La primera ministra francesa se lanza al barro electoral de las legislativas
La tecn¨®crata ?lisabeth Borne participa en su primera campa?a para un cargo electo. Del resultado depender¨¢ su victoria pol¨ªtica
?lisabeth Borne, la nueva primera ministra francesa, llevaba este viernes m¨¢s de una hora paseando por un mercado al aire libre en Normand¨ªa cuando se le acercaron dos adolescentes y le preguntaron por su trabajo. Ella, pacientemente, les explic¨® las funciones del jefe de Gobierno y la mec¨¢nica de las elecciones legislativas, que se celebran en dos vueltas este domingo y el pr¨®ximo. Borne, tras la breve clase de introducci¨®n a la pol¨ªtica, pregunt¨® a las adolescentes: ¡°?Es un trabajo que a ustedes les tienta, la pol¨ªtica?¡±.
Borne (Par¨ªs, 61 a?os) conoce el oficio como pocos: lleva d¨¦cadas en la sala de m¨¢quinas de la alta Administraci¨®n. La pol¨ªtica, entendida como la gesti¨®n de lo p¨²blico, no tiene secretos para ella. Pero hay otra pol¨ªtica, muy distinta de la primera. Es la de las pol¨¦micas y las declaraciones, la de la lucha cruda por el poder. Y la de las campa?as. Y ah¨ª, la primera ministra apenas da sus primeros pasos. Las legislativas son su bautismo electoral. Nunca ha ocupado un cargo electo.
Seguir durante todo un d¨ªa a la primera ministra en su primera campa?a electoral permite ver en acci¨®n a dos Borne. La tecn¨®crata y la candidata. La gestora veterana y la debutante en la pol¨ªtica electoral. La dirigente escucha y pregunta m¨¢s que habla. Despu¨¦s de cada conversaci¨®n, pide a sus asesores que apunten el tel¨¦fono de estas personas para ocuparse de sus quejas. Nunca pide el voto.
Un hombre que vende sidra en el mercado de Vire, un municipio de 17.500 habitantes, se confunde y la llama ¡°se?ora Lagarde¡±. El hombre se queja de que en el pueblo donde vive, en otro punto de Normand¨ªa, han cerrado la oficina de Hacienda y otros servicios p¨²blicos. Una mujer que vende art¨ªculos de marroquiner¨ªa le dice a Borne: ¡°Esperemos que nos baje el carburante¡±. La mujer, que pasa la semana desplaz¨¢ndose de mercado en mercado, gastaba antes 70 euros por semana para llenar el dep¨®sito; ahora, 95. Otra mujer, que lleva muletas, le cuenta a la primera ministra que hace unos meses la despidieron del restaurante de comida r¨¢pida donde trabajaba y que ahora cobra un subsidio de 600 euros mensuales: ¡°?C¨®mo voy a vivir con esto?¡±.
Borne no es espont¨¢nea, nada que ver con el t¨ªpico candidato que abraza beb¨¦s. No emociona, ni hace so?ar. No despierta odios, como el presidente, Emmanuel Macron, pero a¨²n menos pasiones. Se aplica met¨®dicamente, eso s¨ª, en la b¨²squeda de votos, sin descanso. No sorprende que en los ministerios donde trabaj¨® la apodasen borne-out, juego de palabras con la expresi¨®n inglesa burn-out. Borne, hiperexigente, agotaba a sus equipos.
¡°?Organizan eventos? ?Qu¨¦ es lo que se vende m¨¢s?¡±, les pregunta, a primera hora de la tarde, a dos libreras en Verson, un pueblo de 3.500 habitantes en la llamada Suiza normanda. Le recomiendan un libro titulado Gu¨ªa mundana de los pueblos de Francia, en el que figura Verson ¨Daqu¨ª se jubil¨® y muri¨® el gran poeta y estadista senegal¨¦s L¨¦opold Sedar Senghor¨D y ella a?ade: ¡°Venga, lo compramos¡±.
Por la ma?ana ha visitado Vire que, como muchas ciudades en el departamento normando de Calvados, qued¨® arrasado por las bombas aliadas durante el desembarco de 1944. El alcalde, Marc Andreu Sabater, es nieto de un catal¨¢n que lleg¨® aqu¨ª en los a?os veinte. El abuelo muri¨® bajo las bombas. Su hijo ¡ªel padre del alcalde¨D nunca habl¨® a sus hijos de sus or¨ªgenes.
