Bolsonaro corteja a las electoras brasile?as al lanzar su candidatura a la reelecci¨®n
El presidente, al que rechaza el 60% de las mujeres, confirma a un general retirado como candidato a vicepresidente
Dios, la primera dama de Brasil y la alianza con la pol¨ªtica de toda la vida han compartido con el presidente Jair Bolsonaro, de 67 a?os, el protagonismo del mitin en el que ha lanzado este domingo su campa?a para ganar un segundo mandato en las elecciones de octubre. ¡°De nada vale un pa¨ªs rico, si elige como presidente a un bandido, borrachuzo, expresidiario. No es un ataque, es una constataci¨®n¡±, ha proclamado el ultraderechista ante miles de fieles bolsonaristas que no han logrado llenar completamente las gradas de un polideportivo de R¨ªo de Janeiro. El mitin ha estado repleto de gui?os a las electoras. Sabe que sin reducir el 60% de rechazo que suscita entre las mujeres es casi imposible ganar. Bolsonaro ha ensalzado los logros de su Gobierno y su alianza con los partidos de la vieja pol¨ªtica que, con su apoyo parlamentario, le han permitido permanecer en el cargo pese a la nefasta gesti¨®n de la pandemia.
Los seguidores del militar retirado no se creen las encuestas que desde hace meses colocan al expresidente Lula da Silva, de 76 a?os, c¨®modamente a la cabeza, con 19 puntos de ventaja.
R¨ªo es clave para el clan Bolsonaro. En esta ciudad ciment¨® el patriarca su carrera pol¨ªtica defendiendo los intereses corporativos de polic¨ªas y soldados. Antes de empezar el mitin en un recinto cercano al estadio de Maracan¨¢, el t¨¦cnico en construcci¨®n civil Edson Blanco, de 67 a?os, dec¨ªa: ¡°Esta es una elecci¨®n entre el bien y el mal¡± despu¨¦s de referirse a Sri Lanka y los males que la agricultura ecol¨®gica puede causar. Con un rezo evang¨¦lico y miles de personas orgullosas de su fe ha empezado el mitin. Le ha seguido el himno, que tambi¨¦n son¨® en el acto en el que Lula inici¨® su carrera electoral como cabeza de lista del Partido de los Trabajadores hace varias semanas.
El presidente brasile?o ha contado que cada ma?ana reza para que ¡°el pueblo brasile?o no experimente los dolores del comunismo. Pido fuerza para resistir y valent¨ªa para decidir¡±. Tambi¨¦n ha confirmado que en la carrera electoral le acompa?ar¨¢ como n¨²mero dos el general retirado Walter Braga Netto, que ha sido ministro. Su actual vicepresidente, Hamilton Mourao, tambi¨¦n sali¨® de los cuarteles. Braga Netto ser¨ªa el representante de ¡°un ej¨¦rcito que no acepta la corrupci¨®n, no acepta el fraude. Esto es, un Ej¨¦rcito que quiere transparencia¡±, en la ¨²nica referencia, e indirecta, a las sospechas que difunde Bolsonaro sobre el sistema de votaci¨®n.
Desoye as¨ª el candidato ultraconservador las recomendaciones de elegir a una mujer, una ministra tecn¨®crata, para suavizar su imagen entre las brasile?as, el sector del electorado en el que m¨¢s rechazo suscita. Pero consciente de que ese es un flanco d¨¦bil ha otorgado a su esposa un protagonismo estelar en el acto.
Michelle Bolsonaro, de 40 a?os, es la tercera esposa del presidente, la madre de su ¨²nica hija. Una evang¨¦lica mod¨¦lica. Adem¨¢s, es considerada un gran activo electoral, pero se prodiga menos de lo que a algunos asesores de Bolsonaro les gustar¨ªa. Es reticente a entrar de lleno en la campa?a electoral. ¡°Dicen que no le gustan las mujeres¡±, ha comenzado la primera dama. ¡°Pero es el que m¨¢s leyes aprob¨® para proteger a las mujeres : ?Setenta leyes! Cuando lleva agua al Nordeste est¨¢ cuidando de la madre, del ama de casa, de la mujer que lleva el balde con agua en la cabeza. Ese es el presidente del que dicen que no le gustan las mujeres. La diferencia es que ¨¦l hace¡±. ?l ha recalcado despu¨¦s que el 90% de los cientos de miles de t¨ªtulos de propiedad de tierras entregados por su Gobierno ha ido a manos de mujeres.
Y en un gesto a los brasile?os m¨¢s necesitados, ha anunciado que la paga de 600 reales mensuales del Auxilio Brasil (antes llamado Bolsa Familia) seguir¨¢ vigente en 2023.
Varios han sido los llamamientos a los electores j¨®venes de izquierdas, a los que ha advertido de que ¡°el otro candidato quiere controlar las redes sociales¡±. Tambi¨¦n los ha invitado a ir a la frontera con Venezuela a ver a ¡°los que llegan a Brasil huyendo del comunismo¡±. Y tampocco ha dejado de pasar la ocasi¨®n de criticar el giro a la izquierda de Colombia y de Chile y de presumir de su visita a su hom¨®logo Vlad¨ªmir Putin, con el que se vio en Mosc¨² en v¨ªsperas de la invasi¨®n rusa de Ucrania.
