Una boda retransmitida por el m¨®vil que explica la guerra de Ucrania
Oleksii, de Crimea, y Kristina, de Donetsk, se casan en Kiev mientras sus familias siguen el enlace desde zonas bajo ocupaci¨®n rusa
Eran los ¨²ltimos anillos de la joyer¨ªa. La f¨¢brica est¨¢ en Kramatorsk y, de momento, la guerra ha estrangulado la producci¨®n en esta ciudad del este, la zona m¨¢s convulsa de Ucrania. ¡°?Qu¨¦ iron¨ªa!¡±, se?ala en perfecto castellano Oleksii Otkydach, de 24 a?os. Cada detalle de su boda con Kristina Bohdiazh, de 22, est¨¢ tamizado por el conflicto que envuelve al pa¨ªs. Ella es originaria de la ciudad de Donetsk, en manos de los rusos. ?l, de Sebastopol, en la pen¨ªnsula de Crimea, ocupada desde 2014 de forma ilegal por las autoridades de Mosc¨². Entre ellos, como millones de ucranios, hablan en ruso, pero fueron educados a caballo entre las dos lenguas. Entre estos dos historiadores pesan m¨¢s los ocho a?os de relaci¨®n que la imposibilidad de sus familiares de poder asistir al enlace matrimonial en Kiev. ¡°Llev¨¢bamos tiempo hablando de la boda y no quer¨ªamos morir sin casarnos¡±, sentencia el joven imprimiendo cierta p¨¢tina fatalista a su decisi¨®n.
La retransmisi¨®n por Skype, el pasado d¨ªa 4, mantiene asomados a la ventana conciliadora del tel¨¦fono a los contrayentes en Kiev y a sus padres y hermanos en las zonas ocupadas. Kristina gira el m¨®vil para presentar al pu?ado de invitados que les arropan. Ambos muestran a la pantalla los anillos al acabar la ceremonia, un acto protocolario sin m¨¢s cerrado por un beso, la entrega de un documento por parte de la funcionaria y un aplauso de los presentes. Nada de rito en la iglesia, nada de familias, nada de fiesta¡ ¡°Es la primera vez que asisto a una boda expr¨¦s¡±, reconoce Pavlo, de 31 a?os, en medio del ambiente rancio y decr¨¦pito de un edificio que parece haber quedado anclado d¨¦cadas atr¨¢s. Este escenario es el conocido como palacio central para eventos especiales, una factor¨ªa donde se celebran en la capital bodas en serie e impersonales cada cuarto de hora. Despu¨¦s, un paseo con 11 amigos por la ciudad para hacerse fotos y comida con ellos a media tarde en un restaurante. Listo. Ni siquiera un ¡°?Que vivan los novios!¡±.
Posan en un parque y delante de la catedral de Santa Sof¨ªa. Pero tambi¨¦n eligen hacerlo delante de uno de los tanques rusos cobrados como preciada pieza del enemigo. Las autoridades han trasladado varios blindados a una plaza de Kiev para disfrute vecinal en un improvisado museo de la guerra al aire libre. Aunque no van vestidos con el tradicional atuendo de novios, los dos llaman la atenci¨®n a decenas de viandantes que se cruzan con ellos. ¡°Vamos modernos y tradicionales a la vez¡±, explica Oleksii. Justifica as¨ª que ambos lleven zapatillas de deporte, pero, en un gui?o patri¨®tico, luzcan a su vez la vishivanka, prenda nacional enriquecida con bordados. ?l lo hace en forma de camisa y ella de vestido, adem¨¢s de lucir una espectacular corona de flores, tambi¨¦n tradicional.
Oleksii y Kristina, vegetarianos y animalistas militantes, se conocieron en 2013 durante una competici¨®n de alumnos aventajados de Historia. Ella era campeona de Donetsk; ¨¦l, de Sebastopol. ¡°Kristina se qued¨® a un punto de ser campeona de Ucrania¡±, comenta orgulloso Oleksii. Sobre ese modelo sovi¨¦tico para elegir a los mejores levantaron ellos los cimientos de su relaci¨®n. Se enamoraron entre preguntas sobre Grecia, Roma, Egipto o la vieja Europa. Ella recuerda c¨®mo en 2014 les pusieron a prueba con im¨¢genes de los distintos monumentos que hay en el mundo en honor al poeta Taras Shevchenko, pues se cumpl¨ªan dos siglos de su nacimiento. Deb¨ªan identificar la ciudad en la que se halla cada uno.
En medio del ambiente primaveral, Kiev es hoy una ciudad que nada tiene que ver con el escenario fantasmag¨®rico del que hu¨ªa la poblaci¨®n cuando estuvo a punto de ser invadida por los rusos a finales de febrero. Los combates rodearon una urbe casi desierta durante semanas. De hecho, la boda se celebra despu¨¦s de que algunos de los amigos de los novios hayan regresado tras escapar a zonas m¨¢s seguras del pa¨ªs. Pero ni siquiera este escenario de cierto optimismo y alejado de los combates en el este, donde est¨¢ la familia de Kristina, sirve para imprimir un aire festivo a la jornada. ¡°La guerra va a durar como m¨ªnimo hasta 2023. Yo ya tengo alg¨²n amigo en el frente y me temo que por all¨ª vamos a tener que ir pasando todos. Pero mejor muerto que vivir bajo Rusia¡±, sentencia Artem, de 25 a?os, uno de los invitados.
El grupo de 13 acaba de hacerse una foto delante de la Universidad Nacional Taras Shevchenko, el de los monumentos de la prueba de Historia, conocida como La Roja por el color del edificio. ¡°Quer¨ªamos tener esta imagen porque la mayor¨ªa hemos estudiado aqu¨ª¡±, explica el novio. La fot¨®grafa, que no quita ojo de cuanto sucede y les hace posar de todas las maneras posibles, es la misma que trabaja retratando a los animales del refugio en el que colabora Kristina.
La perra de ambos, un pastor alem¨¢n mixto que es un miembro m¨¢s de la familia, les acompa?ar¨¢ en el periplo que esperan poder emprender en septiembre. Oleksii ha recibido una beca para ampliar sus estudios dos a?os en el extranjero. Seis meses en Salamanca, seis en Estocolmo, seis en Par¨ªs y otros seis en alg¨²n pa¨ªs de Am¨¦rica Latina.
Pero su salida de Ucrania est¨¢ en el aire. Bajo la actual ley marcial impuesta a la sombra de la guerra, los hombres de entre 18 y 60 a?os no pueden abandonar el territorio nacional, salvo con un permiso especial. La pareja, que habla media docena de idiomas, entre ellos el espa?ol, depende del visto bueno del Gobierno de Kiev para poder cumplir sus planes. Es lo que han de solicitar, ya como marido y mujer, con la documentaci¨®n que les llegue de la Universidad de Salamanca.
La traca final de una boda encorsetada por el protocolo b¨¦lico llega por cortes¨ªa del bombardeo que cae sobre Kiev en la madrugada del domingo. Hac¨ªa 38 d¨ªas que la capital de Ucrania no era atacada. Sobre las seis de la ma?ana, Oleksii ¡ªAlejo le llama ella cuando hablan en espa?ol¨D y Kristina acaban su noche nupcial refugiados en el cuarto de ba?o de su casa escuchando caer los misiles lanzados por los rusos. ¡°Otra iron¨ªa¡±, zanja el novio sin perder el buen humor.
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