilla. Aparece uno de sus hijos haciendo pulseras con los colores nacionales que despu¨¦s venden para ayudar al Ej¨¦rcito. Lo explica mientras se toca una de las que ¨¦l luce. ¡°Mi familia est¨¢ segura. Puedo aguantar viviendo as¨ª en guerra en mi pa¨ªs hasta la muerte si es necesario¡±, afirma.
El tren en el que viajan se detiene de repente en un apeadero. Kamishin se despide y desciende junto a los miembros de su equipo y los guardaespaldas. El periodista continua de regreso a Lviv solo junto al maquinista y otras dos empleadas. Mientras se palpa la pistola que abulta el bolsillo con cremallera de su pierna derecha, el director de los ferrocarriles de Ucrania sentencia: ¡°Somos europeos en Europa luchando frente a estos b¨¢rbaros y nunca pararemos. Llegaremos hasta el final. Solo hay una opci¨®n, la victoria¡±.
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