?lisabeth Borne rara vez habla de su familia. Su madre, Marguerite, era de Calvados. Su padre, Joseph, naci¨® en B¨¦lgica en una familia de jud¨ªos ap¨¢tridas procedentes de Polonia. Se apellidaban Bornstein. Ante el avance de los nazis, en 1940, los Bornstein se trasladaron a Francia. Fueron perseguidos por el r¨¦gimen antisemita y colaboracionista de Philippe P¨¦tain. Joseph y su hermano Isaac entraron en la resistencia. Cayeron en manos de la Gestapo. Fueron deportados, con el padre y otro hermano, a Auschwitz. Solo Joseph e Isaac sobrevivieron. Nunca m¨¢s hablaron de ello. Joseph se cas¨® con Marguerite y se convirti¨® al catolicismo. Tuvieron dos hijas. Mont¨® un negocio que le fue mal. Sufr¨ªa crisis de epilepsia. En 1972, a los 49 a?os, Joseph Borne se tir¨® por una ventana. ¡±Tuvo m¨²ltiples razones para suicidarse¡±, explicar¨ªa Isaac a?os despu¨¦s en una entrevista con la televisi¨®n p¨²blica. ¡°Pero creo que no soport¨® Auschwitz¡±.
Su hija ?lisabeth ten¨ªa 11 a?os. Como hu¨¦rfana de un deportado, fue reconocida como Pupila de la Naci¨®n, t¨ªtulo por el que Francia adopta a hijos de los ca¨ªdos por la guerra o v¨ªctimas de atentados terroristas. El Estado le sufrag¨® los estudios en la muy selectiva Escuela Polit¨¦cnica para ser ingeniera de Puentes y Caminos. ¡±Cuando se tiene un recorrido vital dif¨ªcil¡±, explic¨® en uno de los primeros discursos como primera ministra, ¡°y que a una le suceden cosas no muy agradables en la vida personal, las ciencias y las cosas l¨®gicas tiene su lado tranquilizador¡±. Borne hizo carrera en el servicio p¨²blico y en Gabinetes y ministros y primeros ministros socialistas. Y con Macron fue ministra de Transportes, de Ecolog¨ªa y de Trabajo.
Cuando el presidente la nombr¨® el 17 de mayo, envi¨® un mensaje a los votantes progresistas que le acusan de haberse derechizado y que, en las legislativas, se sienten tentados por la coalici¨®n de izquierdas liderada por el euroesc¨¦ptico y anticapitalista Jean-Luc M¨¦lenchon.
El viernes, durante un alto en la campa?a en Normand¨ªa, declar¨® a EL PA?S: ¡°[M¨¦lenchon] no tiene nada que ver con una izquierda socialdem¨®crata, de donde yo vengo, sino que es un proyecto alejado de la realidad que considera a la empresa como enemigo, y no es as¨ª como ayudaremos a los franceses a tener empleo ni a quienes est¨¢n en dificultades a salir adelante¡±. La primera ministra se juega su futuro. Si pierde en las legislativas, deber¨¢ abandonar el cargo y pasar¨¢ a la historia como Borne, la breve. Pero los sondeos le son favorables. Y ella, la tecn¨®crata, va adquiriendo pr¨¢ctica en esto de hacer campa?a.
Las adolescentes a las que les pregunt¨® si les tentaba dedicarse a este oficio le respondieron que no, pero que ten¨ªan un amigo, Rom¨¦o, que va a estudiar Ciencias Pol¨ªticas y sue?a con ser presidente.
¨D?Puede grabar un mensaje para ¨¦l?
Una de ellas acerca el m¨®vil a la primera ministra y esta le dedica este mensaje.
¡ªRom¨¦o: es una decisi¨®n muy buena comprometerse con la pol¨ªtica. De manera general, necesitamos que los j¨®venes se comprometan con el pa¨ªs. En tiempos de abstenci¨®n r¨¦cord, mayor a¨²n entre los j¨®venes, la pol¨ªtica todav¨ªa hace so?ar.
Sigue toda la informaci¨®n internacional en Facebook y Twitter, o en nuestra newsletter semanal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.