Los abucheos m¨¢s sonoros se los ha llevado, de todos modos, el Tribunal Supremo, al que ha vuelto a atacar con sa?a. El presidente ha convocado a los brasile?os a manifestarse el pr¨®ximo 7 de septiembre, en el 200 aniversario de la independencia. ¡°Vayamos a las calles por ¨²ltima vez¡±.
El discurso bolsonarista de 2022 incluye pr¨¢cticamente los mismos ingredientes que el de 2018 pero con variaciones importantes. La lucha contra la corrupci¨®n ya no es un asunto capital. Bolsonaro ha desde?ado los esc¨¢ndalos de su Gobierno como asuntos puntuales de los que se ha ocupado, no como un problema supremco. Tanto el discurso del presidente como los de sus seguidores mantienen la exaltaci¨®n de la patria, de Dios, de la familia tradicional, el rechazo al aborto, y a la legalizaci¨®n de las drogas. Tambi¨¦n est¨¢ muy presente el peligro del comunismo; el nombre de Lula ni se menciona, es ¡°el otro candidato¡± o el ¡°nueve dedos¡± en referencia al accidente laboral en el que perdi¨® un me?ique.
La nostalgia de la dictadura ha asomado de la mano de un seguidor que ofrec¨ªa un libro titulado 1964, la historia no contada, el a?o del golpe que tanto ha alabado a lo largo de sus tres d¨¦cadas de carrera pol¨ªtica el mandatario de extrema derecha. ¡°No habr¨¢ golpe ni habr¨¢ nada, es solo la forma Bolsonaro de hacer pol¨ªtica. ?l siempre defendi¨® la Constituci¨®n¡±, aseguraba a las puertas del polideportivo Eduardo Motta, ingeniero en una empresa de energ¨ªas renovables.
Llamativamente ausentes del discurso con el que ha oficializado su candidatura, dos asuntos a los que en otras circunstancias suele otorgar enorme importancia: las armas de fuego y la seguridad de las urnas electr¨®nicas.
El presidente Bolsonaro no ha hecho ninguna menci¨®n expl¨ªcita ese domingo a las urnas electr¨®nicas en las que Brasil vota desde 1996 aunque desde hace meses pone en duda la fiabilidad del sistema, alegando, sin pruebas, que pueden ser objeto de fraude y que el resultado electoral se puede manipular f¨¢cilmente. Sin embargo, entre la banda sonora de aires ¨¦picos que acompa?¨® el acto, de vez en cuando sonaba el caracter¨ªstico tintineo que hacen las urnas brasile?as cuando el elector emite el voto, un sonido familiar para cualquier adulto en este pa¨ªs de voto obligatorio.
El temor a que Bolsonaro siga los pasos de Donald Trump y no reconozca una eventual derrota planea en Brasil desde hace tiempo. El punto ¨¢lgido de la estrategia del presidente para cuestionar el sistema de voto se produjo en septiembre del a?o pasado, cuando consigui¨® sacar a miles de personas a la calle pidiendo que se instaurase el voto impreso. El Congreso vot¨® y rechaz¨® el cambio. Desde entonces, sembrar dudas sobre la forma de voto es casi recurso obligado en sus discursos.
Las encuestas muestran que en los ¨²ltimos meses baj¨® el porcentaje de quienes desconf¨ªan de las urnas del 28% al 20%, pero son cifras impensables a?os atr¨¢s. Pero las camisetas reivindicando ¡°?Voto impreso ya!¡±colgaban a docenas a las puertas del polideportivo.
Si hace cuatro a?os Bolsonaro logr¨® ser percibido como un candidato antisistema que iba a acabar con la vieja pol¨ªtica del intercambio de favores, ahora es un presidente que asume que ha logrado sobrevivir pol¨ªticamente a la pandemia y la crisis econ¨®mica gracias al apoyo de aquellos partidos de los que echaba pestes. Cuando ha mencionado a Arthur Lira, presidente del Congreso, y gran s¨ªmbolo de ese bloque conocido como el centr?o (el gran centro) ha habido muchos abucheos. Pero el presidente, bien consciente de que necesita el sost¨¦n de ese poderoso bloque sin ideolog¨ªa, ha remachado: ¡°Si no fuera por Lira no habr¨ªamos llegado hasta aqu¨ª¡±.
El ultraderechista ya no despierta el entusiasmo de hace cuatro a?os pese a los coros de ¡°mito, mito, mito¡± con las que sus m¨¢s fieles han recibido al ¡°capit¨¢n del pueblo¡± al ritmo de m¨²sica sertaneja, el country brasile?o. Las camisetas con su imagen, omnipresentes en los puestos ambulantes de cualquier ciudad brasile?a al inicio de su mandato, han desaparecido. Ya no son un buen negocio. La ilusi¨®n ahora est¨¢ en las filas de Luiz In¨¢cio Lula da Silva y la imagen que triunfa en camisetas y bolsas de tela es la suya, sobre todo la de los ochenta, cuando el izquierdista era un sindicalista que combat¨ªa la dictadura.
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